NOTICIA DEL CAPITEL
La Fototeca del Departamento
de Arte Diego Velázquez y de la Institución Príncipe
de Viana, conservan una interesante fotografía que presenta
un conjunto de
seis capiteles románicos del desaparecido claustro catedralicio
iruñense. La imagen original está en Madrid, (fig.1) mientras que la institución navarra
conserva una copia de la misma. A pesar de que la reproducción
se publicó en el Boletín de la Sociedad Española
de Excursiones de 1900 (fig.1) y que en Navarra
se difundieron postales con esta fotografía, actualmente,
es casi desconocida. Su importancia radica en que presenta un
interesante capitel del claustro catedralicio del que no se sabía
de su existencia, hasta la fecha.
Los capiteles están distribuidos
en dos filas: bajo los tres conocidos soportes historiados se
situa otro grupo de tres que, a primera vista, parece tener decoración
exclusivamente vegetal. Los capiteles historiados son, de izquierda
a derecha: el de la Resurrección, el de la Pasión
de Cristo, y el de Job. De los tres capiteles superiores se conocen
los dos extremos, el primero de tema prácticamente vegetal
sino fuera por la presencia de sendas máscaras leoninas
en la cara frontal del soporte; el otro capitel extremo posee
una decoración vegetal semejante al anterior, y remata
su cuerpo con sendas volutas; por último el central alterna
decoración humana y vegetal en sus caras frontales y nos
descubre un capitel desconocido.
Los dos capiteles superiores
se conservan en el depósito del Museo y a pesar del aspecto
de la fotografía sólo están tallados por
las partes frontales, lo que hace suponer que estuvieron adosados
dadas sus medidas y semejanzas con los otros a un elemento arquitectónico
del claustro, o incluso por la semejanza de su talla, es probable
que fueran las dos caras de un único capitel exento (1). El capitel central muestra elementos
coincidentes con los anteriores como la presencia de hojas distribuidas
en tres órdenes y un par de volutas en cada lateral que
se dirigen hacia los ángulos, concediéndole un
gran efecto plástico. La presencia de una figurita humana
en cada frente del capitel, portando sendos jarros de los que
brotan chorros
de agua, constituye su principal novedad. Estos personajes se
disponen de perfil, dirigiendo sus miradas hacia el centro, visten
túnicas clásicas que dejan sus hombros y parte del torso
al descubierto y se sitúan arrodillados en el borde de
la hoja (fig.2). Estos elementos permiten
identificar ese capitel con el tema de los Ríos del Paraíso,
un motivo escaso en la plástica románica y que
en este ejemplo iruñés alcanza cotas de gran belleza,
tanto por la discreción en la disposición de las
figuras en el marco vegetal, como por el clasicismoen la concepción
de estos personajes.
 Capiteles del claustro
románico de la catedral de Pamplona. (Foto: BSEE, 1900).
(VOLVER)
 Detalle del capitel de
los Ríos del Paraíso. (Foto: BSEE, 1900). (VOLVER)
Esta fotografía del archivo
del Instituto Diego Velázquez,
es la única que permite cono-cer claramente el capitel
y comenzar su búsqueda en otros documentos escritos o
gráficos sobre la catedral románica de Pamplona.
También el Archivo Príncipe de Viana conserva una
reproducción de esta fotografía de hacia 1900,
presumiblemente, coetánea del original, por la calidad
que presenta. Este
capitel aparece reproducido en una de las imágenes que
ilustran el artículo citado de O. Larumbe, publicado en
el Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra
de 1928 (fig.3) (2). Curiosamente,
esta instantánea muestra variaciones con respecto al frente del
capitel reproducido en la imagen de Laurent ya que la figura
humana del lado izquierdo (3) aparece
descabezada. Finalmente la última reproducción
encontrada de este desconocido soporte, aparece en el libro de
T. Biurrun junto a otros capiteles del mismo conjunto, y asimismo
presenta el deterioro en la figura humana del lado izquierdo.
El primer dato escrito conocido, que describe este capitel aparece en un artículo
de Serrano Fatigati de 1901 que dice: "y en otro (capitel)
menudos bustos de jóvenes, minuciosa y delicadamente dibujados"
(4).
 Río del Paraíso.
León: Colegiata de San Isidoro. Arca de San Juan Bautista
y San Pelayo, detalle. (Foto: I. Bango; El románico en
España, Madrid, 1992, p. 217). (VOLVER)
Estos son los datos, escasos, relativos al capitel claustral.
Tras la monografía de T. Biurrun no existe noticia alguna
del mismo. Las publicaciones sobre los restos esculpidos de la
catedral románica de Pamplona son muy escasas hasta que éstos se
disponen en el actual Museo de Navarra en 1956, y son más
abundantes desde los años 60 (5). Sin embargo, el capitel no está entre
los fondos actuales de esta institución ni aparece citado
en las primeras guías que recogen sus fondos, consecuentemente,
estos estudios publicados sobre la catedral románica de
Pamplona no mencionan ese capitel, porque desde hace casi medio
siglo no hay noticia de él. Sin embargo, se puede recurrir
a otras fuentes documentales que hablan del mismo. Así
en 1935 se produjo un importante robo en la catedral y aunque conocemos
con detalle todos los objetos sustraídos y no hay mención
de ningún resto pétreo de la catedral románica
(6).
