Kalitatea Fundazioa surgió de la mano del Departamento de Agricultura
y Pesca del Gobierno Vasco. Esta fundación se encarga
de gestionar el certificado de calidad "Eusko Label",
y su presidente es German Murumendiaraz. Hasta hace poco tenían
sus oficinas en la Escuela de Agricultura de Arkaute, pero para
finales de año se trasladarán a Abadiño.-
-¿Qué es
Eusko Label y porqué surgió? Kalitate Fundazioa
es la institución que gestiona el Eusko Label, y nosotros
comenzamos a trabajar en 1992. Al principio había sólo
unos pocos, pero hoy formamos un grupo de trabajo de 20 personas.
El label es una etiqueta, "label" es una palabra inglesa
que significa etiqueta. Así pues, eusko labela es la etiqueta
vasca. La función de esta etiqueta es la de identificar
nuestros productos y distinguirlos de otros productos del mercado.
Cuando entramos en la Comunidad Europea se produjo un gran cambio
en todos los aspectos, también en la agricultura. En este
campo existían límites en cuanto a la cantidad
para traer productos de Francia o de otros países de Europa,
y, además, también estaban los aranceles. Como
la competencia exterior no les perjudicaba tanto, los baserritarras
de aquí no se preocupaban de vender sus productos, sino
que eran los consumidores y distribuidores quienes se los compraban.
Hasta entonces no se había hecho ese esfuerzo de vender,
no había necesidad. Se podría decir que se consumía
de espaldas al mercado, sin preguntar al consumidor lo que quería.
Además, dependiendo del producto, lo que se consumía
en Euskal Herria era solamente el 10, 20 ó 30%. Es decir,
nuestro autoconsumo estaba bastante bajo. Y en esa situación
era bastante fácil producir y consumir aquí.
Después de entrar en la
Unión Europea, pasamos de un mercado pequeño a
otro bastante más amplio. Con los acuerdos que se consiguieron
allí desaparecieron las fronteras, e inmediatamente comenzó
la oferta exterior tanto en la variedad de los productos como
en la cantidad de los mismos. Por otra parte estaban los cambios
que se habían producido en el campo de la distribución.
Entonces no existía lo que hoy en día llamamos
sistema moderno de distribución (supermercados, etc.).
Como consecuencia de los cambios, aparecieron problemas para
vender los productos. Teníamos que hacer algo ante aquello.
Comenzamos por analizar nuestra situación teniendo en
cuenta tanto el producto como el mercado, y Eusko Labela fue
la herramienta que encontramos
para proteger nuestros productos, al fin y al cabo, si queríamos
que el consumidor comprara nuestros productos, primero teníamos
que enseñarle cuáles eran. Hay que tener en cuenta
que los primeros productos se vendían directamente, es
decir, no hacía falta identificar el producto porque el
comprador ya sabía quién era el productor. Pero,
ese aspecto se ha ido restringiendo al ir cambiando también
las costumbres en el consumo de alimentos. Esa red ha ido perdiendo
importancia mientras otras, por el contrario, han ido adquiriéndola.
Por ello, el primer paso debía ser salir del anonimato
y pasar a la identificación. La consecuencia es un mayor
trabajo, ya que a la producción se le añaden los
trabajos de preparación, envasado e identificación.
La reacción suele ser contraria a los productores, pues
después de todo ese trabajo, no se consiguen los precios
habidos hasta ahora. Sin embargo, nosotros les decimos que si
no siguen por ese camino, sus productos tendrán dificultades
para ser vendidos.
