Título de la publicación: V
Congreso de Estudios Vascos: recopilación de trabajos
de dicho Congreso, celebrado en Bergara del 31 de agosto
al 8 de septiembre de 1930 acerca de temas de arte popular
vasco.
Año
de la publicación: 1983
Páginas
del artículo: 101-105
Resumen:
En
Euskadi las artes industriales son una evolución
de los elementos tradicionales. Se estudia la industria
de la madera, cerámica, hierro y textil.
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La ferrería
de Abadiano (Vizcaya), reproducida en la exposición de Vergara,
bajo la dirección del señor Larrea. (Fot. G. García.)
Las artes industriales en el País Vasco Decoración de la
madera, la cerámica, los hierros y las artes textiles
por
D. Pedro M. de
Artiñano Catedrático
de la Escuela Central de Ingenieros industriales y Vice-director del Instituto
de Valencia de Don Juan
Dió el señor Artiñano
su anunciada conferencia-explicación acerca de los objetos
de diferentes artes aplicadas que se exhiben en la exposición
de Arte Popular Vasco; y a falta de un texto original, y fallecido
desgraciadamente el autor al ultimarse la edición de este
libro, tratamos de dar el reflejo más completo posible
de su disertación, basándolo en las reseñas
de Prensa e ilustrándolo con fotografías obtenidas
en la exposición y conotras que presentó el mismo
señor Artiñano.
En el País
Vasco—comenzó diciendo el señor Artiñano—,
las artes industriales ofrecen características que acusan
una notoria diferencia con las de otros países, incluso
con las del resto de España.
Mientras en el País
Vasco las artes industriales son la evolución de sus elementos
tradicionales adaptados a las condiciones locales, en otros países
son, generalmente, adaptación a unas modas exóticas
impuestas por los elementos poderosos e intelectuales del País.
Así,
por ejemplo, en la madera, los elementos geométricos, que
constituyen una de las bases fundamentales de la decoración
de sus muebles, presentan detalles o características en
absoluto distintas a la del arte mudéjar o al arte gótico,
en cuyo contacto se desarrollan. Los motivos geométricos
vascos se establecen siempre a base de un estudio de conjunto
de la superficie que se trata de decorar, distribuyéndolos
por masas compensadas y simétricas que, aún cuando
rellenen la superficie, dan una sensación de orden y de
simetría opuesta la de confusión y multiplicidad
de motivos que caracteriza el arte mudéjar.
Esto
no quiere decir que la industria de la madera se desarrolle en
las Vascongadas con independencia completa de los gustos y las
tendencias de los países que se hallan en contacto con
ellas. Así, por ejemplo, en los finales del siglo XVII,
que debieron ser un momento de gran apogeo económico en
el país, trabaja sus muebles labrando grandes casetones
de hojarasca y motivos florales, distribuidos simétricamente,
pero acusando toda la moda y la ampulosidad del reinado de Carlos
II el Hechizado. Son notables, también, los ejemplares
en los que el labrador redondea todos los ángulos en decoraciones
que interpretan elementos naturalistas, consiguiendo dar de este
modo a los conjuntos un aspecto de plasticidad muy distinto a
la rudeza de los trabajos geométricos con aristas, que
constituyen los motivos clásicos.
Los
problemas de la cerámica en el País Vasco no están
estudiados con el detalle y minuciosidad que exige un problema
tan importante. Se ha reunido un número considerable de
elementos adquiridos en Navarra y que parecen fabricados en talleres
que funcionaron en Pamplona y en Tudela. Muy especialmente en
Pamplona donde parece ser que el Hospital contaba como elementos
para su sostenimiento los ingresos de una fábrica llamada
«La Talavera». Esta misma denominación nos indica que la
fábrica trabajaba queriendo imitar los productos de la
manufactura toledana; pero los ejemplares que se han reunido,
en alguno de los cuales
figura como elemento decorativo principal un pájaro amarillo,
demuestran una franca influencia mediterránea, es decir,
que están interpretados en forma parecida a como trabajaban
las fábricas de Valencia y Alicante durante el reinado
de Isabel II. Al mismo tiempo que estas fábricas locales
de productos relativamente modestos, se establece la fábrica
de Busturia, donde se pretende hacer piezas del mayor interés
técnico y artístico. De la documentación
recogida por los herederos de sus antiguos propietarios, parece
ser que esta fábrica comienza a trabajar poco antes de
la muerte de Fernando VII y termina hacia 1855; pero se encuentran
ejemplares que indiscutiblemente pertenecen a su fabricación
y que están trabajados y decorados con elementos que sólo
pudieron hacerse en los últimos tiempos de Carlos IV, y,
por lo tanto, parece ser que la fábrica debió empezar
a trabajar en una época anterior. En ella se hacían
todos los géneros que estaban de moda en Europa en aquellos
días: las decoraciones románticas, a base de calcomanías;
los elementos florales en azul, que dieron fama a la fábrica
holandesa de Delf; e incluso los trabajos heredados de la fábrica
de Alcora, en estatuas hechas en blanco, recordando los famosos
retratos del conde de Aranda.
También la
Casa de Misericordia de Bilbao tuvo una fábrica de loza,
en la que a veces se imitaban modelos extranjeros y otras se hacían
piezas de cerámica popular, con decoraciones en cobres
pálidos y transparentando, algunos, el rojo de la pasta.
Los
hierros constituyen en las Vascongadas una industria clásica,
que es de la más remota antigüedad. Las ferrerías
vascongadas se diferencian de las forjas catalanas en la forma de
proporcionar el aire, que en aquéllas es por trompa y
aquí suele ser por bombas de émbolo, accionadas
también por motor hidráulico independiente. Los trabajos
más interesantes en hierro son los obtenidos por forja, que
muchas veces se terminan a cincel, haciendo de cada balaustrada
un ejemplar artístico de un valor inestimable. En cambio,
los objetos que deben tener un punto de vista alejado, se trabajan
en hierro de sección cuadrada, pero dispuesto en forma plana
y no en ángulo, como suele hacerse en el resto de España,
para obtener una sensación de claroobscuro, que en estos
ejemplares (veletas y otros análogos) resulta innecesaria.
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Aguamanil
de la fábrica de loza «Bilbao-Misericordia», del Museo Arqueológico
y Etnográfico de Bilbao. (Fot. proporcionada por el señor
Artiñano.) |
Veleta
conservada en una casa del Roncal. (Fot. A. de Apraiz.).
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Por último,
se ocupó del arte textil en el País Vasco, marcando
las diferencias que existen con el de otras regiones. Las decoraciones
suelen ser monocromáticas y, casi siempre, en azul, en
fajas de una densidad del color muy acentuada, que con frecuencia
deja la decoración por reserva, es decir, por línea
blanca que no ha sido macizada en el tejido. Este suele estar
constituído por una doble tela formada por un tafetán,
encargado de dar toda la consistencia al ejemplar, y sobre el
cual se labra la decoración por tramas de color azul de
largas pasadas. El bordado suele desarrollarse de una manera parecida,
en general, estableciendo dibujos geométricos muy sencillos,
a base de dos ejes perpendiculares entre sí,labrando la
decoración a punto de cruz y dejando líneas blancas
sin macizar, para constituir el motivo ornamental.

Salas dedicadas
a tejidos, bordados y encajes vascos, Instaladas por el señor
Aguirre, en la exposición de Vergara. (Fot. G. García.)
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