Carmelo Bernaola está muy contento
con los homenajes recibidos en los últimos meses. "Es
agradable que ensalcen los pequeños méritos de
uno. Afirmar lo contrario sería falsa humildad".
Carmelo es uno de los más conocidos compositores de música
contemporánea de Euskal Herria. Nacido en Otxandio (Bizkaia)
en 1929, no ha perdido el euskera recibido de sus padres pese
a haber vivido muchos años lejos de esta tierra. De todos
modos, el lenguaje que mejor conoce es el de los ritmos y notas.
Hemos realizado unas cuantas preguntas a Carmelo. Comencemos
"piano piano".
-Usted estudió en
Francia, Italia y Alemania. Con frecuencia se argumenta que los
planes de enseñanza musical europeos son mejores que los
de aquí. ¿Es así? Yo creo que los planes
de estudios musicales no tienen demasiada importancia. Lo importante
es estudiar con buenos profesores. En el estado español
se piensa que basta con estudiar lo que concretan los planes.
Yo creo que ese modo de aprendizaje es erróneo. En los
países que están más avanzados en el ámbito
musical, como es el caso de Alemania o de los Estados Unidos,
la enseñanza es más libre; se adecua a las necesidades,
características y talento de los alumnos. Así,
dependiendo de los rasgos técnicos del alumno, los profesores
le mandan estudiar Mozart o Chopin. Pero, de todos modos, tampoco
existe un plan concreto. Puede que en esos lugares la enseñanza
sea mejor, pero no por los planes, sino por tener tradición
musical. Aun así, no somos los últimos del mundo.
En el estado español hay también muy buenas cosas
en el ámbito musical. En el caso de Euskal Herria, hay
una gran capacidad para la música, y la gente, pese a
toparse con muchos obstáculos en su camino, sigue adelante.
Se podían haber hecho mejor las cosas, pero bueno.
-Sin embargo, muchos jóvenes
salen a estudiar al extranjero. ¿Por qué? Al salir al extranjero,
se tiene la oportunidad de aprender muchas cosas y, sobre todo,
de relacionarse con profesores de países que tienen otros
criterios y otro modo de pensar. Yo opino que todo eso es muy
bueno. La pluralidad es beneficiosa. A mí esa decisión
me parece muy correcta, porque fuera pueden hacerse cosas que
aquí no se pueden hacer.
-¿Qué
se puede hacer fuera que aquí no se pueda hacer? El tratamiento de
la enseñanza musical aquí no es correcto. Con la
LOGSE se ha creado la Enseñanza Superior de Música.
A mí me parece que la misma LOGSE es un puro desastre,
en todos sus aspectos. Aparte de eso, ¿qué es la
enseñanza superior? La música no es más
que música, y eso es lo que hay que aprender. Lo de enseñanza
superior, me parece un disparate. Pero no creo que merezca la
pena analizar las lagunas de la LOGSE, porque iríamos
para largo.
-La LOGSE establece que
en alguna de las capitales de la CAV se ha de abrir una Escuela
Superior de Música. ¿Dónde habría
que ubicarla, y qué criterios de enseñanza se deberían
emplear en su organización? Creo que es un error
abrir una Escuela Superior de Música de la CAV. Yo de
ningún modo abriría una Escuela Superior de Música
en la CAV. Con dos centros de ese tipo en el estado español
es suficiente. ¿Qué es lo que se iba a enseñar
en este centro? Además, construir un centro de esas características
cuesta mucho dinero. En lo que respecta a los criterios, no creo
que se requiera ningún plan concreto. Lo que se necesita
es contar con buenos profesores. Eso es lo que nos falta. Hay
profesores de excelente nivel, pero puede que no haya bastantes.
Tenemos ciertos límites.
-¿Son económicas
las razones de esa limitación? Gran culpa la tienen
los motivos económicos. Se debería invertir muchísimo
más en la enseñanza de música. Por eso mismo
digo que los centros superiores carecen de sentido. ¿Para
qué los necesitamos? ¿Para seguir en la misma línea
de trabajo que hasta ahora, pero enseñando otras cosas?
Esto no significa que lo que se enseña en las escuelas
de música esté mal. Me refiero a la enseñanza
superior. Lo que se enseña en las otras escuelas está
bien. Reflejo de ello es que de aquí salen músicos,
y que cuando salen al extranjero a estudiar adquieren un nivel
extraordinario. Una cosa son las escuelas de música creadas
a partir de la LOGSE, y otra, la Escuela de Música de
Gasteiz o las demás que hay. La de Gasteiz, por ejemplo,
se asemeja mucho a las escuelas de música de Europa.
-Unos
salen fuera a estudiar; otros, por contra, llegan de fuera a
trabajar, como es el caso de muchos intérpretes de las
Orquestas Sinfónicas de Euskadi y de Bilbao. ¿No
es señal de que andamos bastante flojos? Lo mejor sería
tener músicos locales. Pero si faltan músicos,
algo habrá que hacer. En ese sentido, en los últimos
20 años está saliendo gente de mucho talento. De
modo que pienso que dentro de unos años conseguiremos
una estabilidad. Sin embargo, no es malo tener músicos
extranjeros. Los intérpretes de aquí pueden aprender
mucho de los de fuera. Quizás haya que equilibrar las
proporciones. También eso llegará. Si queremos
músicos de nivel, habrá que enseñar correctamente
en los centros de música.
