Unamuno: ¿Misógino o feminista? (Resumen del trabajo realizado para el curso Jakitez 1998-1999)
Idoia Régil

La figura de la mujer en la obra de Unamuno es una presencia constante y, como explica Emilia Doyaga, responde a un prototipo fijado con una serie de características significativas. Lo que he intentado hacer, ha sido una re-lectura del libro de Doyaga ("Unamuno y la mujer") y algo más: la búsqueda de las razones motivadoras de que la mujer unamuniana sea así, y no de otra manera. He querido resaltar el aspecto religioso de la mujer-madre en Unamuno, y sobre todo descubrir las razones, el "por qué" de la santidad de ésa mujer-madre. Para eso, para responder a ésa pregunta, me he servido de tres pilares básicos: Unamuno asumió por vía experiencial toda la tradición del matriarcalismo vasco; se sirvió del mismo método que la citada teoría, (la sacralización de la mujer), pasándose al plano del "ideal", y, sirviéndose de su "alteridad", como hombre que era, consiguió crear una figura femenina intocable e inmutable que le proporcionara la estabilidad necesaria para no enloquecer con su actividad filosófica. Y, por último, su obsesión por la inmortalidad (la que causaba su anhelo de fe), fue un ingrediente básico para la creación del ideal de mujer-madre. ¿Existe realmente un modelo definido de mujer unamuniana?. Podría decirse sin temor a equivocarse demasiado que sí, y más concretamente, un modelo Ideal de mujer. El objeto último del trabajo trata de componer un esbozo del concepto que tenía Unamuno de la mujer describiendo las principales características de la misma extraídas de los personajes femeninos de sus obras, así como su posible fundamento en las mujeres de su familia (madre, abuela, tías) y su mujer, perfectos modelos del prototipo de mujer vasca definido por los principales antropólogos, D. José Miguel de Barandiarán y Julio Caro Baroja: mujer-madre, religiosa, sobria, trabajadora, fuerte etc. . . Ésta analogía entre la mujer unamuniana y la "mujer vasca" según la antropología de la época se me antoja reveladora a la hora de "justificar" las razones por las cuales Unamuno, a pesar de codearse con (sus coetáneas) mujeres intelectuales, excluía tajantemente de su "Ideal" de mujer aquélla que intentara parecerse a los hombres en el campo intelectual. Unamuno no quiere imaginar mujeres con las características del hombre intelectual porque ellas "deben" ser la parte vital, (recordemos la oposición Vida-Razón expuesta en El sentimiento trágico de la vida). Si lo entiende todo en clave de dualismo, la conversión de la mujer en persona "racional" rompería el equilibrio de la vida, de su vida. Reprime pues la potencialidad intelectual de la mujer igual que reprime sus "yos exfuturos",por necesidad.

Unamuno adoraba a varias mujeres, en particular, es conocida su admiración por Santa Teresa, pero no así al sexo femenino en general. Lo que admiraba, en realidad, era un concepto de mujer muy personal. Es muy frecuente que Unamuno caracterice a sus personajes femeninos en función de la dicotomía mujer buena-mujer mala, para representar las pasiones humanas al estilo de las tragedias griegas, gracias al método, vemos que impone a la mujer claramente, (mucho más que al hombre), la obligación de ajustarse a un "deber ser". Dentro de éste "deber ser", caben características como la inteligencia afectiva, una religiosidad alejada del beaterío, la fortaleza viril, etc. Con todo, el elemento "quijotesco" en la personalidad femenina aparece como un valor imprescindible; en el prólogo a "La tía Tula" habla de las raíces "teresianas y quijotescas" de la tía Tula, entendiéndolo en el sentido de sacrificio y, de caballería andante, del ridículo que supone llevar adelante la hazaña personal sin que ésta sea comprendida en su justa magnitud por los demás. También en "Sombras de sueño" aparece explícitamente el elemento quijotesco: "Todo es uno. El hombre podrá ser quijote o sancho, la mujer es quijotesca y sancha en uno... nuestro ideal es la realidad". En ésta obra de teatro, el padre (o Unamuno) desdeña el quijotismo de su hija (estar enamorada del personaje de un libro) por considerarlo un obstáculo al casamiento de ésta, "Sancha, sancha, sancha de hogar, la prefiero". Y, hemos visto antes cómo alababa el quijotismo de Tula... no se trata de la tantas veces cómo alababa el quijotismo de Tula... no se trata de la tantas veces vilipendiada personalidad paradójica de Unamuno, sino del deseo (comprensible) de un pensador-escritor-poeta de establecer un universo alternativo, moralmente mejor, que existe de manera simultánea a la realidad, al que deberíamos tender. Se trata de imaginar un futuro ideal, en todos los aspectos de la vida, para intentar solucionar "los grandes problemas vitales de la humanidad". El hecho de que él no fuera el más indicado (simplemente por no ser mujer) para establecer el "ideal" femenino, y encajar a la mujer en el corsé del "deber ser"... eso ya es harina de otro costal.


Idoia Régil, licenciada en Ciencias Políticas
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi


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