El solsticio de invierno y sus celebraciones festivas
Fundamentos estructurados alrededor del Carnaval
Emilio Xabier Dueñas

Karnabalak, Inauteriak, Ihautirik, Aratuzteak, Iaute, Iñoteak, Iyoteak...; en fin, Carnestolendas o Antruejo, es decir el Carnaval, la fiesta reina del Invierno en otros tiempos resucita cada año con la innovación propia y característica que aporta cada comunidad.

Mezcla de valores festivos que aglutinan, coincidiendo con otras fases de celebración de diversos períodos estacionales, sentimientos de libertad, espontaneidad, unión o amistad. Existiendo unas partes bien diferenciadas y que en cierta forma se contraponen y complementan: el ritual, con su ceremonial y, lo propiamente festivo, con sus componentes, sin duda complejos de asimilar en cada situación y época histórica. Es la diversión, por excelencia.

Esta sincronización de funciones, en base a un criterio de interconexión natural-cosmológica, se concreta en las estaciones climatológicas del año, las cuales marcan el período festivo. Incluso en los últimos tiempos la modificación de celebraciones por traslado del invierno y otoño al verano, por ejemplo, ha surgido de forma generalizada.

PERÍODO INVERNAL

Si bien existen en la tradición oral unos días que son consideramos como propios de Carnaval, que en boca de ciertos autores equivalen a defender teorías sobre la entrada de dicho ciclo en fechas que van desde el período navideño, pasando por la festividad de Reyes, el día de la Candelaria e incluso ciñéndose a los conocidos como los 3 días principales, el ciclo podría extenderse a otras celebraciones festivas, que por diversos motivos contienen puntos coincidentes.

De la matanza del cerdo, a partir de noviembre, se obtienen alimentos como chorizos o tocino que, junto a huevos y frutas sirven de obsequio a los postulantes en sus paseos rurales en diferentes fechas.

Desde el 6 de diciembre, festividad de San Nicolás donde, niños y niñas dirigidos por el de más edad y vestido éste con aditamentos que nos recuerdan a los "Obispillos" elegidos en la Edad Media, en las denominadas "Fiestas de locos", recorriendo el pueblo en cuestación, hasta el 24 del mismo mes, día de Nochebuena, con la entonación del canto de Abendu o Marijesiak, en un novenario nocturno que finalizaba con la clásica postulación de casa en casa.

Ya en los primeros días de enero, y dentro de este período navideño, los Aguinaldos a nivel familiar-vecinal con las tonadas de Urte barri, "Dios te salve", Erregen o Apalazio se sucedían para, dando un salto cuantitativo en el tiempo llegar hasta la víspera de Santa Águeda. Fecha en que, los niños en menor grado y los jóvenes y adultos mayoritariamente, visitan en sus recorridos rurales y urbanos, a los sones de la canción que hace referencia al martirio sufrido por la santa de Sicilia y los versos complementarios relativos a los habitantes del caserío, obtener las viandas con las que disfrutarán en una suculenta cena.

Por último, llegados a las fechas clave, el Jueves Gordo, denominado en euskera Ostegun gizen, Eguen zuri o Egun ttun ttun. Es el jueves anterior al Domingo de Carnaval, día señalado para que los niños recorran los caseríos y casas dentro de este ciclo, siendo los dedicados por los adultos el Domingo, Lunes y Martes de Carnaval.

Todo esta serie de actos sobre la cuestación, se circunscriben en un ciclo estacional determinado, el Invierno, y de unas características básicas y específicas en orden a una tipología celebracional:

  1. Canciones; generalmente alusivas a la fecha, interviniendo personajes como San Nicolás, Jesucristo, Olentzero, Reyes Magos o Santa Águeda. Con su demarcación de fechas e intermitentemente generando el donativo de cada casa. En ocasiones son las propias fiestas de Navidades o Carnavales las versadas en sus textos.

