Título de la publicación: Revista
Internacional de los Estudios Vascos
Año
de la publicación: 1924
Páginas
del artículo: 628-634
Resumen:
Texto de apertura de la Exposición Amárica en la Escuela
de Artes y Oficios en Vitoria-Gasteiz. Se analiza la obra
de Amárica, el color, la composición, los temas. |

(1)El
hecho de que la exposición de las obras de un pintor actual
sea promovida y realizada por las más altas entidades culturales
de un pueblo,inaugurada con la presencia de sus principales representantes
y esperada por el público con el afán cariñoso
que ha sido el motor principal con que ha podido vencerse la resistencia
del autor ante tan justo y democrático homenaje,es realmente
un caso extraordinario,que honra a cuantos han dado lugar a él
y que requiere que para tratar de explicar el fundamento artístico
de tales manifestaciones,lo cual inmerecidamente me ha encomendado
nuestro Ateneo,sea necesario que la crítica adopte una
actitud y un tono adecuados al significado de dicha exposición,tono
y actitud que por otra parte siempre me parecen los más
elevados y que son especialmente gratos para mí en esta
ocasión.
Para penetrar en
la obra artística de Fernando de Amarica, como en cualquier
otra,debemos en primer lugar colocarnos en el caso del autor,estudiar
sus propósitos e intenciones y poner así los primero
a la vista del público,respecto del cual el crítico
ha de ser un intermediario,aquello que hay de más personal
en el artista, ya que en tal personalidad es en lo que principalmente
estriba la obra de arte.Y la personalidad de Fernando de Amarica
se nos aparece a cuantos le conocemos,que en Vitoria somos todo
el pueblo, con unos caracteres de espiritualidad y simpatía
que despiertan la nuestra de modo irresistible.Su ingenio admirable,lleno
al mismo tiempo de viveza y ponderación,con todas las galas
de una imaginación despierta y de una inteligencia cultivada
y todas las delicadezas de su alma afectuosa,hacen del espíritu
de Amarica un amable fruto de nuestra tierra.Y al ponerse en contacto
de producción ese espíritu con la misma tierra que
le dió el ser,ha surgido entre ambos la amorosidad que
otro insigne paisano nuestro,Ramiro de Maeztu,definió ya
en unas conferencias de la Sociedad de Estudios Vascos en Bilbao
y sigue considerando en sus actuales escritos,como el factor determinante
del arte;y en efecto,no podemos negar que así sea,ya que
siempre será.el amor quien proporcione ese modo,de penetrar
en la intimidad de las cosas que se llama su intuición,para
presentárnoslas de una manera que no es la de la visión
vulgar,pero con la cual ésta después se identifica,que
tal es la obra suprema y educadora del arte.Fernando Amarica ha
puesto toda esa poesía de su alma en la naturaleza que
rodea nuestra vida y hoy sentimos con él y por la virtud
de sus cuadros,cómo se funden «La casa y los montes»en
las alturas de nuestra tierra,los matices que llenan de profundidad
una vista de «Urquiola »o de tonalidades «El valle de Leniz»,la
hermandad franciscana con la limpieza del agua que salta en «La
presa del puente», la quietud de «Un remanso del Ibaizabal», el
encanto de «La llanada de Alava en Mayo»,la grandeza de «Las puertas
de Vizcaya»o las evocaciones del «Paisaje romántico,y de
las «Cosas que fueron»;o nos trasfigura «La ciudad anclada en
los sembrados»y no solo por lo literario de este título;como
hace que cobre lugar y forma nuestra visión de otro título
inventado por un escritor de nuestro pueblo al concretar sus emociones
vitorianas, en el cuadro que en esta exposición no figura
de «El rincón amado».
Estos hallazgos de
expresión por Fernando de Amarica,no han sido nunca rebuscados.Por
el contrario su idiosincrasia y el ambiente en que se desarrolló
su vida,le apartaron siempre del deseo de llamar la atención.Su
posición desahogada le permitió vivir para su arte
y nadie como él ha realizado este ideal,prescindiendo de
tantos otros goces más vulgares que depara la vida.Ha sido
un perfecto señor de su pintura para la que no necesitaba
comprador; pintó solo aquello de que él tenía
una intuición personal:el retrato del amigo,la vista de
la ciudad a una hora predilecta y sobre todo el paisaje a cielo
abierto,visto en una de sus continuas excursiones, generalmente
a sitios próximos,otras veces a tierras en que buscaba
distinto color,y siempre volviendo con afán al punto elegido
para estudiar rendidamente el modelo como su credo estético
le exigía, pero poniendo en este estudio toda su alma que
es lo que hace imperecedera la obra de arte.Por eso lo será
la de Amárica más que las de aquellos que con un
pretexto de personalidad trataron sobre todo de estar siempre
a la moda,fenómeno este tan respetable como necesario,pero
que es precisamente el mayor enemigo de la personalidad;y por
todo ello precisamente podemos hoy considerar a la pintura de
Amarica como algo con el carácter innegable de originalidad
que le da el ser típica de nuestro pueblo y como algo especialmente
histórico,ya que en esta reunión que ha sido posible
de sus cuadros,vemos el proceso de la sensibilidad visual de toda
una época,a través de la atenta y finísima
sensibilidad del autor.
