Juan San Martin, escritor y académico de Euskaltzaindia
"A diferencia de lo que muchos creen, la unificación del euskara no tiene su origen en Arantzazu en el 68"
*  Traducción al español del original en euskera
Urtzi Urkizu

Juan San Martin nació en Eibar en 1922. Vinculado desde siempre al euskara, ha seguido muy de cerca los acontecimientos acaecidos en Euskal Herria. En 1957 fue nombrado miembro correspondiente de Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca, donde ejerció de secretario durante once años. Actualmente reside con a su mujer en Hondarribia. Acaba de publicar un libro sobre la Lengua y los Derechos Humanos. Involucrado como lo ha estado siempre en los asuntos relativos al euskara, sigue trabajando afanosamente en el terreno.

-La República llegó a Eibar siendo usted niño. ¿Recuerda aquellos años?
Era muy pequeño, pero me acuerdo, sí. Vino mi hermano diciendo que había llegado la República. Como yo no sabía lo que era, se lo pregunté. Más adelante llegué a entender aquella realidad. La mayor parte de los eibarreses era de izquierdas, y los que no pertenecían al ambiente socialista eran abertzales. Apenas había carlistas.

-A sus cuatro años estalló la guerra civil. De eso sí que se acordará bien...
Sí, de eso sí. Fue muy duro. Cambiaron muchas cosas de mi vida. Lo primero que tuve que hacer fue dejar de hacer travesuras. La familia sufrió mucho. Nos quedamos sin casa. Primero estuve cerca de Arratia, en casa de una tía; luego, cuando el frente se desplazó, fuimos a Santander, y de ahí a Asturias. En Gijón embarcamos hacia Francia, pero en la mitad de camino fuimos descubiertos. De la guerra, además, me acuerdo del día que bombardearon Gernika. Estábamos en lo alto de un monte cuando vimos un montón de aviones. El cielo estaba teñido de rojo, y al bajar escuchamos por radio la noticia del bombardeo. Por otra parte, la represión a la que nos vimos sometidos fue muy dura. Toda la familia estábamos fichada como roja.

-No les resultaría fácil hablar en euskara
En los años 40, los amigos, entre nosotros, hablábamos en euskara, aunque los estudios los cursamos en castellano. Ya fuera en la familia como en la calle, siempre hablábamos en euskara. Siempre había alguno que te decía eso de "Hable en cristiano", a lo que yo respondía: "Yo no sé arameo. Yo estoy hablando en la lengua más antigua de España. Yo no soy separatista, pero usted es un separador". Entonces la gente se echaba a reír, y el español se indignaba. Era terrible.

-¿A dónde lo destinaron para hacer el servicio militar?
A Madrid. Allí me tocó hacer de traductor para unos vascos que no entendían muy bien el castellano. Y también estuve en Burgos. Había un chico de Goizueta que no sabía el castellano, y sufría mucho, le trataban muy mal. Ahí es donde vi la falta de cultura y de conciencia de los militares. Excepto disciplina y orden, no sabían nada más que tonterías. Yo creo que la conciencia del euskara se me formó durante el servicio militar. Además, un amigo me envió una gramática vasca, y allí la aprendí.

-Volviendo a Eibar, ¿le gustaba el monte?
Sí, mucho, desde siempre. Allí tenemos el monte Arrate, desde donde hay unas vistas extraordinarias. Cuando teníamos unos dieciséis años, la cuadrilla andábamos a través de los montes de toda Euskal Herria. Más adelante recopilé las canciones de Arrate que estaban dispersas; unas las conseguí gracias a los ancianos, que me las transmitían oralmente, y otras en el archivo de Aita Donostia de Lekaroz. Cuando andábamos por el monte, además, y al oírnos hablar en euskara, todos los caseríos nos abrían sus puertas. El euskara generaba una gran fraternidad. En Gorbea y Aralar trabamos amistad con unos pastores, y dormíamos en sus cabañas. En San Juanes siempre salía hacia el monte para dos o tres días. Todo eso me resultó de gran ayuda para poder entender el ambiente del euskara, y con eso y con lo que luego aprendí en Madrid y en Burgos devine vascófilo. Los jóvenes socialistas proclamaban que en el mundo debía haber una sola lengua, pero yo no compartía su opinión. El universo es general, donde cada uno debe elegir su propio camino. Al conocer el euskara yo me siento más universal, sin renegar de las otras lenguas. Nunca he tenido nada en contra del castellano.

