La titiritera Enkarni Genua lleva veintinueve
años suscitando la fascinación de los niños
por los pueblos y escenarios que recorre junto a sus marionetas.
En 1971, llegado el momento de escoger una profesión,
no albergaba la menor duda: "estaba segura de que mi futuro
estaba junto a las marionetas". Desde entonces ha actuado
en innumerables teatros junto a su marido, participando a su
vez en festivales de Alemania, México y Cuba, entre otros
países. Por otra parte, ha editado veintidós obras
y una treintena de libros y discos. Plenamente satisfecha con
su profesión, hoy por hoy no tiene la intención
de jubilarse.
-¿Cuál ha
sido la evolución que ha tenido el mundo de las marionetas
en Euskal Herria? Cuando mi marido
y yo empezamos, aquí en Euskal Herria no había
ningún grupo de marionetas que trabajara en euskara. Los
primeros fuimos nosotros. Al principio, y al no tener otra cosa,
actuábamos con marionetas hechas con guantes, aunque con
el paso de los años pusimos en práctica otras técnicas
y hoy fabricamos todo tipo de muñecos. Este mundo es tan
amplio que resulta necesario renovarse para poder prosperar.
Hasta hace unos años los espectadores no veían
al titiritero, porque permanecía escondido detrás
de una cortina, pero hoy en día se sitúa en el
escenario, junto a sus muñecos, de manera que todos se
convierten en actores.
Las marionetas en nuestro país han evolucionado mucho.
Muchos colectivos ofrecen múltiples técnicas e
historias, tanto para pequeños como para mayores.
-¿Qué diferencias
observa entre los niños de antes y los de ahora? Los niños
siempre serán niños, de eso no hay duda. Pero,
quizás, un chaval de catorce años antes todavía
era un crío, mientras que ahora puede que la niñez
sea más corta, porque a los doce años saltan a
otro mundo; la madurez les alcanza antes. De todos modos, reflejan
la misma ilusión; para ellos los muñecos son seres
vivos. El cuento los transporta a otra dimensión desconocida
que les entusiasma.
-¿Dónde
halla Encarni Genua la inspiración? ¿Cuál
es el origen de sus cuentos? Para mí, lo
más importante es decidir qué es lo que se quiere
contar. Las marionetas, al fin y al cabo, son un modo de expresión
para transmitir un mensaje a los espectadores. Hemos ideado muchos
cuentos, pero, aun y todo, nuestra fuente principal la constituyen
las fábulas de la historia de Euskal Herria, tales como
El dragón, los Galtzagorris, El hombre, el fuego y
el zorro y Erreka Mari, cuentos todos recogidos por
Barandiaran y Azkue.
-¿Cuál es
su favorito? Debería decir
que me gustan todos, pero lo cierto es que hay uno al que guardo
un afecto especial, que es Erreka Mari. De ser una invención
nuestra ha pasado a ser popular, lo cual no es nada fácil,
pero Erreka Mari ha conseguido dar ese paso. Ya llevamos
veintiún años escenificando la obra de la última
lamia de Euskal Herria, cosechando un gran éxito en todas
las representaciones, y todo ese tiempo crea una historia de
amor especial. Además, la hemos llevado a todos los rincones
del planeta, como a Cuba, Checoslovaquia y México.
-¿Cómo era
usted en sus primeras representaciones? ¿Qué esperanzas
albergaba? Mi marido y yo éramos
padres jóvenes, y se nos ocurrió festejar el cumpleaños
de nuestra hija con una representación de marionetas en
la ikastola. A los profesores les gustó mucho y luego
nos llamaron de otras ikastolas. Poco a poco nos dimos cuenta
de que teníamos que tomar la profesión con más
seriedad. Y, así, hasta ahora.
-¿Cuándo
y cómo le dio por actuar con las marionetas? Ya de pequeña.
Estudié en un colegio de monjas -bueno, la verdad es que
lo que se dice estudiar, no demasiado- , donde organizábamos
muchas obras de teatro. Me encantaba tomar parte en ese tipo
de actividades, disfrazarme y contar cuentos e historias. Para
mí el teatro y las marionetas tratan de lo mismo: salir
a escena y entablar relación con el público.
-¿Qué mensaje
intenta transmitir a los espectadores? Antes de dar comienzo
a la representación, tengo por costumbre presentarme a
mí misma, para así crear un ambiente cordial. Me
parece necesario conversar con ellos.
