La constitución del Gobierno Vasco,
una vez aprobado el Estatuto de Gernika, generó gran ilusión
en la sociedad vasca. Era el
momento de poner en marcha proyectos que respondiesen al ilusionante
ambiente que impregnaba al colectivo del país y que ofrecieran
una visión de su acelerado proceso de estructuración.
La ORQUESTA SINFONICA DE EUSKADI asumió el papel de insignia
de ese renacimiento cultural proyectando la imagen nacional de
servicio a toda Euskal Herria con su presencia activa a lo largo
y ancho de toda su geografía.
Aún se conservaba vivo
el recuerdo de Eresoinka -Coro Nacional Vasco- que mereció
de la más exigente crítica europea el reconocimiento
de su extraordinario nivel artístico, paseando sus exitosas
actuaciones por los principales teatros y salas de conciertos
como embajada coral vasca durante nuestra guerra civil. Si la
decisión del Lehendakari Agirre le llevó a impulsar
Eresoinka en plena contienda, obligado por aquellas trágicas
circunstancias que le impelían a mostrar en el exterior
la autenticidad de un pueblo amante de la paz y del arte, también
el gobierno autonómico de la posguerra necesitaba proyectar
la imagen de un pequeño pueblo con vocación universal
y que su reconocida riqueza coral no es meramente circunstancial,
sino parte de un acervo tradicional de singular valor musical.
Todo ello unido a la situación de crisis por la que atravesaban
las orquestas existentes en el país fué determinante
para lanzar nuestro proyecto.
 Eresoinka Coro Nacional Vasco.
Pero si esta orquesta debía
orientarse hacia una vocación europea resultaba indispensable
un buen proyecto para su creación, basado en las más
amplias experiencias recogidas en distintos escenarios y también
reunir un equipo de expertos que evitase, en lo posible, los
riesgos de una aventura mal calculada.
Recogidas y examinadas "in
situ" las experiencias de más de una decena de orquestas
europeas y americanas, entre ellas quizá la más
significativa las de la Orquesta de París, dirigida por
Daniel Barenboím, cuyo primer director fué Charles
Munch, a quien sucedieron Serge Baudo Y Georg Solti y creada
en 1967 por Marcel Landowski, quien me dedicó toda una
mañana en su despacho de París, haciéndome
una amplísima exposición de las vicisitudes por
las que tuvo que pasar, venciendo muchas resistencias hasta que
logró colocarla a la cabeza entre las orquestas francesas.
Fué muy generosoen sus consejos y examinó con mucho
interés el borrador del proyecto que habíamos elaborado,
insistiéndome en la importancia de partir de cero y de
dotar a la nueva entidad de un reglamento de régimen interior
en que se asegurase un control periódico de funciones
para los músicos. Destacando también la importancia
de las instalaciones para los ensayos y el considerar desde el
principio, que serían necesarios cuatro años de
preparación de las obras a interpretar, más intensa
y amplia que lo usual. Los hábitos y vicios adquiridos
los mencionaa como el más difícil escollo a vencer,
si se pretende alcanzar un buen nivel interpretativo.
El equipo de asesores que logré
reunir, el Maestro Enrique Jordá para los temas artísticos
y Mr. Henri Marquier para los administrativos y de gestión,
actuó como la cimentación sobre la que elevamos
los pilares de la nueva orquesta. El primero, que inició
su larga y brillante carrera artística dirigiendo la orquesta
de Eresoinka, llegó con un amplio curriculum después
de empuñar la batuta
al frente de las más prestigiosas agrupaciones sinfónicas
de los cinco continentes, 11 años como titular en la dirección
de la Orquesta Sinfónica de San Francisco (USA), sucediendo
a Pierre Monteux, después de lograr el puesto en dura
competencia con rivales como Georg Solti, abonaban su bien ganado
prestigio que ofrecía como legado artístico a su
pueblo contribuyendo decisivamente al mejor éxito de esta
ilusionante empresa. Mr. Marquier con su relevante trayectoria
como gerente de una de las más prestigiosas orquestas
nacionales francesas, completaba el cuadro de expertos sobre
los que apoyar con garantías el proyecto.
