Los
ayuntamientos de la montaña alavesa estaban muy escasamente
poblados, pocos superaban los cuatrocientos habitantes y en otros
no llegan al centenar. Como eran pequeños y de pocos recursos
con un secretario cubrían varios ayuntamientos.
Estas
plazas estaban siempre vacantes, por lo cual a la convocatoria
contestaban poniendo las bases y condiciones que les suponían
unos ingresos adicionales. Los ediles o justicias como se les
conocía, trabajaban pensando en el bienestar del pueblo
aunque les supusiera hacer cosas extra y no estipuladas por la
ley.
Si en la iglesia
había órgano o harmonio debía saber música
y saberlo tocar. Dar clases de música, tocar los festivos,
vísperas y funerales. En pequeños ayuntamientos
encontramos bandas municipales unas de viento y otras de cuerda.
Se forman pequeñas
bandas municipales como en Bernedo, Lagrán, Santa Cruz
de Campezo Maeztu, Peñacerrada, etc. Esta última
era de cuerda y llegó a tener cincuenta componentes. También
se formaban pequeños grupos de tres a cinco componentes:
eran éstos la mayoría de cuerda formados por algunos
antiguos componentes de bandas desaparecidas y otros compuestos
por acordeón, batería y saxofón o trompeta.
Muchos de estos grupos siguieron funcionando hasta que vino la
emigración a la ciudad.
La vida de estas
bandas era efímera. Cuando el secretario fallecía
o dejaba el puesto, al ser la mayoría interinos, la banda
duraba poco al no tener sustituto. La única que duró
fue la de Santa Cruz de Campezo, pero esta tenía Director.
En
las clases de música podían entrar con diez años.
Las clases o ensayos eran dos o tres días por semana. Los
instrumentos musicales los compraba el ayuntamiento.
Si la banda tocaba
fuera del ayuntamiento cobraban a los mozos que la contrataban,
repartiendo el dinero según tenían estipulado. El
que más cobraba era el Director. El ayuntamiento retenía
parte del dinero para comprar instrumentos. Los que aprendieron
a tocar algún instrumento musical se fueron voluntarios
a las bandas militares; otros formaron parte en bandas de capital
alternando con el puesto en la fábrica o en otros trabajos.
Otros secretarios
daban clases a adultos desde Noviembre hasta la semana anterior
al domingo de Ramos, llamada semana de pasión.
Las clases eran nocturnas
para adultos varones de mas de quince años y para asistir
a ellas tenían que saber las cuatro reglas y gramática,
pues en caso contrario debían ir a las clases de adultos
que daba en la escuela el Maestro. Las clases se daban en los
locales del ayuntamiento, lo mismo que las de música. El
ayuntamiento corría con los gastos de luz, petróleo
o leña. Por los años 20 se puso la luz eléctrica
en varios pueblos.
El motivo por el
cual empezaban las clases en Noviembre era la pasa de las palomas
(en la montaña la mayoría eran cazadores) y la siembra
de temprano (cereal). Las clases las pagaba el ayuntamiento según
acuerdo. Si algún adulto daba más clases de lo estipulado
lo pagaba la familia por lo general en especie. Esto sucedía
cuando alguien despuntaba.
Gracias al buen hacer
de los rectores de los pequeños municipios, tenían
hombres de cultura. Muchos de estos ocuparon puestos relevantes.
MAESTRO MUNICIPAL O DE FUNDACION
Muchos
pueblos de la montaña alavesa preocupados por el saber
de sus hijos contrataban maestros. En otros pueblos tienen escuela
de fundación patrocinados por algún hijo del pueblo
que emigró a América, que hizo fortuna, dejando
unas rentas o fincas para pagar al maestro.
La mayoría
de los maestros eran de la provincia, pocos eran de lejos. El
concejo o ayuntamiento los contrataba por temporada, les proporcionaba
vivienda si eran casados. A los solteros hospedaje. Lo hacían
por renque (de casa en casa), pero la mayoría se quedaban
fijos en una casa de patrona. En algunos pueblos grandes contrataban
maestra para las niñas. Esta, aparte de enseñarles
a leer y escribir tenía que dar las clases de costura y
bordado.