-¿De qué
trata la presentación? Normalmente suelo
improvisar, según la edad de los niños. Les hablo
sobre el cuento que les voy a contar, les explico que soy una
profesora especial que viaja de aquí para allá
contando cuentos. De ese modo, además de presentarme,
tratamos de conocernos.
-¿Qué significa
para usted ser titiritero? Me siento muy orgullosa
de la profesión que he escogido. Sé lo que significa
ser actor, lo he sido durante muchos años, pero trabajar
con marionetas me aporta muchas más satisfacciones. En
una obra de teatro, la materia prima, es decir, los actores,
están ya preparados, pero en una representación
con marionetas, la materia prima y todo lo demás no lo
están; a los actores, a las marionetas, hay que darles
vida, movimiento, voz... Yo creo que es ahí donde reside
el encanto de esta profesión.
-¿Es difícil
ser titiritero en los tiempos que corren? ¿Se puede vivir
de ello?
Para nosotros, y debido a nuestra peculiar
situación, no ha supuesto ninguna dificultad. Empezamos
hace veintinueve años, en una sociedad muy diferente a
la actual. Como pareja hemos contado con otros recursos y nunca
hemos tenido la necesidad de solicitar subvenciones. Hoy te encuentras
con más dificultades y obstáculos, pero, aun así,
¡desde luego que se puede vivir de esto!
-¿Qué le
aconsejaría a un titiritero que acabara de empezar? Le animaría,
pero también le confesaría humildemente que ser
titiritero profesional no es nada fácil. Hay que empezar
poco a poco, sin dejarse vencer, y renovándose continuamente.
-¿Cuál es
la mejor forma de renovarse? Sin lugar a dudas,
ver otras representaciones, ver qué hacen los demás
y cómo, y aprender de ellos. En Euskal Herria tenemos
muchas ocasiones para hacerlo, puesto que contamos con los festivales
de Tolosa, Bergara y Bilbao, cuya visita recomendaría,
y a ser posible, también las muestras de Barcelona y Charleville.
Se aprende muchísimo.
-Se diría que la
profesión de titiritero es bastante autodidacta... En gran medida sí
lo es, porque se aprende mucho viendo lo que hacen tus compañeros
de profesión, pero luego es cada uno el que tiene que
esforzarse y trabajar. Recuerdo
a la perfección la primera vez que viajé a Barcelona
con mi marido. Acudimos a un montón de representaciones
que nos dejaron boquiabiertos, maravillados. En cuanto llegamos
a San Sebastián, quitamos de en medio nuestro pequeño
escenario y nos pusimos a trabajar con nuevas técnicas.
El mundo de las marionetas ofrece múltiples posibilidades
y hay que escoger todas las posibles, porque de lo contrario
se corre el riesgo de quedarse anticuado, ¡y entonces sí
que es difícil salir adelante!
-Aun cuando vuestro público
es infantil, ¿cómo casan las marionetas y los mayores? Creo que muy bien,
aunque yo no soy el sacerdote de ese casamiento. Nunca he actuado
para los mayores, y no creo que vaya a hacerlo. Llevo en esto
muchos años y tengo muchos proyectos, pero no me veo entre
mayores. Prefiero a los niños, sin duda.
-Ahora que ha hecho alusión
a los proyectos, ¿tiene algún nuevo cuento entre
manos? En estos momentos
no tenemos ningún proyecto en concreto. Nuestro último
trabajo, Kattalin txiki, se estrenó el año
pasado, y fue muy importante, porque actuamos junto con la Orquesta
Sinfónica de Euskadi y con la de Bilbao. Nos pondremos
a pensar en un nuevo cuento pasado el verano. Por ahora tenemos
muchos compromisos y representaciones, y para abordar un nuevo
trabajo se requieren tiempo y paz.
-De
no ser titiritera, ¿qué le hubiera gustado ser? Profesora. De hecho,
lo he sido durante muchos años, y creo que ambas profesiones
tienen mucho en común, porque las dos tratan de relacionarse
con los niños lo más tiernamente posible.
-Pero un titiritero no
les regaña... Tampoco un buen profesor.
O, al menos, muy pocas veces.
-¿Se ha planteado
jubilarse? Por el momento no.
En esta profesión uno mismo puede medir su trabajo. De
joven me sentía capaz de ofrecer dos representaciones
al día, pero ahora ya no, aunque me veo saludable. La
palabra "jubilarse" viene de la palabra del latín
"jubilatis", es decir, "alegrarse". De entenderlo
así, puedo decir que estoy totalmente retirada. Fotografías:
Oihana Pagola
Euskonews & Media 79.zbk (2000
/ 5 / 19-26) |