Había que comenzar la
labor de reclutamiento de los instrumentistas y para ello convocamos
en Bilbao los primeros concursos-oposición para profesionales
con ciudadanía española. En
Septiembre de 1981 tuvo lugar el que iniciaba la marcha y al
que sucedió el siguiente al comenzar el otro año,
con resultados nada satisfactorios. No fué posible cubrir
las plazas convocadas, por no alcanzarse el nivel de exigencia
que el tribunal, presidido por el Maestro Jordá e integrado
por Xavier Montsalvatge, Vladimir Nemtanu, Juli Panyella y el
Maestro Llácer, todos de contrastado prestigio internacional,
exigía atendiendo fielmente los objetivos que debía
alcanzar la Orquesta Vasca. No se debe ignorar que ésta
fué la primera orquesta que en el Estado Español
convocaba estos ejercicios con arreglo a su Estatuto del Personal
Artístico, previamente autorizado por los Departamentos
de Justicia y de Trabajo del Gobierno Vasco.
Después de un tercer concurso,
éste libre, para lograr cubrir el mínimo de instrumentistas
indispensable para empezar a trabajar y celebradas consultas
con las instituciones territoriales, el Gobierno Vasco decidió
establecer la sede de la OSE en Donostia, donde se podía
disponer de un edificio que aunque no reuniera las condiciones
ideales, mediante unos retoques permitía desarrollar la
labor proyectada, en tanto se consolidase la orquesta y se pudiera
financiar el edificio definitivo a construír en terrenos
cedidos por la Diputación de Gipuzkoa. Se encargó
el proyecto de esas instalaciones
y se comenzó a cumplir el plan previsto. El 5 de Abril
de 1982, por la tarde, el Maestro Jordá empuñó
la batuta por primera vez ante nuestra orquesta en uno de los
salones del Palacio de Miramar donostiarra. También se
incorporó al equipo directorial el Maestro Brel primer
concertino, retirado, de la orquesta del Gran Teatro de la Opera
de París, que asumió la responsabilidad de conjuntar
la cuerda, que de tan diversos orígenes se sentaba ante
los atriles de la recién nacida entidad y así desarrollando
una intensa labor con muchos entusiasmo y entrega la Orquesta
Sinfónica de Euskadi abordó la siguente etapa,
la del rodaje ante el público oyente, el 24 de Junio en
la Iglesia de Ntra. Sra. del Juncal de Irun. Los Preludios de
Liszt y el Requiem de Fauré, junto con el Coro Ametsa
de Irun abrieron el surco que después ha ido llenando
en tan diversos lugares y escenarios.
Los conciertos oficiales de presentación
se celebraron los días 19, 20 y 21 de Octubre en Donostia,
Bilbao y Vitoria, con la colaboración de Nicanor Zabaleta
y para entonces habían ofrecido 30 conciertos en distintos
lugares de Euskal Herria, lo que puede dar idea de la intensidad
y seriedad del trabajo desarrollado por la orquesta y su director
Maestro Jordá.
Al mencionar al gran arpista
Zabaleta, debo recordar que desde el principio contamos con su
más entusiasta colaboración y así tuvimos
siempre el consejo oportuno de tres grandes artistas como asesores
de la OSE, el citado Zabaleta, Joaquin Achucarro y Félix
Ayo.
Dispuestas
las dependencias para la orquesta en el Teatro Bellas Artes,
nos instalamos con relativa comodidad en el verano del mismo
año, provisionalidad que duró varios años
hasta el definitivo traslado a la sede de Miramón.
Desde la presentación
oficial la actividad desarrollada fué, casi podríamos
calificarla como frenética, de una gran dedicación,
más de 100 actuaciones por año, se hizo un gran
esfuerzo en la captación de abonados al ciclo de conciertos
de temporada en Donostia, Bilbao, Vitoria y Pamplona y se intercalaron
otros en los pueblos de los territorios de Euskal Herria.
Las catastróficas inundaciones
de Agosto de 1983 impulsaron a los responsables de la OSE a tratar
de contribuir con su esfuerzo a paliar los daños sufridos
y aliviar con un gesto práctico de solidaridad a los damnificados
en la catástofre. Zaragoza, el Gran Teatro del Liceo de
Barcelona, Valencia y Madrid la recibieron junto con el Orfeón
Donostiarra y Nicanor Zabaleta, bajo la dirección de los
Maestros Jordá y Odón Alonso en distintos programas.
Finalizando el mes de Octubre la OSE emprendió su primera
tournée en la que no solamente consiguió despertar
la simpatía de los oyentes, si no también recoger
las más favorables críticas. Los 3.000 espectadores
que llenaron el Orfeón y la Orquesta a los entusiasmados
oyentes interpretando conjuntamente el Agur Jaunak.