  2. La composición de los cortejos varía notablemente de unos a otros. No obstante, si nos remontamos a los tiempos más lejanos de que se tiene constancia, y obviamos ciertas ocasiones compuestos por hembras, mayoritariamente eran varones, por no decir en su totalidad, tanto niños como muchachos y adultos. La mujer ha entrado a formar parte y compañía al otro sexo en fechas recientes.
  3. Los recorridos, realizados año tras año, solían ser siempre los mismos. Donde se siguen conservando, el orden establecido, generalmente y si el pueblo no ha cambiado su fisonomía o número de habitantes y casas, no ha variado. Se atendía a un itinerario con unos caminos o atajos ya marcados y en consecuencia a una prefijada secuencia conmemoracional de actividades.
  4. Los productos recogidos por los niños y los jóvenes coincidían principalmente y solían ser: huevos, chorizos, tocino, frutas y dinero. Sin embargo, ante la existencia de diferentes categorías de edad, los más pequeños, eran obsequiados con frutos secos, frutas y algo de dinero.

El carácter ritual de las cuestaciones, en los días descritos y en otros no determinados por no ser tan usuales, viene acompañado del deber tradicional, el acopio de alimentos, la consumición de productos, la libertad de horarios para la diversión y la transgresión de cánones establecidos habitualmente para, de una forma no convencional, sentirse trasladado en el tiempo y disfrutar lúdicamente de unos días de asueto.

Las cuestaciones marcan inexorablemente una época que bien pudiera llamarse de un antes del y un en Carnaval.

Otro factor determinante son las bendiciones, con o sin subasta posterior. Encontramos días claves: San Antonio, San Blas o el Día de la Candelaria. Ganado, aves, productos del campo, velas y dulces son ceremonialmente bendecidos en las iglesias y su utilización deriva, en el caso de las velas, en protección contra tormentas, y en los demás contra diferentes adversidades atmosféricas y enfermedades en animales domésticos, así como a los habitantes del caserío.

Por otro lado, el fuego solsticial del verano tiene su paralelismo con el del invierno. Al comienzo del primero se encienden hogueras para conmemorar la presencia del dicho astro más cerca de la tierra, en el Invierno sucede de idéntica forma, en fechas próximas a tal inicio, tanto unos días antes como unos días después. Se queman ropas viejas, utensilios antiguos y hasta pellejos de vino vacíos.

El período descrito comienza su andadura en otoño pero atendiendo a ciertos esquemas bien pudiera ser un todo. La consecución de actos por ejecución repetititva y finalización de la misma en los días de Carnaval, con la explosión de júbilo y necesidad de un divertimento en masa, da a entender una contínua y reposada progresión de la realización en las fechas, alargando su período, carnavalescas.

EL PASADO LEJANO Y EL PRESENTE CERCANO

Del Carnaval, de su historia, de su origen, de su significado... se ha escrito hasta la saciedad. Unas veces con bases teóricas de escaso peso, otras defendidas sin ningún tipo de escrúpulo científico o pseudo científico y, en contadas ocasiones, con un cierto criterio fundamentado en la necesidad de buscar unas raíces próximas al entorno. Muchas preguntas se desvanecen en la neblina del tiempo, ante la diversidad de hipótesis, documentación de archivo e información resultante de la tradición oral.

Lo cierto es que, además de ser una batalla de muchas plazas, el Carnaval ha sido desde vilipendiado, prohibido, vapuleado, censurado o falsificado, hasta exaltado y mitificado.

En Euskal Herria hay datos fidedignos en archivos desde el siglo XVI, y alguno que otro anterior. Son informaciones que varían muy poco y son escasos sus comentarios. Así encontramos una de las citas más antiguas en Lekeitio (B), fechada en 1331: "... que vayan de pies e de cabeça morar a las dichas sus casas e faser vesindat fasta el dia de Carrastoliendas primeras que vienen, e que fagan cada uno dellos anno e dias..." Carta de Doña María, señora de Bizkaia, en la cual manda a los pobladores de la villa de Lekeitio que vayan a vivir a sus casas y solares hasta el día de Carnaval.

