La
Feria del Libro y Disco Vascos de Durango cumple este año
su 35º aniversario. Desde que su primera edición en 1965
de la mano de la Asociación Cultural Gerediaga, la Feria
ha sido durante todos estos años el punto de encuentro
de las editoriales vascas. El actual presidente de la citada asociación
tenía dieciocho años la primera vez que se acercó
a sus estanterías, y desde entonces se ha mantenido fiel
a la cita anual, "salvo un año en que estuve en Madrid
cumpliendo el servicio militar. Pero todas las demás ocasiones
he asistido a la Feria, bien como comprador, bien como colaborador".
Aldekoa-Otalora se hizo responsable de la Asociación Gerediaga
entre 1976-77, y desde 1983 ostenta su presidencia.
-¿Cómo surgió
la idea de organizar una Feria del Libro y Disco Vascos? Durango (al decir Durango
me refiero al Duranguesado) pasó de manos de Navarra a
formar parte de Bizkaia en un momento bastante tardío,
hacia el año 1200. Los representantes de los municipios
vizcaínos se solían congregar en Gernika, pero el
Duranguesado sólo tenía tres representantes, hecho
que manifiesta que a los habitantes de esta zona no se les consideraba
auténticos vizcaínos. La elección de esos
tres representantes que acudirían a Gernika se realizaba
entre las doce anteiglesias y cuatro ciudades del Duranguesado,
en las Juntas de Gerediaga. Las últimas Juntas se celebraron
poco antes de que tuviera lugar la abolición los Fueros.
Así es como nos lo han contado nuestros abuelos. Los
habitantes de Durango, aunque somos vizcaínos, tenemos
una personalidad propia. La Asociación Cultural Gerediaga,
integrada por los representantes de todos los pueblos, se fundó
en la época franquista, en verano de 1965, y organizó
la primera Feria del Libro de Durango aquel mismo año,
a finales de octubre y primeros de noviembre, en la festividad
de Todos los Santos. La Feria tuvo lugar en los bajos de la Iglesia
de Santa María, donde se expusieron sobre todo antiguos
libros vascos, ya que la producción de entonces no era
tan extensa como la actual. Sin embargo, habría que subrayar
la relevancia que todo lo vasco adquiría en tiempos franquistas.
El año siguiente, la Feria no se pudo celebrar por encontrarse
los bajos de la Iglesia en obras, pero de ahí en adelante
se ha celebrado año tras año.
-La Feria cumple este año
su 35º aniversario. ¿Qué aspectos de su andadura destacaría? La Feria de Durango
ha sido la Feria de las editoriales, y hemos conseguido que ese
aspecto permanezca intacto. En los años posteriores a la
dictadura, entre 1975-81, trajimos muchísimas nuevas editoriales
y libros, y las publicaciones que hasta entonces habían
permanecido vetadas se empezaron a exponer en Durango. Hemos conseguido
que, al igual que en los comienzos, la Feria sea también
de las editoriales. Un libro no se exhibe en un stand por tratarse
de un best-seller mundial, sino por decisión de la editorial.
Creo que el púbico, aunque inconscientemente, lo acepta.
Y no sólo eso, sino que además lo agradece.
Otro
importante aspecto a recalcar es el éxito que está
teniendo la Feria. Lo que empezó siendo una iniciativa
popular en una difícil y oscura época, hoy día
cuenta con el beneplácito general, tanto de la Administración
como de los ciudadanos de a pie. En resumidas cuentas, hemos conseguido
que la Feria de Durango sea la Feria de Euskal Herria, la Feria
nacional, que en mi opinión lo ha sido desde sus comienzos,
aunque puede que en los últimos años se haya visto
más claramente.
-La Asociación Gerediaga
ha manifestado en reiteradas ocasiones que la Feria de Durango
no es una Feria para profesionales, sino que es más bien
un encuentro cultural. Los días en
que tiene lugar la Feria, Durango se convierte en un punto de
encuentro cultural. Sin restar ningún mérito a las
Ferias de Bilbao, de Arrasate o de San Sebastián, diría
que están más dirigidas al profesional, y aunque
las organicen lo mejor posible, lo cierto es que nuestra Feria
tiene un aura misteriosa. La gente llega de toda Euskal Herria
para reencontrarse con sus amigos. Puede que en las ferias de
Bilbao, Tolosa o San Sebastián no haya tal aglomeración;
por lo menos de Durango no suele acudir tanta gente. En ese sentido,
Durango tiene un encanto especial.