-También desde su ocupación participó activamente a favor del euskara
Sin querer, empecé a recopilar las palabras, muchas de ellas sorprendentes, que oía en boca de los ancianos. Empecé a rellenar fichas, pero no sabía qué hacer con ellas, así que se las envié a Euskaltzaindia, y publicó la colección. Me nombraron miembro correspondiente, y en los años 60, llegué a ser numerario.

-¿Mantuvo algún tipo de contacto con los escritores de la revista del exilio Euzko Gogoa?
Sí, pero antes de colaborar en Euzko Gogoa por petición de Zaitegi, su director, empecé a escribir en Anaitasuna. Envié unas cartas a Zaitegi y me dijo que tenía que ponerme a escribir en euskara. Y fui muy amigo de Jon Etxaide; me ayudó mucho en la lectura, aconsejándome qué escritor laburtano debería leer. Los libros los adquiría o bien a través de los amigos, o bien en viejas librerías. Me gustan mucho los autores antiguos; no están en euskara batua, pero son muy interesantes. Los autores jóvenes no me gustan tanto; están demasiado influenciados por el castellano y su euskara es más pobre. Me da la impresión de que el rigor del euskara está yendo a menos.

-Hace mucho tiempo que pertenece a Euskaltzaindia. ¿Cuál es su visión respecto a la evolución del euskara batua?

Al contrario de lo que muchos creen, la unificación del euskara no tiene su origen en Arantzazu en 1968. Cierto que se adoptaron muchas decisiones, pero la concerniente a la unificación del euskara era anterior. Había un informe redactado por Kanpion y otro de Azkue, sobre el guipuzcoano, que usábamos mucho. El camino a seguir lo marcó Azkue. Cuando estudiábamos en Eibar, en la clandestinidad, empleábamos mucho la gramática de "Umandi". Un sacerdote de Hondarribia que nos ayudó también mucho. Euskaltzaindia me nombró miembro correspondiente en el 57, y numerario en el 61.

-Durante ese tiempo tendría que organizar infinidad de eventos
En el 59, por ejemplo, preparamos en Eibar un homenaje a Juan Antonio Mogel, oriundo de dicha localidad, para que los eibarreses se concienciaran un poco. El alcalde era un buen hombre; le expusimos nuestra intención y nos concedió todo su apoyo. El homenaje lo realizamos en nombre de Euskaltzaindia, y, aprovechando la ocasión, organizamos también el primer certamen de la posguerra de bertsolaris de Gipuzkoa. Además, realizábamos exámenes de euskara para niños, y a los mejores se les concedía un premio. Entre bailes, conferencias y demás, al final tuvo bastante repercusión. Yo impartí una conferencia sobre Mogel que luego se publicó en la revista Euskera. De ese modo, conseguimos romper el hielo, pero no sólo en Eibar, sino también en su entorno. Además, a primeros de ese año abrimos las ikastolas de Eibar y Bergara. En los 60, los vascófilos recaudamos dinero y compramos un local para así poder sacar las ikastolas de la clandestinidad. Por otra parte, me las arreglaba muy bien con Koldo Mitxelena; publicamos la gramática de "Umandi" gracias a él. De ahí en adelante, las cosas funcionaron cada vez mejor, aunque la represión seguía siendo muy fuerte. Al poco, Euskaltzaindia me nombró secretario, y en ello anduve durante once años.

