Título de la publicación: Revista
Internacional de los Estudios Vascos
Año
de la publicación: 1920
Páginas
del artículo: 186-193
Resumen:
Biografía
de Federico Baraibar, nacido en 1851 en Vitoria-Gasteiz.
Fue arqueólogo y se interesó en la prehistoria, época romana
y realizó trabajos sobre románico en Álava.
También hizo estudios de filología, sobre el habla popular
en Álava, traducciones y obtuvo la cátedra de latín
en el Instituto de Vitoria-Gasteiz. |
Con no menor interés que el
manifestado por don Julio de Urquijo al pedirnos este trabajo,
correspondemos á su solicitud, deseosos de cumplir un deber
ineludible hacia el distinguido colaborador de esta REVISTA. Suspendida
en la época en que aquél falleció, no hemos
vacilado en intentar este estudio, ya que lo poco publicado hasta
ahora acerca de Baraibar es bien inexpresivo como homenaje, y
como crítica casi nulo.
Don Federico Baraibar
y Zumárraga nació en 1851, en Vitoria, y en la misma
ciudad, en su memorable Universidad Libre, hizo sus estudios de
licenciatura y Doctorado en Filosofía y Letras, adquiriendo
el primero de dichos grados en 1871, cuando ya poseía el
de Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, donde
hizo igualmente los estudios del Doctorado de esta carrera. Fué
profesor interino de la Universidad Vitoriana desde 1871 y ganó
por oposición la cátedra de Latin del Instituto
de Vitoria en 1876.
En el entonces naciente
Ateneo de Vitoria dió sus primeras conferencias sobre la
España romana en 1870 y, elegido secretario de la Sección
de Letras el mismo año, aparece su nombre constantemente
desde el siguiente en la Revista «El Ateneo» (once veces en el
tomo I) y en el cuadro de profesores del antiguo centro cultural,
tratando temas históricos y literarios. Como secretario
general redactó la «Memoria leída en la sesión
inaugural del curso de 1872 á 1873 en el Ateneo de Vitoria...
Vitoria. Egaña. 1872», 18 págs. Ocupó la
presidencia del Ateneo en 1875. Fué nombrado socio correspondiente
de la entidad «Jove Catalunya» en 1873 y desde «El Ateneo» mantuvo
correspondencia con «La Renaxensa», revista notable en los albores
del renacimiento catalán, con el que nunca perdió
contacto el señor Baraibar.
Su primer libro fué
«Comedias Escogidas de Aristófanes, traducidas del griego
por don Federico Baraibar, con un prólogo de don Fermín
Herrán. Vitoria. Manteli 1874», XVI+78 páginas.
Señalados
estos datos de su primera juventud no intentamos seguir paso á
paso la labor docente y política de nuestro biografiado;
tampoco nos ocuparemos, pues nos es imposible hacerlo debidamente,
de su gigantesca cooperación á los estudios literarios
y lingüísticos, clásicos y modernos, que comprende
más de 40 volúmenes, numerosos trabajos periodísticos,
sólo en parte recogidos en los anteriores, y una importante
obra inédita. Nos concretaremos á los trabajos de
Baraibar relacionados con el País Vasco.
Como arqueólogo
figura entre los iniciadores de los estudios prehistóricos
en Alava, siendo el primero que dió á conocer el
dólmen de Arrizala, el 25 de Agosto de 1879 en el diario
bilbaino Irurac-bat. Un trabajo de esta materia en general
es el publicado por Baraibar en Euskal-Erria (1881), «Los
Dólme-nes alaveses».
Más importante
es el relacionado con la arqueología romana y titulado
«Discurso leído por don Federico Baraibar y Zumárraga
el día 9 de Noviembre de 1882 en el Ateneo Científico,
Literario y Artístico de Vitoria, con motivo de la apertura
de sus cátedras Vitoria. Iturbe, 1883»; 38 págs
4.º, y un mapa. Se publicó también en el tomo 9.º
de «El Ateneo» (1883). Es una disertación eruditísima;
versa principalmente sobre las antigüedad de Iruña,
resume los trabajos de arqueología romana en Alava y sobre
ellos y ayudado por su gran conocimiento de textos clásicos
hace revivir el estado de Alava en tal época. Acompañan
al discurso preciosas notas bibliográficas, epigráficas,
numismáticas y lingüísticas, éstas referentes
á las lenguas euskera y céltica pues el autor se
inclina por la opinión de que el primer sedimento étnico
del occidente de Alava (Caristia y Autrigonía) es céltico.