En los años 40 se producen reformas importantes en la
iglesia desde el punto de vista arquitectónico, al tiempo
que se aprueba la venta a la Diputación navarra de una
serie de objetos de arte entre los que figuran los restos románicos
de la seo iruñesa, pero no hay una relación detallada de cada
capitel, por lo que no sabemos si entre éstos se encontraba
el soporte de los Ríos del Paraíso (7). A pesar de que haya interesantes datos sobre el camino
seguido por los capiteles claustrales desde su localización
en la capilla de Santa Catalina de la catedral (8) hasta su exhibición en las actuales
salas del Museo, sin embargo no hay referencia expresa al capitel que estamos
estudiando y no podemos adivinar en que momento se produce su
desaparición (9).
TEMÁTICA E INTERPRETACIÓN
La presencia de estas dos figuritas
humanas, jóvenes semi-desnudos dispuestos de perfil que
llevan jarros de los que brotan chorros de agua, identifica la
dedicación del soporte a los Ríos del Paraíso.
Como únicamente lo conocemos por una fotografía
en la que aparece el frente del mismo y no la totalidad de sus
caras no sabemos si repite la temática en la cara posterior
y por tanto no podemos afirmar con total seguridad la presencia
en el soporte de los cuatro Ríos, que sería lo
más lógico de acuerdo con la forma del capitel.
La dedicación del capitel
al tema de los Ríos del Paraíso se deduce por su
compara-ción con otros conjuntos semejantes. En efecto,
a pesar de la situación de las figuras en un marco vegetal
y su pequeño tamaño, tanto las vestiduras como
los atributos que llevan muestran gran parecido con los jóvenes
ríos que aparecen en los derrames de la cubierta del arca
de las reliquias de San Juan Bautista y San Pelayo (ca. 1059).
Este arca, conservada
en el Museo de la Colegiata de San Isidoro de León, presenta
las cuatro personificaciones de los Ríos en la tapa, rodeando
al Cordero Místico y los símbolos de los Evangelistas
(10). La concepción de estas figuras
es muy semejante a la de este capitel catedralicio ya que son
jóvenes semidesnudos que dejan su hombro al descubierto
y que se disponen sentados al tiempo que sostienen unos jarros
de los que brotan los ríos (fig.3).
Sólo conocemos otro río representado en el panorama
románico hispano, esta vez sobre tela, se trata del río
Geón que nos han llegado del tapiz de la Creación
de la catedral de Gerona. Esta personificación fluvial
repesenta un joven semidesnudo con manto cubriéndole las
piernas y un jarro boca-abajo del que brota el río. El
contexto en que aparece esta figura pertenece a un mensaje iconográfico
de tipo cosmológico con presencia de los astros, vientos,
y personificaciones del tiempo con el año y los meses.
Fuera del panorama hispano, el
tema aparece en uno de los capiteles claustrales de la abadía
tolosana de La Daurade. La escena está interpretada de
modo muy semejante al caso pamplonés ya que las figuras
humanas, desnudas, se sientan en los ángulos del capitel
y derraman sus jarrones en las caras del mismo, como metáfora
de las corrientes fluviales que personifican. La presencia del
tema de los cuatro Ríos en este capitel de la abadía
tolosana proporciona
otro elemento de comparación entre ambos conjuntos artísticos
que se une a los que ya se habían formulado en el estudio
de la adscripción estilística del maestro del claustro
pamplonés (11).
El mensaje que se desprende de
la presencia del tema de los Ríos del Paraíso en
el arca de San Isidoro de León responde a un criterio
iconográfico que tiene sus orígenes en el arte
cristiano primitivo y que concibe estas cuatro corrientes partiendo
desde el Cordero Místico como una alusión al mensaje
del Evangelio
que se distribuye a las cuatro partes del mundo. Estas cuatro
corrientes serían una metáfora de los Evangelistas
(12), quienes también aparecen representados
en torno al Cordero Pascual en la tapa de la arqueta relicario.
El mensaje evangélico continúa difundiéndose
por todo el mundo gracias a la misión de los doce Apóstoles,
quienes completan el programa al estar representados en las cuatro
caras de esta urna.
Perteneciente al mismo claustro
de la catedral de Pamplona se conserva un capitel que presenta
cuatro figuritas humanas en cada uno de los ángulos, que se disponen en
actitud de escribir y los laterales del mismo presentan figuras
animales intercaladas en un conjunto vegetal (13). Hasta ahora este soporte había
sido considerado de tipo decorativo, en el que se fundía
el gusto por la decoración vegetal junto a una presencia
humana y animal. Sin embar-go, examinando este capitel junto
al de los cuatro Ríos, vemos como estas figuritas que
apa-recen en actitud de escribir o llevan los útiles de
escritura en sus manos, pueden responder a una forma muy original
de representar los Evangelistas, prescindiendo de la caracterización
zoomorfa que es la forma más usual de verlos en el arte
románico. La interpretación no sería muy
forzada en cuanto se conocen otros ejemplos de esta correlación
entre la temática fluvial y los escribas, teniendo en
cuenta que los propios ríos serían un símbolo
de los cuatro Evangelistas (14).