O en 1885 en Balmaseda (B): "Leida una instancia de Don Mariano Valdivielso, pidiendo la concesión del salón de espectáculos para los tres días de carnaval, para dar dos bailes y una representación con objeto de comprar unas decoraciones, se acordó acceder a ella quedando en beneficio de la villa las decoraciones y el producto liquido de lo que se recaude dichos días; fijando en cincuenta centimos de peseta por cada persona, la entrada a los bailes, en otras cincuenta la entrada general a la representación del lunes y en una peseta los asientos de preferencia. Se encarga de Regidor Don Aquilino Martinez para que intervenga en ello. Se señala o designa el portal de casa de la villa, para puesto de refrescos y demás en el cual y sin subir las escaleras se han de expender."

En lo que va de siglo, dentro del país, nuestro Carnaval ha sufrido un notable deterioro, con altibajos, provocado por prohibiciones gubernamentales, guerras, postguerras y desidia, enmascarándose en ciertas ocasiones como "Fiestas de Primavera".

Sin embargo, a partir de la muerte del dictador General Franco, el boom ha sido tan notorio que muchos han vuelto a la vida no sin antes encontrar obstáculos sociales. La adecuación de tales Carnavales se ha llevado a cabo por diferentes medios y, mientras unos resurgían con muy pocas diferencias en relación a los que se tenía conocimiento, otros se han impulsado por motivaciones estéticas y actualizadas para, así de esta manera, encontrar un posicionamiento al día.

Esta elevación y recuperación del Carnaval ha tenido resultados variables si nos atenemos a su aspecto global. Mientras en Nafarroa, Lapurdi o Gipuzkoa ha sido altamente positiva a niveles minoritarios, en Araba y sobre todo en Bizkaia, han sido puntos muy concretos y abiertos a grandes masas y, tanto en las fechas propias como en un día de fiestas patronales o ante la llegada de un nuevo año.

ELEMENTOS FÍSICOS

- DISFRACES Y MÁSCARAS

La caracterización, como representación material, es una labor fundamental que debía realizar cualquier disfrazado. Su imagen, voz, andadura e incluso su comportamiento habitual debían, por unos días, pasar desapercibidos y no ser reconocidos. La utilización de máscaras y disfraces constituyen, junto a la simulación de ciertos ademanes físicos, la labor en la que hay que concentrarse antes, y durante, el Carnaval.

¿Qué se encierra detrás de la máscara?: ¿acaso unos pensamientos algo salvajes no llevados a cabo en circunstancias convivenciales a lo largo del año? Era la posibilidad de conseguir tocar el culo, o levantar las faldas a una joven. De esta forma pensaban algunos activos disfrazados de principios de siglo.

A lo largo de nuestra geografía existen pocos pero singulares tipos de máscaras. Su preservación se debe al mantenimiento anónimo, pues hacia el año 1923 se prohibió su uso, quedando su función relegada a la tradición, muchas veces, oral. De hecho, sus nombres o apelativos por los que eran conocidos popularmente, han quedado en la memoria colectiva: "Mascaritas", Masques, Mozorroak, Errabidxek, Zomorroak, Marrauek o Zirtzilak entre otros muchos.

La más común y barata era la hecha con un trapo, tela de saco u otro material de fácil obtención, a la que se le hacían sendos agujeros para la boca y los ojos. Algo más sofisticado era el antifaz cubriendo una parte de la cara y con dibujos, y tejido menos rural y más comercial.

Al igual que existían máscaras de mayor difusión, como lo comentado en el párrafo anterior, las variaciones estéticas a pequeña escala nos demuestran algunos casos excepcionales, que sirven de complemento al resto del disfraz, y que se han mantenido en zonas localizadas. Así tenemos las máscaras de los Ponpierra y Kotilun gorria de los Carnavales de ciertas localidades de Lapurdi, confeccionadas en tejido de fieltro y lentejuelas y con trajes de llamativos colores. O los Mamuxarroak de Unanu (N) con sus antiguas y cuidadas máscaras de latón.

Además de otros disfraces en los que los enmascarados se tocan con caretas, andrajosos abrigos, pieles y sombreros, como así sucede con los "Caldereros" o Kauterak de las Mascaradas de Zuberoa, los Surruaundis de Durango (B) hacen honor a su apelativo portando máscaras de cartón con grandes narices y persiguiendo a niños y jovencitas que en sus recorridos urbanos realizaban en estas fechas.

