La
obra historiográfica de Miguel Artola es clave para entender
el mundo contemporáneo actual y fenómenos tan complejos
como la Historia Política del Siglo XIX, la Revolución
Burguesa, el Tránsito del Antiguo Régimen a la Sociedad
Moderna, o los fundamentos económicos de la Modernidad.
Así lo consideró el prestigioso jurado del "VI
Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral", y esta fue una de
las razones por la cual se le concedió la distinción
al currículum más destacado de Euskal Herria en
Humanidades, Artes, Cultura y Ciencias-Sociales. A sus espaldas
queda una dilatada trayectoria colmada de investigaciones, trabajo,
sacrificio, libros, publicaciones, reconocimientos y conferencias
que han consagrado al historiador donostiarra como uno de los
intelectuales más admirados del entorno cultural de Euskal
Herria y del extranjero. Miguel Artola Gallego
(San Sebastián, 1923) es miembro de número de la
Real Academia de la Historia desde 1982. El mes de mayo de aquel
año leyó su discurso de ingreso sobre "Declaraciones
y derechos del hombre". Es Doctor Honoris Causa por las Universidades
del País Vasco (1989) y Salamanca (1992). Su quehacer ha
sido reconocido con innumerables galardones entre los que cabe
destacar el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales
(1991), el Premio Nacional de Historia (1992) o la Cruz de Alfonso
X (1996). Ha desempeñado ininterrumpidamente puestos docentes
universitarios: desde 1948 en la Universidad Complutense de Madrid
y desde 1960, ya como catedrático, en la Universidad de
Salamanca (1960-69) y en la Autónoma de Madrid (1969-88).
Desde 1988 es Profesor Emérito en Departamento de Historia
Contemporánea de la UAM. Con su obra, en la que caben más
de una veintena de libros y publicaciones colectivas, ha contribuido
de manera importante al conocimiento del pasado de Euskal Herria
con trabajos relativos al Sitio y Reconstrucción de San
Sebastián, La Hacienda Real de Navarra o el Fuero de Vizcaya. Al hablar de su condición,
la de investigador, historiador y docente, Miguel Artola, considerado
por muchos "maestro de maestros", admite que "la
vida de un historiador no tiene biografía, porque elige,
sin condición la monotonía".
-El acto de
entrega del "VI Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral"
fue muy emotivo. ¿Qué sintió entonces?, y ¿Cómo
se siente al engrosar un grupo de premiados entre los que se
encuentran Julio Caro Baroja, Álvaro D´Ors, Luis
Villasante, Jesús Altuna, Juan Plazaola y Eduardo Chillida?
Recibir
un galardón es siempre una cosa satisfactoria. Más
satisfactoria aún cuando no te lo esperas, y mucho más
cuando lo recibes en tu propia casa y de la mano de tus amigos.
Todas estas razones son más que suficientes para explicar
la satisfacción que yo he sentido y que siento por tener
el honor de formar parte de ese pequeño grupo de personas
que han recibido este premio. Fue algo totalmente inesperado.
-¿Qué motivos le
impulsaron a dedicarse a la investigación de la historia? Esto es algo que parece
sorprender mucho al espectador, pero creo que todos los profesionales,
cada uno en su campo, dedicamos toda nuestra vida a ese trabajo.
En lo referente a la historia, opino que es algo apasionante poder
conocer los comportamientos del hombre, los hechos que han cambiado
el mundo. Opino que investigar para conocer el origen de situaciones,
de hechos, de hombres es verdaderamente interesante. Intentar
descubrir el origen para comprender la situación actual.
Por qué se dan las diferencias que se dan. Esta es la razón,
el interés y la utilidad de la historia.
-¿Hasta qué
punto es solitario el trabajo del investigador histórico? Realmente el que sea
solitario o no depende de la organización del propio investigador.
En el fondo y como todo trabajo intelectual, no es solitaria la
labor de ir a recoger y buscar documentos, ni es solitario el
trabajo de discutir lo que uno piensa acerca de determinado tema
con colegas de profesión en un congreso, pero evidentemente
es solitaria la parte que supone interpretar la información
que anteriormente se ha recogido. En mi opinión, la construcción
de una explicación está mejorando considerablemente
con el paso del tiempo; con las nuevas experiencias, conocimiento
de nuevos autores... En la historia, como en cualquier otra disciplina
del área del conocimiento tiene que haber proceso de renovación
permanente. Y lo hay.