En cuanto a la representación
humana de los autores del nuevo Testamento, tal como se representan
en este capitel citado del claustro de Pamplona, conocemos otras
obras de arte que avalan esta identificación. Tales piezas
pertenecen al arte de la orfebrería, se datan más
tardíamente que el capitel catedralicio, hacia 1150-1160
y pertenecen a un taller alemán situado en la región
mosana. Nos referimos al altar de Stavelot que reposa sobre cuatro
figuras en bronce dorado, sentadas y escribiendo sobre pupitres.
Estas figuras no están identificadas por sus símbolos
pero no hay duda de que son los Evangelistas. Igualmente el altar presenta
escenas de la Pasión de Cristo como la Última Cena
y la Crucifixión. En los frentes aparecen escenas del
martirio de los doce Apóstoles (15). Perteneciente al mismo taller escultórico
de la región mosana aunque a una fecha más tardía,
h. 1177-1186, se conserva el pie de cruz de Saint Bertin que
reposa sobre las figuras de los Evangelistas, interpretados como
hombres que escriben apoyados sobre los pupitres o miran hacia
el cielo en busca de inspiración. La identificación
con los sagrados autores
se completa por sus símbolos presentes al pie de la cruz
y las filacterias que llevan cada uno de estos cuatro vivientes
(16).
Volviendo al arca de San Juan
Bautista y San Pelayo, vemos como los Ríos, los Evangelistas
y los Apóstoles aparecen en un mismo conjunto, lo que
apoya la referencia a la misión difusora del Evangelio
por parte de los Apóstoles. Esto nos introduce en una
segunda variante interpretativa del tema de los Ríos y
explica porqué este tema aparece representado en otros
conjuntos junto a la Traditio legis y otras escenas en los que
tienen gran protagonismo los Apóstoles. Nos estamos refiriendo,
por poner un ejemplo muy revelador, de la serie de capiteles
dedicados a la Pasión y Resurrección pertenecientes
al trabajo del segundo
taller del claustro de la abadía de la Daurade. Este trabajo
se sitúa entre 1120-1140, fechas coetáneas de las
del claustro iruñense (17).
Ya se había señalado
la coincidencia estilística entre los capiteles de este
trabajo y los del claustro románico de la catedral de Pamplona, sobre
todo en escenas como el Prendimiento, la Crucifixión y
el Descendimiento (18),
aunque esta opinión es discutible ya que justamente la
concepción de estas escenas en ambos conjuntos sigue una
iconografía muy tradicional. Pero si podemos señalar
una interesante coincidencia temática: en efecto, a pesar
de la escasez de soportes historiados que nos han llegado del
claustro pamplonés sin embargo existe una intención
iconográfica de detenerse en las escenas relativas a la
Pasión y de dar protagonismo al ciclo resurreccional.
El tema de la Pasión está
anticipado en el capitel de Job, cuya historia llena de pruebas
y sufrimiento es una prefiguración del sacrificio de Cristo
en la cruz. El ciclo de la Pasión presenta escenas como
la Última Cena y el Lavatorio representadas en dos capiteles
que a pesar de no pertenecer
a la misma mano que labró los otros soportes conservados,
sin embargo responden a una misma intención iconográfica
(19), tales temas están tallados también
en un único capitel de La Daurade. Las siguientes escenas
de la Pasión se ofrecen más condensadas en el claustro
pamplonés, al ocupar un único soporte frente al
mayor desarrollo que alcanzan en el claustro tolosano, pero coinciden
en la presencia del Prendimiento y san Pedro cortando la oreja
a Malco (20). Las escenas dedicadas al ciclo del
Resurrección presentan momentos semejantes como son el
Descendimiento y el Santo Entierro, después los capiteles
de La Daurade se detienen en el relato posterior a la muerte
e incluyen el Descenso de Cristo a los infiernos, previo a la
Resurrección; finaliza este ciclo con el tema de la visitatio
sepulcri, tratado en ambos conjuntos.
Los capiteles siguientes del
claustro de La Daurade presentan una gran dedicación al
relato post-resurreccional con el Noli me tangere, los
discípulos de Emaús, la duda de Santo Tomás,
Ascensión de Cristo y Pentecostés entre otros;
lo que suma un total de seis capiteles frente a los tres que
dedica el mismo claustro tolosano al tema de la Pasión.
