El teatro vasco entre la tradición y la modernidad: la década del 60
Patri Urkizu

Tomemos un bus que atraviese el tiempo hacia atrás, en dirección al pasado. Ya. Bajemos. Estamos en la Donostia de los 60. Tras echar un vistazo a la Concha desde la barandilla, paseamos por la calle Urbieta. Delante van dos curas de sotana pulcra y bien planchada hablando en euskera, uno de ellos es el conocido sacerdote Don Nemesio, se les acerca un señor trajeado, con corbata y bigote, y les dice:

- Señores curas, hablen en castellano que somos españoles.
A lo que Nemesio contesta:
-No somos castellanos. Y ahora es cuando no estamos hablando en español. Esta lengua es latín, y ésta mató a todas las lenguas de España menos la nuestra.
El militar muy enfadado ante
tal respuesta le espeta:
- Le voy a denunciar al obispado. Soy Teniente General.
-Oiga! No deje, por favor de hacerlo. Me divertiré mucho. Apunte: Soy Nemesio Echaniz Aranbarri
(1)

Nemesio Etxaniz es además de un cura muy especial, autor prolífico de canciones y obras teatrales. Ha publicado la zarzuela Izeko aberatsa [La tía rica], la tragedia Irulearen Negarra [Las lágrimas de la hilandera] el año 1952, y otras cuatro obritas teatrales (Gabak zekarren eguna [El día que traía la noche], Maite ere neurriz [Amar también con mesura], Zotzean bizia [La vida en la punta], y Gabon zauria [Herida de Navidad]) recogidas bajo el genérico título de Antzerkiak [Piezas teatrales] (1958).

En aquellos tiempos Etxaniz a parte de sus disputas con militares, y sus famosas cartas al Gobernador Civil, actuaba de sotana animado por su celo evangélico y su humor cantando en el teatro Victoria Eugenia canciones festivas (recuerdo una actuación suya magistral del 23 de enero de 1966, que me impactó), escribía sus obritas teatrales para la radio y publicó otro libro cuyo título es muy significativo: Lur berri billa [A la búsqueda de nuevas tierras] (1966).

Como nos cuentan los diversos actores de Euzko Iztundea [La escuela de la lengua y declamación éuskara] creada por el ayuntamiento donostiarra en 1914, que tras el largo túnel de la guerra y postguerra empezó a representar de nuevo obras el año 53 de la mano de María Dolores Aguirre. Las obras se presentaban en castellano ante el Gobierno Civil que debía dar el permiso correspondiente. Rosa Arruabarrena nos dice (2) que hasta el último momento no sabían si podrían representar la obra ensayada y que había una cierta distancia entre el texto presentado y el representado, y que por ello siempre temían alguna denuncia, pues alguna vez tuvieron que pasar todos por comisaría.

Los días señalados para la representación eran el de Santo Tomás y el de San Sebastián. En actuaciones de tarde de 5, 7.30 y 10 horas, siendo el público de la primera sesión las clases populares, mientras que a las siguientes asistía la burguesía vascófila. En la década del 50, a pesar de todas las dificultades actuaron en 28 ocasiones y en la del 60 a pesar del estado de excepción de los años 68-69 y del juicio de Burgos del 70, tuvieron 52 actuaciones frente a las 9 del 70 ya en pleno declive. Por lo tanto es evidente que su mayor actividad fue durante los años 60. Sus actuaciones no sólo se dieron en Donostia, sino que se extendieron también a Bergara, Zarautz, Tolosa, Bilbao, Azpeitia, Irun, Elizondo, Andoain y Hernani.

Nos podemos preguntar si era un Teatro de la Derecha, utilizando las palabras de José Monleón, pues se hallaban en su repertorio obras como Txalupak Jaberik ez [La barca sin pescador] de Alejandro Casona. Mas no faltaban tampoco adaptaciones de las obras de Moliére, Gheon, Loti, Tagore, García Lorca, Lozano, Buero Vallejo, Pío Baroja y Campión; ni tampoco creaciones de los autores tradicionales como Soroa, Alzaga, Barriola, Carrasquedo, Lekuona, Agirre, etc., o de los nuevos como Larzabal o Monzon, por lo que se puede considerar como un gran éxito su supervivencia en circunstancias tan adversas, al par de muy positiva su labor en la conservación del euskera, que era uno de los objetivos primordiales desde la creación del grupo Euskal Iztundea.

