Antton Valverde, músico
"En este país tenemos un mercado muy pequeño, por lo que resulta difícil vivir de la música"
* Traducción al español del original en euskera
Ainhoa Irazu

Antton Valverde se hizo célebre en los años 70, al musicalizar poemas de los grandes poetas vascos. Durante los últimos años de la dictadura y a lo largo de la transición, formó un histórico dúo junto con Xabier Lete. A pesar de que en la actualidad salga pocas veces a escena, este donostiarra de 56 años, conserva en su interior muy viva la llama de la música; así lo atestigua el cancionero que coordina de la mano de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. La tapa de su piano siempre permanece, abierta, por si acaso. A Antton le gusta la música clásica, pero en su casa hay también lugar para otros estilos: Lau Behi, Lou Reed, Ella Fitzgerald, James Brown... Nuestra conversación con el hijo del pintor Antonio Valverde giró en torno a la música.

-En cierta ocasión oí decir a un poeta que la palabra cura. ¿También curan el cantar y el tocar el piano?
Sí, calman y curan. Además, al hacer las cosas como a uno le gustan, uno se queda satisfecho consigo mismo

-¿Qué te cura la música?
Muchas cosas. Por ejemplo, el espíritu. Yo creo que la música ayuda a vivir en el amplio sentido. Lo importante es que cada uno sea consecuente; porque si uno está de acuerdo consigo mismo, o si se esfuerza en alcanzar un objetivo, dispondrá de fuerzas para hacer, entender o disfrutar de otras cosas. En ese aspecto, la música es curativa y calmante.

-¿De qué tratabas de curarse al iniciarte en la música?
Yo empecé a cantar por motivos políticos y culturales. Hay que tener en cuenta el ambiente que se respiraba en Euskal Herria en tiempos de la dictadura, en que todo acto cultural estaba vetado. Vi que había que hacer algo contra esa situación, y empecé a cantar. No es que me gustara la política, pero moviéndome en el mundo de la canción al menos me sentía más satisfecho, más contento conmigo mismo. Así es como empecé a cantar.

-Pronto cumplirás 30 años en el mundo de la canción. A pesar de haber cosechado el éxito, siempre te has negado a cantar como profesional. ¿Por qué motivo?
Antes de empezar a cantar trabajaba en la imprenta fundada por mi bisabuelo. Mi oficio era, y sigue siendo, ése, el de la imprenta. He dedicado más tiempo a ella que a la canción.

-Se decía que vuestra música era popular, moderna y culta...
Nuestra música era popular, porque, aunque la creáramos nosotros, muchas veces tenía un toque popular. Todos buscábamos y aprendíamos viejas canciones, y eso concedía a nuestra música un toque popular. También era moderna, al menos para entonces; y culta, porque tomamos y musicalizamos poemas de los grandes poetas de Euskal Herria: Lizardi, Lauaxeta, Lete..., así como antiguas coplas de algunos bertsolaris: Xenpelar, Txirrita, Bilintx, Otaño, Peio Errota, etcétera. Queríamos darlos a conocer al público.

-Algunos de los discos que grabaste junto a Lete fueron editados por la editorial Herri Gogoa, fundada a finales de los 60. ¿Cuál era la situación de la industria musical?
Yo me introduje en la actividad musical un poco más tarde de que lo hicieran Lete, Laboa, Lertxundi, Iriondo... Por entonces no había ninguna industria musical; todo lo que se hacía antes de que surgiera Herri Gogoa era semiclandestino. En el País Vasco continental había una editorial llamada Goiztiri, cuyos discos se pasaban aquí escondidos.

-¿Cómo os las arreglabais, entonces, para grabar los discos?
Para grabar mi primer disco vino desde Cataluña un técnico de la casa de discos Edicsa, equipado con todos los instrumentos: amplificadores, micrófonos, etc, y grabamos en la escuela salesiana de Urnieta, en el mismo lugar en que más adelante grabaríamos otros discos de corta duración. Las condiciones de grabación no eran las óptimas, evidentemente, por lo que los resultados también eran modestos, artesanales, realizados con pocos medios. Los discos se editaban tal como salían. Tras morir Franco, y a medida que las cosas empezaron a normalizarse y calmarse, surgieron otros estudios de grabación, casas de discos, etc., y poco a poco la industria musical empezó a levantarse.

-Dejando la calidad de la grabación a un lado, lo cierto es que tus discos tuvieron un tremendo éxito entre el público...
Sí. En cuanto a calidad y definición, esos discos no tienen nada que ver con los actuales, pero en aquellos tiempos fueron muy influyentes. La gente los acogió bien, sobre todo porque hasta entonces no se había hecho nada parecido.

