Los espacios naturales protegidos en Euskal Herria
* Traducción al español del original en euskera
Iñaki Aizpuru

En Euskal Herria apenas quedan espacios naturales que podamos denominar intactos. La intervención del ser humano, aunque varía considerablemente de unas zonas a otras, es ya inequívoca en aquellos espacios que más se asemejan a los que un día fueron ecosistemas naturales y que en la actualidad se destinan a actividades como la agricultura, ganadería o silvicultura.

Desde el punto de vista biogeográfico, en Euskal Herria cabe destacar tres agentes principales, coincidentes con los principales climas: el Atlántico, lluvioso y templado desde el Norte; el Mediterráneo, seco y soleado, al sur y las nieves y hielos en la zona montañosa, pirenaica. A pesar de las reducidas dimensiones del territorio, esta variedad climática da lugar a una diversidad biológica remarcable, buen reflejo de la existente en el continente europeo.

Robledales y hayedos en la cornisa cantábrica, encinares y quejigales en las tierras que miran a llanura del Ebro, pinares y pastos montanos al acercarnosa los Pirineos. Aquí donde hace unos milenios predominaban los bosques, el hombre ha ido abriendo espacios que han dado lugar a la diversidad de paisajes que podemos contemplar en la actualidad.

Con el objeto de mantener vivo el testimonio de estos paisajes seminaturales, se ha procedido a declarar numerosos Parques Naturales, Reservas o Biotopos Protegidos, como los de Urbasa o las Bárdenas en Navarra, Gorbea y Urkiola en Álava y Bizkaia, y Peñas de Aia y Aralar en Gipuzkoa, entre otros.

Aun cuando la influencia humana ha experimentado numerosas modificaciones a lo largo de los siglos, lo cierto es que las transformaciones de las últimas décadas son las mayores que jamás se han visto. Si hasta hace bien poco la población se encontraba dispersa por buena parte del territorio, ahora se concentra en núcleos urbanos y, como consecuencia, zonas cada vez más amplias están quedando deshabitadas.

De este modo, ahora que la capacidad e incluso la necesidad de transformar la Naturaleza son cada vez mayores, paradójicamente la capacidad gestora del ser humano se está viendo disminuida en muchos lugares y vastos espacios quedan fuera de su influencia cotidiana.

La preocupación que las autoridades públicas puedan mostrar por la conservación de la naturaleza va unida a al que provoca el progresivo abandono de pueblos y comarcas, con lo cual, a la hora de proceder a la declaración de Espacios Naturales Protegidos no sólo deberán tenerse en cuenta la fauna, la flora, los ecosistemas y los paisajes, sino también el futuro de los habitantes que viven en dichas zonas.

Porello, uno de los aspectos a los que más atención se presta en la elaboración de los Planes de Ordenación de Espacios Naturales Protegidos es la conservación y mejora de las actividades agropecuarias tradicionales. El caso es que los elementos que integran los ecosistemas se han ido adaptando a los cambios sufridos hasta el punto que su supervivencia se ha unido a la de las prácticas humanas que la hacen posible.

Un buen ejemplo lo podemos encontrar en nuestras montañas. En Aralar y Aizkorri hay numerosas plantas y animales de gran interés que viven en los pastos montanos, que han sido formados y mantenidos por el ganado doméstico. En el supuesto de que este ganado disminuyera en número o desapareciera de esta montañas, el equilibrio de los ecosistemas y el futuro de muchas de estas especies correría un grave peligro.

Entre ellas nos encontramos con las grandes aves rapaces, emblemáticas como el buitre leonado, el alimoche, el quebrantahuesos y el águila real. Dado que presentan efectivos escasos y poblaciones frágiles, los Espacios Naturales Protegidos deben hacer lo posible para asegurar su perpetuidad, pero para ello, es indispensable seguir contando con la presencia de los pastores y su ganado. Por ello, en un Parque Natural como el de Aralar, la conservación de su fauna más valiosa pasa por el mantenimiento del pastoreo tradicional.

Pero no debemos pensar que la determinación de conservar estas prácticas tradicionales, se basa solamente en las mencionadas finalidades indirectas, por importantes que sean, sino que en la sociedad actual el peligro de extinción afecta por igual a la flora y la fauna como a las actividades tradicionales como el pastoreo o la agricultura extensiva.

El ejemplo de Aralar es extensible a los casos de Álava y, muy especialmente, a territorios navarros que como los valles del Roncal o Zaraitzu, a montes como Urbasa o Lokiz, etc., se están despoblando a pasos agigantados.

Por todo ello, a la hora de elaborar los Planes de Ordenación de los Parques Naturales, se suelen marcar como objetivos principales:

  • La protección de la Naturaleza
  • El desarrollo socioeconómico de la población residente
  • La educación y el ocio en contacto con la Naturaleza

En cuanto a este ultimo objetivo, el fomento de las prácticas turísticas y educativas en la Naturaleza se está consolidando como un recurso económico de primera magnitud para el desarrollo de las zonas rurales. Frente a una sociedad urbana cada vez más poderosa, uno de los retos más difíciles en los Espacios Naturales Protegidos es el de hallar un equilibrio entre la protección medioambiental y las actividades orientadas a atraer a los visitantes.


Iñaki Aizpuru, Director del Parque Natural de Aralar
Fotografías: Están publicadas en la Guía Turística de Gipuzkoa

Euskonews & Media 108.zbk (2001 / 1-26 / 2-2)


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