El resto de disfraces está compuesto en base a parámetros de conexión con el ritmo, la danza, y la canción. Destacando de entre todos ellos, los que actualmente tienen su celebración:

1/ Los Ioaldunak y Ioaredunak de los pueblos navarros de Ituren y Zubieta. Ataviados, entre otros aditamentos, con pieles de oveja, sayas blancas y dos pares de cencerros, grandes y pequeños, a la espalda. Tocados con sombreros cónicos de los que penden cintas.

2/ Los Atorrak de la localidad vizcaína de Mundaka, vestidos con túnicas blancas, y faldas vueltas del revés sobre la cabeza.

3/ Los 5 personajes centrales del grupo rojo de las Mascaradas. De uniforme presentación, con distinción de colores y atribuciones. Txerreroa de rojo y negro, Gathuzaina de azul y amarillo, Kantiniertsa de azul y rojo, Zamaltzaina de rojo y negro y Banderaria de negro. Pequeños cencerros, tijeras de madera, armazón de madera, vara con crines de caballo, etc. son portados en la representación.

4/ Los Bolantak del carnaval bajonavarro vestidos de blanco, con bordados en pantalones, alpargatas y camisas, de las que penden largas cintas en la parte trasera. Con gorros floridos, txapelas con bordados o altos tocados con cintas servían, y sirven, de elegante complemento en la cabeza. Y los Zapurrak, ¿zapadores de un antiguo ejército?, hacha al hombro y grandes morriones aderezados con espejos.

5/ Junto a combinaciones completas de vestuario, la sencillez de la camisa o camisón hasta las rodillas, calcetines, alpargatas y gorro con que danzan los disfrazados del pueblo guipuzcoano de Aretxabaleta (G).

- PERSONAJES Y MUÑECOS

Si el Carnaval guarda rituales de orígenes desconocidos, eso es debido, en parte, a la incapacidad humana de obtener respuestas a valores rígidos y situaciones espontáneas, sobre la función de diversos personajes y actos de indudable sentido mágico y de leyenda por un lado, o a funciones habituales, y/o vanales, de las diferentes sociedades que nos han precedido, por el otro.

Entre los disfraces que representan a personajes determinados, nos encontramos con el más conocido y que abarca mayor ámbito geográfico, el Hartza u "Oso". Sus andanzas de otros tiempos, sus escenificaciones en manos de su domador y sus bailes han dejado profunda huella en este y otros países. Su evolución ha dado por resultado una representación por las calles en las fechas carnavalescas. Con grandes pieles que cubren todo el cuerpo y cabeza, asido por una cadena de la que tira su dueño y al son que puede marcar una pandereta, el animal simulado danza al compás cadente que entiende, con el murmullo, griterío y risotadas del público espectante en Markina-Xemein (B). O como integrante de las cuestaciones en Basusarri, Beskoitze... (L).

Los Txantxoak de Abaltzisketa (G) y los Talaik de Amezketa (G) son otros de los personajes, no tan conocidos hasta relativamente hace pocos años y que han derivado en el apelativo de los bailarines que, en cuestación, recorren los barrios ejecutando una danza con palos.

La diversidad de personajes se corresponde con la complejidad de los cortejos respectivos: así encontramos en Lantz (N) al Zaldiko o "Caballo" intentando ser herrado por los Arotzak y al antropomorfo y torpón Ziripot derribado insistentemente por dicho caballo; o en el pueblo alavés de Zalduondo al "Oso", "Ovejas", "Pastor", "Ceniceros"... En Luzaide (N) los Bolantak, Besta gorria, Basandereak, Zapurrak y Gorriak. Sin embargo y obviando por falta de espacio el gran número de estipulaciones sustantivas de los personajes, nos detendremos en las Maskadak o Mascaradas zuberotarrak. Dicha representación se sustenta en la composición de dos bandos: el "rojo", con personajes uniformados decorosamente, excelentes dantzaris y con una cierta seriedad; en contraposición el "negro", vestidos con ropas harapientas algunos de ellos, revoltosos, bulliciosos, desaliñados, groseros y antiguamente mezclando el euskera con otros idiomas como el ocitano y bearnés. Con antelación hemos nombrado a los Kauterak o "Caldereros", Txerreroa, Gathuzaina, etc. que se complementan de forma desordenada aquí, con los Kherestuak o "Castradores", Txorrotzak o "Afiladores", Kukuileroak, Jauna eta Anderea ("Señor" y "Señora"), Laboraria eta Etxekoanderea ("Aldeano" y "Aldeana"), Buhameak o "Gitanos", "Médico", así como otros que de una forma menos rigurosa acaban saliendo en años no contínuos.

