Brigada Móvil de la Ertzaintza: una intensa historia de rescates
Grupo de Rescate de la Brigada Móvil de la Ertzaintza

Desde su nacimiento, la Ertzaintza ha sido una policía en la que la atención al ciudadano en peligro constituye uno de los pilares básicos sobre los que se sustenta su estructura de actuación. Ya en la primera etapa histórica de esta institución, cuando la Ertzaña del treinta y seis, si algo caracterizó el trabajo de esta policía fue su constante disposición a atender a los ciudadanos en peligro, incluso en un marco tan complicado para la normal actuación de un cuerpo policial como es un conflicto bélico.

Secciones de montaña y de buceo

Para entender la naturaleza de lo que son hoy en día los servicios de rescate de la Ertzaintza, nos tendríamos que remontar a finales del año ochenta y seis, cuando se detectó la necesidad de que en nuestra policía existieran grupos dedicados al salvamento, tanto marítimo como de montaña. Con ello se pretendía, por una parte, completar el sistema de prevención y actuación ante las emergencias de nuestro país y, por otra, mejorar la propia funcionalidad de la Ertzaintza, una policía integral que necesitaba disponer de estos recursos para poder asumir así todas las vertientes del trabajo policial.

A partir de ese momento, se comenzó a formar a un grupo de agentes en técnicas específicas de rescate en montaña y a otro como especialistas en buceo, utilizando en ambos casos como materia prima a miembros de la Brigada Móvil de la Ertzaintza, la cual disponía ya de personal con una base suficiente de conocimientos como para poder adentrarse en esta nueva aventura.

Con todo, el primer cometido a solventar fue la selección del personal, el realizar todas las pruebas necesarias para entresacar de entre los numerosos voluntarios a los más capacitados. Para la unidad de montaña, se echó mano de ertzainas ya relacionados con deportes como la escalada o la espeleología, corriendo el proceso de formación a cargo de monitores de la Federación Vasca de Montaña. Durante varios meses sometieron a nuestros hombres a un duro entrenamiento, con pruebas de una enorme exigencia tanto física como mental. Los cursos incluían ejercicios relacionados con el rescate en pared, en nieve, en cuevas y simas, etc. Algo similar sucedió con el grupo destinado al rescate en el mar, integrado también por personal de la Brigada proveniente de ese mundillo; en un principio con acreditaciones deportivas de submarinismo y, posteriormente, ya con titulaciones profesionales. Para llevar adelante esta iniciativa fue necesario hacer acopio de todo un parque de material que entonces resultaba novedoso para la Ertzaintza: embarcaciones neumáticas, botellas de aire comprimido, reguladores, trajes de neopreno, etc.

Dentro de la formación global de ambos grupos, además de la capacitación en las técnicas concretas de cada especialidad había otro elemento primordial, la preparación física. No obstante, esta se pudo abordar en unas condiciones inmejorables gracias al apoyo que en todo momento prestaron a la iniciativa los instructores de la Brigada Móvil, los cuales, partiendo desde cero, planificaron y desarrollaron un entrenamiento específico para cada sección.

Al principio, ambas secciones, de montaña y de buceo, disponían de personal más bien escaso, pero posteriormente se fueron ampliando de manera progresiva. Dentro de las secciones se fueron creando grupos, lo que permitía aumentar el grado de disponibilidad y de eficacia de todo el servicio. En la actualidad, cada una de las dos secciones dispone de cuatro grupos, integrados cada uno por siete u ocho especialistas.

Innumerables actuaciones

Durante el final de la década de los ochenta y comienzos de los noventa, ambos grupos se estrenaron en el terreno operativo y pronto comenzaron a participar en un sinnúmero de rescates, tanto en el País Vasco como en el resto del Estado, especialmente en los territorios limítrofes de la Comunidad Autónoma, pero también en lugares más alejados, como los Pirineos o los Picos de Europa.

Para mediados de la década de los noventa los grupos de rescate se encontraban plenamente operativos. En 1.995, por ejemplo, la sección de montaña desarrolló ya una serie de actividades que le permitieron demostrar su capacidad. Ese año colaboró con otros cuerpos en la localización de seis personas sepultadas por un alud en los Pirineos, aportando la sección de montaña además de personal, material especializado. A finales de ese mismo año un grupo se trasladó a Cantabria para trabajar en el rescate de una espeleóloga francesa, operación que se prolongó durante dos días y medio. En la primavera de 1.998 se rescató a cinco personas en Alava, en la cueva de la Leze, una cavidad con un río subterráneo que dificulta notablemente el rescate. Posteriormente se rescató también a una docena de personas que habían quedado atrapadas en la misma cueva por la crecida del río. En septiembre del 2.000, en el transcurso de un entrenamiento-simulacro que se estaba realizando en colaboración con diferentes grupos del resto del Estado en los Pirineos, se produjo un accidente que convirtió en real el simulacro.