La escuela solía
estar en una sala del ayuntamiento o concejo. Estos locales se
mantienen aun cuando pasaron posteriormente a escuelas nacionales.
La mayoría de las nuevas escuelas públicas de la
montaña se construyen en el período de la República.
Las escuelas de Fundación solían tener edificio
propio. Casi todas han acabado en ruinas.
Para acceder a la
plaza, tenían que hacer un examen. En algunas plazas se
presentaban varios maestros. En los pueblos pequeños las
escuelas eran mixtas. Los examinadores eran el cura, el secretario,
el alcalde y otra persona de la Junta. Estos dos últimos
a veces no saben leer ni escribir. Es curiosa el acta que levanta
el secretario de una villa: entre otras cosas manda poner por
orden del alcalde: "lo que nosotros no sabemos, que aprendan nuestros
hijos".
Las rentas que cobraba
el maestro eran en especie. Por cada niño un celemín
de trigo, una cantidad de dinero, media foguera, una huerta y
exento de veredas.
Los concejos y ayuntamientos
se preocupan de la enseñanza y si el maestro no responde
a lo esperado lo cambian. El concejo pone sanciones a los padres
que no mandan a los hijos a la escuela por causa justificada;
las sanciones se pagan en especie.
Si miramos la contrata
de los pastores, en muchos pueblos pequeños
hay una diferencia grande de pago en grano, más que el
maestro. Otra diferencia se nota en la casa vivienda del maestro,
casi ninguna tenía cuadra, sólo un pequeño
corral para gallinas. La del pastor cuadra y un pequeño
pajar.
No es extraño
que en algunos casos el maestro se presente al concurso de pastor.
A principios del siglo XX, por los años veinte, un maestro
de una fundación se hace pastor, donde continuó
hasta que lo dejó por viejo. Comentaba que de maestro no
ganaba para comer. Fue uno de los mejores pastores de la Sierra
Brava de Badaya. La gente mayor de la zona aún lo recuerda.
Lo quisieron contratar
otros concejos de pastor. Para que no se marchase del pueblo le
arreglaron la vivienda, le dieron foguera entera a pie de casa,
huerta, le sembraban dos fanegas de tierra, labradas y sembradas
de vereda, 30 fanegas de trigo, 200 ptas. anuales, un zamarro
y unas botas, 20 fanegas de menuncias, y podía tener dos
cerdos y unas cabras.
Para poder subsistir
muchos compaginaban el oficio de maestro con el de sacristán
y se contrataban para relojeros públicos. Algunos hacían
de secretario de concejo, con lo que ganaban unas fanegas más
de grano y unas pesetillas.
La mayoría
de las escuelas pasan a maestros nacionales a principios del siglo
XX. Las fundaciones van desapareciendo, según van bajando
las rentas. De muchos de estos edificios que construyeron los
indianos, hoy sólo quedan el recuerdo o las ruinas.
El oficio de
maestro no ha sido económicamente rentable. Los maestros
las pasaban canutas. Como se decía "pasa mas hambre que
un maestro de escuela".
Gracias a la
generosidad de los vecinos los maestros subsistían. En
los pueblos pequeños era costumbre llevarles el presente.
Cuando se mataba el cerdo les llevaban una morcilla, un trozo
de tocino y algún hueso. Si en las batidas mataban varios
jabalíes al repartir la carne, un trozo era para el maestro.
En la recolección de las legumbres solían llevarle
un zorronico. Al catar los enjambres les llevaban un trozo de
panal o un tarro de miel y agua de miel para hacer hormigos.
Un informante me
cuenta una anécdota sobre la leña para la estufa
de la escuela. La leña de la escuela se cortaba de leña
muerta, árboles secos o, derribados por el viento. La solían
bajar de vereda, por renque o los dos vecinos que les toca poner
la yugada. Estos se niegan porque alegan que no tienen niños
en la escuela. Ese año los niños al ir a la escuela
tienen que llevar cada uno "dos leños para la estufa".