-Son
muchos los años que usted ha dedicado a la investigación
de la historia. Desde su condición, ¿qué opina acerca
del proceso de Globalización en el que nos vemos inmersos? Evidentemente, la Globalización
produce posibilidades, relativas por el momento, a la información.
Y digo relativas porque por ahora no se pueden consultar libros
a través de Internet, lo máximo que podemos hacer
es consultar catálogos... Si queremos libros tenemos que
comprarlos en las librerías o leerlos en las bibliotecas.
Y esto, aunque loparezca, no es enmodo alguno
una tarea fácil. Porque un libro es al principio novedad,
luego mantiene una vigencia durante algunos años, pero
al cabo de una década el libro puede haber dejado de estar
en circulación. Entonces es muy posible que sólo
se encuentre en determinadas bibliotecas. Es muy fácil
que se dé el hecho de no poder acceder a ellos. Internet
no resuelve este problema. A través de la red puedo localizar
un determinado libro, pero nada más. Estoy convencido de
que llegará el momento en el que todos estos ejemplares
sean introducidos en Internet. Esto sí que supondría
un enorme cambio. Es curioso porque en la actualidad disponemos
del instrumento técnico para producir el cambio, pero no
tenemos los medios económicos, y sobre todo, me da la sensación
de que no tenemos un programa claro de cuáles son las posibilidades
de Internet.
-¿Hasta qué
punto está anulando este proceso de Globalización
la identidad de diferentes culturas e individuos? Opino
que estas dos tendencias han existido siempre. Y no sólo
esto, también creo que ambas corrientes tienen que compatibilizarse
y, si es necesario, entrar en conflicto. Con esta afirmación
quiero decir que hay que buscar las dos cosas: lo particular y
lo general. En Historia hay una premisa muy clara: "lo general
es necesario para comprender lo particular". Y lo particular
es lo que nos permite comprobar el valor de lo general. Si no
sabemos de teoría política, ¿cómo vamos a
conocer el funcionamiento de una asamblea de pueblo en el siglo
XV?. Si no se conocen las teorías generales es posible
que no lleguen a hacerse las preguntas correctas acerca de un
determinado tema o hecho. Pero al mismo tiempo, si únicamente
se conocen las premisas generales, las principales leyes, pero
se desconocen las realidades concretas del determinado lugar,
es imposible saber a ciencia cierta cuál es la realidad.
Se conoce la normativa pero no la aplicación, y la aplicación
siempre es de carácter local.
-Entonces,
lo general y lo particular, la globalización y la propia
identidad, son necesarios para comprender y conocer la Historia...
Sí.
Creo que los dos elementos son absolutamente necesarios. La última
modalidad histórica es la que centra sus investigaciones
en la práctica de las cosas, y no en las normas. Esto por
lo que respecta al conocimiento, por lo demás, los fenómenos
de cambio, antes de que hubiese Internet y de que se hablase de
globalización, también fueron muy visibles. Cuando
yo era joven, bastaba recorrer unos pocos kilómetros y
llegar a una localidad diferente para apreciar un cambio de imagen.
Por ejemplo los vestidos y los colores en la vestimenta de las
mujeres eran distintos en unos sitios y en otros. Ahora sin embargo
no existe una diferencia territorial respecto a la moda, en mis
tiempos se diferenciaba claramente la ciudad del pueblo, ahora
sin embargo no. Y este fenómeno tiene que ver con factores
como las comunicaciones... La comunicación, en todas sus
variantes, ha sido capaz de cambiar puntos de vista y formas de
apreciar la realidad.
-A este respecto,
¿hacía dónde camina la historia? Los
dos factores se están desarrollando simultáneamente,
trabajan al mismo tiempo. No habrá nunca una victoria de
uno sobre otro. El hombre siempre caminara en ambas direcciones.
-Se ha celebrado
el 25 aniversario de la Monarquía en España. Usted
ha estudiado esta institución en todas sus formas. ¿Qué
papel cree que interpreta la Monarquía en la historia actual? Este
es en mi opinión un tema que hay que explicar desde el
principio. Hay que empezar por explicar cuál es el significado
del título. Y yo utilizo este título para dar nombre
a un tipo de estado, es decir, un tipo de estado que en lugar
de ser un estado unitario, está compuesto por diferentes
reinos que tienen instituciones políticas, leyes, una fiscalidad...
