No sabe con exactitud desde cuándo
es bertsolari, pero se considera a sí mismo uno atípico.
"Imagínese, he cantado incluso con sotana",
nos confiesa Amuriza como testimonio de su confesión.
Al desprenderse de la sotana se sumergió de lleno en el
bertsolarismo, hasta llegar a convertirse en uno de los bertsolaris
más importantes del siglo XX. A punto de que éste
llegue a su fin, Amuriza considera que el bertsolarismo goza
de buena salud, ya que, en palabras suyas, en la actualidad llega
a todos los ámbitos vascos.
-¿Cómo explicaría
a un extranjero la función de un bertsolari? El bertsolari es el que
de repente improvisa y canta unas estrofas. El bertsolarismo
se localiza dentro de la tradición oral, y se desarrolla
no sólo en en Euskal Herria, sino en todo el mundo. Nosotros
lo hacemos en euskara, pero éste no es el único
lugar en el que se practica.
-¿Por qué motivo
se introdujo en el bertsolarismo?
Yo he sido un bertsolari atípico. Por lo que recuerdo
de mi infancia, mi padre era muy cantarín y juguetón;
cantaba cualquier cosa, bertsos viejos tanto en castellano como
en latín... Durante mi infancia viví en el bosque
y en el ambiente del caserío, y al ser tiempos de posguerra,
en Bizkaia había poca tradición del bertsolarismo.
Mi padre me enseñó bertsos preparados, y también
coplas, que estaban muy arraigadas en Bizkaia. Por eso, afectivamente
la copla me ha emocionado más, porque lo he recibido desde
niño. La copla en Bizkaia ha tenido una gran tradición
y raíces muy antiguas. Por eso, solía cantar muchas
coplas, y de vez en cuando también bertsos.
La primera sesión de canto de bertsos la realicé
cuando tenía seis años, aunque no era consciente
de lo que hacía. Luego, a los once, me metí o me
metieron fraile, y de ahí pasé al seminario. De
modo que desde los 11 hasta los 24 años, viví en
un desierto en lo que respecta a nuestra cultura, porque permanecí
en un internado cerrado. No tenía ninguna ocasión
de cantar bertsos.
Luego llegó el sacerdocio;
estuve tres años y medio como abad. La verdad es que fueron
tiempos muy épicos, el momento más importante de
mi vida, vivo, fuerte. Un grupo de abades formó el movimiento
Gogor, en el cual me involucré de lleno. Este movimiento,
a pesar de ser minoritario, repercutió especialmente en
Bizkaia. Por aquel entonces hice alguna que otra sesión
de bertsos, pero se me conocía más por ser el sacerdote
de Amaroto. Solía cantar en público con sotana
y todo; eso para la gente resultaba muy chocante. Pero puedo
decir que yo entonces no era un bertsolari. Luego llegó
la cárcel. Tras siete años en prisión, a
los 35 años volví a salir al mundo, en 1975. En
la cárcel compuse algunos bertsos, realicé unos
estudios sobre el diccionario rimado... y empecé a verme
a mí mismo dentro del bertsolarismo. Salí de la
prisión en el mes de agosto, e hice mi debut en la primavera
siguiente, en Gernika, en un festival a favor de las ikastolas.
Más tarde me presenté al Certamen de Bertsolaris
de Euskal Herria de 1980. Era mi primer campeonato, y gané
yo.
-Txirrita, Basarri, Egaña
y usted mismo están considerados como los hitos del bertsolarismo
del siglo XX. ¿Qué ha aportado Amuriza al bertsolarismo?
¿Modernidad quizás?
En el bertsolarismo ha predominado el mundo rural. Yo mismo he
sido educado en ese ambiente, pero tenía unos estudios,
y las referencias de una persona con estudios y de otra que vive
en el ámbito rural son distintas. En los bertsos yo podía
mencionar, por ejemplo, a San Pedro y a Aristóteles, pero
mientras todo el mundo sabía quién era San Pedro,
la gente del mundo rural no conocía a Aristóteles.
Imagínese, la gente trabajaba en talleres, pero en el
bertsolarismo pocas veces se hacía alusión a las
herramientas. De modo que, en lo que respecta a la temática,
se puede decir que incorporaba referencias no citadas hasta entonces.
Además, también aporté algo en cuanto a
la técnica, porque ya tenía acabado el diccionario
rimado. Por otra parte, está la cuestión del euskara
unificado. En el Campeonato de Euskal Herria canté en
unificado, lo cual fue un todo un desafío. Tratándose
del Campeonato de Euskal Herria, decidí que debía
emplear el unificado, para que todos pudieran entender.
-Se ha referido al euskara
unificado. Actualmente, hay bertsolaris de Bizkaia que cantan
en euskara unificado o en guipuzcoano.