-¿Tenían problemas económicos?
En los primeros congresos a los que acudía, los gastos de viaje y comida los tenía que pagar cada uno de su propio bolsillo. No había dinero suficiente para publicaciones en euskara. Luego, y con el objeto de no levantar sospechas, conseguimos que empresarios vascófilos de confianza pagaran una suscripción anual de mil pesetas para Euskara; algunos incluso pagaban dos mil. De ese modo nos fue posible publicar Euskara y pagar la comida a los asistentes a los congresos. Sin embargo, a mí me ficharon, y la Guardia Civil tenía el teléfono intervenido. Cuando el atentado de Carrero Blanco, teníamos una reunión en Donibane Lohitzune. Para pasar la frontera se requería un visado, así que fui a la comisaría y me dijeron que no me lo podían conceder. Fui donde el alcalde, y allí la policía me sometió a un interrogatorio. Mi "pecado" no era si no ser amigo de Txillardegi y colaborar en ciertas revistas. Finalmente me dieron el visado. Aun en tiempos de democracia, la Guardia Civil me ha pinchado muchas veces las ruedas del coche.

-En la década de los 60 aparece una nueva generación de la literatura vasca. Usted mismo ha escrito varios prólogos en importantes libros. Incluso Harri eta Herri, de Gabriel Aresti, fue publicado gracias a usted
Conocí a Aresti a finales de los 50. Resulta que no encontraba dónde publicar Harri eta Herri por su en cierto modo "rebelde" ideología, totalmente nueva en la literatura vasca. Me remitió una copia y decidí ocuparme yo mismo del asunto. Se la mostré a Patxi Unzurrunzaga, de Itxaropena, y le pareció interesante, pero me dijo que la publicaría sólo si yo le escribía un prólogo. Así que se lo escribí. Y a medida que íbamos estrechando nuestros lazos, publicábamos más cosas. La primera cosa que mucha gente de Eibar ha leído en euskara han sido mis cuentos Zirikadak eta eztenkadak. Por otra parte, merece una mención especial la gran labor realizada por la colección Kuliska.

-¿Tuvo ocasión de conocer a Barandiaran?
Sí, éramos muy amigos. Disertábamos mucho en torno la evolución del ser humano. Cuando yo le exponía mis pesadumbres religiosas, él, en lugar de darme consejos, me decía: "También yo tengo mis dudas. Tengo fe, pero también dudas. Y prefiero a gente turbada como tú que a la que acude todos los domingos a misa y luego hace oídos sordos".

-Usted ha traducido al euskara a autores como Brecht, Ghelderode, Espriu, etc. ¿Le parecen correctas las traducciones de hoy en día?
El mundo de la traducción es un mundo aparte. Tienes que llegar a identificarte con el autor; de lo contrario resulta agotador. También traduje los sonetos de Shakespeare, pero sólo una vez habiendo llegado a entender bien su pensamiento. La Universidad, por ejemplo, ha publicado poemas de mi juventud, y la traducción castellana, aunque se le puede asemejar, no es lo bastante. Traducir poemas es muy difícil, porque hay juegos de palabras y metáforas que no se pueden traducir. Con Espriu traté mucho. Manejaba mucho el simbolismo, así que al ponerme a traducirlo le solía consultar mis dudas por carta, y luego él me las explicaba. Le gustaba ver sus obras en euskara. De Espriu publiqué dos libros y una serie de poemas. Fue una figura muy importante en la época franquista. Incluso me atrevería a decir que aquí desde entonces no ha habido otro poeta como él. Traducir sirve para conocer mejor el euskara.

-Recientemente Euskal Telebista ha empezado a emitir un programa literario. ¿Lo ha visto?
Sí. El presentador es Hasier Etxeberria, ¿no? Su padre es amigo mío, uno de los impulsores de las ikastolas en Eibar. En la televisión aún quedan muchas cosas por hacer, pero son muy lentos. Algunos programas de ETB son penosos, como ésos en los que se imita a vascos que no dominan el castellano. Eso se solía hacer en la época franquista, y dolía mucho. A mí no me parece bien. La televisión, por lo general, tiene poca cultura.

-¿Le gusta el arte?
Sí. Aprecio mucho la creatividad. He escrito bastante sobre arte; me parece muy interesante. Primero, hay que conocer el oficio, y luego, ponerse a crear. La creatividad es muy importante en el arte, suscita ganas de seguir investigando.

