Las relaciones entre ciclo económico y ciclo investigador 
 son complejas, aunque, ahora más que nunca, la evolución 
 económica avanza a un ritmo muy superior al de la academia 
 a la hora de configurar teóricamente su explicación. 
 De ahí, que no haya una cosecha abundante de análisis 
 de las economías vasca y navarra en estos últimos 
 años. En cualquier caso, el primer factor que ha marcado 
 la actividad editorial en el período 1999-2000 es la fase 
 expansiva del ciclo por la que transitan la economía vasca 
 y navarra. En ambas economías, la renta ha crecido notablemente, 
 colocándose a la cabeza de las principales economías 
 de su entorno (Estados Unidos, España, Francia, Reino Unido, 
 Alemania, etc.) en tasas de crecimiento medias, y siendo la demanda 
 interna, especialmente la inversión en bienes de equipo, 
 la pieza más determinante del proceso de crecimiento existente. 
 A ello, hay que añadir la revitalización de las 
 exportaciones durante el año 2000, así como la mejora 
 en las expectativas y en el clima económico internacional, 
 tras las crisis económico-financieras asiáticas 
 y latinoamericanas.
Por sectores de actividad, destaca 
 la recuperación a lo largo del año 2000 del 
 ciclo de producción industrial, tras una fase de debilitamiento 
 en los primeros meses de 1999. Tanto esa fase como la ascendente 
 suelen tener su origen en las más o menos expansivas ventas 
 al exterior. Por ello, el estudio del sector industrial en un 
 período tan decisivo como los años noventa, que 
 abarca la profunda crisis de los inicios del decenio y la recuperación 
 de finales del mismo, es un tema recurrente de análisis, 
 dado el fuerte componente industrial tanto de la economía 
 vasca como navarra. Las industrias vasca y navarra son hoy más 
 competitivas y van ganando participación en los mercados 
 exteriores, sobre todo en los europeos, contribuyendo decisivamente 
 a la favorable evolución de las cuentas del sector exterior 
 de ambos territorios.
En relación directa con 
 la competitividad se encuentra la consolidación de la ciencia 
 y la tecnología como los actuales motores del cambio económico 
 y social. La necesidad de desarrollar un entorno industrial con 
 capacidad de generar riqueza y empleo, el continuo cambio en las 
 organizaciones, así como en los sistemas de producción 
 y diseño de productos, hacen de la tecnología, y 
 en un sentido más amplio de la innovación, un centro 
 de interés tanto para las empresas como para las diferentes 
 Administraciones.
Por su parte, el sector de la 
 construcción continuó siendo el más dinámico, 
 aunque con una ligera desaceleración en los últimos 
 meses. En lo que se refiere a la actividad constructora, es sorprendente, 
 sin embargo, que a pesar de la elevación de la tasa de 
 edificación y del aumento de actividad en obra civil, generadores 
 en su conjunto de un increíble aumento del valor añadido 
 bruto en el sector, no haya presencia de estudios individualizados 
 del sector de la construcción. Este sector ha sido, sin 
 duda, el más expansivo y ha favorecido en gran medida la 
 reducción del desempleo. Sin embargo, esto puede causarnos 
 cierta incertidumbre, ya que es un sector procíclico y 
 el aumento del empleo vinculado a él puede variar fácilmente 
 de signo.
En lo que respecta a la economía 
 de servicios, la evolución registrada por la producción 
 y empleo en los servicios durante 1999-2000 revalida la positiva 
 contribución del sector terciario a la expansión 
 que vienen experimentando las economías vasca y navarra 
 desde mediados de los noventa. Pero, además, en el caso 
 de los servicios la atención se centra también en 
 una serie de transformaciones que están desencadenándose, 
 que van desde la adopción de medidas liberalizadoras hasta 
 la progresiva introducción de las tecnologías de 
 la información en el sector, y que empiezan a dibujar un 
 sector servicios con unos perfiles muy distintos a los hasta ahora 
 considerados.
