A lo largo de esta centuria los
tebeos tienen oficialmente 103 años - el cómic
ha dado algunas obras geniales y otras olvidables. Pero hoy en
día es uno de los sectores más representativos
e influyentes de la cultura de masas. Debido a su ductilidad
y fácil comprensión resulta una herramienta extremadamente
eficaz a la hora de hacer llegar cualquier mensaje a un amplio
sector del público, incluyendo aquel segmento que rehusa
enfrentarse con textos elaborados y complejos. En la actualidad
la cultura reclama con fuerza el aporte de la imagen y el mundo
del tebeo puede proporcionar a la Historia la potencia de su
singular medio. En el cómic histórico, la Historia
aporta contexto y un marco referencial a unos personajes, reales
o no. Muchas veces este marco cronoespacial sufre una modificación
consciente, supeditando la realidad histórica a los deseos
e ideología del autor. Porque, para la mayor parte de
los guionistas, la pura Historia no puede remplazar un buen argumento
de ficción. Sin embargo, desde la década de los
sesenta, algunos autores han realizado álbunes que son
un trasunto fiel de la realidad histórica que quieren
reinterpretar.
Recreación de E. Bilal
de un pueblo de Iparralde en los años setenta.
Lo "vasco" en los
tebeos históricos Los vascos, en tanto
pueblo o individuos, no aparecen frecuentemente en obras extranjeras.
Francia, la principal productora de cómic histórico,
no ha prestado un tratamiento diferenciado a este tema. Esto
pudiera considerarse consecuencia del carácter "jacobino"
de cierta cultura oficial gala, pero otras regiones Bretaña,
Alsacia o Córcega - sí han llamado la atención
de guionistas y dibujantes. En España, el tema vasco tampoco
está tratado con profusión. En Iberoamérica
, pese al origen "euskaldun" de alguno de los mejores
autores, como H. Altuna, O. Zárate o J. Sasturain - el
vasco solamente aparece como personaje histórico relevante:
Bolívar, Lope de Aguirre o Elcano.
En el País Vasco Peninsular
el primer tebeo apareció en 1894, unas viñetas
en los semanarios La Semana Éuscara y El Thun
Thun. Las primeras incursiones en el cómic histórico
las realizó Juan de Zabala en Argia: el Abrazo
de Vergara, la Ley de 1839 o la Ley de 1876. Durante la Guerra
Civil, José Arrúe relató los hechos desde la óptica del Gobierno
Vasco mientras Flechas y Pelayos daba la versión
franquista de la campaña desde San Sebastián. Por
cierto tiempo, Donostia fue el principal foco de producción
de tebeos en España, hasta su sustitución por Valencia,
donde muchos artistas de izquierda trabajaban a bajo precio desde
la cárcel.
Con la Transición aparecen
tímidamente revistas de tebeos en "euskera",
como Gomikia euskaraz o Kili-kili. Pero las historietas
en el País Vasco se han interesado más por el humor
social que por la Historia. En la CAPV no existen publicaciones
periódicas de cómic de historia. En Ipurbeltz.
Euskal komikia (Erein) y Habeko Mik (HABE), bajo la
fórmula de entregas, se han ofrecido bastantes tebeos
de temática histórica y existe una editorial especializada,
Ikusager, que bajo la dirección de E. Santolaya se ha
convertido en un referente de este género en el ámbito
mundial. Su fórmula de trabajo es diferente a la del resto
del sector. La génesis de sus tebeos resulta muy laboriosa,
alrededor de dos años, porque siempre existe un trabajo
bibliográfico y de campo previo. Efectúan montajes
fotográficos de los escenarios reales y a veces la búsqueda
de la documentación les ha llevado a realizar auténticos
periplos, como el que les condujo a la URSS para entrevistarse
con el hijo de Koltsov. Este laborioso proceso convierte la mayoría
de sus álbunes en preciosistas reconstrucciones del pasado.