En comparación el único capitel del claustro iruñense
que se dedica a la Resurrección solamente presenta una
escena posterior a la visitatio sepulcri, esta es la noticia
de la Resurrección de Cristo por parte de María
Magdalena a San Pedro. A pesar de la escasez de elementos comparativos
entre ambos conjuntos descubrimos puntos semejantes en el ciclo
hispano y el francés precisamente por la representación
de este tema. Y es que el claustro iruñés demostró
a partir de esta representación una intención de
plasmar escenas post-resurreccionales semejante a las que muestra
el claustro francés, con el problema de que los restos
hispanos son mucho menores. Podemos pensar que el claustro pamplonés
presentara mayor número de capiteles que los ahora conservados
y hubiera más dedicación a las apariciones de Cristo
posteriores a su Resurrección,
pero aún sin necesidad de afirmar ésto, la presencia
de la escena arriba comentada es por sí sola de gran utilidad
(21).
Se puede comparar con una representación también
enigmática tallada en un capitel de La Daurade como es
San Juan contemplando la tumba vacía (22). En las dos escenas se trata de destacar el valor
concedido a los Apóstoles en cuanto conocedores del triunfo
sobre la muerte de Cristo y por tanto depositarios de una noticia
que han de difundir. Aparecen como evangelizadores que han recibido
el mensaje de Cristo de primera mano, por lo que su misión
es extenderlo por toda la tierra. Después de la labor
escrita de los cuatro evangelistas, los doce apóstoles
serían los encargados de dar a conocer este mensaje. Así
María Magdalena comunica a San Pedro y a San Juan Evangelista
la Resurrección de Cristo y por lo tanto le hace depositario
de una noticia que ha de difundir, al igual que San Juan contempla
asombrado la tumba vacía y comprende el triunfo de Cristo
sobre la muerte. En este conjunto de escenas de gran valor humano
y anecdótico el capitel de los cuatro Ríos, que
como hemos visto aparece en el claustro pamplonés y el
tolosano, tiene un valor simbólico que encaja con esta
espiritualidad. Como hemos visto los Ríos son imagen de los cuatro
evangelistas por lo que su situación en un determinado
conjunto sobrepasa el sentido cosmológico originario para
simbolizar la difusión de los Evangelios (23).
En el claustro del monasterio
de La Daurade estos capiteles representan ante los mon-jes el
fin propuesto de imitadores de los Apóstoles y discípulos
de Cristo,
en su vida monacal. Los monjes acometen una importante función
evangelizadora sobre todo a partir de la reforma gregoriana (24) e incluso desde finales del s. XI se
les concedió
autoridad para administrar ciertos sacramentos (25).
Si analizamos este capitel de
los Ríos en el conjunto del claustro de la catedral de
Pamplona vemos como el mensaje que incorpora encaja perfectamente con
las reformas y nueva espiritualidad que ha impuesto el obispo
de la diócesis Pedro de Roda (26). Este obispo de origen francés, educado
en Conques de niño y formado en San Ponce de Tomeras,
conoce las reformas realizadas en la iglesia cristiana desde
el mediado el s. XI y trata de establecerlas en su diócesis,
lo que le convierte en un gran reformador. Estableció
el cambio de la liturgia mozárabe a la romana, la reforma
gregoriana y la regla de san Agustín en la iglesia catedral.
Estas dos últimas innovaciones van a ser de gran importancia
en la vida posterior de esta diócesis navarra y del propio
cabildo catedralicio. La reforma gregoriana predicaba una imitación
de la vida apostólica y la regla de san Agustín
establecía una vida en común para todo el cabildo que pasaba
de tener propiedades individuales a propiedades en común,
algo que también era tomado de la vida apostólica
relatada en los Hechos de los Apóstoles (27). Los canónigos dejaban de tener
sus casas particulares para residir en los edificios construidos
en torno
a la catedral con este fin, por lo que había dormitorio,
refectorio, cocina, cillería y sala capitular (28). Estas construcciones se levantaron
en torno al claustro de la nueva catedral románica que
comenzara a construir este obispo, Pedro de Roda. A pesar de
que murió sin ver consagrada la iglesia catedralicia ni
terminado el claustro, sin embargo el primer edificio estaba
muy avanzado cuando se produjo su muerte y el segundo todavía
tardaría casi dos décadas en verse concluido. El
claustro ya había comenzado a construirse y entendemos
que la elección de estos temas iconográficos y
su ordenación de acuerdo con una intención determinada
responden a la iniciativa de este obispo, quien así vería
expresado en piedra su propio ideal reformista para mejor comprensión
por parte de los canónigos.
ESTILO
La cuestión estilística
de este capitel obliga a una reconsideración en el estudio
del taller del claustro. Por un lado están los tres capiteles
historiados conocidos hasta ahora, donde los caracteres estilísticos
llevan a la identificación de los soportes con un único
taller, por el tratamiento de la figura humana, animal y el uso
de la ordenación espacial y arquitectónica en los
espacios. El horror vacui en la composición y no
dejar ni un sólo espacio vacío es algo patente
en los tres capiteles citados. Igualmente de la mano de este
mismo Maestro se ha conservado el soporte mencionado, que dispone
cuatro figuras humanas en sus correspondientes ángulos
mientras que deja poblarse de animales y formas vegetales sus
laterales.