En el apartado de los muñecos, junto a los exhibidos en función de su apariencia y trasladados a ritmo de danza como los Xigantiak de las Kabalkadak, se encuentran los zarandeados, sentenciados y arrojados al tejado más próximo como "Porretero" en Saratzu/Salcedo (A), o empalado y quemado después de ser ajusticiado verbalmente por el pueblo como "Marquitos" en Zalduondo (A). Como asimismo es muerto a tiros de escopeta Miel Otxin, de leyendística procedencia bandida en los alrededores y quemado en la hoguera.

La gran cantidad de personajes y su representación hoy perdida nos da una idea, de la cultura agrícola, de las diferentes comarcas y su vuelco en un afan de ajusticiamiento, con un elemento al que maldecir de los males acaecidos en la comunidad.

- GASTRONOMÍA

Desde que se produce la matanza del cerdo hasta el Martes de Carnaval existen períodos donde, gracias a la misma, se proclama la exaltación del buen comer y mejor beber. El exceso nutricional en Navidades o antes de comenzar la Cuaresma, con sus recesos cárnicos, produce una doble satisfacción por la saturación de alimentos.

Además de los productos obsequiados en las cuestaciones, debemos añadir la comida, en cierta medida, de mayor extensión. La misma estaba compuesta, en ciertos lugares del país, entre el Domingo y el Martes de Carnaval, por un primer plato a base de patas y orejas de cerdo cocinadas en salsa a la vizcaína y, como postre, unas tostadas; bien de pan mojado en leche y fritas, bien elaboradas a base de harina.

La ambición por el consumo por este dulce alimento era tan esperada que, incluso, se asaltaban las casas para conseguirlo. Cuestión ésta, la del robo, que en determinados pueblos y aldeas se convirtió en un momento como parte de la tradición, y la cual ha servido como uno más de los actos propios de estas fechas.

FUNDAMENTOS DE EXPRESIÓN

- SÁTIRA Y CRÍTICA

Las comparsas, estudiantinas y grupos musicales aprovechaban sus creaciones para, apoyándose en hechos acaecidos durante el año, entonar, crear melodías y escribir coplas, vendidas para costear los gastos de los días de Carnaval.

La crítica hacia políticos, guerras, robos y la sátira punzante sobre episodios locales y territoriales son plasmados de forma fiel y a la vez exageradamente en las letras y canciones entonadas por las calles.

Guitarras, violines, acordeones, panderetas, dulzainas y otros instrumentos de viento servían para la animación en el baile, y de soporte a los cantantes que, en representación del pueblo a diferentes niveles y asumiendo el papel que les otorgaba de alegres celebrantes, cargaban sus baterías contra el poder fáctico y las clases dirigentes, a modo de defensa y represalia por las penurias sufridas.

También los agravíos comparativos o las representaciones chariváricas eran dirigidos a otras personas del mismo pueblo. Las Kabalkadak bajonavarras contaban con las Toberak que dejaron de realizarse a nivel popular y espontáneo, en fechas invernales, relativamente hace pocos años. Esta forma de teatro tradicional y popular se argumentaba en base a los sucesos acaecidos en el pueblo o alrededores. Los actores hacían los papeles de personajes históricos, los de sus vecinos, e inlcuso a veces se representaban ellos mismos. Los amoríos, desvíos sexuales, maltratos familiares, disputas por linderos y así un sin fin de posibles hechos entre los que se pueden considerar épicos, legendarios y bélicos, eran utilizados para mofa y risa de los habitantes. El engranaje se completaba con el pasacalles de todos los participantes, cuadro de danzas, puesta en escena y la ley.