-¿Cómo trabaja
esta etiqueta vasca? Nestor Basterretxea
hizo el diseño K de la etiqueta, y, como ya he dicho,
se creó una normativa para su utilización. Estaba
dirigida, sobre todo, a las asociaciones del sector, pero ocurrió
que se hizo el reglamento y nadie lo había pedido, porque
eso implicaba que existiera una organización de la gente
del sector. El sector debía creer en el producto. Entonces
nos dimos cuenta de que si no hacíamos nada nadie tomaría
parte en esto, por eso empezamos a promover la etiqueta desde
la administración. El sector era quién debía
trabajar, pero lo que no podía hacer por no estar bien
preparado, lo hicimos desde la administración. Hoy en
día es Francia quien más ha desarrollado la etiqueta
de calidad, allí ya existe una conciencia en ese aspecto.
El sector agrario tiene mucha fuerza y por eso está mejor
organizado. En ese aspecto, nosotros no somos así.
Por otra parte, había que decidir qué productos
empezaríamos a promover, y pusimos la condición
de que detrás del producto debería haber mucha
gente, es decir, que el producto tuviera importancia social.
Por ese motivo comenzamos con la carne, la leche, la patata,
pero muy despacio. La cuestión era que antes de trabajar
el producto teníamos que estudiar qué variedades
serían las apropiadas, teníamos que estudiar todo
el proceso en general. Una vez analizados todos los factores
se pude saber si la etiqueta ayudará o no. Nosotros teníamos
claro desde el principio que sería una etiqueta que sirviera
de ayuda, pero, si no hacíamos bien lo demás, no
conseguiríamos nada sólo poniendo la etiqueta.
-¿Qué pasos
tiene que dar un producto para conseguir el Label Vasco de calidad? Cuando creamos la
etiqueta vasca, teníamos que decidir a quién se
la daríamos. Así que miramos producto por producto
y a cada uno le pusimos su reglamentación. En la normativa
está bien especificado qué semilla hay que escoger,
qué variedad o raza, cómo producir, etc. El producto
que cumpla estas condiciones llevará la etiqueta, los
demás no.
Primero hicimos
una selección, y algunos productos tuvieron que esperar.
Por ejemplo, aquí no se producía mucha alubia,
y pasamos cinco años seleccionando las semillas. A la
carne le dimos mucha importancia, porque hay muchos baserritarras
que se dedican a su producción. Pero, en general, cuando
se produce una petición, se crea un grupo de trabajo,
que reúne a técnicos y productores para, entre
todos, estudiar el producto. Es decir, analizan si el producto
tiene salida o no. Cuando se ve que tiene posibilidades, se presenta
el producto, se establecen las condiciones de producción
del mismo y se le elabora la etiqueta. Todo producto tiene una
normativa, bien definida además. En la normativa se establecen
zonas de producción según el producto de que se
trata (algunos productos, debido al clima, no pueden crecer en
cualquier sitio), se fija el proceso de producción, y
también está recogido en la normativa cómo
hay que comercializarlo, en qué envases, como debe estar
identificado, etc. Por otra parte, y especialmente con el ganado,
tenemos en cuenta cómo crece. Le damos gran importancia
al bienestar del ganado. Y por último, nuestro siguiente
quehacer es observar si se cumple o no la normativa, es decir,
hacer un seguimiento del producto.
-¿Y si no se cumplen
las normas?
Está recogido en el mismo reglamento: si no se cumplen
las condiciones, se dará un primer aviso al productor,
incluso un segundo. Pero, si no hace caso, no podrá utilizar
la etiqueta.
-¿Cuantos productos
han conseguido el label hasta ahora?
Muchísimos: la carne vasca, el pollo de caserío,
el cordero, la leche de vaca pasterizada, el pimiento de Gernika,
las guindillas de Ibarra, el tomate vasco, la alubia vasca (con
tres variedades: alubia de Tolosa, alubia de Gernika y pinta
de Alava), la patata alavesa, la miel, el bonito (llevamos ya
tres campañas trabajando con el bonito); en lo que se
refiere al caserío vasco, hortalizas (además del
pimiento y el tomate hay incluidas otras hortalizas), y, entre
los productos que tienen de la denominación de origen,
el vino de la Rioja alavesa, el queso de Idiazabal, el chacolí
de Getaria, el chacolí de Vizcaya, y además productos
ecológicos, producidos a través de la agricultura
ecológica. Además de los que tienen el label vasco,
también promocionamos y damos publicidad a productos que
poseen la denominación de origen o alguna característica
de calidad. Aunque cada uno tenga su propia personalidad, cuando
hacemos publicidad o damos a conocer estos productos, los metemos
en el mismo grupo.