 Clave de la catedral gótica:
Río del Paraíso. (Foto: V.V.A.A.; La catedral de
Pamplona, Pamplona, 1994, p. 290). (VOLVER)
A pesar de este cambio en la composición y el gusto por
el predominio de los elementos vegetales, se atribuye este capitel
al mismo taller ya que los tipos físicos de las figuras
humanas distribuidas en los cuatro ángulos y la perfección
en el tratamiento de los animales recuerdan los que aparecen
representados en estos tres capiteles claustrales. Si examinamos
las figuras de los Ríos que aparecen en el capitel objeto
de este estudio, vemos como el perfil de estas personificaciones
es semejante al de las figuras de estos capiteles historiados,
igualmente se repite la belleza y proporción en sus cuerpos
que en este caso aparecen destacados al ser desnudos con pretensión
anatómica; finalmente las vestiduras muestran unos pliegues
en zig-zag también conocidos. El tema ha sido interpretado
al modo clásico lo que se percibe por la elección
de jóvenes que sostienen jarros de los que brotan las
corrientes fluviales, igualmente el marco vegetal en el que discretamente
se insertan las figuras responde al mismo gusto por la presencia
de las hojas de acanto. Si comparamos este capitel con otras
representaciones vemos gran semejanza con el clasicismo que también
se ha buscado en las personificaciones del arca de las reliquias
de San Isidoro de León. El tipo se aleja del capitel citado
de Cluny como ya hemos visto y en el caso de La Daurade
el soporte es de menor belleza ya que el gusto por ocupar con
las cuatro figuras todo el espacio del mismo hace que éstas
se dispongan incómodamente en los ángulos y que
los ríos broten de sus jarros formando una cascada que
es la protagonista
del capitel.
Finalmente en el mismo claustro
gótico de la catedral pamplonesa aparece el tema de los
Ríos del Paraíso (fig.4). A
pesar de que el plan originario planteaba la presencia de las
cuatro personificaciones, no han llegado más que dos porque
el proyecto no llegó a concluirse. Los dos ríos
esculpidos presentan un tratamiento muy semejante al mismo tema del anterior
claustro románico. Son jóvenes vestidos, que se
disponen agachados, y llevan jarros de los que brota el agua
(29). La presencia de este tema en el claustro
gótico de la misma catedral, que se levantó sobre
el anterior románico, así como la repetición
de la Historia de Job hace pensar en una intención por
parte de los promotores del nuevo claustro, de hacer perdurar
ciertos temas románicos e incluso insertarlos en un proyecto
iconográfico más ambicioso de carácter cosmológico
como supone el representar también los doce vientos y
los doce meses del año.
Compositivamente se ve un predominio
del elemento vegetal frente al protagonismo de las figuras humanas
alcanzado en los otros capiteles historiados. Los tipos físicos
en todos aquellos capiteles donde aparecen son semejantes, por
lo que no podemos pensar en un cambio de taller aunque sí
en una tendencia distinta que busca un mayor efecto decorativo
frente al carácter narrativo de los otros soportes. Este
gusto se observa en el capitel que, como hemos visto, pudiera
dedicarse a los Evangelistas, también realizado por este
mismo taller.
En conclusión el hallazgo
de esta fotografía que descubre un capitel del claustro
románico de la catedral desconocido hasta ahora, nos permite
aumentar las ideas que hasta ahora se tenían de este conjunto.
La interpretación iconográfica del mismo se ha
visto ampliada por la presencia de este tema de los cuatro Ríos,
muy escaso en el panorama del arte románico hispano. El
capitel que personifica los Ríos del Paraíso enlaza
con el ciclo de la Pasión y Resurrección presente
en los otros soportes del claustro y permite identificar a los
Evangelistas en un marco hasta ahora visto con carácter
exclusivamente decorativo.
Iconográficamente los
cinco capiteles historiados coinciden en una idea evangelizadora
que se desprende del capitel descubierto y que aglutina los Ríos
del Paraíso con los Evangelistas y el ciclo de la Pasión
y Resurrección. Iconológicamente el mensaje que
se desprende de este conjunto encaja con la labor de reforma
tan profunda realizada en la sede episcopal y catedralicia por
parte del obispo don Pedro de Roda.
Notas |
1. Estos capiteles
conservados en el depósito del Museo, están identificados
fotográficamente (fotos 524 y 521respectivamente) y catalogados
y descritos en el mismo material del Museo. Además habían
sido fotografíados, descritos o estudiados en las siguientes
publicaciones: LARUMBE, O.; "La catedral de Pamplona"
en Boletín de la Comisión de Monumentos
de Navarra, II, 3ª época, 1928, pp. 91-120; BIURRUN
Y SOTIL, T.; El arte románico en Navarra,
Pamplona, 1936, p.461; LOJENDIO, L.Mª; Navarra (España
románica, 7), Madrid, 1978 (1ª ed. en francés1967),
p.246; ÍÑIGUEZ ALMECH, F.; "Sobre tallas románicas
del siglo XII" en Príncipe de Viana 29, (1968),
p. 184 y fotografías: 6 y 7 respectivamente, estos autores
hablan de estos dos capiteles como de las dos caras de un único
soporte. Igualmente el segundo capitel está fotografiado
junto a otro resto catedralicio en la fotografía nº
12982 del citado archivo CSIC. (VOLVER)
2. En este caso
la fotografía presenta el sello del Diario de Navarra,
pero tampoco se conserva en el Archivo de dicho periódico.