Si bien, como ya se ha dicho anteriormente, esta fórmula de representación no se realiza actualmente en Carnavales, salvo en contados casos, su traslado a cualquier otra fecha anual, generalmente en las fiestas veraniegas, nos hace pensar su, aunque de forma lenta, mantenimiento a duras penas.

En relación directa a todo esto tenemos las cencerradas. Actos en los cuales pequeños colectivos acompañados con cencerros, campanos, latas o cazerolas, daban la serenata nocturna a los viudos y solteros mayores recien casados. Su procedencia o su descendencia deriva en las Gare jotzeak o toque de cencerros que en la actualidad se realiza en la víspera del día de Reyes Magos. Niños, y hoy en día también niñas, vestidos con o sin pieles, cencerros en la espalda y/o cintura, y portando cestas o bolsas en las que guardan los frutos secos y golosinas obsequiados por los mayores, mantienen el ritual.

Con grandes cencerros y pieles de oveja protegiendo el cuerpo de cintura para arriba, salen en uno de los primeros Carnavales, a finales de enero, en las mencionadas localidades navarras de Ituren y Zubieta. Al ritmo acompasado que marcan con el vaivén de paso y movimiento de cadera, los Ioaldunak se dirigen de un pueblo a otro el primer día, siendo al día siguiente devuelta la invitación. Acto considerado de buena vecindad y de conservación de gratas y duraderas relaciones, preservado año tras año en estos días de Carnaval.

- JUEGOS Y DANZAS

Como si de un juego salvaje en versión fina se tratara, los más pequeños celebran su propio Carnaval. El día de Jueves Gordo, Jueves de Lardero o Carnestolendas, en euskera Eguen zuri, Egun ttun ttun, Orakunde, Urdai Largero, y "Carrastoliendas" durante el Martes de Carnaval, después de realizada una cuestación por las casas del pueblo, niños y niñas con un gallo como mascota y símbolo vivo de la tradición, se disponen a realizar el Oilar Jokua (Juego del gallo), Oilasko Jokua (Juego del pollo) u Oilar Dantza (Danza del gallo). Una vez vendados los ojos del participante infantil, con un palo en forma de sable y colocado en un extremo de la plaza, suena la música interpretada por el txistulari y unido al griterío ensordecedor del resto de niños, se dirige de forma acertada, o desacertada, hasta lograr tocar la cabeza del gallo que se encuentra introducido en una caja a ras del suelo. El vencedor se llevará en propiedad el ave.

Los jóvenes y adultos practican otro tipo de juegos y bromas encaminadas a la diversión de sus respectivas edades. Lanzamiento de estiercol a personas y enseres, alzamiento de carros o animales a árboles, embadurnamiento con barro a muchachas y así otras trastadas, eran algunos de los entretenimientos de los disfrazados, antes de acudir al baile.

Romería que se realizaba en la plaza pública y donde, a cierta hora, era de obligada necesidad el descubrirse la cara, hasta entonces tapada por una máscara o careta que, "en caso de no quitársela quedará pegada durante un tiempo". Bailes en boga entonces eran el Vals, Habanera, Fox trot, Tango, Chotis y como no, los auténticos Fandango/Jota y Porrusalda o Arin-arin.

Si por el contrario, nos ceñimos al tipo de danza utilizada en las cuestaciones, encontramos además de los dos últimos citados en el párrafo anterior, las Makil Dantzak o danzas de palos pequeños de Abaltzisketa (G), Amezketa (G), Beskoitze (L), Ustaritze (L), Hazparne (L), Basusarri (L), etc., que se repetían hasta la saciedad una y hasta varias veces delante de cada caserío. La Txino Dantza de Aretxabaleta (G), danza jocosa y alegre, con idénticas maneras, toqueteos y posturas que la tradicional Sorgin Dantza de Oria (G) o la de Antzuola (G). Las Martxak o kalejirak del Carnaval lapurtarra o de Lantz (N). Las Zaragi Dantzak de Markina-Xemein (B), Arano (N) y Goizueta (N), todas ellas como indican sus nombres, golpeando con palos sobre odres inflados y vacíos.