-Mucha gente opina que
la música, en el más amplio sentido, ha avanzado
considerablemente en las últimas décadas: hay más
orquestas e intérpretes, se han organizado nuevos festivales.
¿Cuál sería su valoración? Desde la transición
hasta ahora, hemos progresado mucho. Ha habido grandes cambios
y se notan. Tal como dice, se han hecho muchas cosas: hay más
orquestas, se han creado nuevas infraestructuras...
-Alude a las nuevas infraestructuras.
¿Eran necesarios el Palacio Euskalduna o el Auditorium
del Kursaal? Eran muy necesarios.
Algunos sostienen que su construcción es muy costosa,
y puede que sea cierto. Pero, habiendo dinero, me parece bien
que se construyan.
-¿No se debería
dirigir a la enseñanza una parte del dinero destinado
a las infraestructuras? No sé. Es
posible que sea mejor construir infraestructuras, porque puede
ser más rentable. Por tanto, el dinero proveniente de
ahí brinda la oportunidad de realizar otras cuantas cosas,
como por ejemplo invertir en la enseñanza.
-Cambiando de tema, usted
declara que las multinacionales no editan música contemporánea.
¿Se esconden criterios económicos tras esa actitud? Sí. La gente
está acostumbrada a esa música. De modo que esa
actitud adinera las multinacionales. No hay conocimiento ni de
lo posterior ni de lo anterior a los clásicos y románticos.
La música contemporánea es una gran desconocida,
porque las multinacionales publican pocas cosas posteriores al
impresionismo. Lo mismo sucede con lo anterior al barroco. ¿Qué
conocemos de los tiempos del Renacimiento? Casi nada. ¿Quién
conoce a Guerrero o a Vitoria? La gente no los conoce.
-¿Nos convierte
en ignorantes esa actitud de las multinacionales? ¿Somos
meros consumidores de lo que editan? Sin lugar a dudas,
sí. En general, la gente es consumidora de la música
que las multinacionales venden continuamente, nada más.
Desde la creación de los formatos electrónicos,
las multinacionales sólo han publicado Beethoven, Bach,
Mozart y otros cuantos. Los autores contemporáneos han
quedado a la sombra.
-En
los programas de festivales y actos se interpreta principalmente
música de épocas anteriores. ¿Qué
se puede hacer para dar a conocer la música contemporánea? Introducir en los
programas obras de música contemporánea. No existe
otro modo de impulsarla. Para que un músico llegue a ser
famoso, hay que escuchar su música una y otra vez. Los
programadores deberían programar toda la música,
no sólo la de una determinada época, también
la contemporánea. Esta última se escucha menos
de lo que desearíamos.
-Soportes electrónicos,
ordenadores para componer música... ¿Ha cambiado
la tecnología el modo de componer música? Los ordenadores son
instrumentos para realizar ciertas cosas. Pero el ordenador no
compone. Quien compone es el músico. Yo creo que todas
las novedades que son prácticas son buenas. El progreso
es beneficioso, en todos los aspectos de la vida.
-¿Qué opinión
le merecen los actuales estilos de música: el rock, el
rap, la música electrónica...? Yo no escucho ese
tipo de música, así que no puedo opinar sobre ello.
En casa tengo muchos discos porque me los regalan, pero yo no
escucho discos. Siempre que puedo, acudo a conciertos. En mi
opinión, sólo la música en directo es música.
Música es la que se está creando en el momento,
es un conjunto de relaciones, y esas relaciones existen en el
momento en que se producen.
-Según usted lo
demás es música muerta... La gran música
se produce mientras se toca. La restante está muerta.
Yo opino que la música hay que escucharla en directo.
Las orquestas están para eso, y no para grabar discos.
-En cierta ocasión
manifestó que el txistu no se debería enseñar
en las escuelas de música. Yo mantengo que el
txistu, la dulzaina, el acordeón... no se deberían
enseñar en las escuelas oficiales de música. Esos
instrumentos son populares, y querer trasladarlos a otros estadios
es un error. Hay que aprender a tocar muy bien el txistu, la
dulzaina, el acordeón... De todos modos, en las escuelas
de música se debe enseñar música superior,
la que hacen las grandes orquestas y los grandes intérpretes.
-Entonces, ¿dónde
se debería enseñar a tocar los instrumentos populares?
¿Cuál sería la alternativa más adecuada?
Eso no voy a decirlo yo. A mí
me deja perplejo el hecho de que un estudiante que tiene que
examinarse de txistu tenga que tocar música de autores
clásicos. Es realmente asombroso. Lo cual no significa
que no me guste el txistu. Es más; siendo vasco, me parece
muy emocionante. Eso sí, siempre que lo escuche a distancia,
es decir, en romerías, bajo la lluvia, o en un alarde
de txistularis, pero no en una escuela de música. La música
superior aún no se ha servido del txistu. Así que
no tiene sentido que los instrumentos de folklore ocupen un lugar
en los centros de música. A la música popular se
le debería dar otra dimensión. Es cierto que hay
músicos que tocan divinamente esos instrumentos. Pero
esa es otra historia.
