Aunque haya muchísima gente en
el mundo que ignore la identidad vasca y no falten hasta vascos
que estimen folklóricas las diferencias de este pueblo
con otros, la identidad euskaldun es una realidad que viene de
muy lejos y ha persistido a través de los muchos siglos
que nos separan de la época en que las tribus de Euskalherria
resolvían sus problemas bajo un árbol y fueron
constituyendo el reino de Navarra. Identidad que más tarde
se consolidó en Fueros e hizo que los vascos establecidos
en los puertos españoles de salida a América fueran
calificadas por Carlos V y Felipe II de gente con "talante
y costumbres diferentes". Y ya en América, son los
"vizcaínos" los que siguen a Almagro para la
conquista de Chile...
Esta diferenciación, que
afirma la identidad vasca, da vida en 1612 a la primera Euskaletxea
americana. El hecho ocurre en el convento de San Francisco, en
Lima, Perú, y muy pronto es calcado en ciudad de México.
A fines del siglo, esa reafirmación de identidad de los
vascos afincados en América se había extendido
por todo el continente; siempre como cofradías "de
Nuestra Señora de Aranzazu".

Euskal Etxea
Loyola de Mexico D.F. 1999. |
Para demostrar la inteción
nacionalista de esas primeras Euskaletxeak, basta con leer uno
de los muchos documentos de aquellas épocas, casi todos
idénticos. En él, lo mismo que en los de México
y Santiago, se dice: "Por cuanto en la Congregación
y Hermandad que tienen fundada los caballeros hijos-dalgo que
residen en esta ciudad de los Reyes de Perú (Lima), naturales
del Señorío de Vizcaya y Provincia de Quipuzcoa
y descendientes de ellos , y naturales de la Provincia de Alava,
Reino de Navarra y de las cuatro villas de la costa de la Montaña
(como se ve, queda claramente demarcado el territorio)...se requeire
actualizar las ordenanzas de 1612, que fue cuando se dio principio
a la Ilustre Hermandad Vasconzada de Nuestra Señora de
Aranzazu, para unirse y confederarse todas la s personas de los
lugares arriba citados... a fin de ejercitar entre sí
y con los de su nación obras de misericordia y caridad...
y están a continuación los nombres y apellidos
de todos los hermanos con el paraje de donde son (65 de guipuzcoa,
49 del Señorío, 9 de navarra, 7 de Alava y 5 de
las Cuatro Villas)."
Se trata de ordenanzas que, en
algunos asuntos, llegan a extremos tan severos que hoy producirían
espanto por su racismo, pero que abonan la tesis de la diferenciación
vasca y se pueden ver con ingulgencia si nos situamos en la mentalidad
de la época en que ellas fueron elaboradas.
Después de establecer
"ante todas cosas" que la nobleza y limpieza de sangre
ayuda mucho a la virtud y que las buenas obras son producto del
ser hijos y descendientes de buenos, " se ordena para mayor
decoro de esta Congregación que todos los que hubieren
de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares
suso referidos o sus descendientes"..."para lo cual
se advierte que no se admitan, ni entierren en su capilla persona
alguna que esté manchada de judío, moro, penitenciado
para el Santo Oficio, ni casado con mulata, india o negra, o
que tenga algún oficio infame"...Termina esta segunda
ordenanza señalando cómo deben hacerse "el
examen y las averiguaciones" con sumo secreto, verbalmente
y no por escrito. Sólo cuando la diligencia hubiese terminado
es que será escrita y consignada en el libro de la Hermandad.
 Tamborrada de San Sebastián
en Euskal Etxea de México, 1999.
Pero no sólo de racismo
estan teñidas estas ordenanzas, también lo están
de la igualdad que desde los tiempos ha caracterizado a los vascos.
Luego, pues, de ordenar que en la capilla y bóvedas de
ella tengan entierro los hermanos y las viudas de ellos-"siempre
que no se hubieren casado con personas ajenas a la hermandad"-
se extiende ese derecho a todos los hijos, legítimos o
naturales, de los caballeros que son o hubieran sido de la Cofradia,
aunque "adviertiendo que los hijos naturales no tengan raza
indigna"...Más todavía. La quinta ordenanza
quiere que haya igualdad en todos los hermanos "porque ésta
es madre de la paz", y dispone: "a ningún hermano
ni hermana de cualquier condición, oficio o calidad que
sea se le de ni se le pueda dar asiento, ni entierro particular
en dicha capilla, y esto ha de ser de tal manera indispensable
que los mayordomos y diputados ni los Cabildos y juntas generales
no puedan dispensar en esto". O sea, dentro del más
ortodoxo igualitarismo, esas primitvas Euskaletxeak no admitían
privilegio alguno fuere cual fuere el caso. Alzaban con toda
claridad un lema que nunca debiera ser olvidado: todos los vascos
somos iguales.
Muchos más ejemplos del
particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer
de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el
espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago
con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación
de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación
actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen
la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser
humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos,
sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun,
la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio-porque
lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluído
el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso
de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente
vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando "
y yo lo soy puro, por los dieciseis costados". Lo decía
con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban
a reunirse en Euskaletxeak aquí en América.
Paco Igartua,
periodista |