Es indudable que
dominan en la gama pictórica de Fernando de Amárica
las armonías en gris que preponderan en toda la escuela
vasca moderna de pintura.Así tenía que ser porque
es lo que da la tierra y en el gris ha sabido ver Amarica efectos
tan misteriosos y admirables como los de sus cielos y los de las
peñas que sobre ellos se recortan,ha velado con el gris
el verde de los sembrados que rodean a Vitoria y sobre ésta
lo ha hecho triunfar en las nubes con bellísimos reflejos
de plata.Los verdes,profundos unas veces y otras tiernos y frescos,que
se mezclan siempre para nosotros en las añoranzas de nuestro
país,nos los ha hecho ver en todas sus valoraciones, componiendo
su «Armonía verde»,llenando de sabrosa humedad las márgenes
de los ríos,hallando los mismos tonos simpáticos
que halló por ejemplo Adolfo Guiard,en su «Mar y tierra
vascos»,y sobre todo,para mí,en ese encantador conjunto
de yerba nunca hollada y de rocas como osamentas desnudas,entre
las que se pierde un trasparante neblina,que el autor ha llamado
«Nieblas de mañana en las alturas».
Las sombras violáceas,los
azules del mar,los tonos más cálidos de «El bosque
en Noviembre»o de los chopos alaveses cuando se secan,los amarillos
de Treviño y la Rioja en esos paisajes en que domina la
claridad midiéndose la gran extensión del espacio
y las notas aún más fuertes que el autor ha hallado
en países del mediodía,dan una gran riqueza a su
paleta.Las preferencias de este contemplador que sigue mejor a
Amarica por el camino del matiz,deben sin embargo hacer notar
su valentía de conquistador con que se lanza a conseguir
efectos exóticos y a triunfar en visiones de otras tierras,como
aquellas en que algunos de nuestros más ilustres artistas
triunfaron.
Porque la pintura
de Amárica,como toda realidad viviente, no se ha sustraído
a las corrientes dominantes y,lejos de permanecer estancada en
medio de ellas,entre ellas se ha movido,sin lo cual carecería
del valor histórico que antes indicábamos y que
ahora hemos de tratar de precisar.Representa la pintura de Amarica
cuando éste empieza a dedicarse a ella como a su principal
afán, al triunfo entre nosotros de la verdadera pintura
del aire libre.Hemos citado antes el nombre del bilbaino Guiard
y por muchos conceptos nos parece que se corresponde en Vitoria
con el de Amarica,aunque este es posterior y tiene por tanto menos
de lo que había de minuciosidad y de tradición académica
en Guiard.Estudió Amarica durante un año con Sorolla
en Madrid y es un realista,aunque surealismo sigue sobre todo
las corrientes francesas,ya que Amarica se siente más acorde
con París y es en París donde únicamente
expone sus obras hasta el definitivo triunfo madrileño
del año pasado. Como los impresionistas franceses y especialmente
Monet,insiste en pintar un mismo asunto en distintos estados atmosféricos:«La
ciudad con lluvia »y «La ciudad con sol »,de las que la última
falta en la exposición,lo demuestran y siempre se ve en
la obra de Amarica el afán de concretar el encanto de una
determinada hora,o el color de cada mes;como él os hablará
de tal paisaje suyo antes de la tormenta o con viento sur,con
cierzo,o con regañón.Este método dé
observación,el mismo empleado en una gran parte de la literatura
del siglo XIX y paralelo al desarrollado en la ciencia,ha sido
acaso el más considerable factor en la renovación
del arte moderno y especialmente en la de la pintura.Cierto que
con él corría ésta el peligro de caer en
el primero delos dos abismos que el mismo Amarica nos señalaba
un día en una conversación de amigos como los dos
extremos entre los cuales vive el arte:el de la fotografía
y el del absurdo.Pero ese abismo,que se salva desde el momento
en que ve el artista lo que la fotografía no ve,ni siquiera
puede ser peligroso,cuando es un espíritu como el de Fernando
de Amarica el que anima una pintura.Así vemos en la suya,con
los procedimientos de ejecución impresionistas y postimpresionistas
que de por sí constituyen ya una estilización de
la naturaleza,el idealismo que en todas partes surgió como
una reacción natural y bendita contra la estrechez del
naturalismo.
