Las cofradías de pescadores de Euskal Herria
* Traducción al español del original en euskera

Josu Erkoreka Gervasio

Al igual que en otros muchos ámbitos profesionales, la necesidad de afrontar con mayor eficacia los numerosos retos y problemas que plantea el quehacer extractivo, los pescadores vascos han acostumbrado a agruparse en unas entidades de naturaleza gremial generalmente conocidas como cofradías. El presente artículo pretende analizar, siquiera someramente, el pasado y presente de estas asociaciones de pescadores.

1.- Evolución histórica de las cofradías.

Las más antiguas cofradías de pescadores de Euskal Herria germinaron en la Edad Media. Más concretamente, los orígenes de las agremiaciones náuticas de Hondarribia, San Sebastián, Deba, Lekeitio, Bermeo y Plentzia se sitúan entre los siglos XIII y XIV. Sustancialmente, son dos las coordenadas en las que se enmarca la génesis de las cofradías de mareantes del País Vasco:

a) Por una parte, el importante desarrollo que las actividades económicas vinculadas a la mar y muy, especialmente, la pesca, experimentan en la costa vasca a partir del siglo XI. El auge de la economía marítima hace aflorar en el litoral una serie de comunidades pesqueras que, con el paso del tiempo fueron estructurándose y dando paso a la creación de las cofradías.

b) Por otra, la fuerza con la que arraigó en el continente europeo, la tendencia a agrupar a los oficiales que desempeñaban un mismo oficio en torno a una suerte de entidades piadoso-profesionales que, bajo la advocación del Santo patrón, procuraban ordenar hasta en sus últimos detalles el modo en el que habían de desempeñarse los oficios agremiados. Las corrientes corporativistas echaron raíces también, en la cultura laboral del Pais Vasco y, por supuesto, no dejaron al margen el específico y singular ámbito de la pesca.

Pero, no todas las cofradías de pescadores de Euskal Herria datan de la Edad Media. El modelo de organización que asumieron las más primitivas agremiaciones marineras fue extendiéndose de modo progresivo a otros enclaves portuarios, cuyas comunidades de pescadores acabaron también estructurándose en torno a una Cofradía. En el proceso de generalización de esta fórmula organizativa a la práctica totalidad de los puertos pesqueros, destaca muy especialmente el siglo XVII. Al socaire de la fuerte crisis que en esta etapa histórica padecieron las actividades económicas de carácter comercial y artesanal, fueron, en efecto, tomando cuerpo, las cofradías de Pasaia, Orio, Zarautz, Getaria, Mutriku, Ondarroa, Ea, Elantxobe, Mundaka, Algorta, Portugalete y Somorrostro.

El hecho de que los periodos en los que mayor intensidad reviste el proceso de constitución de hermandades marineras coincida en el tiempo con etapas económicamente depresivas, autoriza a pensar que, en buena medida, la formalización de estas corporaciones obedeció, cuando menos de modo inmediato, al objeto de emplearlas como dispositivos de defensa frente a los embates de la crisis económica.

A partir del siglo XVII, que enmarca la constitución de las últimos gremios de mareantes, cofradías y pescadores pasaron a formar un binomio indivisible, no sólo en el litoral vasco, sino en todos los puertos pesqueros del Cantábrico. Así lo percibía un pescador vizcaíno, al afirmar en 1708:

"...que las cofradías como la de dicha Santa Clara de la villa de Hondarroa (hay) en todos los puertos marítimos de este dicho Señorío como son la villa de Lequeitio, Puebla de Hea, Puerto de Elanchobe, Mundaca y esta dicha villa de Bermeo, en las de Plencia y Portugalete, como también en Castro, Laredo, Santander, San Martin de Llerena, Comillas y San Bizente de la Barquera, Laires, Rebelizin, Lastres, Ribadeo, San Ziprian, Bibero, Barias, Coruña, Pontebedra y otros puertos del Reyno de Galicia, Prinzipado de Asturias y de las quatro villas de los puertos de la mar; y en la noble Probincia de Guipuzcua, en la billa de Motrico, Guetaria, Ziudad de San Sebastián y otros puertos, todos ellos teniendo sus santos patronos titulares conforme su devoción y lo a visto el testigo por haver estado en ellos..."

Pero el proceso de constitución de las cofradías de pescadores al que brevemente hemos hecho referencia en las líneas anteriores no se produjo sin dificultades. El mayor obstáculo con el que tropezaron las comunidades pesqueras del litoral que pretendían agruparse en torno a una cofradía, tenía su origen en la desconfianza que, en general, suscitaban en los monarcas y las cortes castellanas, las corporaciones que mediaban entre el pueblo y la autoridad pública socabando, directa o indirectamente, los poderes de ésta. En cuanto agrupaciones humanas distintas y, hasta cierto punto paralelas a la comunidad política, las cofradías de pescadores se vieron sujetas, también al régimen jurídico establecido en la órbita castellana para ordenar las asociaciones profesionales de corte gremial, que condicionaba la válida constitución de éstas a la previa autorización real. En relación con este cabe observar que la gran mayoría de las hermandades constituídas en la época medieval obtuvieron confirmación regia entre los siglos XV y XVI, si bien, las que germinaron en la Edad Moderna, sólo excepcionalmente se sometieron a la aprobación de la Corona.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y los albores de la centuria siguiente, el sector pesquero vasco vio peligrar este modo de organización laboral ante el fuerte ataque que el liberalismo y, muy singulamente, su postulado económico fundamental de la libertad de industria propinaron en toda Europa contra las agremiaciones profesionales. El movimiento anticorporativista sumió a las cofradías de pescadores en una profunda crisis, de la que, sin embargo, éstas pudieron salir indemnes; de tal suerte que, hoy en día, puede afirmarse que son prácticamente el único testimonio vivo de los gremios profesionales de origen medieval.

