El
Museo de Arqueología de Alava, el único de esta
especialidad en la Comunidad Autónoma Vasca, apura sus
últimos meses en el Palacio de los Guevara. En un par de
años, si se cumplen los plazos de los gestores de la Diputación
Foral de Alava, se trasladará a un nuevo edificio, junto
al Museo de Naipes. Con ello, se quiere centralizar la oferta
cultural de la capital alavesa en el Casco Medieval, ya que, a
escasos metros de ambos museos, podremos contemplar las obras
de rehabilitación de la Catedral de Santa María,
y no mucho más lejos, abrirá sus puertas el Museo
de Arte Contemporáneo. Al frente del Museo de Arqueología
está Amelia Baldeón, y con ella profundizamos en
esta y otras cuestiones.
-Desde hace 22 años
es la directora del Museo de Arqueología de Alava. ¿Ha
dejado a un lado el trabajo de campo, el trabajo a pié
de obra en las excavaciones? Efectivamente,
ya no trabajo habitualmente en excavaciones. Pero sí de
alguna manera, ya que al estar al frente del museo, estoy al tanto
de todo lo que se está haciendo en el territorio en materia
de arqueología. Por ejemplo, una de nuestras obligaciones
es visitar todos los yacimientos en los que se está trabajando.
-Uno de los yacimientos en
los que usted trabajó fué Atapuerca. ¿Qué
trabajo realizaron allí? Nosotros
excavamos desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce,
esto es, desde el 4000 antes de Cristo hasta el 1000 antes de
Cristo, esos tres milenios. Es una etapa más moderna que
la que se está estudiando en estos momentos. La ubicación
también es diferente, ya que nosotros trabajamos en "El
Portal de la Cueva Mayor", el acceso desde el cual se pasa a una
enorme galería interior que tiene varios kilómetros
de longitud, y también varios pisos. No tiene nada que
ver con la trinchera del ferrocarril, donde ahora mismo se están
recogiendo restos humanos. Nosotros descubrimos depósitos
increíbles de la Edad del Bronce, esto es, pinturas, ofrendas
a muertos y huellas humanas de hace 3.500 años, en perfecto
estado de conservación.
-Atapuerca
es considerado un hallazgo único. ¿Dónde reside
su importancia? Atapuerca muestra la
historia de la humanidad. Empieza hace un millón de años,
y termina en la época en la que nosotros trabajamos, alrededor
de 1000 años antes de Cristo. No es un descubrimiento aislado,
sino un hallazgo que muestra el devenir del ser humano. Durante
un millón de años, por Atapuerca anduvo, vivió
gente, y realmente, esa sensación es única; allí
se siente el pálpito de la presencia humana prolongada
en el tiempo. Además, en mi opinión, la gran aportación
de Atapuerca, es una nueva forma de difundir la arqueología.
Deja de ser el reducto de unos pocos entendidos, y se convierte
en conocimiento para toda la población. Así, los
ciudadanos nos hacemos partÍcipes del proyecto de Atapuerca,
lo apoyamos, lo conservamos y lo tomamos como propio.
-También trabajó
en el proyecto internacional que indagó en el asentamiento
de balleneros vascos en Canadá. ¿Cómo recuerda aquella
experiencia en la península de Labrador? Hablamos
del año 1565. Por aquel entonces, una gran helada imposibilitó
la vuelta al País Vasco del buque San Juan, que quedó
medio hundido en la bahía de la península de Labrador.
Los arrantzales rescataron lo que pudieron del barco, y pasaron
el largo invierno allí. Muchos de ellos murieron a consecuencia
del frío. Hay que decir, que los vascos cazaban ballenas
en Red Bay, aprovechando su grasa, que era una gran fuente de
riqueza del momento. Durante el invierno montaron un auténtico
poblado; hoy en día, todavía se conservan los hornos,
las pequeñas casas, el tratamiento de la grasa de las ballenas
(cómo las cortaban, cómo las despedazaban, la cocción,
los toneles donde metían la grasa...)... En aquella época,
cuando partían desde Pasajes de San Juan, no iban vacíos,
ya que era un peligro ante posibles tormentas, con lo que llenaban
el barco de tejas y tablas de madera para la fabricación
de toneles. Esas tejas todavía se pueden ver en Canadá.
Sin embargo, la investigación comenzó con el descubrimiento
de unos documentos, en los que la viuda del armador del buque
iniciaba un largo proceso para cobrar de los seguros, las indemnizaciones
correspondientes al barco, mercancías... Ese documento,
descubierto 400 años después, nos dió la
pista para la investigación sobre dicho asentamiento. De
hecho, se hicieron dos excavaciones, una en tierra, en la que
excavamos los asentamientos, las casas de los balleneros, y otra,
realizada por submarinistas en el barco, que estaba en perfectas
condiciones.