-Usted es asesor de la
Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE).
¿Cuál es la situación actual de esa sociedad? El funcionamiento
de la sociedad es muy bueno. Por eso, es internacionalmente ejemplar.
Nuestra función consiste en distribuir los derechos de
autor, y lo hacemos muy bien. Muchas sociedades del resto del
mundo se fijan en la sociedad española.
-Este año, la sociedad
ha realizado diferentes reivindicaciones. ¿Es adecuada
la normativa para la distribución de los derechos de autor? A mí me parece
que la normativa sobre la distribución de los derechos
de autor está bien hecha. Claro que si nos concedieran
más, mucho mejor. Pero es poco lo que podemos hacer ahí,
porque esa normativa es común en Europa. Son las directivas
europeas las que ordenan cómo se han de hacer las cosas.
No vayamos a pensar que la normativa para la distribución
de los derechos se ha inventado en España.
-Ha compuesto para cine
y teatro. ¿Qué prefiere: música aplicada
o la de creación propia? Son cosas muy diferentes.
El objetivo de la música aplicada es acompañar
a una expresión artística. A la hora de trabajar,
prefiero la música de creación propiamente dicha.
Eso mismo le respondería cualquier compositor.
-En lo que respecta a la
música aplicada, suele trabajar por encargo. ¿Cuáles
son sus ventajas y desventajas? Eso depende del encargo,
del momento en que te lo dan y del tipo de petición. Pero
el encargo, en gran medida, te fuerza. Por otra parte, yo soy
bastante perfeccionista. Por eso, hasta el momento en que termine
el trabajo, suelo hacer muchas modificaciones. Con que todo eso,
al trabajar por encargo, no es malo, porque se dispone de un
plazo concreto para finalizarlo.
-¿Cuál es
su fuente de inspiración a la hora de crear música? No conozco a la señora
inspiración. Para crear hay que pensar, para luego ponerse
a trabajar. Baudelaire decía que la inspiración
era el trabajo de todos los días. Además, mucha
gente opina que a la hora de crear arte falta sinceridad. En
ese sentido, Ravel decía que en la historia del arte se
han hecho muchas tonterías en nombre de la sinceridad.
Estoy en total acuerdo con lo manifestado por Ravel. ¿Qué
es eso de la sinceridad? El arte es arte.
A TRAVÉS DE LA MELODÍA
DE CARMELO BERNAOLA
Carmelo Bernaola (16-7-1929), comenzó a
estudiar música desde muy joven. Cursó estudios
musicales en Gasteiz, Madrid, Roma, París y en varias
ciudades alemanas con los más grandes maestros de la época,
tales como Evangelista, Celibidache, Siena, Petrassi y Maderna.
Cuando contaba con 20 años, fue nombrado director de la
Orquesta Sinfónica de Burgos.
A partir de ese momento, su trayectoria ha estado plagada de
éxitos. Bernaola ha sido, entre otras cosas, clarinetista,
pedagogo, director de la Escuela de Música Jesus Guridi
de Gasteiz y profesor internacional.
Ha cultivado todos los géeneros de la música: cámara,
sinfónica, cantatas, música electrónica,
música aplicada...
La lista de sus obras es bien larga: "Trío Sonatina"
(1954), "Suite divertimento" (1956), "Tríptico
de canciones" (1975), basado en poemas de Juan Ramón
Jiménez, "Constantes" (1961), "Piccolo
Concerto" (1960) y "Jarraipen" (1967), entre
otros.
En lo que concierne a la música
aplicada, ha trabajado junto a directores como Antonio Mercero,
Basilio Martín Patiño, Giménez Rico y más.
Es autor de la música de numerosas teleseries, películas
y documentales que hemos tenido ocasión de ver en la televisión
y en el cine: "Numancia", "Verano Azul",
"La clave"...
No hay que olvidarse del trabajo realizado por el maestro de
Otxandio en el teatro musicalizado: "La feria del come y
calla", "Los siete infantes de Lara", "El
burlador de Sevilla", "El pájaro azul",
"Las mujeres sabias"...
En la actualidad, Carmelo ocupa el puesto de director en la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando. Además, es catedrático
de la Escuela de Música de Madrid, doctor "Honoris
Causa" de la Universidad Complutense, y miembro del jurado
de varios concursos internacionales.
Ha sido galardonado con varios premios por el trabajo realizado
en el campo de la música contemporánea. Las que se enumeran
a continuación no son más que algunos de ellos:
-Premio Roma (1962)
-Premio Nacional de Música (1967)
-Premio Cámara de Jóvenes Músicos (1968)
-Premio de Obras de Música para Cine (1968)
-Premio Goya (1992)
-Medalla de Oro de la Villa de Gasteiz
-Medalla de Oro de la Villa de Madrid |
Fotografías:
Ainhoa Irazu
Euskonews
& Media 50.zbk (1999 / 10 / 15 - 22) |