Gracias a la
tenacidad de nuestros pueblos, de la montaña salió
gente culta. Tenían mejores maestros que en otras zonas
procurando pagarles más. En los pueblos que compartían
la escuela sufragaban
los costos a partes iguales. Los concejos ponían sanciones
a los que faltaban mas de dos días a clase sin justificar,
pagando el padre en especie. En cambio, podían faltar a
clase si tenía mas de doce años y si ese día
a la casa le tocaba acompañar al "boyero", pastor de bueyes.
En los cursos
1893 y 1914 vemos el grado de enseñanza que tenían
comparados con otras zonas. Los censos son de mayores de 25 años.
En 17 ayuntamientos de la montaña alavesa en 1883, con
un censo de mil novecientos dieciocho varones, no saben leer doscientos
veinticuatro. En el censo de 1914, de mil setecientos tres varones,
no saben leer ciento ochenta y ocho.
Sólo un
pueblo de la montaña destaca, Santa Cruz de Campezo: en
el censo de 1.893 de 250 censados (varones), 74 no saben leer.
En 1.914 de 244 censados (varones), 52 no saben leer.
En 19 ayuntamientos
de la Rioja alavesa el censo de 1893 es de 3.170 varones. No saben
leer 717. El censo de 1.914 es de 2.923 varones, no sabiendo leer
507.
En la siguiente
Tabla se indica una nuestra de la diferencia de la Montaña
a la Rioja alavesa en diez pueblos:
MONTAÑA ALAVESA
AÑO |
1.893 |
1.914 |
AYUNTAMIENTO |
Censo
Varones |
No saben leer
|
% |
Censo
Varones |
No saben
leer |
% |
ARLUCEA |
103 |
9 |
8.7 |
78 |
8 |
10.2 |
ARRAYA |
103 |
14 |
13.6 |
189 |
18 |
9.5 |
BERNEDO |
149 |
16 |
10.7 |
151 |
2 |
1.3 |
CORRES |
31 |
2 |
6.5 |
38 |
6 |
4.3 |
LAGRAN |
112 |
18 |
16.1 |
125 |
9 |
7.2 |
LAMINORIA |
137 |
2 |
1.5 |
101 |
11 |
10.9 |
PEÑACERRADA
|
225 |
22 |
9.8 |
197 |
18 |
9.1 |
MARQUINEZ |
81 |
8 |
9.9 |
60 |
4 |
6.7 |
OTEO |
30 |
3 |
10 |
29 |
6 |
20.7 |
ORBISO |
80 |
7 |
8.7 |
77 |
2 |
2.6 |
TOTAL
|
|
|
9.6
|
|
|
8.0
|
RIOJA ALAVESA
AÑO |
1.893 |
1914 |
AYUNTAMIENTO
|
Censo
varones |
No saben leer |
% |
Censo
Varones |
No saben leer
|
% |
BAÑOS
DE EBRO |
103 |
24 |
23.3
|
93 |
23 |
24.7
|
CRIPAN |
76 |
15 |
19.7
|
76 |
8 |
10.5
|
ELCIEGO |
354 |
98 |
27.7
|
345 |
45 |
13.0
|
EL VILLAR
|
182 |
48 |
26.4
|
149 |
18 |
12.1
|
LABASTIDA
|
435 |
115 |
26.4
|
368 |
70 |
19.0
|
LAGUARDIA
|
546 |
118 |
21.6
|
499 |
121 |
24.2
|
SAMANIEGO
|
132 |
24 |
18.2
|
65 |
10 |
15.4
|
VILLABUENA
|
103 |
11 |
10.7
|
103 |
9 |
8.7
|
YECORA |
109 |
13 |
11.9
|
127 |
11 |
8.7
|
BARRIOBUSTO
|
95 |
9 |
9.5
|
94 |
10 |
10.6
|
TOTAL |
|
|
22.2
|
|
|
16.9
|
Isidro Saenz de Urturi
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi |