Entre la pluralidad de medios de transporte
existentes, el primer lugar lo sigue ocupando el coche. Iñigo
Agirre, Catedrático de Geografía de la Universidad
de Deusto, mantiene que incluso mejorando las infraestructuras,
las que se deberían diseñar basándose en
las características físicas propias del lugar,
el número de accidentes de tráfico no hará
sino aumentar.
-¿Cuáles
han sido los cambios más trascendentales que han conocido
los medios de transporte a lo largo de los últimos veinte
años? Por una parte, el
desarrollo de las autovías y autopistas, y por otra, la
apertura de nuevas circunvalaciones y accesos en las ciudades
principales. También mencionaría que el proyecto
de la autovía de Maltzaga a Vitoria-Gasteiz, que ya debía
estar finalizado, está en fase de construcción.
Algunas variantes ya están listas, pero todavía
quedan muchas cosas por hacer, y además con urgencia.
-¿Hasta qué
punto han sido importantes tales cambios? Han sido muy importantes,
porque en ese aspecto estábamos muy atrasados. En estos
veinte años hemos dado un gran paso, aunque, con todo,
faltan algunas cosas. El tren que va de Bilbao a Donostia-San
Sebastián necesita tres horas y media para recorrer 100
km. ¿Es políticamente conveniente mantenerlo en
esas condiciones? Puede que económicamente lo sea. En
lugar de construir una nueva red ferroviaria, ¿no será
mejor aprovechar la actual y adherirla a la europea? En estos
momentos, y sólo en Bizkaia, tenemos innumerables obstáculos
con la vía ferroviaria, la carretera y la autovía.
En clase repito frecuentemente que la polémica originada
en torno a Leizaran fue terriblemente dura, pero que la que se
nos avecina con respecto al Tren de Alta Velocidad lo será
aún más. Dejando de lado el impacto visual y el
patrimonio, la verdad es que me temo que será bastante
agria.
-En los últimos
años los accidentes de tráfico han aumentado. ¿Se
perfila la potenciación del transporte público
entre las soluciones?
En una encuesta que realicé a los estudiantes
de Sociología, la mayoría se mostraba a favor del
transporte público. Al preguntarles qué harían
en el supuesto de que les tocara un premio en metálico,
si comprar una casa, viajar o comprarse un coche, más
de la mitad de los que se mostraban a favor del transporte público
optó por el coche. De modo que una cosa es la teoría,
y otra cosa es que nadie se contenta con no utilizar su propio
vehículo. En Francia, cada familia tiene como promedio
un coche y medio; a nosotros nos falta un 40-25% para llegar
a esa situación. En mi opinión, habría que
adoptar ciertas medidas, empezando por ver cómo se procede
en las ciudades europeas en materia de circulación, y
posteriormente aplicar tales medidas aquí. Sin embargo,
no se puede pensar que abandonaremos la moda del coche para pasar
al transporte público; incluso es posible que no sea conveniente,
por el problema de la disminución de puestos de trabajo
que provocaría. Por eso, pienso que, debido al aumento
de circulación y a la dificultad de desarticular la red
de carreteras, habrá más accidentes de tráfico.
-Según lo establecido
en una decisión adoptada por la Comisión Europea,
se espera que para el 2010 la red de bidegorris o rutas ciclistas
se vea multiplicada. Nosotros aún
seguimos asociando el coche con el prestigio, y a no ser que
nos deshagamos de esa idea, no hay nada que hacer. Las bicicletas
resultan útiles en países como Dinamarca u Holanda,
donde la tierra es muy llana, pero aquí nos topamos con
el problema del relieve. Cada país debe amoldar sus infraestructuras
a sus características físicas. Hace veinte años,
cuando se construyeron los bidegorris, la gente pensaba que andaría
en bicicleta de un lado a otro, pero el tiempo se ha encargado
de demostrar qué uso se le ha dado.
-En
la Comunidad Autónoma Vasca se perciben grandes diferencias
en las infraestructuras de los medios de transporte de las ciudades.
¿A qué se debe? Esas diferencias
hay que enlazarlas con la población. Los 250.000 habitantes
de Araba no tienen las mismas necesidades que el millón
de Bizkaia. A mí, el ir respondiendo a las demandas en
función de las necesidades me parece bien, aunque siempre
habrá que mantener una proporción; no se les puede
dar un tratamiento uniforme a las ciudades sin atender a ningún
otro criterio.
-Bizkaia ha primado la
red ferroviaria. Es normal. De los
aproximadamente dos millones de habitantes que tiene la Comunidad
Autónoma, en Bizkaia viven 1.300.000, con lo cual es donde
más demandas hay. Sin olvidarnos del puerto de Bilbao,
el segundo de España, con 25.000 toneladas anuales, y
que requiere entradas y salidas. Por eso, el puerto debe tener
una identidad que le permita garantizar la conexión con
los puertos de los países con que trata, de modo que me
parece normal que la mayor parte de los ingresos se destinen
a este área. No hay que olvidar cómo estaba organizada
la autonomía financiera de Araba antes de la guerra. Su
situación era mucho mejor que la nuestra, con una Hacienda
dotada de una personalidad que, hasta la llegada del Gobierno
Vasco, Bizkaia y Gipuzkoa carecían.
-La polémica envuelve
el tema del Tren de Alta Velocidad. ¿Es ventajosa su construcción? No sé si realmente
se ha estudiado la existencia de la necesidad de contar con un
Tren de Alta Velocidad. Lo cierto es que tengo mis dudas, porque
la distancia no es tan larga. Un Tren de Alta Velocidad resulta
apropiado para distancias
de 400 km, siempre y cuando esa distancia comprenda el tramo
existente desde el punto de partida hasta el de llegada, y que
haya una masa crítica de habitantes que realice tal desplazamiento
con asiduidad. Aquí no se da ninguna de esas condiciones.
Habría que calcular el número de personas que se
desplazan diariamente, y no sólo durante el curso escolar,
desde Bilbao a Donostia-San Sebastián, de Donostia-San
Sebastián a Vitoria-Gasteiz, o de Vitoria-Gasteiz a Bilbao.
¿Basta con esa gente para mantener y justificar un Tren
de Alta Velocidad? Otra cosa distinta sería establecer
una conexión con la red ferroviaria de Francia y con la
de Europa. Por otra parte, lo que sí considero necesaria
es la vinculación del puerto de Bilbao con Francia. En
estos momentos, el puerto más importante de todo el Atlántico,
el que más potencial tiene debido a su calado, es el de
Bilbao, donde pueden atracar barcos que transportan mercancías
de hasta medio millón de tonelaje. Claro que, para que
las relaciones sean amigables y raudas se ha de ir en tren, y
aunque se pueda hacer por medio del Tren de Alta Velocidad, me
parece más interesante que éste se destine al transporte
de mercancías, no de personas. Existe también la
posibilidad de buscar una conexión con Madrid; en tal
caso habría que pensar en construir una vía europea,
sin que tuviera necesariamente que ser de alta velocidad.
-¿Cuál es
su opinión en lo que a los aeropuertos respecta? En cuestión
de aeropuertos, en ningún otro lugar de Europa sucede
lo que sucede aquí. En los 200 km de distancia que hay
desde Santander hasta Baiona, y en
un tramo de 80 km tierra adentro, tenemos nada más y nada
menos que cinco aeropuertos para tres millones de habitantes.
Es excesivo. En consecuencia, muchos están infrautilizados
y con pocas líneas. El de Vitoria-Gasteiz se está
especializando, pero, y los demás, ¿qué
conexión tienen con Barcelona y Madrid? Seguramente, inferior
a la que tiene Bilbao en un solo día. Yo creo que, dada
la envidia que reina entre nosotros, para fundar una ciudad importante
se requieren un gobernador civil, un obispo, una catedral, un
campo de fútbol de primera división, una feria
de muestras, un palacio de congresos y un aeropuerto. A pesar
de que nuestro número de habitantes sea la mitad del que
tiene Madrid, lo tenemos todo triplicado, sin que luego seamos
capaces de mantenerlo. El aeropuerto de Vitoria-Gasteiz se ha
ido especializando por falta de masa crítica. En mi opinión,
hubiera bastado con dos aeropuertos: uno en Biarritz, al cual
podrían ir los de Donostia-San Sebastián, y otro
en Bilbao.
-En términos generales,
¿se puede afirmar que la situación está
mejorando? Yo creo que sí,
que podemos enderezarla. Aquí vivimos por encima de nuestras
posibilidades, por lo que el mantenimiento resulta muy caro,
y el tiempo y los recursos que bien podían haberse destinado
a otros aspectos se malgastan. No sé si es bueno o no,
pero así es como se toman las decisiones políticas.
-Con
respecto a Europa, ¿qué nos queda por mejorar? No creo que haya
demasiadas diferencias. En Europa hay ciudades enormes y muchas
autovías sueltas, mientras que nosotros somos muy pequeños.
Es muy difícil cambiar las características de las
infraestructuras físicas. Para nuestros problemas deberíamos
buscar soluciones específicas, porque no nos sirven ni
los de Centroeuropa ni los de Francia; somos diferentes, no en
tanto que personas, sino como estructura física, puesto
que aquí las carreteras deben atravesar valles y montes.
Se podría construir en las pendientes montañosas,
pero, además de suponer un gasto excesivo, los ecologistas
denunciarían el aspecto del impacto visual. A pesar de
todo, y aun contando con esa oposición, habrá que
tomar alguna decisión.
Fotografías: Estibalitz Ezkerra
Euskonews & Media 80.zbk (2000
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