Quizás los rescates que menos han llamado la atención del gran público durante este tiempo han sido los practicados en el subsuelo, pese a que, probablemente, sea la modalidad más compleja y arriesgada al desarrollarse en espacios de acceso difícil, dentro de simas o cuevas que a veces están surcadas por ríos subterráneos, con temperaturas que en muchos casos no superan los cinco grados, angosturas por donde prácticamente no pasa una persona y todo ello, además, en la más profunda oscuridad. Situaciones que precisan de una adecuada preparación física y psicológica para poder ser afrontadas con garantías, especialmente cuando los rescates se prolongan durante horas, días y a veces hasta semanas.

Además de las actuaciones realizadas en el ámbito de la montaña, durante todo este tiempo la sección ha colaborado también en muchos otros tipos de accidentes como el reciente choque de trenes en Karrantza, el desastre del camping de Biescas, rescates de personas aisladas en el medio rural por nevadas, etc.

En cuanto a la sección de buceo, cuyos integrantes son en la actualidad todos ellos profesionales titulados, algunos incluso con capacitación como instructores de buceo profesional que les faculta para impartir cursos de estas características, también son innumerables los rescates y las actuaciones que han desarrollado durante todos estos años. La naturaleza de su trabajo hace que, a diferencia de la sección de montaña, en este caso se trate de una unidad cuyos cometidos se centran de manera habitual en la búsqueda y localización de personas y materiales desaparecidos en el medio acuático; en el caso de las primeras, por desgracia, habitualmente cadáveres. Se pueden destacar entre las muchas actuaciones realizadas la localización y el rescate de los cuerpos de cuatro jóvenes fallecidos al caer su coche al río Nervión, la búsqueda de dos personas desaparecidas en el río Oria a su paso por Lasarte (un trabajador y un miembro de la Cruz Roja), otras dos personas desaparecidas en Plentzia o el rescate de los cuerpos de cuatro personas fallecidas al caer a las aguas de un río en la localidad navarra de Goizueta. Afortunadamente, la unidad también ha participado en otras operaciones más gratificantes ayudando, por ejemplo, a los damnificados por las inundaciones del año ochenta y seis en Gipuzkoa.

Un servicio global

Dentro de la Ertzaintza existe una tercera sección, la unidad marítima, que aunque no tiene como misión estricta las labores de rescate, sin embargo su participación resulta fundamental para el éxito de muchas de ellas. Esta unidad, que se encuentra operativa las veinticuatro horas del día, dispone de dos embarcaciones atendidas por un conjunto de ertzainas ampliamente especializados y con capacidad para operar en cualquier punto de las aguas costeras del País Vasco. En breve, sus posibilidades se incrementarán de manera importante al incorporarse una nueva embarcación de mayores dimensiones y dotada con sistemas más modernos. Esta circunstancia, a la que se añade la próxima disposición de una nueva base en el Abra bilbaino, servirán para hacer a esta sección aún más eficaz en todos sus trabajos, incluida la colaboración en los salvamentos.

Existen también otras unidades dentro de la Ertzaintza que conforman toda una base sobre la que, en muchas ocasiones, se asienta el éxito de una operación de rescate. La propia Brigada Móvil en su conjunto, es un instrumento eficaz, capaz de dotar de los recursos humanos y técnicos necesarios a una operación de salvamento, búsqueda de personas desaparecidas o cualquier otro tipo de contingencia que exija personal bien entrenado y físicamente preparado. La unidad de helicópteros es otra sección cuyo concurso es vital para cualquier operación que precise apoyo desde el aire. Su personal, con el que colabora estrechamente la Brigada Móvil, tiene ya una amplia experiencia en rescates de todo tipo y su concurso es vital, pues es el mejor sistema de transporte de recursos de emergencia a cualquier punto de la Comunidad o de sus alrededores.

El conjunto de la Ertzaintza es una eficaz herramienta para colaborar en las labores de rescate y de atención a las víctimas de los accidentes de cualquier naturaleza, pues constituye una organización estructurada, dotada de recursos humanos y técnicos, que está acostumbrada a colaborar con otras instituciones de emergencia que aportan en cada momento los especialistas necesarios. Todo ello dentro de un conjunto coordinado por el servicio SOS DEIAK, en el que cada uno cumplimos nuestro cometido.

Por último, creemos que es de justicia dedicar unas líneas a tratar de llamar la atención sobre lo que, a nuestro juicio, constituye una pequeña laguna en el subconsciente colectivo, y es que cuando hablamos de rescates habitualmente pensamos sólo en las víctimas, en las personas auxiliadas, y raramente nos acordamos de quienes realizan esos rescates; unos profesionales que aunque estén cumpliendo con su obligación, normalmente lo hacen yendo mucho más allá de lo exigible, sin pensar en los riesgos que tienen que afrontar. Por eso, creemos que no está de más aprovechar la ocasión para rendir nuestro homenaje más sincero a todos aquellos miembros de equipos de salvamento que a lo largo de la historia han ofrecido por los demás lo más preciado de sí mismos, incluso la vida.


Grupo de Rescate de la Brigada Móvil de la Ertzaintza. Dirección de Seguridad Ciudadana. Departamento de Interior. Gobierno Vasco

Euskonews & Media 112.zbk (2001 / 2-23 / 3-2)


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