En la actualidad, casi todas las poblaciones pesqueras tienen su propia cofradía, aunque su pujanza y vitalidad difiera notablemente entre unos puertos y otros. Los gremios mareantes cuentan, además, con pleno reconocimiento legal. Su regulación está contenida en la Ley Vasca del 25 de junio de 1998 que caracteriza a las cofradías como Corporaciones de Derecho Público.

2.- Estructura interna de las cofradías.

Tal como ocurriera con la mayoría de las corporaciones profesionales de Europa, las cofradías de pescadores de Euskal Herria se estructuraron atendiendo al principio de jerarquía. De los tres niveles existentes, el más elevado lo ocupaban los patrones o propietarios de los barcos y traineras que los cofrades empleaban para faenar; en segundo lugar estaban los pescadores ordinarios, y en tercer lugar los aprendices, que aprendían el oficio mientras echaban una mano en las tareas de a bordo.

El poder de la cofradía se solía concentrar, por lo general, en la figura de los maestres, quienes, además de ostentar el mando en prácticamente todos los ámbitos del oficio, disponían del dinero y bienes de la cofradía; una posición de supremacía aún apreciable en el desarrollo actual de las cofradías.

El gobierno interno de las cofradías recaía en las juntas generales y en el mayordomo, ambos órganos reservados casi en exclusiva a los maestres de lanchas. En lo que respecta a las juntas generales cabe decir que si bien en un principio agrupaban a todos los pescadores, a partir del siglo XVII se situaron plenamente bajo el dominio de la clase propietaria. Por su parte, la mayordomía, acabó reservándose también, a los maestres de lancha.

Desde que, en el siglo XIX, el liberalismo provocara la extinción de las agrupaciones gremiales, en la mayoría de los oficios se fue produciendo una clara disociación organizativa entre la clase patronal y la trabajadora. La unidad profesional que antaño garantizaba el gremio dio paso a un panorama dual en el que patronos por un lado y trabajadores de otro, tendieron a agruparse sociedades distintas, cada una de las cuales tenía por objeto defender los específicos intereses de la clase a la que representaba.

En el ámbito pesquero, sin embargo, la subsistencia de las estructuras gremiales hizo que tanto los propietarios de las embarcaciones como los pescadores que las tripulaban siguieran compartiendo una misma asociación profesional. Con todo, los equilibrios de poder internos han experimentado profundas mutaciones durante los últimos años. Los pescadores han ido ganando terreno en la estructura orgánica de la cofradía, hasta llegar a la situación actual, en la que armadores y trabajadores gozan de una posición prácticamente equiparable tanto en la Junta General del gremio como en las Comisiones directivas previstas en la legislación vigente. Además, tanto la Presidencia como la Vicepresidencia de la cofradía pueden recaer hoy en día indistintamente sobre un armador o sobre un pescador, si bien, se prohibe que ambos cargos sean simultáneamente ostentados por cofrades de un mismo grupo; si uno es patrón, el otro habrá de ser necesariamente marinero.

3.- Funciones de las cofradías.

Las cofradías pesqueras realizaban dos tipos de funciones. Por una parte, se ocupaban de todos los aspectos relacionados con la actividad extractiva: regulaban dónde, cómo y cuándo había que salir a pescar, se responsabilizaban de la seguridad de alta mar, vendían el pescado en el puerto, resolvían los conflictos originados entre los cofrades con motivo de la profesión y, en general, defendían los intereses de la comunidad pesquera.

Pero, además de estas tareas marítimas, los cofrades tenían también obligaciones de carácter religioso. El hecho de que los gremios se encomendaran a un Santo (en la mayoría de los casos a San Pedro, aunque también a Santa Clara, San Nicolás y San Telmo) confería a las entidades un sentido religioso que explicaría el vínculo existente entre las cofradías y la celebración de misas por el patrón, por los pescadores fallecidos o por el buen tiempo.

El aspecto que actualmente predomina en las cofradías de pescadores es el profesional, acogiendo en su seno a todos los que se dedican a la pesca de bajura y organizando su trabajo en conexión con la Administración, sin olvidar sus principales funciones principales, que, igual que antes, consisten, muy resumidamente, en hacerse cargo de la seguridad laboral de los pescadores y de proceder a la venta del pescado. Las misas que antaño tan frecuentemente se oficiaban con el fin de dinamizar la vida religiosa del gremio, en la actualidad no se celebran más que para celebrar la festividad del patrón.


Josu Erkoreka Gervasio
Fotografías: De la página web del Gobierno Vasco (Dirección Portuaria)

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