-La Feria de Durango recibe
subvenciones del Gobierno Vasco. ¿Hasta qué punto condicionan
estas ayudas la actividad de una Feria? Como antes he mencionado,
en la actualidad la Feria cuenta con el visto bueno de las instituciones.
Nuestra relación con el Gobierno Vasco se remonta a 1980,
y, aunque el mayor peso recae sobre la Asociación Gerediaga,
el Gobierno, que siempre ha considerado esta Feria como Feria
Vasca, también consta entre los organizadores. Digamos
que se trata de una especie de colaboración. Además,
en mayor o menor medida, también colaboran las tres Diputaciones
Forales de la Comunidad Autónoma Vasca. Antes también
solía hacerlo la Diputación Foral de Navarra, pero
dejó de hacerlo al convertirse en Comunidad Autónoma.
Aun así, en la Feria exponemos libros de Navarra, inclusive
los publicados por el Gobierno navarro. ¿Que hasta qué
punto nos condiciona? En este país ninguna iniciativa resulta
una empresa fácil, y no sólo por causas económicas
o ideológicas. Imaginemos que la organización de
la Feria corre exclusivamente a cargo de la Asociación
Gerediaga, sin ningún tipo de subvención, que le
ha tocado la lotería. Incluso en ese caso, procuraríamos
que todas las ideologías tuvieran cabida. No cabe otra
alternativa; en este país existe una pluralidad. No se
trata de que la Administración preste su ayuda o no. Se
trata de conseguir un equilibrio; equilibrio que, en mi opinión,
en nuestro caso se da.
-La Feria se ha visto ante
el problema de no contar con un emplazamiento fijo. ¿Qué
hay de ese problema?
Para
la presente edición, hemos decidido levantar cinco stands
menos. Aunque hayamos recibido más peticiones, y contábamos
con el espacio suficiente para albergar a todos, hemos creído
conveniente ahorrar espacio para la gente. De modo que físicamente
habrá menos stands, pero no por falta de espacio, sino
para que la gente disponga de más espacio. ¿Que para cuándo
una ubicación fija? Eso se lo deberíamos preguntar
a la Administración, al Consistorio, a la Diputación
Foral y al Gobierno. Después de tantos años en funcionamiento,
la Feria merece una ubicación definitiva o, al menos, para
algunos años, un emplazamiento que además no sólo
acogería a esta Feria. Sé que el Ayuntamiento comparte
este deseo, pero la verdad es que estas cosas suelen ir muy despacio.
-¿A qué criterios se
atienen a la hora de decidir qué peticiones aceptar y cuáles
rechazar? Cómo
organizadores, hacemos un seguimiento de la producción
anual de cada editorial. Puede que si las editoriales de enciclopedias
estuvieran en siete stands en lugar de en dos la Feria resultara
más atractiva, pero si una editorial cuenta con una sola
enciclopedia, puede surtir el efecto contrario. Andamos rozando
entre lo subjetivo y lo objetivo. ¿Puede uno ser subjetivo con
unos mientras es objetivo con otros? No. Aunque en algún
momento hayamos podido establecer algún que otro veto,
creo que nunca hemos llegado a enfadarnos con una editorial por
las posibles limitaciones.
-Tomando como ejemplo la Feria
de Durango, en Donibane-Lohitzune se creó otra Feria del
Libro y Disco. ¿Qué tipo de relación mantienen ambas
Ferias? Ninguna relación
especial. No son "hijos" nuestros, pero "primos" al menos sí.
Hemos coincidido en algún acto, también en Durango,
y hemos compartido impresiones. Estas Ferias suelen dirigirse
a las editoriales, y así es como se encauzan los intercambios. En
el mundo de las Ferias no sólo estamos los organizadores;
hay asimismo otras necesidades e intereses en torno a las editoriales,
a cuyas opiniones concedemos una especial importancia. En todo
caso, en estos momentos no tenemos ningún convenio que
nos obligue a actuar de forma conjunta.
-¿Y con Cataluña y Galicia,
Comunidades Autónomas asiduas en Durango? Sí,
pero la relación que tenemos con ellas es la misma que
tenemos con los de la Feria de Donibane-Lohitzune. El moverse
por las Ferias sirve al menos para establecer contactos. Puede
que en cierta medida nuestro papel sea el de hacer de puente.
Aunque si otros lo hacen en nuestro lugar, pues fenomenal.
-Hace dos años la Feria
del Libro de Cataluña decidió desplegarse a otras
zonas. ¿Ha barajado la Feria de Durango esta posibilidad?