-Algunos sectores agrícolas
se han levantado contra las multinacionales. En su opinión,
el mercado se preocupa más de la productividad que de
la calidad. Ultimamente se está
dando ahí una lucha. Cuando entramos en la Unión
Europea el mercado se extendió, y ahora, con la globalización,
se ha internacionalizado. La Europa unida no puede ser internacional,
porque todos formamos parte de ella, pero saliendo a otros países
la competencia se hace mayor, pues América y otras naciones
quieren entrar en nuestro mercado. Nuestro
modelo productivo es muy diferente. Aquí la mayoría
son caseríos pequeños, que no tienen mucho terreno
y, además, normalmente está en cuesta. Cerca de
un 85% son tierras reconocidas como agricultura de montaña.
Nosotros no podemos competir con otros modelos productivos, que
están en sitios llanos, con posibilidad de utilizar maquinaria,
etc. Los costos que tienen ellos, en comparación con los
nuestros, son pequeños, y por eso no podemos seguir por
ahí, tenemos que buscar otra estrategia, pero no se trata
solo de buscar, también hay que mantenerla, y eso se consigue
ofreciendo calidad.
Hablar de calidad es entrar en palabras mayores, pero la interpretación
de esta palabra cambia según el punto de vista de cada
uno. La calidad debe ser interpretada con características
que se puedan medir, si no cada uno lo entenderá a su
manera. Primero se analizan los productos, utilizando para ello
criterios que puedan ser medidos, y, de este modo, se decide
si el producto es necesario o no. Además, el consumidor
debe notar esa calidad. Son producciones cuidadas y deben ser
diferentes a otros productos, porque cada vez se venden mas productos
con el mismo nombre. Está claro, el precio del producto
que ofrece un productor va unido a la calidad. El productor tiende
a producir la variedad que mayor cantidad y menor número
de problemas le dé, pero eso, generalmente suele ir en
contra de la calidad. Hoy en día hay mucha diferencia
en el precio de unas u otras variedades, ahora bien, al comerlas
también se nota la diferencia.
Al hablar de calidad hay que tener en cuenta otro aspecto: la
ética de calidad. Es decir, si en el proceso de producción
se ha tenido en cuenta el medio ambiente, qué abonos se
han utilizado, si se ha pagado mano de obra o no, etc. Hay que
tener en cuenta estas cosas, ya que al final todo ello le da
peso a la calidad.
-El consumidor, a menudo,
hace la compra dejándose guiar por los precios.
Yo diría que, por suerte, cada vez menos. En los últimos
tiempos ha habido un cambio en las costumbres de consumo. En
general, la cantidad ha disminuido, pero la calidad ha aumentado,
aunque siempre hay excepciones. Pero, es verdad que se ha dado
un cambio y que el consumidor cada vez mira más la calidad.
También al precio, porque hay que llegar a final de mes.
Tenemos que hacer un gran trabajo para que se den esos cambios
y para hacer más sensible al consumidor. Si ven que nuestros
productos son mas caros, tenemos que mostrarles como se han producido,
a través de la publicidad y de las promociones. En ese
campo estamos actuando utilizando medios como televisión,
radio, periódicos, publicaciones semanales, etc. A parte
de esto, también metemos publicidad, y, además,
desde hace dos años estamos dando conferencias con asociaciones
de consumidores, e incluso organizamos viajes de un día,
en los que enseñamos a la gente todo el proceso de producción
de diferentes productos. Al fin y al cabo, la palabra sola no
vale, el consumidor también tiene que ver el proceso.