El cultísimo
y laborioso investigador alavés no abandonó nunca
estos estudios. Nombrado C. de la Academia de la Historia en 1883,
se le encargó la reproducción de las inscripciones
irunienses en calcos; en 1886 ya estaban en la Academia («Boletín»
tomo IX, pág. 258), y en 1887 («Bol. t. X p. 402-8) hay
un artículo de «Epigrafía romana» en el que Fita
estudia dichas inscripciones siguiendo los informes de Baraibar.
Hagamos sobria mención de los trabajos análogos
de éste. En el mencionado «Boletín»: «Inscripciones
romanas cerca del Ebro en las provincias de Alava y Burgos», 1883
(tomo 14, p. 67 - 72); «Estatua de mujer descubierta en las ruinas
de Iruña, con una fotografía enviada por F. Baraibar:
1890 (t. 15, p. 600 - 601)». Lápidas romanas inéditas
de Marañón, Pancorbo, San Martín de Gabarín
y Luzcando, en las provincias de Navarra, Burgos y Alava: 1895
(t. 26). «Lápidas romanas de Tricio» 1906 (t. 48). «Lápidas
de Puebla de Arganzón y Laguardia 1914 (t. 64). En Euskal-Erria:
«Alava durante la dominación romana» (Referencia del
trabajo de «El Ateneo en 1883: t. 8.º. «Antigüedades de Iruña»
ts. 9.º y 14. «Arqueología alavesa, Asa»: t. 21. «Lápidas
romanas inéditas en Navarra y Alava»: t. 32.
De epigrafía
latino-cristiana principalmente (aunque también se menciona
una inscripción pagana y no faltan consideraciones históricas
y filológicas) trata el folleto «Federico Baraibar»—Epigrafía
Armentiense. Informe publicado en el «Boletín de la Real
Academia de la Historia», Octubre 1906. Madrid, 1906 28 páginas.
No solamente en el aspecto epigráfico, sino en el artístico
estudió Baraibar la basílica de Armentia, aunque
en este último nada dejó publicado. Esto nos conduce
hacia otra serie de trabajos del arqueólogo alavés
menos conocidos de lo que merecen: los que se refieren al arte
cristiano en Alava, especialmente al arte románico.
Sólo una publicación,
aunque ciertamente primorosa, podemos mencionar en este sentido.
«Federico Baraibar-Rincones artísticos. Madrid. Rodríguez
(s. a.)» 20 páginas folio, con 17 grabados. Versa sobre
dos templos románicos de Alava (rigurosamente, uno de ellos
se halla en territorio de Treviño, jurisdicción
burgalesa) y se publicó en 1914. Sobre esta obra es digna
de verse la crítica que hace Fr. F. de Mendoza en Euskalerriaren
alde (1915, p. 129), pues en ella hay referencias de trabajos
inéditos de don Federico en Valdegobia (Tuesta), que ni
siquiera figuran en la obra inédita que citamos á
continuación.
Es este un manuscrito
copioso, á pesar de su sobriedad, titulado «Inventiario
del Románico en Alava. A la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando. Federico Baraibar. Vitoria. 19 de Noviembre de
1911». Hemos tenido ocasión de ver una copia de este ms.
en la que se mencionan las 167 fotografías (mas una. no
numerada en el índice, pero citada en el texto del pueblo
de Yurre), que con el original se conservan en la Academia desde
la indicada fecha. No es. preciso insistir en la importancia de
esta obra, pues basta con decir que la ciencia arqueológica
española (Baraibar cita un texto de 1903), negaba la existencia
de más de dos monumentos románicos en «todas las
provincias vascas». No hemos de ocultar que este valioso trabajo
fué desflorado, merced á la excesiva amabilidad
y absoluto interés de don Federico, en el Catálogo
oficial de los monumentos de Alava (Madrid.
1915), que el Estado encargó á Cristobal de Castro.
Este libro se reduce á la inserción de los clichés
facilitados por Baraibar, acompañados de un comentario
frecuentemente disparatado (1).
Sin embargo, en el Inventario de Baraibar figuran quince localidades
en las que nada catalogó Castro y en los citados por ambos
la documentación gráfica del primero duplica la
del segundo y la literaria no admite comparación. Si la
Academia de Bellas Artes no se decidiese á publicar inmediatamente
esta obra, debería ser objeto de un interés especial
por parte de nuestra Sociedad de Estudios Vascos.
El trabajo sobre
el románico no es completo, naturalmente, pero es de los
que hacen base y estimulan á coronar una gran empresa científica.