Desde aquí agradecemos al responsable del archivo fotográfico,
señor Ángel Zoco la amabilidad prestada en la búsqueda
de dicho grabado. Igualmente se ha consultado el Archivo Municipal
de Pamplona que tampoco conserva una copia de dicha fotografía.
(VOLVER)
3. BIURRUN Y SOTIL,
T.; Op.cit. p. 456. La fotografía debe ser muy cercana
en el tiempo a la publicada en el Boletín de la Comisión
de Monumentos de 1928 ya que las dos imágenes presentan
este deterioro en el capitel además de que se coronan
con el mismo cimacio, que hoy cubre el capitel de la Pasión.
La imagen citada de Laurent presenta un remate distinto que es
el que actualmente cubre el capitel de la Resurrección.
(VOLVER)
4. SERRANO FATIGATI,
E.; "Los claustros de Pamplona" en BSEE, IX, (1901),
p.166. Esta cita, sin acompañamiento fotográfico,
puede llevar a confusión ya que estos jóvenes tallados
en la cesta del capitel se pueden identificar con los que aparecen
en otro capitel del claustro, expuesto en el Museo, y que se
disponen en las esquinas del soporte en actitud de escribir.
(VOLVER)
5. Entre otras podemos
citar las siguientes publicaciones que hablan de los capiteles
conservados del claustro catedralicio: LOJENDIO, L.Mª; Op.cit.;
ÍÑIGUEZ ALMECH, F.; Op.cit.; URANGA GALDIANO, J.E.
e ÍÑIGUEZ ALMECH, F.; Arte Medieval Navarro,
Pamplona, 1973, t. I**, pp. 263-268; FERNÁNDEZ-LADRERA
AGUADÉ, C.; La arqueta de Leyre y otras esculturas
medievales de Navarra, Pamplona, 1983, pp. 25-50; MELERO
MONEO, M ª L.; La escultura románica en Navarra,
1992, (Cuadernos de Arte Español; 31), pp.6-15 y su otro
artículo: "La sculpture du cloître de la
cathédrale de Pampelune et sa répercusion
sur lart roman navarrais" en Cahiers de civilisation
médiévale, XXXV, nª3 VII-IX, (1992), pp.241-246;
recientemente mi capítulo titulado: "La catedral
prerrománica y románica" en el libro de varios
autores: La catedral de Pamplona, Pamplona, 1994, t. I,
pp.133-161. Desde los años 40 hay publicaciones que estudian
con detalle los capiteles historiados del claustro, sean artículos
que tratan los 3 en conjunto o monografías dedicadas exclusivamente
al capitel de Job o a los capiteles de la Pasión y Resurrección.
Citaremos los artículos de VAZQUEZ DE PARGA, L.; "La
historia de Job en un capitel románico de la catedral
de Pamplona" en Archivo Español de Arte, (1941),
pp.410-411.VAZQUEZ DE PARGA, L.; "Los capiteles historiados
del claustro románico de la catedral de Pamplona"
en Príncipe de Viana, (1947), pp.457-469; también
los estudios de GAILLARD, G.; "Le chapiteau de Job aux musées
de Toulouse et de Pampelune" en Revue des arts, (1960)
y MESPLÉ, P.; "Chapiteaux de la Passion aus Musées
de Toulouse et de Pampelune" en Revue du Louvre et des
Musées de France, 6, (1963), pp.255-262. (VOLVER)
6. ARRAIZA FRAUCA,
J.; Catedral de Pamplona(la otra historia), Pamplona,
1994, pp.245-251. (VOLVER)
7. El acta levantada
en el palacio episcopal el día 12 de diciembre de 1947
detalla las piezas vendidas a la Diputación pero sin embargo
no llega a especificar la serie de capiteles románicos,
por lo que la cita correspondiente a estos restos es imprecisa.
Dice así: "Los capiteles románicos del claustro
de la catedral, representando la historia de Job, escenas de
la Pasión de Cristo y decoración animal y vegetal"
y más adelante: "Cuatro ménsulas románicas
del taller del Maestro Esteban". Ibídem, pp.260.
En el archivo de la catedral no se conoce otro documento que
detalle con más precisión los restos románicos
cedidos al naciente Museo de Navarra. Igualmente los archivos
de la Institución Príncipe de Viana y del Museo
de Navarra tampoco conservan una lista más detallada de
los fondos catedralicios recibidos, por lo cual no sabemos exactamente
cual fue el número de capiteles dobles vendidos al Museo.