Por los años 60 van surgiendo grupos de teatro a lo largo de todo el País, recuperando la tradición de la preguerra, y será otro grupo donostiarra el que destacará en ese momento. Se llamaba Jarrai (1960-65) y supuso una ruptura con los viejos moldes, ya que aparte de representar a Muñoz Seca, llevaron a las tablas a Tennesse Williains, Priestley, O'Neill, lbsen y Camus entre otros, lo que supuso una lucha de generaciones y de propuestas teatrales.

Las Navidades de 1961 representaron en el Teatro Principal de la parte vieja donostiarra la obra de Ruiz Añibarro Mujeres en Berrigorria traducida por Etxaniz con el título de Ito... edo ezkondu, con gran afluencia de público.

Los años siguientes bajo la dirección de Mikel Azpiazu representan Kristalezko Iruditxoak [El zoo de cristal] y Katua zinkeko tellatu gañean [La gata sobre el tejado de cinc] de Tennesee Williams, la obra de John Priestley Ertzaña Etxean [Llama un inspector], la de Eugene O´Neill Bestelakoa [Distinto] traducida por Etxaniz, Gizon zuzenak [Los justos] de Albert Camus traducida por Salvador Garmendia, etc.

Estamos en el año 64 y en la misma semana en que Jarrai representa a O'Neill, el Teatro Español Universitario representaba Las sillas de lonesco, la Agrupación Artística Antígona El Ping-Pong de Arthur Adamov, la Agrupación Artística Candilejas Esperando a Godot, etc. Es decir, que era un momento en el que las vanguardias teatrales estaban en pleno auge y bien representadas en Donosti. Y por parte de los grupos vascos hay un intento claro de elevar el nivel de las obras representadas adaptando a autores que se hallan en ese momento en primera línea.

Se traduce a Henrik lbsen (Andere etxea [Casa de muñecas a Arthur Miller (Denak nere semeak [Todos eran nuestros hijos]) y a Alfonso Sastre (Eriotzaruntz [Escuadra hacia la muerte] ), etc., con la idea de cambiar y enriquecer el panorama existente.

Por esa época Iñaki Beobide nos da la crónica de los grupos teatrales del País en la sección Antzerki Txokoa de Zeruko Argia. Por ejemplo se reúnen en Berastegi (1964) los grupos de teatro siguientes: Txinpartak de Bilbao, Euzko Iztundea y Jarrai de Donostia, Gure Txeru de Getaria, Ereintza de Errenteria, Oargi de Hondarribia, y representantes de Itsasondo, Ondarroa, Mungia, Elorrio, etc. con la intención de estudiar la situación del teatro en euskera y relacionarse más estrechamente. Tanto Salvador Garmendia autor de la obra Istoria trixte bat como el cantante y poeta Xabier Lete están de rompe y rasga.

Dice el primero en una entrevista que le hicieron en la revista Zeruko Argia (1965-01-10) que no sólo el teatro sino que también la novela y la literatura vasca se hallaban con un retraso de quinientos años. Y el segundo cuando le preguntan por la situación del teatro vasco dice (Zeruko Argia, 1965-1-24):

- Xabier, zer diozu gaurko euskal-teatrotaz?
- Azken denbora auetan Lartzabal jauna izan da euskal teatroari kolore pixka bat eman diona. Bizkai aldetik, Zubikarai jauna ere jarri genezake lan prestu batzuen jabe bezela. Baño nere iritziz Gabriel Aresti izan da euskal teatroa kalidadezko bide berrietara zuzendu suena. Joan dan dagonillaren 13an ikusi gendun Donostin Beste Mundukoak eta zoro bat Arestiren obra jatorra eta esan genezake egun artan eta obra arekin asi zela euskal-teatro berria.

Resumiendo, que dejando a un lado los intentos de Lartzabal y Zubikarai fue Gabriel Aresti con su obra Beste mundukoak eta zoro bat [Los del otro mundo y un loco] el iniciador de un nuevo teatro vasco, y que excepto éste no se salva nadie. Evidentemente la polémica estaba servida, y Lete se excusará posteriormente del tono de sus declaraciones. Es digno de mención el comentario de Zugasti (Zeruko Argia, 1965-VIII-8) respecto a la obra de Garmendia representada por Jarrai:

Antzerki onek, bere mensaje ta guzti ez du batere onik egingo gure errietan eta mensajea biltzeko asmatu zikinkeria kalte ederra bai. Orregatik ipini zuten antzerkia lenengo aldiz bota zenean. Donostiako eliz ateetan zensura au: Historia trixte bat: 3R.