El propio autor señala en su ms. varias localidades donde
se debe continuar el Inventario, é intentó completarlo,
no sólo en el citado punto de Valdegobia, sino en otras
difíciles excursiones que hizo ó hubiera hecho,
si no lo hubiera impedido la muerte.
Un principio de síntesis
de todos estos trabajos lo constituye el «Museo Incipiente. Suplemento
á la Memoria del curso de 1911 á 1912 en el Instituto
General y Técnico de Vitoria. Madrid. Fortanet, 1912»;
20 páginas con grabados.
Al mismo tiempo que
recorría infatigable todos los rincones alaveses, para
avivar con la publicidad el esplendor de sus escondidos tesoros
artísticos, realizaba otra labor no menos meritoria: estudiaba
el habla popular tan directa y continuamente como acaso ningún
filólogo lo haya hecho.
Fruto maduro de este
estudio es el «Vocabulario de palabras usadas en Alava y no incluídas
en el Diccionario de la Real Academia Española (Décimo-tercia
edición) ó que lo están en otras acepciones
ó como anticuadas. Madrid. Ratés. 1903»; 328 páginas.
Baraibar puso al servicio de esta obra todo su espíritu
y voluntad, educados en las disciplinas clásicas, en los
estudios medioevales y en el amor al país. Sabido es que
la mayoría de las palabras castellano-alavesas son de origen
euskaro, pero además aparecen estudiadas en relación
con los textos romances de aquella época en que Castilla
era menor que Navarra, Alava se extendía hasta Pancorbo
y el euskera se hablaba—si hemos de creer á Rozmitala—más
allá de Villarcayo. De aquí resulta que hay voces
alavesas tan euskaras como bildur que aparecen en Gonzalo
de Berceo; otras como la del eusk. sein-zai, al cenzay,
burgalés cinzaya (V. G. de Diego, «Rev. Fil. Esp.»
1916); en cambio Baraibar considera á veces al alavés
como receptáculo de arcaismos, usados por el Arcipreste
de Hita y conservados también en vascuence (tresna);
ó contribuye á la mejor lectura del Poema del
Cid (landa); ó presenta casos de fonética
interlingual, como el alavés lande (bellota) de
glande, con arreglo á un proceso característico
del euskera (Cfr. lore de florem, landara de
planta, lanketu de placet, etc.) Las notas folk-lóricas,
de costumbres y cantos (puyerre, biriqui), las histórico-geográficas
y toponímicas (zuyano, durangués) son también
muy curiosas y oportunas. En una palabra, la erudición
fluye expontánea, multiforme y siempre ajustada al tema.
El estilo claro y ático empañado de esprit moderno
y de jugoso casticismo local, hace aun más amable la obra
para los especialístas y amateurs.
Esta última
condición resalta en la titulada «Palabras alavesas. Discurso
leído en Bilbao el 28 de Abril de 1905 ante la Colonia
Alavesa de Vizcaya por don Federico Raraibar y Zumárraga.
Bilbao. Impr. C. de Misericordia, 1905»; 20 páginas — X,
16º. Esta obrita es bastante rara; por lo demás en el Índice
de Palabras que la acompaña no hay nada nuevo respecto
de la de 1903.
Mayor carácter
científico tiene la siguiente: (Palabras alavesas cuyas
correspondientes etimológicas vascas no figuran en los
diccionarios euskéricos. Por Federico Baraibar y Zumárraga.
(Extracto de la «Revista Internacional de Estudios Vascos ») Paris.
Geuthner, 1907»; 38 páginas. Consta de 106 voces, de las
cuales 28 no figuran en la obra de 1903, y en las restantes abundan
nuevos datos y consideraciones. Es de notar la parsimonia con
que Baraibar utiliza la etimología euskara. Así
en la obra de 1903 hay voces como nastar (mezclar) y otana,
cuya relación con naste y ogi es indudable,
á las que se asigna un origen latino.
Una cuarta obra sobre
este mismo asunto «Federico Baraibar. Nombres vulgares de animales
y plantas usados en Alava y no incluídos en el Diccionario
de la Real Academia Española (Decimotercia edición)
(Publicado en el «Boletín de la Real Sociedad Española
de Historia Natural», Junio de 1908) Madrid, Fortanet. 1908»;
24 págs. Figuran entre las palabras de esta obra 59 no
citadas en 1903, de las cuales 52 tampoco se mencionan en 1907,
siendo, por tanto, completamente nuevas.