Los que hablamos en vizcaíno o en el dialecto vasco de
la parte oeste hemos empezado a darnos cuenta de que hemos hecho
una barbaridad, de que hemos sido demasiado tontos. Parece que
el unificado es sólo para que lo hablemos los que vivimos
en la parte oeste, porque muchas veces sólo lo empleamos
nosotros. El miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca,
Haritschelhar, por ejemplo, habla el suyo propio, de un modo
en el que todos le entiendan, pero sigue siendo el suyo propio.
Nosotros nos hemos entregado demasiado al unificado, lo cual
está bien, pero no hemos tratado debidamente al dialecto
vasco, y el vizcaíno o el dialecto del oeste no es un
dialecto marginal; la mitad de los vascoparlantes vive en el
lado oeste.
Imagínese lo mal que hemos tratado al dialecto, que incluso
en el Certamen de Bizkaia hemos empleado el euskara unificado.
Además, alguna vez he cantado en vizcaíno en lugares
guipuzcoanos en los que se habla vizcaíno, y no gusté
a la gente. He solido escuchar "tú hablas como nosotros",
y si cantaba en guipuzcoano, me decían "mejor así".
Pero tras haber hecho una reflexión, hemos conseguido
que, por ejemplo en la final del Campeonato, la mayoría
cantara en vizcaíno. Tengo bien claro que cuando estoy
en el nivel nacional tengo que hablar en el unificado. Pero también
he empezado a hacerlo en vizcaíno incluso fuera de Bizkaia;
en un vizcaíno culto. Por otra parte, en algunas zonas
de Bizkaia, como por ejemplo en Bilbao, al haber euskaldunberris,
de vez en cuando tengo que hacer en unificado, aunque cada vez
menos.
-¿Cómo ve el
bertsolarismo ante las puertas del siglo XXI?
Bien. El bertsolarismo ha conseguido llegar a todos los ámbitos
vascos. Antes se circunscribía al ambiente rural. Por
poner un ejemplo, en los lugares en los que se celebraba una
sesión de bertsos, solían estar aparcados un montón
de land-rovers. Hoy en día, sin embargo, en el aparcamiento
suele haber todo tipo de coches. Con lo cual, el bertsolarismo
está representado en todas las áreas de los vascos.
El bertsolarismo está presente en las escuelas, en la
universidad, en la calle... La socialización del bertsolarismo
ya se ha producido; en ese aspecto goza de muy buena salud.
También aumenta la presencia de las mujeres; todavía
no es grande, pero va haciéndose notar. Hace 20 años,
cuando comencé con las escuelas de bertsos, bastante trabajo
tuvimos con animar a las chicas a que salieran a la plaza.
-¿Qué es lo
que ha propiciado que el bertsolarismo se difunda a todos los
ámbitos?
Se ha hecho un gran trabajo; las escuelas de bertsos, por ejemplo,
han tenido una importancia tremenda, tanto en horas escolares
como fuera de ellas. En 1986 se creó Euskal Herriko Bertsozale
Elkartea (Sociedad de Bertsozales de Euskal Herria), que también
ha trabajado lo suyo. Además, cada provincia dispone de
su Sociedad de Bertsozales. Todo eso ha influído.
-¿Influirían
también los medios de comunicación?
Sí, pero donde los jóvenes no se llega a través
de los medios de comunicación. Es necesario que alguien
vaya donde ellos y trabajar en las escuelas. Está claro
que se puede aprender a hacer bertsos. Esta cuestión ha
estado demasiado mitificada; se pensaba que era algo nato y que
no se podía aprender a hacer bertsos. Pero al fin y al
cabo el bertsolarismo no es tan difícil; a mí me
lo parece más el cursar la carrera de piano. En ese sentido,
se ha avanzado mucho y hemos llegado incluso al casco urbano
más urbanizado. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Bilbao
hay un liberado para enseñar bertsolarismo en las escuelas.
Se puede decir que en la actualidad el bertsolarismo llega a
cualquier escuela, siempre y cuando no manifiesten lo contrario.
-¿Ha cumplido alguna
vez el bertsolarismo una función social en Euskal Herria?
Función social, lúdica... Al estar el bertsolarismo
basado en la palabra, el mensaje es más importante que
la canción. Del mismo modo que el hablar cumple una función
social, también el bertsolarismo es una forma de comunicarse.
Al fin y al cabo, ¿qué se supone que es cumplir
una función social? Divertir a la gente, enviarles un
mensaje: político, irónico, sentimental, religioso
en una época...
Finalizada la guerra, los bertsolaris eran la voz del pueblo.
Bueno, voz del pueblo en las cosas que estaban permitidas decir,
pero es cierto que muchas veces el bertsolari, en ambientes más
privados, decía cosas que no se podían decir. Durante
los últimos años del franquismo, las funciones
social y política sobresalían más. Eran
tiempos épicos, y si se llegaba a nombrar algo polémico,
la gente se calentaba mucho. Por decir de alguna manera, el bertsolari
hacía públicos los sentimientos que la gente tenía
escondidos pero que no se atrevía a expresar, y eso para
la gente era importante. En aquellos años Lopategi y Azpillaga
estaban muy solicitados. La gente acudía a oir en boca
de los bertsolaris lo que ellos guardaban dentro. Para el público
era importante ver sus sentimientos expuestos en público.