-En 1971, el gobernador civil de Bizkaia prohibió vuestros conciertos. No eran tiempos fáciles...
No. Todos los que por entonces nos hallábamos involucrados en el mundo cultural tuvimos problemas con la censura. Las cosas se calmaron un poco al morir Franco. Me acuerdo de que la censura llegó tras un concierto que ofrecimos en Algorta, en el que canté unos bertsos dedicados precisamente a los que abolieron los fueros. Parece que no fueron del agrado de los gobernadores, por lo que en adelante se prohibieron nuestros conciertos en Bizkaia. Y así fue durante años.

-Prohibición, censura... ¿no produjeron el efecto contrario, es decir, el que la gente se identificara con vosotros?
Así es, cada vez se nos unían más personas. La gente compraba discos y asistía a los conciertos. Por parte del público obtuvimos un gran éxito, aunque nuestros conciertos por poco se convirtieron en mítines políticos, y las cosas se complicaron. Por un lado llegamos a tener el ambiente que queríamos, pero por otro lado, resultaba muy difícil hacer las cosas como deseábamos. El ambiente se complicó mucho y decidimos dejarlo por un tiempo. Pasamos bastante tiempo sin cantar.

-Tras la muerte de Franco el ambiente empezó a cambiar, y los nuevos vientos trajeron consigo grupos rompedores como Jotakie, Itoitz, Sakre, Zarama... y más adelante el rock radical. ¿Cómo acogisteis los cantautores las nuevas tendencias?
Ya para entonces cantábamos muy poco; los músicos de nuestra generación estaban decayendo. Cada vez se organizaban menos festivales como los nuestros. Además, los "rockeros" y demás se pusieron de moda. Lo nuestro seguía existiendo, pero tenía poca fuerza. La nueva generación de músicos entró en la actividad musical con gran ímpetu. A mí me parecía bien el cambio que se estaba produciendo.

-La siguiente generación de jóvenes poetas fue encarnada por los grupos mencionados; "rockeros" y rompedores, pero poetas al fin y al cabo...
Sí, poetas y al mismo tiempo también creadores del ambiente vasco. Sus ansias y deseos, aunque diferentes, eran parecidos a los que tuvimos nosotros. Fueron nuestros herederos, sin duda. Actualizaron el estilo y lo llevaron a las plazas.

-A partir de ese momento, la canción vasca tomaría el rumbo de la profesionalización. ¿Cómo fue la evolución?
Entre 1970 y 1980 había poca profesionalidad en la canción vasca; a decir verdad, el motivo es que había pocos profesionales en la canción, tan sólo Benito Lertxundi y algún otro, pero poco más. Luego las cosas cambiaron, y en un momento dado vivir de la música resultó posible. Entonces sí que algunos se encaminaron hacia la profesionalidad. Por otra parte, las casas de discos iban mejorando y creando infraestructuras: estudios de grabación, casas de distribución, etc. Al mismo tiempo los profesionales se iban formando en las escuelas de música, que sirvieron de gran ayuda para profesionalizar a cantantes y músicos. Si hemos llegado a la situación actual de la canción vasca ha sido gracias a todo lo mencionado. Aunque el camino no termina en ese punto; es más, yo creo que las cosas van a mejorar. Aquí ha sucedido algo. Ahí está EITB, que para realizar sus programas televisivos necesita músicos profesionales; y no sólo eso, sino también técnicos y otra serie de profesionales vinculados a ese oficio.

-Dices que el camino no termina y que la situación irá a mejor. ¿Qué requiere la canción vasca para dar ese paso?
Tenemos que fortalecer nuestro mercado, porque es demasiado pequeño para poder vivir de él. Hay alguno grupos y músicos como Oskorri o Benito Lertxundi, que venden sus proyectos y viven de la música, pero no son sino unos pocos. Este país es muy pequeño, nuestro mercado es reducido, y así resulta difícil vivir de la música. No tiene fácil solución. Son muchos los que desean vender fuera, pero muy pocos lo consiguen; la mayoría aquí seguimos. Lo que sucede es que el euskera limita mucho a la hora de vender fuera; sólo unos pocos son capaces de franquear esa barrera.

-¿Cuál podría ser la vía para destruir esa barrera? ¿Cantar en castellano quizás?
En mi caso no. Puede que haya quien cante en castellano por fomentar su música, pero yo no lo haría, en absoluto. ¿Que cuál puede ser la solución? A mí me parece que si hacemos las cosas verdaderamente bien, entonces venceremos ese obstáculo y otros más, y podremos vender nuestros productos en el exterior. Estoy convencido de que tenemos que hacer bien las cosas.

