"Necesitamos un poco de perspectiva para
analizar lo que está pasando en el País Vasco.
Pasamos del mayor de los optimismos al peor de los pesimismos
de un día a otro. Tenemos que poner un poco de distancia
para ver lo que está pasando. Es necesario hablar y mucho
con los partidos, con los movimientos sociales, no para intentar
averiguar el futuro porque el futuro nos va a sorprender a todos"
decía el profesor de la facultad de CC. Sociales y de
la Comunicación, Benjamín Tejerina en el curso
sobre la Influencia de los movimientos sociales en el proceso
de pacificación de Euskal Herria.
A su juicio ni la experiencia
de Irlanda, ni la de Israel nos va a servir. Tenemos que buscar
nuestra propia vía. "Lo prudente es contemplar lo
que está pasando sin caer en el pesimismo u optimismo,
e intentar ayudar al proceso de pacificación".
Para el profesor Tejerina, desde
el nacimiento de ETA se produce una radicalización del
nacionalismo que se impulsa con el Juicio de Burgos en los años
70 y así llegamos a la transición. "Hasta
los años 84-85 existe un claro apoyo a la violencia por
parte de diversas organizaciones políticas. Pero desde
ese momento se producen ciertos cambios tanto en el ámbito
político como social. Se observa una pérdida de
apoyo a la violencia fuera y dentro del mundo del nacionalismo".
Se dan varios factores que determinan este giro "la aparición
de la ertzantza que pone en cuestión la teoría
de que vivimos en un país ocupado para grandes sectores
de la población, la kale borroka que mina los apoyos aunque
sea efectivos a la violencia porque no le ven un objetivo concreto,
el hecho de disponer de instituciones políticas propias
etc..., factores que restan los apoyos a la violencia".
HB y la entonces EE ligada a
ETA p-m llegaron a sumar alrededor de 300.000 votos, un porcentaje
muy alto en un país tan pequeño. Pero poco a poco
comienza su declive porque sus votantes empiezan a no ver claro
el objetivo de la violencia. "Ahora se ve claramente cómo
EH ha recuperado ese voto que no había dejado de estar
en ese mundo ideológico pero que sí se había
distanciado del mundo de la violencia".
El MLNV intenta mantener una
serie de organizaciones en todos los sectores de la vida social
pero en un momento dado se encuentra con otros movimientos sociales
en contra de la violencia. "Hay rupturas en los movimientos
feministas, ecologistas y en el resto de los movimientos sociales.
Tras ello se crea una sociedad cerrada donde el MLNV mantiene
su discurso y sus apoyos pero sin capacidad de incidir en el
resto de la sociedad. La pérdida de su capacidad de convocatoria
se nota especialmente a partir de los años 90".
A estos hechos hay que sumar
el inicio de la movilizaciones masivas contra la violencia atrayendo
a sectores totalmente apáticos hasta entonces. Movilizaciones
contra los secuestros de Iglesias, Aldaia y siguientes. Hay que
sumar también el acuerdo de Ajuria Enea y contemplar un
consenso amplio entendiendo que la violencia no tiene sentido
en esta sociedad y que hay que hacer algo para erradicarla. A
Juicio de Benjamín Tejerina es en este momento donde la
sociedad civil adquiere un protagonismo creciente frente a las
instituciones. Las organizaciones pacifistas de una u otra manera
mantienen una relación estrecha con las instituciones.
"A veces las instituciones han aprovechado los movimientos
pacifistas y en otras éstos han sido capaces de capitalizar
determinadas dinámicas institucionales". El espaldarazo
definitivo es la manifestación por Miguel Angel Blanco
que provoca que los políticos decidan actuar en buscar
una salida a la situación. Desde el acuerdo de Lizarra
los acontecimientos se van acelerando. "Si cogemos los discursos
de hace un año y los comparamos con los actuales -sobre
todo dentro del nacionalismo vasco- vemos que el cambio es radical
¡y todavía lo que vamos a ver!
Texto
elaborado por el Departamento de prensa de los Cursos de Verano
de la UPV / EHU. |