Esta reacción
consistió por una parte en el simbolismo con que una realidad
bien observada,se convertía en tipo de muchas realidades;
por otro lado el artista introdujo un ritmo,el que él llevaba
dentro, en las líneas que con ingenua inexpresión
le ofrece la naturaleza, y esto es lo que en un tópico
cuya expresión me parece muy pobre, se ha llamado composición
decorativa.Luego el constructivismo de Cezanne,quiso concretar
en masa sólida el mundo de luces descubierto por el impresionismo
y de una exageración de sus principios es de donde han
partido las tendencias llamadas cubistas;respecto a las cuales
es en cierto sentido opuesto el afán de inmaterialidad,
imposible igualmente de realizarse en absoluto,del futurismo o
el expresionismo.Entre todas esas corrientes,ninguna desconocida
para el talento cultivadísimo de Fernando de Amarica,es
entre las que ha mantenido su pintura,sin dejarse arrastrar por
ninguna de ellas,pero sintiendo su emoción como no puede
dejar de sentirla un alma moderna;por lo que es preciso que hagamos
aquí esta evocación,para poder apreciar todas las
facetas de su arte.
Aquel espíritu
poético,lo que quiere decir creador y por tanto no naturalista
de Fernando de Amarica,le ha llevado siempre a expresiones tan
llenas de contenido como la que melancólicamente nos revela
en las luces que se encienden entre la neblina del «Anochecer
en el puerto »,o en el combate y los mútuos reflejos de
su «Estudio de luces »en que se contraponen los tonos rojizos
del ocaso y la luna de plata.El sentido simbolista vaga por entre
los títulos del catálogo,y en las obras mismas no
a otra cosa podemos atribuir la fantasía,propia de los
países del norte,con que anima por ejemplo su visión
de «La goba de Ilarduya ».Su técnica maestra en
la distribución de los términos,y los efectos del
sol que recorta el castillo de «Almansa » sobre el cielo azul,responden
claramente a una dirección decorativa. Nos marca un ritmo
de paz el hilo ascendente de humo que expresa la «Calma en las
montañas »,en ese cuadro de construcción tan sobria
y fuerte,modelo de modernidad,que ha ejecutado con la misma clásica
técnica de la tempera que empleó Memling.Como
en otra excepción entre sus óleos,en un pastel,ha
osado los mayores atrevimientos de la luz y del color,que entre
las peñas de «Urquiola »hace vivir en una existencia que
pudiéramos decir abstracta.
He aquí,pues,cómo
la pintura de Fernando de Amarica puede mostrar en Vitoria una
concreción de la sensibilidad estética en el período
en que acaso esta se ha desarrollado más en nuestro pueblo.
Por eso he dicho que tal pintura tenía una significación
histórica, lo cual ya se ve que no denota inmovilidad ni
estancamiento,y todos deseamos y esperamos que esta historia Fernando
de Amarica la continúe.La obra por él realizada
y que por tantos conceptos debe figurar en cuantos museos tengan
un claro sentido de nuestras realidades,como ya en algunos figura,debemos
regocijarnos sin embargo de poderla hoy contemplar tan unida,que
es como mejor puede apreciarse,agradeciéndolo a la dignidad
del autor,incompatible con todo mercantilismo y al impulso feliz
de la Escuela de Artes y Oficios que ha dispuesto su salón
para celebrar estas exposiciones.
En ellas pudiéramos
ir viendo sucesivamente las obras de otros maestros de nuestro
pueblo y de fuera de él,pues aunque no dispongan ya personalmente
de una producción tan completa,no sería difícil
que quienes de ellos han adquirido cuadros los prestaran para
tal fin.Interesantísimo puede ser también reunir
en tales locales en alguna ocasión,las muestras,numerosas
e importantes,de la pintura antigua que en Vitoria existen.Y abrir
igualmente el campo a la gente nueva,aun a los ensayos y balbuceos
que tendrán tanto más valor cuanto más ingénuos
y espontáneos sean y con los que nuestro pueblo puede abrir
a su porvenir un horizonte artístico, fundado no sólo
en la producción de lo que se ha denominado arte puro,sino
también en las,a veces no menos puras,llamadas artes industriales.Pero
para que esto sea posible,solo en casos tan aislados como el de
Fernando de Amarica deja de ser imprescindible el apoyo económico
de las adquisiciones;que si con Amarica no son fáciles
y ello es muy justo,las hacen más accesibles otros artistas
en quienes la necesidad suele quebrantar hasta la justicia que
está de su parte.Y así,del otro lado,los adinerados
y las Corporaciones,tantas gentes que nos visitan en este centro
de comunicación y de vida que empieza a ser Vitoria,animado
por ello sobre todo en ciertas épocas del año,tienen
la palabra,una palabra que puede ser mucho más elocuente
y decisiva que la nuestra.
Angel de APRAIZ
(I)
Reproduce este texto,reservado
para la REVISTA,el de la conferencia que en la solemne apertura
de la Exposición Amarica,organizada por la Escuela de Artes
y Oficios y el Real Ateneo de Vitoria,ha dado D.Angel de Apraiz,Secretario
General de Eusko-Ikaskuntza,representante de su Sección
de Pintura y Escultura y Catedrático de Teoría del
Arte en la Universidad de Barcelona.Dicha Exposición ha
permanecido abierta en la mencionada Escuela,durante las Juntas
de la Sociedad de Estudios Vascos que se han celebrado en la misma
en el mes de Septiembre del presente año. (VOLVER) |