-Si bien das pocos conciertos, sigues ligado al mundo de la canción. Ahora mismo te ocupas del Cancionero de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. ¿De qué se trata?
El Cancionero Vasco pretende servir de instrumento de enseñanza. En realidad hay varios cancioneros, con lo cual sí que hay material, pero no bien clasificado, y creo que todo eso se debería ofrecer en un soporte moderno. Empezamos con el proyectos hace dos años y esperamos finalizarlo dentro de otros dos.

-El cancionero tendrá presentes aspectos como la etnografía, el folclore, la literatura... ¿Cómo se ha organizado el trabajo?
Para empezar, hemos recurrido a los cancioneros realizados con anterioridad por otros autores: Azkue, Aita Donostia, Lamazo, Iztueta, Iriart, Lekuona.... Además, trabajamos junto con la gente de Eresbil. Diría que el cancionero es mucho más que un mero cancionero. Por ejemplo, en lo que respecta a la literatura, las canciones permiten examinar la ortografía, el modo de expresión y la toponimia de cada lugar; en cuanto a la etnografía, las letras dan fe de las costumbres de otra época. También analizaremos las características musicales que se puedan hallar. Francisco Escudero dedujo de una de sus investigaciones que la música vasca reúne una serie de rasgos propios, que también están siendo objeto de estudio. Nos hemos dividido en grupos, para que hagamos las cosas como se deben hacer: en el de la música estamos Jon Bagüés, Iñigo Salaberria y yo; en el de la literatura tenemos a Patri Urkizu, y en etnografía a Antxon Agirre Sorondo. Toda la información de la que dispongamos se recogerá en fichas, y más adelante la insertaremos en un CD que cada cierto tiempo habrá que actualizar. El cancionero pretende ser un instrumento de trabajo, por eso mismo lo tenemos que preparar lo mejor posible.

-¿A qué criterios os atenéis a la hora de escoger las canciones? ¿Qué nos depara el cancionero?
Tratamos de reunir a todos los músicos. La canción más antigua de la que se tiene conocimiento, si no me equivoco, es del siglo XVII. Queremos recopilar las canciones de todos los autores posteriores a esa fecha hasta los actuales, inclusive los de nuestra generación, claro. Todavía no estamos seguros de incluir a los bertsolaris...

-La Feria de Durango ya ha abierto sus puertas. En 1976 editó junto a Lete un disco con bertsos de Txirrita; este año Joseba Tapia y Xabier Amuriza han recopilado antiguas coplas. Aun y todo, las principales tendencias serán las del rock, rap, heavy, dance... ¿Qué opinión te merece la música actual?
Es evidente que las colecciones de coplas antiguas y demás se van a quedar atrás. El que hoy en día se publiquen ese tipo de cosas no deja de ser anecdótico. Todos esos tipos de música que acaba de citar hacen casi lo mismo que veníamos a hacer nosotros, sólo que de una forma actualizada. Esos trabajos se dirigen principalmente a la gente joven, mientras que nuestra iniciativa tenía una audiencia final más extensa, sin que se limitara a la juventud, aunque quienes mejor nos entendían fueran los jóvenes. ¿Que qué opino sobre la música actual? El "bakalao" me parece muy malo. En cuanto al resto de los estilos hay de todo, unos buenos y otros muy malos, aunque diría que una amplia mayoría es mala, pero no sólo aquí, sino en el estado español. Para llevar el ritmo se utiliza demasiado la batería, lo cual me parece indicativo de incapacidad. La música consta de algunos aspectos, como la melodía, el ritmo y la armonización. El hecho de recurrir demasiado al ritmo denota la insuficiencia de los demás aspectos.

-En el caso en que el próximo siglo se elaborara un cancionero vasco, ¿tendría cabida la música actual?
Seguro que sí. Yo creo que el tiempo hará su propia selección, como en cualquier otro momento, y suele ser muy buena, porque no hay mejor medidor que el tiempo. Los malos se quedarán atrás, y los buenos no van a caer en saco roto.

-Has musicalizado las palabras de poetas tales como Mirande, Lizardi, Gandiaga, Artze, Lete, Lauaxeta... ¿Qué poeta contemporáneo escogerías hoy?
Bernardo Atxaga o Koldo Izagirre. Tengo que reconocer que las poesías que más me conmueven son las de Lauaxeta. No sé por qué, pero así es. Seguramente sea una cuestión de química. Hay que tener en cuenta que tengo 56 años, y que eso influye mucho a la hora de escoger las cosas.



Fotografías: Maria Agirre


Euskonews & Media 57.zbk (1999 / 12 / 3 - 10)


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