En
1984 la OSE salió a Europa, participó en el Mayo
Musical de Burdeos y después en Junio a Trier, Neuwied,
Frankfurt, Passau, Stuttgart en RFA y Linz en Austria, logrando
todos ellos el éxito que le garantizó la entrada
en los circuitos comerciales, que en el ámbito musical
recorren Europa. Pero también este año nos trajo
de entrada la triste noticia de una grave dolencia, que aquejó
a quien tanto debía esta orquesta, el entrañable
Maestro Jordá. El Consejo de Administración en
reconocimiento de sus grandes méritos le nombró
Director de Honor de la OSE.
Desde la creación de la
orquesta hasta comenzar la temporada 86/87 podría considerarse
la primera época de su historia, detalladamente recogida
en EUSKOR, boletín informativo de la OSE, del que se publicaron
17 números con 5000 ejemplares de tirada, distribuídos
entre los abonados, instituciones y entidades culturales, incluídas
las Eusko Etxeak de la diáspora vasca. Lamentablemente
dejó de publicarse a pesar de la gran aceptación
lograda. En ese período fueron 11 salidas al exterior
las realizadas, algunas repitiendo los escenarios, entre las
que cabe destacar, las del Teatro Real de Madrid, el Festival
de Música Contemporánea de Alicante, el Festival
de Otoño de Salzburgo, el Concierto Extraordinario de
Strasbourg, con motivo de la incorporación de Portugal
y España al Parlamento Europeo, las actuaciones en el
Gran Auditorium de Stuttgart y en el de Linz, también
en el Palau de la Música Catalana, etc.
Como
referente de esta actividad, que algunos pudieran considerar
excesiva en cuanto a la frecuencia de actuaciones y desplazamientos,
se procuró seguir un criterio semejante al habitual de
la Orquesta Filarmónica de Israel, al entender como una
prioridad, cumplir la vocación social de la nueva orquesta,
tanto en lo formativo como en lo concerniente a la extensión
cultural y para ello se organizaron también conciertos
didácticos en las tres capitales con llenos absolutos
de audiencia escolar.
En plan de observadores asistimos
a un Congreso Mundial de Orquestas celebrado en 1985 en Estocolmo,
con asistencia de representante de las más prestigiosas
y en el que se debatieron las soluciones para los problemas más
preocupantes para la pervivencia de estas entidades, ya que algunas
atravesaban situaciones bien críticas. La nuestra, como
la más joven, despertaba el interés de quienes
se mostraban más preocupados por su porvenir. La sponsorización,
la música contemporánea, el fomento y protección
de obras de autores nacionales, su edición escrita y discográfica,
fueron algunos de los temas tratados. La OSE había cuidado
estos aspectos, aunque solamente se hubieran iniciado. Tres LP
estaban en el mercado, con el propósito de continuar y
en todos los programas figuraba alguna obra de autor vasco. Se
encargó a algunos la composición de obras para
la OSE, con el compromiso de estrenarlas y se organizó
el Aula de Práctica Instrumental para posgraduados de
nuestros Conservatorios, que a juicio de sus profesores fueran
acreedores a esta labor bajo la dirección de distinguidos
solistas de nuestra orquesta, beneficiándose de unas bolsas
para facilitarles su asistencia a los cursos.
Como ejercicio de "calentamiento",
al principio de temporada, después de las vacaciones estivales,
se formaban dos conjuntos de cámara, distribuyendo entre
ambos los profesores de la OSE, que dirigidos por directores,
especializados en música de este género, trabajaban
obras del mismo.
Este fué el trabajo desarrollado
en la primera etapa de la vida de nuestra orquesta, en las temporadas
82/83, 83/84 y 84/85, asumiendo la titularidad los Maestros Jordá,
Juzeau y Valdés y como directores invitados se recuerdan
a Odón Alonso, Kurt Wöss, Pablo Pérez, Steaur
Bedford, Gabriel Chmura, Roberto Abbado, Matthias Kuntzsch etc.
En cuanto a corales, empezando por el Coro Ametsa, siguiendo
el Orfeón Donostiarra, Coral Andra Mari, Wiener Singverein,
Coro Easo, Orfeón Pamplonés, Sociedad Coral de
Bilbao, etc. y como solistas invitados Mischa Maisky, Nicanor
Zabaleta, Joaquín Achucarro, Félix Ayo, Pedro Corostola,
Alexandre Lagoya, Agnes Baltsa, Eva Gruabin, Ricardo Requejo,
Victor Martin, José Manuel Azkue, etc. Imanol Olaizola,
primer presidente de la OSE
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi, página
web Orquesta de Euskadi y Cuaderno de Música "Musiker
9-Homenaje a Enrique Jordá" de Eusko Ikaskuntza |