Otras editoriales como Ttarttalo, Erein y Orain han seguido esta
línea de trabajo a menor escala. La prensa ocasionalmente
ha editado tebeos biográficos o de aventuras de carácter
histórico. Es el caso de Gabai, pretenciosa obra
de más de 1500 páginas, repleta de reflexiones
extemporáneas. Aunque ínfulas no le faltan, ya
que declara querer cubrir el hueco que los malos profesores
y sus métodos poco pedagógicos dejan en el conocimiento
histórico de los alumnos.
Del
centenar de tebeos de tema histórico publicados, muy pocos
entran dentro del género de la "historia dibujada",
como la Historia de Navarra o los espléndidos álbunes
de Antonio Hernández Palacios Euskadi en llamas o
Gorka Gudari. Algunos son obras de aventuras bien ambientadas,
como los ciclos de Justín Hiriart y de Elvira Goitia,
que nos introducen en el mundo marítimo a inicios de la
época moderna y en las tribulaciones de los heterodoxos
durante el siglo XVII, respectivamente. Pero siguiendo una tendencia
bastante habitual, los autores se han centrado en el género
biográfico: existen más de medio centenar de estas
obras (Sabino Arana, Koldo Mitxelena, Iradier, La Monja Alférez...).
También podemos encontramos comics vinculados a acontecimientos
concretos, generalmente bélicos, pero apenas si hay álbunes
dedicados a procesos estructurales, de media o larga duración.
Con respecto al marco cronológico, existen importantes
lagunas: no hay tebeos basados en datos arqueológicos
o etnográficos, con lo que las pocas historietas ambientadas
en el Neolítico, Época Romana, Visigoda o la Alta
Edad Media muestran escenarios ambiguos o errados.
Surgidos principalmente para
consumo interno del país, muchos tebeos presentan un trasfondo
ideológico abertzale, lo que provoca cierto sesgo cronológico
y temático: desde la delirante paranoia de Euskal Historia,
pasando por la animosidad antiespañola y antifrancesa
de Gabai, hasta una tenue crítica de la incomprensión
de los estamentos de poder ante la cultura vasca presente en
la obra de G. Muro
Harriet. Otras obras, como el caso de Ikusager, no comparten
esta visión nacionalista vasca o, simplemente, no presentan
mensajes ideológicos explícitos debido a su carácter
lúdico y evasivo. La dicotomía de lo vasco frente
a lo estatal lleva frecuentemente a modificaciones del marco
cronoespacial y a interpretaciones en clave contemporánea
de hechos del pasado. Esta sensibilidad nacionalista se aplica
también a la elección de los protagonistas objeto
de las historietas. Los personajes cuya actuación se inserta
en el servicio de la Corona - los Oquendo, Legazpi o Blas de
Lezo - han merecido escasísima atención. Frente
a ello, son recurrentes las referencias a Roncesvalles, a la
represión inquisitorial o a diversas matxinadas,
dándoles en ocasiones una interpretación muy discutible.
Todas estas características
son comunes a los tebeos para consumo interno de una comunidad.
De hecho, los comics que tienen su mercado fuera del País
Vasco presentan estas características mucho más
matizadamente. La confrontación entre lo "vasco"
y el estado español, francés o británico
es lo previsible en un género que, como fórmula
general, busca contraponer la libertad individual del desvalido
héroe y las masivas e impersonales fuerzas del poder establecido.
La abundancia de biografías, generalmente de carácter
hagiográfico, también responde a la necesidad de
proporcionar a la comunidad arquetipos de buenos vascos, una
"galería de hombres ilustres". Respecto al contenido
sexista de los tebeos, cuestión de candente actualidad
y una de las deficiencias crónicas del género,
se aprecian algunas peculiaridades. No abundan los desnudos femeninos
y las escenas sexuales explícitas son todavía más
raras. Sin embargo, el personaje y las actitudes masculinas -
el "arquetipo viril" son los elementos definidores
de la inmensa mayoría de los argumentos. Mikel Rodríguez,
profesor de Historia |