Los periódicos de la época consultados: Diario
de Navarra y El Pensamiento Navarro no incluyen la noticia del
traslado de estos bienes de la catedral a la Diputación
navarra. (VOLVER)
8. Por iniciativa
del canónigo Mecader se situaron estos capiteles en la
capilla de Santa Catalina hacia 1865, según recoge MADRAZO,
P.; España: Sus monumentos y su arte, su naturaleza
e historia, t. II, Barcelona, 1886, p.215. En 1895 de nuevo
fueron llevados a una capilla del claustro, donde también
se conservaban otros restos escultóricos correspondientes
a la iglesia catedral, según nos dice VÁZQUEZ DE
PARGA, L.; Los capiteles historiados_, p.460. De tal forma que
las fotografías correspondientes a estos restos claustrales
y pertenecientes al primer tercio del s. XX corresponden a esta
localización. (VOLVER)
9. Los capiteles
fueron cedidos en 1947, cuando los fondos del actual Museo de
Navarra estaban guardados en el edificio de la Cámara
de Comptos, hasta 1956 en que se trasladan al actual. La primera
Guía del Museo de Navarra publicada en 1956 incluye una
descripción de sus salas con las piezas que en ella se
exhiben, pero no hay noticia del capitel que estamos buscando.
Tampoco aparece en la guías sucesivas de los años:
1963, 1969, 1978, 1989 y 1993. (VOLVER)
10. GÓMEZ
MORENO, M.; El arte románico español, Madrid, 1934,
p. 23; ESTELLA MARCOS, M.M.; La escultura de marfil en España
Madrid, 1984, p. 27. La iconografía es muy semejante a
la que aparece en las tapas de cobre de un manuscrito del s.
XII que se conserva en el Museo de Cluny, donde el Agnus Dei
está representado entre los 4 Ríos. Según
noticias de CHAMPEAUX, G.; Introducción a los símbolos
Madrid, 1984 (trad. de la edición francesa de 1966), p.260.
Estas alegorías fluviales muestran gran semejanza con
las personificaciones del Mar, que aparecen emparejadas con la
Tierra en obras de arte anteriores, así las vemos en sendas
cubiertas de marfil, la primera datada en el s. IX y conservada
en la Staatsbibliothek de Munich, y la segunda, más tardía,
de fines del s. XI y conservada en la Biblioteca Nacional de
París (Ambas reproducidas en LECLERCQ-KADANER, J.; "De
la Terre-Mére à la Luxure" en Cahiers de civilisation
médiévale, 18, (1975), pl. I, fig. 1 y pl. II,
fig. 2). La diferencia está en que el Mar es un anciano,
tipo físico que es tributario de las personificaciones
clásicas de los ríos: Nilo y Tíber; pero
muestra una postura sedente o tumbada, paralelo a los ríos
que aparecen sentados, agachados o tumbados; finalmente ambas
personificaciones llevan atributos que recuerdan su carácter
acuático: jarros de los que brotan las aguas y fauna marina
en el caso del mar. Las personificaciones acuáticas han
sido estudiadas por VAN MARLE, R.; Iconographie de lart
profane, New York, 1971, t. II, pp. 281-303. (VOLVER)
11. Veáse
el artículo citado de P. Mesplé y ARAGONÉS
ESTELLA, Mª E.; "La catedral prerrománica y
románica" en la Catedral de Pamplona, pp. 148-161.
Hay otras representaciones del tema en el arte románico
francés como es el capitel que se situaba en el ábside
de la abadía de Cluny y que actualmente se conserva en
el Museo Ochier, sin embargo los Ríos están representados
de forma distinta ya que son jóvenes que caminan sobre
las mismas corrientes de agua. (VOLVER)
12. Una de las
primeras representaciones de este tema aparece en el Mausoleo
de Gala Placidia en Rávena, s.V. Según datos de
RÉAU, L.; Iconographie de lart chrétien,
París, 1956, t. II*, p.80 (VOLVER)
13. En el capítulo
citado del libro de La catedral de Pamplona, p.149, informo como
este capitel era tradicionalmente conocido como el capitel de
los Evangelistas precisamente por ser cuatro las figuras que
se sitúan en cada ángulo en actitud de escribir.
(VOLVER)
14. HÖRSTE,
K.; Cloister design and monastic reform in Toulouse, Oxford,
1992, p.181. (VOLVER)
15. Reproducido
y estudiado en AVRIL, F. et al.; Le temps des croisades
(1060-1220), parís, 1982, pp.298-299. (VOLVER)
16. Ibídem,
p. 305. Igualmente, perteneciente a este taller de la región
mosana se conserva un Río del Paraíso, datado h.
1160-1170 y expuesto en el Museo de Bellas Artes de Besançon.
Este río es una alegoría muy semejante a la que
conocemos en cuanto aparece el joven barbado vestido
de túnica y cubierto con toga clásica. Lleva un
jarro que sostiene sobre sus rodillas y del que brota el agua.
Reproducido y estudiado en el libro arriba citado, p. 313, fig.
