Las Ermitas es uno de los asentamientos
de época romana más importantes del Pais Vasco.
Se situaba en el trazado de una ruta transversal que ponía
en comunicación el Valle del Ebro con la costa cantábrica.
Así desde la vía Iter XXXIV De Hispania in Aquitania
ab Asturica Burdigalam (cuyo trazado a través de la
Llanada alavesa vendría a coincidir grosso modo
con el de la actual N-I), concretamente desde la mansión
de Deobriga (Cabriana) se subía siguiendo los valles
del Omecillo y Tumecillo, pasando por Las Ermitas (Espejo). Desde
aquí existían varias opciones, bien buscar el valle
del Nervión -pasando por asentamientos como los de Artomaña
o Aloria-; bien a través del valle de Losa -con enclaves
tan importantes como el de San Martín de Losa-. Ya en
la costa el núcleo más importante para esta parte
del Cantábrico era el de la colonia Flaviobriga
(Castro Urdiales). Las Ermitas se localiza por tanto en un lugar
estratégico, centrado en una de las rutas transversales
que, a través de los valles fluviales, cruzaban el área
montañosa del cuadrante nororiental de la Península
Ibérica, poniendo en comunicación la zona meseteña
con la costa.
El asentamiento tuvo su origen
en época julio-claudia, en torno a mediados del siglo
I d.C., probablemente con el aporte de pobladores provenientes
del cercano oppidum indígena de los Castros de
Lastra. Así, desde un emplazamiento con buenas condiciones
para la defensa y dotado de murallas, se instalarían ahora
en terreno llano, en las terrazas fluviales del río Omecillo,
afluente del Ebro. El lugar permanecerá ocupado de forma
continuada posiblemente hasta principios del siglo VI d.C.
En 1995 llevamos a cabo una excavación
de unos 3000 m2 de extensión en este yacimiento -estamos
presumiblemente ante el segundo asentamiento más extenso
de época romana para Álava, justo tras Iruña/Veleia-.
Pese a realizarse en un área perimetral del mismo, en
estos trabajos localizamos diferentes viviendas e instalaciones
agrícola-artesanales y abundantes evidencias materiales,
especialmente en relación a diversas estructuras correspondientes
a basureros.
Pero en esta ocasión,
además, tuvimos la fortuna de hacer un hallazgo excepcional,
de aquellos que -al margen de su valor arqueológico intrínseco-
permiten aproximarnos a una determinada situación en la
que se vio envuelto alguien que vivió en el pasado.
Efectivamente, cuando estábamos
excavando el patio de una vivienda romana bajoimperial y bajo
los escombros de ésta -los cuales presentaban clarísimas
evidencias de cremación a consecuencia de un incendio-,
localizamos una fosa excavada en el sustrato natural, en realidad
un agujero de pequeño tamaño
(30 cm. ¿ x 45 cm. prof.). Al interior del mismo, habían
sido cuidadosamente colocados una serie de objetos metálicos
depositados dentro de un saco, todo ello cajeado por los lados
y cubierto con lajas de caliza.
El conjunto estaba formado por
23 herramientas y útiles de hierro -excepto uno de bronce-
(dos de ellos conservando aún sus mangos de hueso) y por
un fragmento cerámico quizás introducido fortuitamente
junto al resto de las evidencias. Dichos objetos metálicos,
los podríamos agrupar funcionalmente de la siguiente manera:
.- Herramientas de carpintería:
una dolabra (pieza mixta azuela-martillo), un formón,
una runcina (cepillo), cuatro caeli (gubias) -dos
de ellas con mango de hueso-, dos acumenes (punzones),
dos gubias o punzones, un saca-bocados, un clavus (clavo)
y el enmangue de una herramienta indeterminada.
.- Herramientas de cantería: dos picos.
.- Herramientas de carpintería/cantería: dos scalpra
(cinceles).
