El avión en el que volamos, que
hace un cuarto de hora acaba de dejar atrás las tierras
canarias, a pesar de viajar a una velocidad vertiginosa, nos
conduce hacia Europa suavemente.
Tenemos dos horas y media de
vuelo, así que aprovecharé este rato para cumplir
la promesa que hace unos pocos días hice a Eusko Ikaskuntza-Sociedad
de Estudios Vascos.
En Gran Canaria he participado en una
demostración del deporte popular. La actuación
de hoy ha corrido a cuenta de canarios y vascos; las palabras
que he escuchado durante la presentación me han producido
una verdadera alegría: "En las Islas Canarias vivimos
un millón y medio de personas, y acogemos a doce millones
de turistas al año, provenientes de todo el mundo. Estos
turistas vienen en busca de sol, pero ven que aquí vive
un pueblo que tiene sus costumbres y su identidad. Para que los
sigan viendo, continuaremos organizando este tipo de festivales".
Amigos míos, eso es el
deporte popular, y creo que, al menos unos cuantos, lo practicamos
precisamente por eso, y debemos seguir practicándolo por
esa misma razón.
El deporte popular es en la actualidad
un deporte real, y el día de mañana debería
seguir siéndolo. En el pasado, sin embargo, nuestros antepasados
no lo practicaban en la forma en que nosotros lo hacemos. Lo
practicaban de otra manera y con otro sentido; por ejemplo, cuando
partían leña con el hacha eran leñadores,
y de vez en cuando realizaban apuestas. Quienes segaban la hierba
eran baserritarras; quienes levantaban piedras, canteros y sus
ayudantes; y los que llevaban jarras de leche en las manos, pastores.
Poco a poco, todas aquellas pruebas
fueron saliendo del ambiente de la romería y entrando
en las plazas de los pueblos a través de las apuestas.
Eran desafío, apuesta, reto, prueba... pero no deporte;
deporte lo son ahora.
Hoy en día el deportista
participa en el deporte popular por afición o posibilidad,
e incluso puede que llegue a ser su profesión.
Por otra parte, los métodos
de preparación han cambiado totalmente.
Antes partían troncos y levantaban piedras descalzos.
Hoy, sin embargo, se hace con calzado especial.
Igualmente han cambiado la alimentación,
los instrumentos, la educación... Aunque todo haya sufrido
modificaciones, el harrijasotzaile actual sigue levantando la
piedra y el aizkolari cortando el tronco.
Hoy el deporte es real; se realiza
con un duro esfuerzo. Pero también es cultura, puesto
que manifiesta qué y cómo lo hacían nuestros
antepasados.
Creo que en cada sesión
de deporte popular brindamos un pequeño homenaje a nuestros
antepasados. Es conveniente mirar hacia atrás de vez en
cuando, para proseguir adelante por el buen camino, y para que
nuestros deportes perduren por los siglos de los siglos.
Yo, como deportista vasco y padre,
he ofrecido la vez a mi hijo. Él seguirá el camino
que yo he tomado.
Iñaki
Perurena, Harri-jasotzaile (levantador de piedras). |