0 sea, que a pesar de su mensaje dicha obra no acarrearía en los pueblos a causa de sus obscenidades sino males, y que por ello en Donosti cuando se representó se le puso en todos los atrios de las iglesias la calificación de 3R.

Gabriel Aresti (Bilbao, 1933 -1975) es en palabras del joven crítico, autor dramático de éxito y director de cine Eneko Olasagasti "azken antzerkigilea" el último autor teatral (Sic) (3). Pero tal vez esta faceta sea la menos conocida del poeta bilbaino, el cual intentó plasmar en euskera a dramaturgos universales como Ugo Betti o Ramón María de Valle-Inclán traduciendo sus Delito all¨isola delle capre o Divinas palabras respectivamente; editar el teatro vasco del siglo XVIII reivindicando la figura de Barrutia, así como la farsa charivárica de Jakes Oihenarte, autor del siglo XIX titulada Kaniko eta Beltxitina; y crear obras propias acopladas al mundo de los jóvenes grupos teatrales y a los actores con los que tuvo una relación directa, y para quienes escribió Mugaldeko herrian eginikako Tobera [Farsa realizada en un pueblo de la frontera], premio Toribio Alzaga de 1961, ... Eta gure heriotzeko orduan [Y en la hora de nuestra muerte ... }, Justitzia txistulari [ La justicia txistulari }, etc.

Su figura crítica y tremendista, al modo de la de un lobo solitario, se rebelaba en sus piezas contra la arbitrariedad del poder y la moral tradicional vasca creando una síntesis de tradición y vanguardismo, que podría clasificarse, dentro del valor relativo de toda etiqueta, como de teatro popular revolucionario. Pero es evidente, que en los años finales del franquismo fue una figura animadora y repulsiva del mundo literario vasco tradicional,

El escándalo como hemos dicho estaba servido, y la polémica abierta cuando se representan las obras de Aresti o la de Albert Camus Gizon zuzenak [Los justos] sobre la "violencia revolucionaria".

Ante esta línea que podemos considerar como de la modernidad nos hallamos con la tradicional del teatro de Pierre Larzabal y Antonio Labaien; y podemos considerar tanto a Labaien como a Larzabal los dos pilares básicos del teatro vasco, el primero de Hegoalde y el segundo de Iparralde, pues son ambos los autores más prolíficos.

El escritor tolosarra, aunque muy crítico con las nuevas generaciones -le pide por ejemplo a Aresti menos hipérboles y más "pormalidade"- ha sido el traductor de autores vanguardistas del siglo XX, como Castelao, Dürremnatt, lonesco, Frisch y Brecht, por lo que su postura se puede considerar un tanto ecléctica. Por un lado critica a los grupos jóvenes que se atreven a trasladar al escenario autores europeos o americanos, y por otro lado introduce en el mundo vasco autores representativos del teatro simbolista, del teatro del absurdo o del teatro épico. Escuchemos algunas de sus opiniones:

-Gure txikian aiek bezin aundi izan gaitezke ondo ikusten gure inguruko gizadiaren sakona; eta itzez eta egitez neurriz tajutzen badakigu: Irria luze, nigarra labur.
-Teatroa berritu bear omen! Ondo daga asmoa, bañan Katua zinkezko tellatu gañean ta antzeko berrikeri ezerezak egitekotan obe da Klasikotan gelditu.
-Ni ez nazute besteen gauzak oso-osorik euskeratzeko zale. Geienaz gaiak artu ditezke gero berriz gure erara egosteko.

{-Nosotros podemos ser dentro de nuestra pequeñez, si sabemos profundizar en el análisis de nuestra sociedad y reflejarla con palabras bien medidas y logradas tan grandes como ellos: la risa larga, el llanto corto.
- ¡Qué matraca esta de que hay que renovar el teatro!. Está bien el empeño, pero si vamos a encontramos con La gata sobre el tejado de cinc y estas futiles modemeces, es mejor quedarse con los Clásicos.
- No soy amigo de traducir las obras enteras En todo caso yo tomaría los temas para rehacerlas a nuestro modo.]