-¿Cuáles son sus trabajos más recientes?
He preparado un libro sobre la Lengua y los Derechos Humanos. No sé quién me lo publicará, pero estoy interesado. Me gustaría aprovechar la ocasión de que el año 2001 haya sido designado por el Parlamento Europeo como Año de las Lenguas. Tenga en cuenta que el autor de la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas fue el baionés René Cassin. El libro analiza la situación del euskara con respecto a los derechos humanos. Y Euskaltzaindia, en su revista Euskera, ha publicado el informe que redacté bajo el título "Hizkuntza, hiztunen giza eskubideen arabera" ("La lengua según los derechos humanos de los parlantes"), donde doy cuenta del posicionamiento de las Naciones Unidas y de la UNESCO ante los derechos lingüísticos. UNESCO señala que la última palabra al enseñar una lengua la tienen los padres. Son declaraciones que no se han publicado en castellano; las he traducido del francés. Hay una anécdota respecto a un discurso del Rey de España. El Ministerio del Interior nos pidió que preparásemos un borrador para que el Rey impartiera una conferencia sobre las lenguas, y entonces recordé lo que manifestó el abuelo de Juan Carlos en 1918 en Oñati, durante el transcurso del Primer Congreso de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos: "El euskara es la lengua de muchos españoles, que se ha de defender, respetar y fomentar". Y luego, el Rey, dijo en su discurso: "Como bien dijo mi abuelo...". Pienso que ahí es donde debemos hacer hincapié, y que es así como tenemos que ir donde Miguel Sanz, por ejemplo.

En mi último libro hay un capítulo titulado Lingua navarrorumaren zoritxarra (La desgracia de la lingua navarrorum), donde detallo los problemas a los que los navarros se han de enfrentar. En el siglo XVIII, también en Álava los vascos recibían fuertes castigos. Por otro lado, la situación que el euskara atraviesa en el País Vasco continental no concuerda con lo declarado por las Naciones Unidas.

En otro orden de cosas, pronto se verá editado Toponomastika Eibar eta Elgetan, historian zehar (Toponomástica de Eibar y Elgeta a lo largo de la historia). En él preciso los nombres —muchos de ellos botánicos— de las casas medievales en euskara y en castellano, y también facilito el nombre científico. Algunos caseros se quedan perplejos cuando les explico la procedencia de esas palabras. También he hecho fuentenimia sobre los ríos de Eibar y, basándome en viejos documentos, he elaborado un trabajo sobre las iglesias y ermitas, un campo en el que queda mucho trabajo por hacer.

-En más de una ocasión ha manifestado la importancia de conocer más de un idioma, y que a los bilingües les resulta más fácil aprender un tercero
Sin lugar a dudas, sobre todo cuando las dos lenguas son muy distintas entre sí. Sabiendo euskara y francés, o euskara y castellano, aprender un tercer idioma es más fácil. Así nos lo demostró un lingüista suizo con el caso de las lenguas de su país. Los contrastes son muy diferentes, muy interesantes; es un concepto muy arraigado en Centroeuropa. En una ocasión invité a un lingüista suizo a Gasteiz, para que viniera a impartir una conferencia sobre este tema, y convidé mediante invitaciones por escrito a los políticos del Parlamento Vasco. Sin embargo, nadie de ellos apareció. Se congregó mucha gente, gente muy interesada, pero no vino ni un solo político.

-A pesar de vivir en Hondarribia, se mantiene estrechamente vinculado a Eibar, localidad que, aun siendo guipuzcoana, se encuentra muy próxima a Bizkaia. ¿Cómo describiría el euskara de Eibar?
Mitxelena decía que, de entre los dialectos, el vizcaíno era el habla del Este. En Eibar, sin embargo, la cosa no es tan sencilla. A la zona situada entre Itziar y Durango se le llamó durante mucho tiempo "Tierra de nadie". Como Gipuzkoa terminaba en Itziar, y Bizkaia en Durango, se optó por esa solución. Luego las cosas cambiaron. En Eibar se habla el vizcaíno, aunque según cuál sea el barrio el euskara cambia. En la parte Sur de Eibar se percibe la influencia del habla de Elgeta y Bergara, y en la parte Norte la de Makina, conque al realizar clasificaciones se ha de especificar a qué barrio se hace referencia.


Fotografías: Urtzi Urkizu



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