Son muchos y variados los ejemplos, pero para no extendernos en exceso, finalizaremos con las danzas interpretadas en las Mascaradas: con su expresión, exhibición y habilidad como Gabota Dantza o Godalet Dantza con saltos y giros con los pies sobre un vaso lleno de vino; de oficios como Kauteren Dantza o Txorrotz Dantza; sociales como Branlia o Aintzina Pikha; y de estirpe como Buhameen Dantza.

La danza lúdico-ritual ha servido para que, por medio de cánones establecidos y considerados como de conservación por una parte de la sociedad, la consecución de una búsqueda por llegar a un grado de hegemonía generacional y, al mismo tiempo, el divertimento necesario ligado a las raíces del pueblo.

El sentimiento de inspiración en la danza conlleva diferentes patrones, que aún subsisten, aunque a otro nivel, en el dantzari, máximo representante de esa forma de actuar y exteriorizar sus valores internos. Ejercicio físico, mantenimiento de la tradición, vivencia explosiva, o incluso afan de notoriedad hacen, del elemento en cuestión, un ser que, en el fondo, representa de una forma, esperemos lo más fielmente posible, la autoctonía de unos pasos, movimientos, giros, choque de herramienta o conjunción con la melodía propia.

CAMBIOS SOCIALES, TRANSICIÓN Y FUTURO

Hoy en día la sociedad se enfrenta a numerosos y veloces cambios, algunos de ellos difíciles de seguir por generaciones pasadas, que han dado al traste con esquemas y estructuras talladas hace mucho tiempo. Los últimos inventos, léase desde la televisión a la navegación por Internet, han creado nuevas formas de entretenimiento, desbancando totalmente a las tertulias familiar-vecinales, historias contadas por los abuelos y padres, canciones en familia o cuadrillas, mantenimiento de tradiciones religioso-festivas, y así un largo abanico que nos deja las formas conservadas durante, al parecer siglos, fuera de circulación. Lo mismo que han sucumbido todas estas costumbres -en su momento eran parte de la vida social e integrante junto a los Carnavales de la rica tradición vasca-, cuyo valor intrínseco en la mentalidad popular habían mantenido una vigencia tal que formaban un cuerpo dentro del organigrama mental de la persona y de la comunidad, han aparecido otras formas de expresión que están evolucionando ininterrumpidamente.

Las diferentes épocas que han marcado la existencia del Carnaval en Euskal Herria, nos demuestran tangiblemente varios aspectos tradicionalistas, coincidiendo con dicha corriente, que tuvieron su máximo exponente y concluyente deterioro entre finales del siglo pasado y principios del presente.

Casi todos los pueblos, a diferentes niveles, poseían su Carnaval. Con actos no oficiales y con una total espontaneidad de sus participantes. El disfraz, y sobre todo la máscara tenían una especial importancia y, aunque en pequeñas aldeas no se disfrazaran muchas personas, las correrías y persecuciones de jóvenes, y a veces adultos, a los más pequeños, durante el Martes de Carnaval se sucedían e impregnaban el ambiente de bromas, sucedidos y alimentos como las tostadas esperadas alegremente durante todo el año. Eso era el Carnaval en la mayoría de las localidades: algarabía reducida, regocijo infantil y juvenil, comidas especiales y salirse un tanto de la rutina. A todo ello debemos unir en gran medida las postulaciones llevadas a cabo para el mantenimiento de la fiesta y sus comidas complementarias. Épocas de hambre, mucho trabajo y poco sustento.

