Pilar
Aróstegui es desde hace casi 30 años, la máxima
responsable del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz. En dicho
archivo descansa la historia de la capital alavesa, desde el documento
de fundación de la villa hasta el acta del último
pleno municipal celebrado en el Consistorio. Aróstegui
considera que el archivo es la garantía de los derechos
y obligaciones del Ayuntamiento hacia sus ciudadanos, y viceversa.
En su opinión, "un lugar único para conocer quienes
somos, dónde estamos y hacia dónde vamos".
-Año 1181. Lo que hoy
conocemos como Vitoria-Gasteiz, capital de la Comunidad Autónoma
Vasca, era una pequeña aldea de nombre Gasteiz. ¿Podemos
decir que desde entonces existe el Archivo? Efectivamente,
ya que el primer documento que recoge el archivo es la carta de
fundación de villa medieval sobre la antigua aldea de Gasteiz,
que otorgó el rey Sancho VI de Navarra. A pesar de los
incendios que sufrió la ciudad en años venideros,
nosotros no detectamos lagunas cronológicas, puesto que
entre la documentación medieval tenemos más de cuatrocientos
registros.
-¿Por lo tanto, desde el siglo
XII hay una buena periodicidad de documentos? Sí, hay un bloque
de documentos medievales que son casi todos emanados de la Cancillería
de Castilla, porque en realidad, Vitoria permanece en el Reino
de Navarra hasta el año 1200; luego ya pasa a ser parte
del Reino de Castilla. En ese momento la mayoría son documentos
reales, incrementándose el numero de registros por año
en los siglos posteriores. La
otra gran línea de documentación es la colección
de libros de actas. El más antiguo es de 1428, fecha a
tomar en cuenta, ya que normalmente no se conservan libros de
aquella época. Desde entonces hasta nuestros días,
se conservan ininterrumpidamente.
-¿La aparición de la
imprenta supuso un aumento de la documentación registrada? No,
porque los documentos que generaba el Ayuntamiento seguían
siendo manuscritos. Sí que es cierto que se empieza a imprimir
alguna cosa, pero son las menos. Son documentos de importancia,
como las ordenanzas de Vitoria o las de Alava; estos documentos
se imprimían porque se necesitaba más de una copia
para su divulgación, pero lo normal es que fueran manuscritos
hasta la aparición de la maquina de escribir.
-Actualmente el archivo esta
situado en uno de los lugares privilegiados de la ciudad, siendo
parte importante, junto al Archivo Provincial, del campus universitario
de Alava. ¿Ha sufrido muchas mudanzas a lo largo de la historia? Varias.
En un primer lugar, en Vitoria, como en otras ciudades, la documentación
se conservaba en las iglesias, porque en ellas se celebraban las
reuniones de los concejos. Los concejos medievales eran los que
hoy conocemos como ayuntamientos, y en el caso vitoriano se celebraban
en la iglesia de San Miguel, pero no en la actual, sino en el
edificio que le precedió. En el siglo XVI, con las obras
de construcción del edifico gótico de San Miguel,
el archivo se traslada al Hospital de Santa María del Cabello.
Dicho Hospital estaba situado en lo que hoy es la oficina de Correos
de la calle Postas, pero fué archivo provisional, ya que
tras un incendio, la documentación se reparte; la más
antigua se llevó a la Catedral de Santa María, y
la más reciente, al Convento de San Francisco, lugar en
el que se reunían los cargos públicos hasta la construcción
de un edificio propio para el Ayuntamiento.
-Por
lo comentado, el archivo como tal, no tuvo unas dependencias propias
hasta la construcción de la casa consistorial de la Plaza
Nueva. Así es, el arquitecto
Justo Antonio de Olaguibel proyectó en el actual Ayuntamiento
una sala para el archivo, con lo que desde finales del siglo XVIII
toda la documentación estuvo en una misma ubicación.
A comienzos de este siglo se trasladó de la primera planta
del edificio a la planta baja y allí estuvo hasta 1972.
Cuando yo comienzo a trabajar como archivera nos trasladamos a
una instalación provisional de la calle General Alava,
pero lo que iba ser provisional fueron 18 largos años.
Por aquel entonces tuvimos que repartir los documentos en diferentes
espacios, lo más reciente por un lado, la fotografía
por otro... Es más, durante diez años paralizamos
la recepción de material, porque no teníamos espacio
físico donde archivarlo. La ciudad en las décadas
de los 60 y los 70 se multiplicó en población y
a consecuencia de ello, todas las instalaciones se quedaban pequeñas.