Lo mismo que antes
indicamos sobre los trabajos de arqueología románica
repetimos sobre esta obra de filología alavesa: que es
susceptible de rectificación y complemento-á los
que en modesta proporción pensamos contribuir-iniciados
ya por Baraibar en «Suplemento al Vocabulario de palabras usadas
en Alava (Sección)». «Ateneo, 1917 n.º 46 (Cinco palabras
no cita. das en 1903, una de ellas lo es en 1907) y «Gasabi» (REV.
I. DE E. V. 1918).
Además existe
refundición de todos estos trabajos y de gran copia de
otros datos de un manuscrito residente en la Academia Española
del que solo hemos podido ver copia del Indice de Vocablos. Figuran
en este 2.920 o sea 1398 más que en 1903 y como lo publicado
posteriormente solo comprende en resumen 85 papeletas nuevas,
resulta que en el ms. inédito hay 1313 voces alavesas absolutamente
desconocidas. Consideremos que las restantes han podido sufrir
una revisión contrastándolas con obras recientes
como el gran Diccionario de Azkue (1905-6) y la Gramática
y Vocabulario de Berceo por Lanchetas (1906) y se comprenderá
la utilidad que reportaría la publicación de esa
obra.
Constituída
en 1915 la Comisión de Toponimia Vasca, formo parte de
ella el polígrafo alavés y en las «Indicaciones
Elementales» (Bilbao 1916) que aquella publicó hay notas
en las que se trasluce el estilo inconfundible de don Federico.
Remitió además varios cientos ó miles de
papeletas, que no hemos podido ver y deben estar ahora en poder
de Euzkaltzaindi; referíanse en gran parte al territorio
de Treviño. Otra serie de papeletas de toponimia histórica
la publicó «Ateneo» 1919.
Es preciso también
mencionar las delicadas «Traducciones del hebreo, griego, latín,
euskaro... Vitoria Egaña 1886». En ellas se presenta el
erudito como literato y además de un elogio afectivo del
euskaro, inserta una tradución de Salaberri, publicada
en Euskal-Erria t. XV. Entre las notas de este librito
hay una en que, á propósito de estribillos populares,
se cita el famoso de lelo con este caracter (más tarde
confirmado) aunque Baraibar acaba por conformarse con otra interpretación,
más trascedental de Sánchez Calvo.
De otra prueba de
amor al euskera daremos noticia copiando unas líneas
de una conferencia del Sr. Suso (Vitoria. 1919, página
48) en las que, refiriéndose a la actuación de Baraibar
como Presidente de la Diputación, se recogen varias notas
culturales: «Baraibar, que antes de sentarse en la poltrona presidencial,
había adquirido entre los humanistas é intelectuales
autoridad más respetada que en la prensa local, insaciada
de zaherirle, hizo un presidente de cuerpo entero y de su época
son... el arreglo escolar de 1913, merced al cual no están
cerrada las escuelas alavesas, la catalogación y arreglo
de la Biblioteca Provincial del Instituto, la instalación
de fuerza eléctrica en el Modelo, los concursos y exposiciones
agrícolas, en uno de los cuales habló en vascuence
por primera vez en la historia escrita de Alava un presidente
de su Corporación.» El discurso integro, que contiene
además un inspirado elogio del euskera, está
publicado en la Revista del Sindicato Agrícola Alavés,
Vitoria. n.º 34 (1911, Agosto) y del texto euskaro se hizo una
tirada aparte en hoja suelta encabezada con la frase «Aramayoar
maiteak».
Finalmente citaremos
otro discurso de «Federico Baraibar y Zumárraga. En el
Homenaje al Maestro Goicoechea... Vitoria Sar. 1916» 16 págs.
Hemos tratado objetivamente
de la obra; no podríamos hacerlo tan fríamente de
aquel varón á quien tan exactamente convienen las
palabras del clásico: videbatur omnino mori non debuisse.
Fué alma de toda empresa cultural relacionada con Alava
en el último medio siglo. Como profesor era un gran causeur,
digno de las más altas aulas universitarias y sólo
los que le conocimos pudimos apreciar la serenidad de su carácter,
el humor de su espíritu, su perfecto equilibrio en todo.
Enamorado de la áurea mediocridad—que para él constituía
la esencia de la vida alavesa—era un sabio modesto y amable.
El día 28
de Febrero de 1918 terminó cristianamente su fecunda existencia.
Dios quiera que no falten continuadores á su obra.
Odón de Apraiz. Vitoria,
Septiembre 1920
(1) Se hizo justicia
á Baraibar y también á Castro en el artículo
«Una nota bibliográfica... y algo más», por E. Tormo,
«Bol. Soc. Esp. Exc.» 1916. (VOLVER) |