No obstante, en la sociedad actual existe un gran desconocimiento sobre el pequeño Carnaval de cada localidad. De hecho en muchas fiestas patronales, o en fechas navideñas, hay un día dedicado a los disfraces, con o sin concurso, a imitación de la celebración invernal por excelencia. Otros elementos han sido modificados de fechas en un momento de la historia, quizás para su conservación intacta. Nos referimos a la Maskuri Dantza de Hernani (G) o la Sorgin Dantza de Lasarte-Oria (G). Danzas-juego eminentemente carnavalescas, realizadas en fechas recientes únicamente en la festividad de San Juan. Traslado que se conserva en la actualidad con el complejo Carnaval de Luzaide (N) al Domingo de Pascua, o de las Kabalkadak de Nafarroa beherea a fiestas patronales veraniegas. Lo mismo sucedía en los casos de los Oilasko Joku y Antzara Joku realizados en las fechas carnavalescas, desparecidos algunos de los mismos con la salvación de los ejecutados en fiestas mayores o de barrios. Y por último la rivalidad y similitud de la quema de muñecos para despedir al Carnaval, simbolizando su muerte, con las de los "Judas" y "Judesas" sentenciados a la hoguera el Domingo de Pascua de Resurrección o el erre pui erre (contracción, al parecer, de erre ipurdi erre -quemar el culo- y nombres parecidos de muñecos) del fin de año.

RECAPITULACIONES

La compleja, y al mismo tiempo sencilla, estructura del Carnaval tradicional vasco se cimenta en los básicos pilares de la costumbre, evolución, participación, contribución emolutiva, creación y mantenimiento-manutención.

Desde que se ha escrito asiduamente sobre el Carnaval, propiamente vasco, se ha tildado en dividirlo, a grandes rasgos, en dos grupos: rural, eminentemente el realizado en pequeños pueblos diseminados; urbano, festejado en pueblos cuyo centro urbano ha sido, o es, importante. Se piensa necesariamente, y ya desde hace muchos años, que esta división no atiende en su realidad total a las formas carnavalescas. Si tal diferenciación no existe en cualquier otro país, porqué debe existirla aquí. Y si no, ¿no sería más lógico tener en cuenta los actos, elementos y configuración propia de cada Carnaval para ensamblarlo entre tradicional o contemporáneo? Estaríamos distinguiendo entre tradicional, todo lo que conlleva un mínimo de años estipulado en su realización, y contemporáneo, es decir que, continuamente sufre una transformación o un mantenimiento, menos riguroso y sujeto a las modas de cada época.

Por otro lado, como los tiempos han variado sustancialmente, las palabras no han sido sino otra forma de expresión que también ha evolucionado. Del sentimiento y significado del Carnaval ahora podríamos estar hablando de otro vocablo. El Carnaval no es lo que era, por diferentes motivos y que algunos han sido explicados (prohibiciones, guerra, postguerra, etc.), de tal forma que la recuperación ha tenido diferentes caminos. Desde la reconstrucción de los más simples, atendiendo a unos cánones de representación sencillos y acercándonos a lo estipulado como antiguo, a la creación, sin tener en cuenta la tradición, de una serie de actos normatizados y que geográficamente abarcan un campo tan extenso como el ámbito europeo o mundial. Todo es válido.

Quizás debíeramos tener en cuenta que, todo aquello que por caduco ha sido desestimado, lo mismo pueda suceder con lo siguiente si no cuaja en el pueblo. Lo que antes era anónimo ahora tiene nombre y apellidos.

Es indudable que el Carnaval ha ido perdiendo su sentido, para dar forma a otra celebración festiva, a veces masiva, que queriendo o no, se defiende con un rango de mítico y perduradero por parte de individuales y colectivos. Elevado nivel que se utiliza en su preservación con fines políticos, administrativos y, como no, religiosos o anti-religiosos.


Euskonews & Media 111.zbk (2001 / 2 / 16-23)


Artikulu honi buruz zure iritzia eman - Opina sobre este artículo

Dohaneko harpidetza | Suscripción gratuita | Abonnement gratuit |
Free subscription


Aurreko Aleak | Números anteriores | Numéros Précedents |
Previous issues


Kredituak | Créditos | Crédits | Credits

Eusko Ikaskuntzaren Web Orria

webmaster@euskonews.com

Copyright © Eusko Ikaskuntza
All rights reserved