-Así que el día
que comienzan ustedes a trabajar aquí, en lo que los vitorianos
conocían como los cuarteles de Flandes ni se lo creen. Desde luego, este es
un edificio rehabilitado para el archivo, con 4.000 metros cuadrados,
de los cuales utilizamos 3.000, con depósitos de conservación,
salas de uso público, sala de consulta, zonas de trabajo...
Además, el lugar es inmejorable. Estamos en una zona de
servicios, sin problemas de tráfico y con un futuro prometedor,
ya que si los planes del Ayuntamiento se cumplen, desaparecerá
la frontera creada por el ferrocarril entre esta parte de la ciudad
y el centro urbano (Aróstegui se refiere a la posible desaparición
de la actual vía ferroviaria con la llegada del tren de
alta velocidad). Por otra parte, es muy importante para los investigadores,
que son usuarios habituales del archivo, nuestra ubicación
junto a la Universidad y al archivo provincial. Allí encuentran
todas las documentaciones que se refieren a la Diputación
Foral de Alava y en breve tendremos un tercer archivo próximo,
el Archivo Histórico Provincial que dependerá del
Estado. Eso sí, durante
los diez años de feliz estancia en este edificio estamos
sufriendo las consecuencias negativas de haber estado 15 años
sin poder recoger documentación. En los últimos
tiempos han cambiado tanto los instrumentos de trabajo, con la
utilización de la informática, como el contenido
del archivo, con lo que esto ha supuesto. Por todo ello, aún
no hemos conseguido un nivel óptimo de trabajo.
-¿Cuantas
toneladas de documentación están archivadas en esos
3.000 metros cuadrados? En toneladas no sé
decir, porque nosotros siempre utilizamos como referencia el metro.
Si colocamos toda la documentación de forma lineal en estanterías,
andaremos por el kilómetro y medio de documentación.
-Y en la Vitoria-Gasteiz actual,
en la ciudad de casi 220.000 habitantes, ¿qué tipo de personas
se acercan hasta el archivo? El uso es muy variado.
En primer lugar, habría que destacar el servicio que el
archivo ofrece a las propias oficinas municipales y a los diferentes
departamentos dependientes del Ayuntamiento. Estos necesitan en
numerosas ocasiones consultar antecedentes sobre temas que se
tratan en el día a día. Las consultas son realizadas
tanto desde el prisma técnico como desde el político.
Por ejemplo, son reiteradas las consultas sobre la autorización
de instalación de algunos establecimientos, como las gasolineras
en casco urbano. Es decir, cada vez que se pone en cuestión:
"¿Porqué está esto aquí?" o "¿qué
derechos hay para que esto esté aquí?" hay que recurrir
al archivo. A su vez, en numerosas ocasiones se tira de hemeroteca
o de documentación para conocer posibles antecedentes de
importantes planes urbanísticos, como por ejemplo el soterramiento
del ferrocarril. Con ello se conoce, si antes ya se planteó
por parte de anteriores corporaciones, si se desechó o
no...
-Y en estos 28 años
al frente del archivo, ¿recuerda algún tema especialmente
polémico y sobre el cual se requiera documentación? No soy muy dada a recoger
anécdotas, pero cierto es que recuerdo cuando se nos solicitó
información sobre los terrenos en los que se encuentra
el antiguo Hospital Militar. El ex-alcalde José Ángel
Cuerda pretendió recuperar para la ciudad dichos terrenos,
cercanos al campus universitario, y la respuesta del Ministerio
de Defensa fue negativa, pidiendo a cambio una cantidad concreta
de dinero. Para tal fin, Cuerda solicitó documentación
al respecto, y efectivamente, aquí estaba el documento
en el que se plasma la cesión gratuita del Ayuntamiento
de la época a lo que por aquel entonces se denominaba el
Ramo de la Guerra. Entre las condiciones en las que se producía
la cesión destacaban dos: por una parte, la parcela debía
ser utilizada para fines militares, y por otra, se recogía
una cláusula, en la que se dejaba a las claras que en el
caso de dejar de utilizarse la parcela para dichos fines, la ciudad
tenia el derecho de recuperar los terrenos. Con aquel documento
en la mano, el alcalde Cuerda nunca aceptó una venta pura
y dura de los terrenos.