Sin embargo, los resultados no suelen ser a corto plazo. De todos
modos, yo creo que hay una respuesta muy buena por parte de los
consumidores y también de la sociedad.
Nuestra mayor preocupación es hacer bien las cosas, para
que el consumidor que ha puesto su confianza en un producto dado
no tenga lugar a quejas, o que no ocurra que el producto no cumple
las condiciones. Por eso intentamos también concienciar
al productor explicándole la gran responsabilidad que
tenemos.
-Ante los escándalos
surgidos últimamente alrededor de los productos alimenticios
(como el caso de las vacas locas), ¿cómo se puede
proteger el consumidor? ¿Cómo pueden evitarse esos
casos?
Al consumidor hay
que decirle que puede tener confianza en estos productos. Nosotros
organizamos muchas actividades para darnos a conocer, pero este
tipo de escándalos tienen mucha influencia. Cuando ocurre
algo así, vemos que nuestros clientes aumentan. La gente
se asusta y busca seguridad. Generalmente son clientes que hasta
entonces le han dado mas importancia al precio que a la calidad.
Hoy en día, un producto puede ser mas caro, quizá,
pero, si se compara, hay que hacerlo con un producto igual. Por
ejemplo, pueden decir que el pollo vasco de caserío es
caro, pero no se puede comparar con otros pollos. Puede haber
una excepción, pero hoy por hoy no se puede decir que
sean mas caros. Al menos hasta ahora, quien mayor provecho ha
conseguido con esta etiqueta ha sido el consumidor. Desde el
comienzo estaba claro para nosotros que éste debía
ser nuestro objetivo. Si el consumidor queda conforme, consumirá
el producto y aumentará la demanda, y así el productor
puede continuar fabricando esos productos. Al fin y al cabo,
todo el proceso es una cadena.
Antes también ocurrían escándalos, y muchos
más que ahora. Ahora hay mas responsabilidades y podemos
saber lo que sucede a través de los medios de comunicación.
La consecuencia de estos escándalos es que cada uno intenta
tomar sus medidas. Para evitar estos contratiempos hay que hacer
las cosas bien y encauzarlas, y, para ello, hay que convencer
y sensibilizar a toda la gente. Porque estamos hablando de una
actividad económica, y en una actividad económica
siempre hay gente sin escrúpulos. Durante años
hemos seguido un modelo productivo intensivo, teniendo como único
objetivo producir a bajo coste, pero creo que hemos traspasado
esa barrera, y ahora tenemos que volver atrás. Con ese
modelo intensivo siempre existe un riesgo, pero si continuamos
con el modelo que seguimos ahora no tendremos ningún problema.
-Otro tema que está
muy de actualidad es el de los productos transgénicos.
No existe acuerdo entre los países europeos, y la Unión
Europea tiene problemas para su reglamentación. En referencia a este
tema, hay diferentes opiniones y se están consiguiendo
algunos acuerdos. Aquí mismo existe un plazo para trabajar
con patata transgénica. Los técnicos que trabajan
en este campo están a favor de ello, y las asociaciones
de consumidores en contra. Yo creo que estamos en un momento
importante, porque se están haciendo investigaciones que
van a venir muy bien. En mi opinión, deberíamos
continuar investigando y trabajando, tal como lo estamos haciendo
ahora, pero técnicamente no tengo el suficiente conocimiento
para asegurar qué tipo de beneficios o perjuicios puede
conllevar esta materia. De todos modos, desde mi punto de vista
de consumidor creo que mientras las cosas no estén claras
habrá que seguir investigando. Muchas veces ocurre que
hemos ido demasiado lejos y tenemos que volver otra vez hacia
atrás, pero, ¿hasta dónde debemos volver?
En esta cuestión tanto los de un lado como los del otro
solemos irnos a los extremos. Bueno, al fin y al cabo, esa discusión
es una estrategia, para estudiar dónde debemos empezar.