-Trás ese descubrimiento,
¿es usted de las que piensa que los vascos cruzaron el Atlántico
antes que Cristóbal Colón? Seguramente,
pero no tenemos un documento que confirme tal afirmación.
En los siglos venideros su presencia es evidente en Terranova,
Labrador, Costa Este... Y no sólo los vascos, también
los vikingos eran pobladores de aquellas zonas del planeta.
-Cambiando de tema, durante
un tiempo compatibilizó la dirección del Museo y
la Universidad. Sin embargo, al final decidió dedicarse
en cuerpo
y alma al Museo. ¿Echa de menos la docencia, las clases de la
Universidad? El Museo es un espacio
infinitamente creativo, variado, muy rico, y francamente, con
más riqueza y mayor contacto con la vida diaria que la
Universidad. Por otra parte, el Museo tiene entre sus objetivos,
la investigación, al igual que la Universidad. A su vez,
tiene otra faceta importante, que es hacer fácil, ameno
y agradable el conocimiento. Vamos, que lo entienda todo ciudadano
que se acerque al museo, desde el investigador hasta el albañil.
Nosotros debemos trasladar el conocimiento a la sociedad, es esto
lo que nos mantiene vivos, y lo que satisface mi faceta de docente.
Además, sigo en contacto con la U.N.E.D., mediante una
tutoría, a la que considero un sucedáneo de dar
clases.
-Habla de trasladar el conocimiento
a la sociedad, hoy contamos con nuevas tecnologías que
nos abren un sinfín de posibilidades. Sí,
y de hecho dentro de un programa de necesidades básicas,
que hemos planteado para el nuevo Museo de Arqueología,
hablamos de esto. Planteamos, por ejemplo, que la biblioteca tenga
puestos de consulta tradicional, en formato de libro, pero que
la mayoría de puestos de lectura estén conectados
a la red, cada uno de ellos con su correspondiente pantalla. Creemos
que precisamente es en la arqueología, donde tiene más
sentido la aplicación de nuevas tecnologías, porque
nos posibilita reconstruir lo que no vemos, y es más, nos
lo reconstruye sin tener que tocar los objetos originales. Imagínese
que ahora vamos a poder contar cómo eran las termas romanas
y los baños públicos que han aparecido en el pueblo
alavés de Arcaya. Vamos a visualizarlo en un video virtual,
en tres dimensiones, de manera que el ciudadano se va a poder
meter en las termas, pagará el derecho a baños,
dejará la ropa, se bañará en las piscinas,
hará ejercicios... Será muy diferente a ver cuatro
frías piedras en Arcaya, en el lugar del hallazgo.
-¿Es partidaria de centralizar
todos los hallazgos arqueológicos en un único Museo,
o por el contrario, prefiere crear museos específicos para
aquellos yacimientos que así lo requieran por su importancia
y particularidad? En cuanto a materiales,
creo que hay que centrarlo todo en el Museo de Arqueología,
por una sencilla razón, que no es otra que la conservación.
Los materiales requieren unas condiciones mínimas de temperatura,
de humedad, de
control constante. Si tuviésemos que trasladar esas condiciones
a varios yacimientos del territorio sería carisimo, además
que exigiría un número de personal tan elevado,
que resultaría inviable. Es más, si planteamos una
visión histórica de la arqueología de Alava,
la fragmentación de patrimonio no ayuda en nada y entorpece
el trabajo de los investigadores. Con todo esto encima de la mesa,
yo mantendría un único Museo, pero en yacimientos
relevantes como Iruña o La Hoya, haría lo que en
otras zonas se denomina "Centros de Interpretación" o "Aulas
Arqueológicas". Hay que hacerlos interpretables para el
público. Lo que no puede ser, es que el visitante vaya
al yacimiento, y vea una serie de piedras amontonadas, con unos
tabiques bajitos... Por ejemplo, en La Hoya, nosotros planteamos
que allí mismo se levante una calle, tal y como estaba,
con sus casas, sus objetos...
-Y es aquí donde aparece
Don Dinero. Claro, ese
es el tema. Pero eso es lo que se está haciendo en Castilla,
en Cataluña... No digamos nada de Inglaterra, donde llevan
haciendo unas reconstrucciones inmensas desde la década
de los 60 (granjas vikingas, campamentos romanos...) En el caso
del poblado romano de Iruña-Veleia, nosotros tenemos la
idea de reconstruir una casa romana, mediante la cual se facilite
la compresión de todo el yacimiento. Gracias a esa casa,
podremos ver los mosaicos, el mobiliario, el vestuario...