.- Utillaje de tipo agropecuario: cuatro cencerros de variada
tipología. Todos ellos con un baño de un metal
de base cobre sobre el propio hierro.
.- Utillaje de caballería: un frenum o bridón
con camas de en forma de pelta, diversas anillas y un tintinabulum
o campanilla de bronce.
También dentro del depósito,
y quizás introducido por casualidad, se encontraba un
fragmento del borde de un cuenco de Terra Sigillata Hispánica
Tardía forma 37b.
Ciertamente sorprende la tipología
de estas herramientas y útiles, que se ha mantenido a
lo largo de los siglos con muy escasas variaciones, lo que prueba
la utilidad práctica de su morfología. Por ejemplo,
cencerros como los localizados en este depósito son como
los que hemos podido ver hasta la actualidad en cualquiera de
nuestros pueblos, colgando del cuello de caballos o vacas.
Por otra parte, diferentes huellas
y restos orgánicos, excepcionalmente conservados por la
propia oxidación del hierro, nos informan además
sobre el cuidado puesto en el manipulado y depósito de
los objetos. Efectivamente, algunos habían sido atados
con cintas posiblemente de cuero y las correas de los cencerros
se habían introducido en su interior. Además, entre
las piezas se introdujo algún material orgánico
-posiblemente paja- para evitar los roces. Finalmente todas las
piezas fueron introducidas al interior de un saco posiblemente
de tafetán, dentro del cual fue depositado el conjunto
en una pequeña fosa excavada en el suelo de un patio.
Por la tipología de algunos
objetos, por la presencia de la T.S.H.T. 37b introducida junto
a ellos, por su ubicación dentro de la secuencia estratigráfica
y por dataciones radiocarbónicas, podemos establecer que
el depósito de herramientas tuvo lugar en algún
momento de la primera mitad del siglo V d.C.
Como interpretación hemos
de señalar que las propias características del
mismo y los elementos que lo componen, nos llevan a señalar
como hipótesis más lógica la de que estamos
ante una ocultación cuidadosa e intencionada -bajo el
nivel de suelo y dentro de una fosa- de una serie de herramientas
y útiles metálicos, que debieron ser considerados
elementos "valiosos" por su posesor. Y en este punto
es cuando nos planteamos el por qué de esta acción,
qué circunstancias llevaron a alguien a ocultar con cuidado
una serie herramientas y útiles de trabajo, que -a todas
luces- tenía la intención de recuperar. Hemos de
deducir una situación de peligro y un temor al robo de
las mismas. En este sentido, no hay que perder de vista la fuerte
inestabilidad general de la zona en el momento en el que datamos
la ocultación. Recordemos, por ejemplo, la invasión
de la Península Ibérica por parte de los pueblos
bárbaros a principios del siglo V d.C. Parece lógico
que su efecto se hubiera sentido más intensamente en aquellos
lugares mejor comunicados, como fue el caso de Las Ermitas.
Fuera cual fuese su causa última
el riesgo debió ser real, puesto que la evidencia arqueológica
nos muestra cómo los objetos no fueron recuperados y que
la casa en cuyo patio habían sido enterrados sufrió
un derrumbe por incendio que sepultó definitivamente el
lugar del depsito, dejándonos así un interesantísimo
testimonio histórico.
El depósito de objetos
metálicos de Las Ermitas constituye un hallazo ciertamente
excepcional en el ámbito peninsular. Y es que existen
pocos casos más de localización de conjuntos de
herramientas tardorromanas como el que aquí describimos
en la Península. Podríamos mencionar otros dos
ejemplos como el de Fuentespreadas (Zamora) o el de Getafe (Madrid),
pero en cualquier caso son escasos los que se han localizado
hasta el momento.
El conjunto de herramientas y
útiles de Las Ermitas puede contemplarse en el Museo de
Arquelogía de Álava de la Diputación Foral
de Álava, sito en la calle Correría nº 116
de Vitoria-Gasteiz.
Idoia Filloy
Nieva, arqueóloga |