El estudio de las cuestiones 
 monetarias, financieras y fiscales ha sido en los últimos 
 años, y todavía parece serlo, objeto de atención 
 significativa para los economistas vascos y navarros. Dos perspectivas 
 son las más repetidamente abordadas: las relaciones financieras 
 entre el Estado y cada una de las Comunidades Autónomas 
 objeto de estudio, desarrolladas en el Concierto y en el Convenio 
 Económico, respectivamente, y las implicaciones y desafíos 
 de la nueva moneda europea, el euro, para ambas economías. 
 Respecto a la primera de ellas, la amplia autonomía normativa 
 así como el importante aumento de la recaudación 
 impositiva, tanto directa como indirecta, derivado de la favorable 
 coyuntura económica ha contribuido, sin duda, al ascenso 
 del número de trabajos sobre estas materias.
Con respecto a la segunda perspectiva, 
 la sensación de final de período invita a tratar 
 de anticipar nuestro futuro tras la adopción del euro como 
 unidad monetaria en 1999, y la cesión al Banco Central 
 Europeo del control de la oferta monetaria y de la capacidad de 
 las autoridades para influir en el precio interior del dinero, 
 o tipo de interés, y en el externo, o tipo de cambio. No 
 obstante, la peseta seguirá existiendo durante un año 
 más, aunque para dar paso formalmente al euro el primer 
 día de enero del año 2002.
En otro orden de cosas, las novedades 
 bibliográficas en el campo de la administración 
 de empresas, finanzas e inversiones empresariales a lo largo de 
 1999-2000 recogen los temas de actualidad en el ámbito 
 académico y profesional que en esta ocasión presentan 
 como denominador común la necesidad de tomar decisiones 
 en un mundo caracterizado por tres hechos relevantes: la integración 
 financiera de los mercados, la existencia de asimetrías 
 informativas y el reconocimiento de la necesidad de incluir en 
 el análisis las características institucionales 
 de las diferentes economías.
La crisis del Estado del Bienestar 
 es otro de los grandes temas económicos en este fin de 
 siglo. Tres aspectos son los habitualmente analizados: su trayectoria, 
 la racionalidad y funcionalidad de su construcción actual 
 y la cuestión de su sostenibilidad en el largo plazo, coexistiendo 
 varios enfoques, reflejo del interés que suscita el tema. 
 En la sociedad europea a la que pertenecemos no parece concebible 
 un modelo de desarrollo que separe el bienestar económico 
 del social y no considere a ambos indisolublemente unidos.
En el ámbito de la economía 
 regional y urbana se ha producido una auténtica explosión 
 del número de publicaciones, síntoma del creciente 
 interés que presenta éste área de conocimiento, 
 influido, quizá, por la necesidad de conocer mejor la realidad 
 socioeconómica de cada uno de nuestros territorios, como 
 por la proliferación de políticas de revitalización 
 urbana o los nuevos enfoques, pluridisciplinares e integrados, 
 que están surgiendo en la ordenación del territorio. 
 Así, la gestión urbana y regional cobra cada día 
 más importancia social, a la vez que reclama una mayor 
 atención sobre la capacidad de organización de las 
 regiones metropolitanas, al estar estrechamente ligada a las redes 
 estratégicas, a las condiciones económico-espaciales 
 y al apoyo político y social. Bilbao ha sido la ciudad 
 que ha suscitado mayor análisis, debido en gran medida 
 al impacto económico que ha supuesto el Museo Guggenheim.
Otra línea de trabajo 
 de máxima actualidad es la que tiene por objeto de estudio 
 la agricultura, los recursos naturales y el medio ambiente. Esto 
 nos lleva a plantear, entre otros aspectos, si el crecimiento 
 genera mayores niveles de deterioro ambiental y si este proceso 
 se acelera con la liberalización del comercio internacional 
 o la denominada globalización de los mercados. La cumbre 
 de Seattle puso de relieve, por un lado, que los aspectos ambientales 
 iban a desempeñar un papel de primera magnitud en las negociaciones 
 comerciales, y, por otro lado, que sus efectos en las estrategias 
 empresariales ocupan ya el primer plano.