-Sin
embargo comentaba que el tipo de usuarios del archivo es muy variopinto. Aparte del propio Ayuntamiento,
muchos ciudadanos acuden a nuestras instalaciones en busca de
informaciones muy concretas sobre algún tema que les enfrenta
al consistorio. Desde un expediente de construcción hasta
una reclamación económica. En esos casos debemos
encontrar el expediente donde el ciudadano cree que se le reconocen
sus derechos. Otros usuarios importantes en número son
los investigadores: Licenciados que están realizando sus
tesis doctorales, eruditos, curiosos...
-¿Qué herramientas se
utilizan para realizar las consultas? Las
consultas se hacen sobre los originales. No obstante, estamos
trabajando en un anteproyecto de digitalización de la documentación
medieval y de la colección de los libros de actas. La Diputación
Foral de Alava ha hecho un fenomenal trabajo en ese campo y en
él han trabajado ocho personas durante años. Pero
lo dicho, nosotros seguimos utilizando los originales con los
problemas que acarrea, ya que esto restringe la consulta de documentación
antigua a personas preparadas en el estudio de la caligrafía,
puesto que son manuscritos.
-Hablando del archivo, no podemos
obviar los fondos fotográficos que se recogen a lo largo
de este siglo. Efectivamente,
la primera fotografía recogida en el archivo data de 1921,
cuando Enrique Guinea, fotógrafo aficionado, ofrece todo
su trabajo gráfico a la ciudad. Más tarde llegaron
donaciones muy importantes como las del funcionario municipal
Santiago Arina o la de la firma "Arque" de los fotógrafos
Arocena y Querejazu. Actualmente tenemos una colección
de 430.000 imágenes entre fondos, donaciones y adquisiciones.
Es éste el aspecto más conocido del archivo por
los vitorianos, porque tras una buena difusión, ha tenido
aceptación entre el gran publico. Además, hay que
decir que cualquier usuario puede pedir las reproducciones que
quiera tras la consabida solicitud.
-A lo largo de estos años
Pilar Aróstegui ha conocido a muchos equipos de gobierno
y a varios alcaldes. ¿Ha sido difícil transmitirles la
importancia de un servicio de estas características? Sí, no es el
tema más inmediato ni primordial, lo cual es por otro lado
absolutamente lógico, porque al político lo que
le urge es el día a día y nosotros trabajamos por
y para la historia. En mis 15 primeros años al frente del
archivo pedí una y mil veces más personal, y por
supuesto, más espacio. Ahora sólo tengo que pedir
personal. Hay que tener en cuenta que Vitoria-Gasteiz pasó
en 20 años de tener 50.000 habitantes a 200.000, con el
consiguiente incremento de documentación y publicaciones
que eso generó. De hecho, aunque actualmente no tenemos
problemas de espacio, en cinco o seis años necesitaremos
más metros, porque el edificio actual se quedará
pequeño con el apartado histórico del archivo. La
nueva documentación necesitara otras dependencias.
-Y
ante esa realidad que comenta, ¿cuáles son los argumentos
que ha empleado ante los políticos? Hay dos aspectos principales
por los cuales un archivo, cualquier archivo es importante. Por
un lado, es la garantía de los derechos y deberes de la
institución de la que emana, como de los ciudadanos que
se relacionan con ella. Por otro lado, desde un punto de vista
cultural, un archivo es el que nos garantiza que como ciudad y
colectivo tenemos una identidad propia, ni mejor ni peor de la
que pueden tener otros lugares, pero distinta. Todo ello influenciado
por la situación geográfica, la economía
y la evolución histórica que han marcado quiénes
somos, dónde estamos y hacia dónde vamos.
-Para terminar, ¿recuerda algún
acontecimiento o anécdota acaecida en la ciudad que fuera
desconocida por todos, y que gracias al archivo se recuperará
para Vitoria-Gasteiz? Hoy en día todos
conocemos a la escritora Ernestina de Champourcin, pero hace 25
años nadie sabía que había nacido en Vitoria-Gasteiz,
ya que era una gran desconocida. Un trabajador del archivo lo
descubrió por casualidad y tirando de documentos llegó
a la conclusión de que nació en la capital alavesa
porque el ginecólogo de su madre veraneaba aquí,
con lo que ellos, también pasaron el verano en lo que se
conoce como "La casa de las jaquecas". Fotografías: Ismael Diaz de Mendibil
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Euskonews & Media 111.zbk (2001 / 2 /
16-23)
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