Reinos que, en definitiva, están integrados en una construcción
política que los une a todos y que tiene el nombre de Monarquía.
La Monarquía existe hasta la creación del estado
liberal, hasta Las Cortes de Cádiz. Este es su significado,
porque La Monarquía tiene mucho menos que ver con lo que
preocupa actualmente y desde hace 25 años. El tipo de estado
que existe aquí y en toda Europa necesita un nombre, y
el nombre más adecuado es el de "Monarquía":
de Francia, de España, de Gran Bretaña...
-Si
repasara su carrera, ¿qué conclusión sacaría?
¿qué época, hecho o circunstancia destacaría? La verdad es que yo
soy muy poco propenso a efectuar este tipo de exámenes
de conciencia.. Yo me formé en una época muy crítica.
En una Guerra Mundial con una posguerra muy dura, en una época
de crisis y de recursos limitados. En aquellos tiempos, los libros
extranjeros que leían los estudiantes universitarios en
España eran mínimos. La verdad es que opino que
si uno reconstruye su propia historia parece que la historia tiene
un destino manifiesto. Yo creo que han sucedido y han intervenido
muchas más cosas. Hay cosas o épocas que me han
podido gustar más o menos. Sí puedo decir que he
aprendido mucho de las cosas que he hecho, considero que sé
mucho más de lo que sabía antes.
-¿Qué
diferencias vislumbra entre los investigadores históricos
que se formaron en la misma época que usted y los actuales? Los
investigadores jóvenes de hoy en día tienen más
formación, mayores posibilidades. Están en contacto
con una mayor cantidad de profesores, viajan más, y tienen
un acceso más fácil a más libros o publicaciones...
En San Sebastián el único que estudió letras
de mi quinta fui yo. Hoy, además de tener un acceso más
fácil a la Universidad, en la Facultad correspondiente,
la posibilidad de documentarse y relacionarse con profesores y
colegas también es mayor. Todo esto ha cambiado en estos
últimos años de una manera increíble. Yo
me he dado cuenta de esto al escribir la Historia de San Sebastián,
me he encontrado con que existe un volumen de publicaciones de
gran interés y de un valor científico indudable,
que se han publicado en los últimos veinte años.
Hace décadas, la publicación de libros de esta calidad
era muchísimo menor, y en buena medida era menos original.
El cambio es radical.
-¿Tiene algún
proyecto o libro entre manos? He decidido que no
volveré a escribir libros grandes y largos por muchas razones:
los grandes directores de cine dejaron de hacer películas
antes de morir por miedo a abandonar el mundo en mitad de la realización
del proyecto en cuestión. Cuando los directores envejecen
el precio del seguro es tan grande
que las productoras no lo pueden pagar. Yo me encuentro en esta
situación. En lugar de hacer grandes producciones voy a
dedicarme a escribir libros pequeños. Quiero escribir un
libro de unas 200 páginas sobre constitucionalismo, analizando
el constitucionalismo desde los términos más generales
del problema visto desde la historia.
-Usted ha dicho
que "los historiadores son hombres de biografía"... Pero
la dedicación a la investigación histórica
es bastante individualizada, en el sentido de que estás
tú solo con tus documentos y con las páginas en
blanco que quieras recrear. Y este hecho hace que la mejor situación,
la mejor decisión para un historiador sea la monotonía.
Y la monotonía es lo contrario de una biografía.
-Si tuviera
que presentarse a sí mismo, ¿cómo lo haría?,
¿como historiador o como profesor? Las dos cosas me han
gustado siempre mucho, y las he combinado sistemáticamente.
A lo largo de todos estos años he enseñado mucho,
y también he escrito mucho. La enseñanza de estudios
universitarios es una experiencia completamente satisfactoria;
el contacto con gente joven que muestra interés... Al final
llegas a establecer una conexión a través de lacual
tratas de enseñar y provocas reacciones de tipos diferentes.
Es una experiencia realmente estimulante. Lo he dicho muchas veces
y lo vuelvo a repetir: después de haber dado una clase
te das cuenta realmente de cómo la deberías de haber
dado. Fotografías: Teresa Sala
-
Euskonews & Media 105.zbk
(2001 / 1 / 5-12)
|