-¿Y cumple hoy en día
ese tipo de función?
Yo creo que en los últimos años estamos recuperando
un poco esa función. Sobre el bertsolarismo se ha dicho
que estaba demasiado politizado; entonces se ha tratado de reforzar
la idea de que la finalidad del bertsolari es la de divertir
a la gente. Ahora estamos volviendo de nuevo a lo de antes, y
el mensaje está recobrando fuerza. Recrear a la gente
está bien, pero nosotros tenemos nuestra propia personalidad.
-Algunos mantienen que el
bertsolari tiene que ser crítico, burlón. ¿O
su objetivo ha de ser divertir a la gente?
Si se es crítico y exigente, y si se tienen sentimientos...
¡van a aflorar! ¿Que si es para divertir a la gente?
Hay muchas maneras de hacerlo; no hay por qué decir cualquier
tontería. La gente que va a escuchar bertsos tiene que
pasarlo bien, ¿pero qué es eso de pasarlo bien?
¿Hay que decir bobadas, cosas amenas? Eso puede incluso
llegar a ofender. Nosotros sabemos pasarlo bien siendo críticos.
El bertsolari no es un monigote para provocar la risa de la gente.
Pasarlo bien sí, pero con un valor literario y estético.
El bertsolarismo ha estado inmerso en el "chorrismo",
pero ¿es que la gente no agradece dedicar un buen bertso
a un tema sentimental?
-Los bertsolaris sois personajes
muy célebres, y se os puede ver en cualquier salsa. ¿Ha
sido siempre así o se trata de un fenómeno actual?
Los medios de comunicación han reforzado mucho la imagen
del bertsolari, pero el bertsolari siempre ha sido popular. A
un bertsolari lo puedes encontrar en cualquier sitio, sobre todo
porque es muy asequible. Para cantar bertsos no hacen falta grandes
infraestructuras; es fácil. Muchas veces basta con un
micrófono; ni siquiera eso. Por otra parte, existe el
convencimiento de que cualquier cosa que se haya de decir está
mejor dicha en bertsos. Parece ser que cantado en bertsos gusta
más a la gente.
Lo de la popularidad es verdad, pero hay que tener en cuenta
que se limita a un mundo pequeño. Fuera de él no
nos conoce nadie.
-El bertsolarismo necesita
de soportes modernos, CD-ROMs, audiovisuales...
Si no te adaptas a los medios actuales, corres el riesgo de quedar
desfasado. Si el bertsolarismo no estuviera presente ni en la
radio, ni en la televisión, ni en los CD-ROM, habría
un vacío enorme.
-El Campeonato de Gipuzkoa se ha proyectado con nuevas fórmulas.
Ha pasado a ser interpopular e intergrupal. ¿Qué
opina respecto a esta novedosa pauta?
Para mí no tiene demasiado interés. Puede que sea
bueno para potenciar la noción de grupo y de solidaridad,
pero tener que organizar un certamen para eso... Además,
puede suceder llegar a la final quedándose los mejores
atrás. En el fondo, el motivo es que los bertsolaris de
a partir de un cierto nivel no quieren campeonatos individuales.
En mi opinión, el campeonato, al menos en el bertsolarimso,
es un trabajo individual. Pero el bertsolari de un cierto nivel
se percata de que en los campeonatos tiene poco que ganar y mucho
que perder. En el bertsolarismo existe una dialéctica,
en sí es una competición, sin la cual no tendría
sentido. A mí me parece muy natural que de vez en cuando
se celebre bajo la forma de campeonato, de forma reglada. Pero
individualmente, porque es así como se ve quién
es capaz. Los que ya han llegado a un cierto nivel y no lo quieren
peligrar alegan competitividad y razones de ese tipo. Entonces,
¿para quién es el campeonato? Para los de abajo.
Pero debería ser al revés. De niños la competencia
hay que suavizarla, pero una vez alcanzado cierto nivel, es entonces
cuando debería hacer.
-Dice que la presencia de la mujer va creciendo.
Sí, así lo creo. Cuando hace 20 años empecé
en las escuelas de bertsos, incluso llegué a estar abatido.
Veía que las chicas empezaban en bertsos, pero al llegar
a una determinada edad, lo dejaban. Afortunadamente ya no es
así; ahora hay mujeres que andan de plaza en plaza. Faltan
figuras, que no hay muchas. Hay algunas pocas, pero me parece
que en adelante serán más. En la final de Euskal
Herria ha habido una mujer, pero llegará el día
en que de ocho personas, unas tres o cuatro serán mujeres.
Habrá que esperar un poco, pero ese día llegará.
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