306 (VOLVER)
17. HÖRSTE,
K.; Cloister design_ p.78; pp.128-158. Este taller, nos dice
la autora, es el mismo que trabaja en la catedral de San Esteban
de la misma ciudad. Aunque se forma en Toulouse el estilo tiene
gran contenido pictórico y recibe fuertes influencias
de ciclos pintados y esculpidos del centro de Francia. Igualmente
se sabe que el primer taller, que trabaja entre 1100 y 1120,
es el mismo que había realizado las esculturas del claustro
de la cercana abadía de San Pedro de Moissac, por lo que
presenta el mismo tratamiento en la elaboración de las
esculturas y grandes coincidencias iconográficas. Posteriormente
trabajaría otro tercero que es el autor de capiteles con
estilística más decorativa entre los que se nombran
el dedicado a Job comparado en algún momento con el del
mismo tema de Pamplona y otros soportes en los que se distribuyen
figuras humanas en un marco vegetal. Tanto la abadía de
La Daurade como la catedral de San Esteban fueron destruidas
y sus restos escultóricos se guardan en el Museo de los
Agustinos de Toulouse. (VOLVER)
18. MESPLÉ,
P.; Op.cit. (VOLVER)
19. Son capiteles
que estan tallados por 3 de sus caras por lo que se piensa que
podrían ir adosados sea a un soporte de la construcción
claustral o quizás adosados entre sí lo cual daría
como resultado un capitel exento y visible por todas sus caras.
(VOLVER)
20. El claustro
de La Daurade presenta un total de 11 capiteles dedicados a este
ciclo evangélico mientras que el pamplonés conserva
cuatro capiteles si incluimos el dedicado a Job y el de los 4
Ríos; lógicamente los capiteles franceses mostrarán
mayor número de escenas lo que da pie a crear un ciclo
más narrativo y anecdótico. Así se representan:
Cristo en el Huerto de los Olivos, la Flagelación, Cristo
delante de Pilatos y Cristo hablando a las mujeres de Jerusalén.
El estudio completo del claustro, estilo, iconografía
y reproducción de sus escenas está en el libro
ya mencionado de HÖRSTE, K. (VOLVER)
21. En los Evangelios
canónicos se habla de las tres mujeres, quienes habiendo
recibido la noticia de la Resurrección de Cristo, la comunican
a los discípulos, Pedro las cree y acude él mismo
a contemplar la tumba vacía (Lc.24, 12). La escena cuenta
con precedentes en el drama litúrgico medieval, así
desde el sencillo Quem quaeritis, en que el ángel
comunica a las santas mujeres la Resurrección de Cristo,
se pasa a relatos de mayor complejidad enriquecido con otros
actores como San Pedro, San Juan o María Magdalena, según
noticias de A. GÓMEZ MORENO; El teatro medieval castellano
en su marco románico, Madrid, 1991, p. 51-52. (VOLVER)
22. Igualmente
el Evangelio de San Juan (20, 1-10) nos habla del conocimiento
por parte de María Magdalena de la Resurrección
de Cristo, y es la primera mujer, por tanto, que es testigo de
ella. Posteriormente comunica a dos discípulos San Pedro
y San Juan la noticia (escena representada en el claustro iruñense)
y es San Juan el primero que se acerca a contemplar el prodigio
(escena representada en el claustro francés de la Daurade).
(VOLVER)
23. HÖRSTE,
K.; Cloister design_ p. 181. Igualmente siguiendo la interpretación
de San Agustín, los ríos del Paraíso tienen
un componente simbólico que los relacionan con las cuatro
virtudes cardinales: El Pisón que riega la India simboliza
la prudencia; el Geón que llega a Etiopía representa
la templanza; el Tigris en Asiria, la fortaleza y el Eufrates
en Mesopotamia, la justicia; según interpreta este autor
en De Genesi contra Manicheos, cap.X, 13-14. (VOLVER)
24. HÖRSTE,
K.; Cloister design_, pp.170-ss. (VOLVER)
25. Ibídem,
p. 181. El Papa Urbano II en el concilio de Nîmes: 1096,
estableció que los monjes pudieran administrar los sacramentos
de bautismo, comunión y penitencia. (VOLVER)
26. La vida de
este obispo pamplonés así como todas sus innovaciones
en esta sede están estudiadas con detalle en la obra de
GOÑI GAZTAMBIDE, J.; Historia de los obispos de
Pamplona, t. I, Pamplona, 1979, pp. 254-316. (VOLVER)
27. Ibídem,
p.257. (VOLVER)
28. Dependencias
estudiadas en el artículo de LAMBERT, E.; "La catedral
de Pamplona" en Príncipe de Viana, 42-43,
(1951), pp. 9-14 y en mi capítulo citado: La catedral
prerrománica y románica_, p.140. (VOLVER)
29. Para el estudio
de este claustro gótico desde el punto de vista estilístico
e iconográfico veáse: MARTÍNEZ-ALAVA, C.;
"Escultura" dentro del capítulo "La catedral
gótica" en el libro citado de La catedral de Pamplona,
pp.274-290. (VOLVER) |
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María Esperanza Aragonés Estella, Doctora en Historia
del Arte |