-Algunos agricultores vascos,
haciendo frente a los problemas, han apostado por la agricultura
ecológica. Incluso algunos productos ecológicos
han conseguido la etiqueta vasca.
La agricultura ecológica está muy unida a una forma
de plantearse la vida, no sólo a la alimentación.
A mí esa elección me parece muy bien, pero, al
estar unida a una forma de vida concreta, tiene sus límites.
El problema que existe ahí es que muchos intermediarios
no creen demasiado en este tipo de agricultura y sólo
impulsan la actividad económica. Es elogiable hacer las
cosas bien, pero creo que es necesario hacer un seguimiento.
Hoy en día es mayor la demanda de productos ecológicos
que la oferta. Cuando se da un desequilibrio en cualquier aspecto
surge el gran peligro del engaño. Aquí no ha ocurrido,
pero en Europa y en España sí. Y si la lucha por
la calidad es dura, lo es más todavía para la agricultura
ecológica. El trabajo que nosotros desde Eusko Label hemos
hecho ha sido un paso. Al final, aunque todos tengamos el mismo
objetivo, existen diferencias a la hora de decidir los plazos,
pero, esa sensibilidad no se logra de un día para otro,
se necesita un proceso para ello. Yo diría que en esta
familia de Eusko Label no sobra nadie. Es otra opción
para los que quieran hacer agricultura ecológica.
-¿Cuáles
son los retos de Eusko Label de cara al futuro? Desde que empezamos
a trabajar hasta ahora hemos ido haciendo algunos cambios. Primero
comenzamos impulsando estos trabajos, y ahora mismo tenemos otros
productos entre manos. Pero ahora el sector mismo se está
moviendo ayudado un poco por nosotros. Por decirlo de algún
modo, le hemos pasado el testigo al sector y nosotros estamos
en otras cosas. Hasta ahora hemos sido jueces y parte del proceso:
nosotros lo hemos impulsado y nosotros lo hemos controlado después.
Ahora bien, llegado un momento hay que separar las dos partes,
y en ello estamos. Con el tiempo nos convertiremos en una institución
para la certificación de calidad de los productos. Además
de asegurar que se cumplan las condiciones para poder utilizar
la etiqueta vasca, seguiremos organizando la promoción
y publicidad del producto dirigidas tanto al mundo de la distribución
como a pequeños comerciantes, e incluso al consumidor.
Nosotros, aparte de los productos que había aquí,
hemos recuperado algunos que se producían antes, y ahora
tenemos otra clase de productos entre manos. Uno de los productos
recuperados ha sido el pollo de caserío. Aquí hay
muchos caseríos que viven de una sola especie y producto,
y promovimos el pollo como fuente de ingresos auxiliar. Y hemos
limitado la cantidad que debe producir cada caserío para
que no se dé la dedicación a un solo producto.
Para que fuera la única fuente de ingresos, habría
que producir mucho y se daría una gran concentración;
esa concentración traería problemas de medio ambiente,
enfermedades, etc. Por eso hemos limitado la cantidad. Por otra
parte, en estos momentos estamos trabajando con cerdos y haciendo
pruebas para criarlos fuera del caserío. Es decir, estamos
analizando un modelo productivo que sea atractivo para todos:
para los baserritarras, para vender en las carnicerías
y para los consumidores. También tenemos otros productos
entre manos, por ejemplo la sidra. El problema es que se trae
mucha manzana de fuera, y además de sitios diferentes.
Por otra parte, es diferente hacer sidra, y la utilización
que luego se le dará. También queremos empezar
con los transformados (carne de cerdo, etc.), pero ahora mismo
bastante tenemos con el mantenimiento de los productos actuales.
Todos los años hay que poner al día los reglamentos
y las diferentes áreas, y por ahora ésta será
nuestra tarea.
Fotografías: Estibalitz Ezkerra
Euskonews & Media 100.zbk (2000
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