Esta última opinión es concorde a la que exponía en la revista Euzkadi (1925 -11-7) a propósito de la representación de Shakespeare en euskera, es decir de la adaptación de Macbeth por Toribio Alzaga como Irritza. Decía que admitiendo incluso que el ensayo había sido afortunado era prematuro y estéril hacer más experiencias en ese sentido.


Representación de Andre Joxepa Tronpeta, de Toribio Altzaga.

No se daba cuenta o no quería admitir lo mismo que Pierre Lafitte al criticar las traducciones de Zaitegi de los trágicos griegos que eran unos "adelantados", no respecto a su tiempo sino al contexto social vasco.

A pesar de ello, Labayen en cierto modo es un heterodoxo ya que un comentarista que se esconde bajo el pseudónimo de "Zaharrak" le criticará en Zeruko Argia (1965-V-2), el que tradujera de Brecht Bai esalea [El que dice si] y Ez esalea [El que dice no] puesto que se trataba de un autor comunista. El que un autor tan considerado por su trayectoria tradujera a Brecht (Olerti, 1963) y a Dürrenmatt, lonesco y Max Frisch, que se publicaron en Egan, lo mismo que la traducción de Manuel de Pedrolo Homes i no [Gizonak eta ez] hecha por Garmendia no eran sino un reflejo de los momentos de la gran creatividad que se daba en ese momento.

Más claro es el posicionamiento de Larzabal cuya pieza símbolo se puede considerar que es Matalas. Esta obra representada por el grupo Antzezkilarien Biltzarra el año 1968 en Bayona, inicia una nueva etapa que bajo la animación de Daniel Landart, joven autor en esas fechas, ha dado frutos encomiables, y ha creado un tipo de teatro "engage", comprometido con la lengua y la historia del País, de la que se extraen personajes claves y sirven a la vez que de reivindicación básica, de enseñanza y recuperación de una historia extrañada por la oficial y recuperada a través del teatro, que halla en el drama histórico una fuente de inspiración casi inagotable.

Cuenta Roger Idiart, codirector junto a Telesforo Monzón de la obra Matalas, que cuando fueron a alquilar el teatro de Bayona, les dijo el administrador cómo pensaban llenar la sala, si el teatro francés no lo conseguía. A pesar de ello el teatro vasco en aquellos momentos lo consiguió.

Como señala Landart (4) , Etxahun, Bordaxuri, Matalas... son entre. otros muchos famosos personajes los que al igual que en las pastorales modernas (Etxahun 1962, Santxo Azkarra 1963, El Señor de Iruri 1966, Chiquito de Cambo 1967 ... ) se intentan reinventar y recrear con una función claramente didáctica a través de cuadros históricos plenos de imaginación y de anacronismos poéticos.


Representación de la obra Udaberriko gau hartan lorik ez.

Mas no es éste el único género que abordan tanto Larzabal como su discípulo Landart, ya que abundan entre sus obras, piezas costumbristas cómicas, piezas de crítica política y social contemporánea, y tampoco faltan obras de tendencia simbolista.

Subimos de nuevo al bus que nos trae atravesando treinta años al momento actual. Bajamos. Sí hoy casi todo es distinto, aunque la Concha sigue ahí. El desconocimiento de aquellos tiempos dificiles es casi total, pero merece recordarlos de vez en cuando para valorar más exactamente lo que tenemos, ya que en gran parte se debe a la dura lucha de aquellos idealistas del 68, que hicieron del teatro una de sus herramientas ideológicas y estéticas de lucha. No nos vendría hoy nada mal un poco de aquel idealismo, espíritu crítico y búsqueda de nuevas formas de vida.

  Notas:
(1) Anécdota recogida por Maki Segurola en la edición de la novela de N. Etxaniz titulada Izotz-kandelak (Elkar, Donostia, 1992, 258) (VOLVER)
(2) Irutxulo, Donostiako astekaria, "Iztundea, euskal antzerkiaren aitzindaria", 1994-XI-18, 10. (VOLVER)
(3) Olasagasti, E., 1984, "Gabriel Aresti: teatrogile. Erreibindikapen literarioak eta bat, Susa, 12. (VOLVER)
(4) Landart, D., 1985, "Iparraldeko teatro-giroaz", Jakin 37, pp. 89-94. (VOLVER)


Patri Urkizu, idazlea eta UNEDeko irakasle titularra
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi

Euskonews & Media 76.zbk (2000 / 4-28 / 5-5)


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