En
tanto que la organización de la Feria recaiga en la Asociación
Gerediaga, en nuestra opinión, y en la de casi todas las
editoriales que participan en la Feria, ésta debería
seguir celebrándose en Durango. Alguna que otra vez sí
que nos han tentado con la idea de trasladarla a Bilbao o a alguna
otra ciudad, pero incluso las editoriales tienen sus recelos,
porque no es fácil cambiar las costumbres de la gente.
Ninguno de los que organizamos la Feria tenemos intención
de trasladarla de Durango a otra ciudad. Cada vez que se nos plantea
la cuestión, antes de que nosotros nos pronunciemos lo
hacen las editoriales.
-Cada año conceden más
terreno a la informática. De hecho, en la anterior edición
presentaron la página web de la Feria. ¿Qué objetivos
se ha marcado la Feria en torno a las nuevas tecnologías? Tratamos
de ir al paso que lleva el mundo. Lo ideal sería ir por
delante, pero estar a la par no está nada mal. No podemos
quedar anclados en el año 1500. A las nuevas tecnologías
no sólo les tenemos que abrir las ventanas, sino también
las puertas, y además de par en par. Procuramos que la
Feria responda a esa voluntad, y que esa producción esté
integrada en ella.
-De cara al futuro, ¿qué
retos se ha fijado la Feria de Durango? Puede que el reto principal
sea el relativo al espacio físico que antes comentaba,
porque el poder contar con una ubicación estable ensalzaría
la Feria. La primera ubicación tenía su encanto,
pero la calidez del nuevo soportal es innegable. Por otra parte
está la cuestión, que no sé si se puede considerar
reto o no, y que tampoco sé cómo habría que
encauzar, de que la Feria sea también una Feria de los
profesionales. Que, como en Frankfurt, haya un contacto entre
los escritores y los editores. Si lo suelen hacer a lo largo del
año, ¿por qué no en Durango? ¿Y por qué no
invitar a Durango a alguna persona de Bélgica, Frankfurt
o Brasil para que adquiera la exclusiva de Bernardo Atxaga?. Digo
Bernardo Atxaga porque en cuanto escuchamos su nombre se nos cae
la baba, pero puede ser cualquier otro. ¿Por qué no vienen
las editoriales extranjeras a Durango a conocer la producción
del País Vasco y establecer contactos con autores y editoriales
vascas? Ése podría ser uno de los mayores retos.
Pero no estoy seguro sobre cómo se debería actuar.
Yo creo que Durango no sólo tiene que abastecer a Euskal
Herria, sino que también tiene que mirar al exterior. Quizás
debiéramos traer a los extranjeros, para así expandir
nuestra identidad por el mundo.
-Ha hecho alusión a
Frankfurt. ¿Siguen de cerca el desarrollo de las Ferias extranjeras? Algo sí. Los
representantes vascos en Frankfurt exponen una docena de libros.
Pero los primeros en acudir a esa Feria fuimos los de la Asociación
Gerediaga,
gracias a una beca del Gobierno Vasco, y allí establecimos
una serie de contactos. Pero lo que trato de decir es que hay
que entablar relaciones entre los profesionales. Hace 200 años
Humboldt vino a Euskal Herria, y Europa conoció más
nuestro idioma gracias a él. Puede que el siguiente paso
tenga que seguir esa línea, para que los grandes imperios
empiecen a tratar con el euskera. Sería verdaderamente
enriquecedor, para todos.
-¿Quién debería
dar ese paso? Puede
que a nosotros nos corresponda hacer de puente. No es fácil
determinar quién tiene que dar el paso. ¿Lo tenemos que
dar nosotros? ¿Tenemos que ser nosotros quienes estrechen los
lazos entre los profesionales para que luego se llenen los bolsillos?
No es fácil.
-¿Qué proyectos tiene
la Asociación Gerediaga a corto plazo? Por
una parte está la Feria, pero por otra parte queremos conservar
la identidad o espíritu propio del Duranguesado. Recuperar
el pasado, descubrir y determinar nuestros orígenes, etc.,
aunque sea necesario, no es suficiente. Queremos vivir en un mundo
plural, pero sin renunciar a nuestra identidad. La arquitectura
de nuestros caseríos difiere completamente de la de Arratia,
y, desde luego, de la de Cáceres. Todos esos rasgos que
nos caracterizan los tenemos que conservar, igual que el euskera
o las montañas que nos rodean, pero desde una perspectiva
actualizada, no del siglo XVIII. Todo esto nos ha llegado hasta
el siglo XXI gracias a que alguien se ha hecho cargo de su conservación,
y nosotros tenemos la obligación de transmitir ese espíritu
a nuestros descendientes.
Fotografías: Estibalitz Ezkerra
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Euskonews & Media 102.zbk (2000 / 12 /
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