El intenso ritmo de creación 
 de empleo y de reducción de la tasa de paro, junto con 
 el aumento de la contratación indefinida, han constituido 
 los rasgos más positivos del mercado de trabajo durante 
 1999-2000. La observación de datos tan extraordinariamente 
 favorables en un mercado laboral caracterizado tradicionalmente 
 por graves problemas en su capacidad de generación de empleo 
 y, desde hace poco más de un década, por una excesiva 
 temporalidad, ha dado lugar a diversas interpretaciones, tanto 
 sobre las circunstancias en las que se está produciendo 
 este proceso, como sobre sus posibilidades de continuidad. En 
 todo caso, la convergencia de nuestro mercado de trabajo con el 
 europeo es un hecho cierto, aunque la reciente aparición 
 de problemas tales como el aumento del diferencial de inflación 
 y el bajo incremento de la productividad, introducen algunas incertidumbres 
 de cara al futuro. En este contexto, es notable la ausencia de 
 artículos sobre formación y el papel que ésta 
 puede desempeñar como elemento clave a la hora de posibilitar 
 la obtención o el mantenimiento del empleo y su gran relación 
 con la productividad y competitividad empresarial.
En esta línea, también 
 se echan de menos artículos sobre fluctuaciones económicas 
 e inflación, a pesar del comportamiento al alza de esta 
 última, causado en gran medida por la carestía del 
 petróleo y por la depreciación del euro. Por el 
 contrario, en el campo de la economía del consumo, sí 
 se pueden encontrar diversos artículos, seguramente motivados 
 por los cambios producidos en nuestra sociedad que modifican sensiblemente 
 la estructura del consumo familiar (dedican más a educación, 
 cultura, vivienda y salud).
Para concluir, la sensación 
 de final de período invita a mirar hacia atrás y 
 hacer balance y nada mejor que hacerlo de la mano de la historia 
 económica. La perspectiva histórica no debe olvidarse 
 nunca y más en esta ocasión donde se han reunido 
 poderosos argumentos para abordar una interpretación de 
 fin de siglo y de milenio como puerta de una nueva economía
 
A modo de conclusión
 
La literatura más reciente 
 sobre economía vasca y navarra tiende a recoger algunos 
 de los temas de más actualidad en el ámbito académico 
 y profesional. Un período expansivo como el que ha conocido 
 la economía europea en estos años ha tenido su traducción 
 en un mayor crecimiento de nuestras economías, lo que les 
 permite, efectivamente, culminar el siglo y el milenio con renovada 
 confianza en sus posibilidades de desarrollo y en su capacidad 
 para acercarse a los elevados niveles medios de prosperidad de 
 los países que forman la Unión Europea.
En 1999-2000 la fase expansiva 
 del ciclo económico ha demostrado una consistencia más 
 que notable, si bien los registros no han sido en su conjunto 
 tan buenos como los de los años precedentes. Durante estos 
 años las economías vasca y navarra han crecido a 
 un ritmo superior al de la Europa de los once, lo que ha hecho 
 posible alcanzar una significativa tasa de creación de 
 empleo en un período caracterizado por la revitalización 
 industrial, la mayor salida al exterior y el rebrote de las tensiones 
 inflacionistas. Los últimos compases del siglo y del milenio, 
 en consecuencia, han supuesto un importante avance en el proceso 
 de modernización y desarrollo de ambas economías, 
 no exento de problemas y desafíos que el tiempo nuevo nos 
 está ya planteando.
Los retos están ahí 
 y no admiten demora: el reto que supone continuar incrementando 
 el empleo, donde la inusitada tasa de temporalidad que parece 
 haber cristalizado en el mercado de trabajo y las abultadas bolsas 
 de desempleo que todavía sufre el colectivo de mujeres 
 activas, aparecen como las sombras más destacadas. En la 
 misma dirección, consideramos que la internacionalización, 
 la innovación, la investigación y el desarrollo 
 tecnológico, van a marcar, lo están haciendo ya, 
 de modo decisivo la prosperidad relativa de las economías. 
 De ahí que la internacionalización de nuestras empresas, 
 la incorporación de las nuevas tecnologías, especialmente 
 en las pequeñas y medianas empresas, y el acceso universal 
 a las mismas para todos los ciudadanos se configuren como elementos 
 esenciales para lograr un crecimiento económico sostenido 
 y un mayor nivel de vida.
En definitiva, la llegada del 
 fin de siglo no deja de ser una buena ocasión para plantear 
 las tareas pendientes en el estudio y análisis de las economías 
 vasca y navarra.