-Muchos proyectos los que tienen
ustedes entre manos... A
mí me gusta ser optimista. En Alava tenemos unas buenas
condiciones, pero debemos mejorarlas. Tenemos el único
Museo de Arqueología de la Comunidad Autónoma Vasca,
era el único hace 25 años, cuando se creó,
y sigue siendo el único, porque en Gipuzkoa no hay museo,
y en Bizkaia sólo hay dos salas dedicadas a esta especialidad.
-Además, en unos años
el Museo dejará este edificio "Palacio de los Guevara",
que ya tiene 400 años, y pasará a un moderno edificio,
junto al Museo de Naipes.
Sí,
y multiplicaremos por cuatro la superficie actual, que es de unos
650 metros cuadrados. A nivel de servicios, podremos reagrupar
todas nuestras sedes actuales en una sola, y por si esto fuera
poco, simultanearemos varios grupos de visitantes a la vez, algo
imposible en este edificio hoy en día. El continente del
nuevo museo será un edificio contemporáneo, que
no nos pondrá ningún condicionante para la exposición
de la colección. En resumen, será un edificio absolutamente
abierto y flexible para nuestro trabajo, y para posibles necesidades
que nos puedan surgir en un futuro. Una de las condiciones que
tiene el proyecto arquitectónico es posibilitar una oferta
museográfica amplia. Queremos contar con una gran zona
de recepción de visitantes, tanto para los que accedan
al Museo de Arqueología, como para los que sólo
quieran visitar el Museo de Naipes o la numismática. En
breve, se pondrá la primera piedra, así que la última...
una bonita fecha, sería el 2002, pero no está en
mis manos.
-Y a todo esto, ¿no habrán
visitado más alaveses el Guggenheim que el Museo de Arqueología? Creo
que no. No obstante, espero que sean muchísimos los que
acudan al Guggenheim, pero que también sean muchos los
que vengan aquí. Cualquiera que sale de su ciudad, tiene
como una especie de obligación de ver todo museo, museíto
o pequeña obra que se le presente. En cambio, lo que tenemos
a la vuelta de casa, lo desconocemos. Este museo tiene una estrella
en la guía Michelín, que es la guía que utilizan
todos los extranjeros, y claro, vienen todos. Tenemos una media
de 25.000 visitantes al año, si tenemos en cuenta que somos
unos 220.000 vitorianos, estamos dando unos índices de
visita similares a países como Alemania o Holanda.
-El museo actual está
en la calle Correría, y el nuevo estará en la Cuchillería,
ambas calles pertenecen al Casco Medieval de Vitoria-Gasteiz.
¿Satisfecha con la ubicación actual y la futura? Somos
parte de la historia de la ciudad. Cuando la ciudad debatía
sobre posibles ubicaciones del Museo de Arte Contemporáneo,
existían dos posibilidades: Una zona noble como el entorno
de Armentia, o una zona castigada, muy urbana, en la calle Los
Herrán. Yo aposté, desde un principio, por la zona
más urbana, de mayor contacto con la gente. Los museos
no son templetes de cinco cultivados, que van al museo a extasiarse,
a ver obras que les dejan anonadados. A los museos debemos ir
todos a deleitarnos, porque forman parte de nuestra vida y red
urbana. Además, la obligación de los museos es colaborar
con el progreso de la población, de los que se nutren y
a los que sirven. Es de esta manera como creceremos en conocimiento,
cultura y calidad de vida.
-Le preguntaba por el Casco
Medieval, porque los gestores de Vitoria-Gasteiz confían
en él, como foco turístico de la ciudad.
El
Casco Histórico de Vitoria-Gasteiz tiene la virtud de mantener
su trazado original, lo que desde el aire le da esa forma de almendra.
Esa es una virtud a explotar, pero esto no quiere decir que debamos
transformar esta zona en una postal. Hay que mover el Casco Viejo,
hay que darle vida, tiene que venir gente joven a vivir aquí,
y, desde luego, no puede quedarse como una zona de tránsito.
Tampoco veo positivo, el que en este lugar se ubiquen un montón
de residencias de ancianos o se dé un local a todas las
asociaciones de la ciudad. No puede ser una zona que dé
miedo entrar, una vez cerradas las tiendas. Museos, hoteles, exposiciones
como la de la Catedral de Santa María... hay que oxigenar
el Casco Medieval, no fosilizarlo. Fotografías: Ismael Diaz de Mendibil
Euskonews & Media 117.zbk
(2001 / 3-30 - 4-6)
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