Desde la segunda mitad del siglo XVIII, los
ilustrados europeos y norteamericanos, inspirados por sentimientos filantrópicos
e higienistas, propusieron la reforma del sistema carcelario que había
sido heredado, con todas sus lacras, de época medieval. Los principios
de la filosofía reformista buscaban que el encierro se humanizara
y que sirviera para modificar la naturaleza interior del delincuente. En
este sentido, propusieron toda una batería de medidas destinadas
a:
- mejorar la salubridad de los recintos y la higiene de los reos para
evitar la temida "fiebre de las prisiones"
- imponer la separación de los internos atendiendo a un sistema
clasificatorio que tuviera presente las diferencias de edad, sexo, situación
procesal o calidad del delito perpetrado, para evitar la contaminación
moral y que la cárcel fuera una universidad del crimen
- conseguir la individualización del preso a través del
sistema celular mixto, basado en el aislamiento nocturno en celdas y en
el trabajo en común durante el día, para poder aplicar más
fácilmente el tratamiento "resocializador" de la cárcel
- construir edificios carcelarios bajo la orientación panóptica
que posibilitaran la corrección moral del delincuente y su vigilancia
permanente. Esto es, que desde una posición central del edificio
se pudiera ejercer un control constante sobre los presos en todas las facetas
de su quehacer diario, o bien, que éstos tuvieran la sensación
permanente de ser así controlados.
Entre los padres de la reforma penitenciaria encontramos a John Howard,
a Jeremy Bentham, a los cuáqueros de Filadelfia, ..., y entre nosotros,
por ejemplo, al ilustrado vitoriano Valentín de Foronda o al corregidor
vizcaíno Colón de Larreategui, que se harían eco de
todas estas propuestas, haciendo hincapie principalmente en las de carácter
higienista y humanitario.
En el Estado español, la primera localidad en llevar a cabo un
proyecto carcelario acorde con los principios de la reforma, fundamentalmente
por lo que atañe al sistema celular mixto, fue la ciudad de Vitoria
en 1861, de la mano del arquitecto provincial Martín de Saracibar,
inspirándose para ello en la obra de Ramón de la Sagra (Atlas
carcelario. Madrid, 1843, 2 vols.), la nueva cárcel de Burdeos
y los planos de la Sociedad Matritense en esta materia. Con posterioridad,
otras localidades, como Cieza en 1867, Bilbao en 1870 y Vergara en 1873,
seguirán el ejemplo de Vitoria; y con la llegada del régimen
político de la Restauración, la cárcel modelo (celular
mixto) de Madrid, finalizada en 1884 a partir de los planos del arquitecto
Tomás Aranguren, se convertirá en el buque insignia de la
reforma carcelaria que se desarrollará a partir de esos años.
La arquitectura de la nueva cárcel celular vitoriana se concebirá
desde postulados panópticos, aunque transformando el inicial
modelo acuñado por J. Bentham en la llamada panóptica local,
según propuesta de la Real Sociedad de Prisiones de Londres y difundida
en España por Marcial Antonio López. Es decir, en lugar de
la estructura circular con celdas y punto central de vigilancia propuesta
por Bentham, se pasará a otra poligonal compuesta por conjuntos de
radios o brazos, tres en el caso concreto de Vitoria, a cuyos lados se situarán
las celdas, posibilitando de esta forma una mayor capacidad de población
reclusa en un menor espacio, pero manteniéndose la posición
de vigilancia central. Los siguientes planos permitirán una mejor
comprensión de las diferencias entre entre ambas concepciones:
En el Anuario penitenciario de 1889 se describen las innovaciones
penitenciarias adoptadas por la cárcel de Vitoria, como el sistema
celular mixto; el sistema clasificatorio de la población reclusa,
atendiendo incluso a su distribución en distintos patios de recreo;
el sistema panóptico local, en cuyo centro se situaba un oratorio
visible desde todas las celdas, sacrificándose de esta forma la vigilancia
constante en aras a situar un punto de referencia moral para los reclusos.
Veámoslas: "Consta dicha cárcel de piso bajo, primero
y segundo y, en cada uno de sus tres brazos de 24 celdas, 8 por piso, á
cada lado. Tiene, además de las dependencias administrativas y judiciales
en el piso segundo cuatro salas destinadas una á mujeres que extinguen
penas de arresto, otra a las que extinguen penas correccionales y dos a
presos políticos. Consta, además de enfermeria, compuesta
de un salón con tres celdas corridas. Tiene, en fin, cuatro patios,
con tapias que quedan dentro del muro de ronda. Los patios se destinan uno
para mujeres, otro para procesados, otro para presos que cumplen penas de
arresto, y otro para los que cumplen penas correccionales.
El centro de la prisión lo forma un templete sostenido por
ocho columnas de hierro y en comunicación con las galerías
del primer piso. Sobre el templete está el altar, que es perfectamente
visible desde cada celda".
El documento que a continuación transcribimos, relativo al inventario
de bienes con los que fue dotada la cárcel en el momento de su inauguración
en 1861, resulta sumamente interesante, ya que nos permite percibir el régimen
de vida penitenciaria al que se veían abocados los internos de esta
nueva institución. Así, por ejemplo, se hace mención
al mobiliario existente y a su calidad en cada una de las 72 celdas; a cómo,
a pesar de los principios reformistas de corte humanitario, todavía
se empleaban ciertos apremios, como mordazas, cepos, grilletes, etc.; a
la importancia dada al oratorio, constituido por un altar y una sacristía,
al ser uno de los más importantes sistemas moralizadores de los reclusos;
a las disposiciones higiénicas relacionadas con escusados, bañeras,
jofainas, etc., ya que no podemos olvidar que para los reformadores la salud
moral se encontraba íntimamente relacionada con la salud física;
a la calidad de las mantas, jergones, camisas, catres, etc.; ...
Con el tiempo la cárcel celular de Vitoria se dotaría de
nuevos servicios, como una biblioteca que "responda a la idea de
influir saludablemente [a los presos] en su parte moral, y les sirva
de agradable entretenimiento en los ratos de ocio"; un gabinete
antropométrico, basado en los principios de identificación
del delincuente establecidos por el francés A. Bertillon; ...; y
una enfermeria que sirviera para atender las necesidades médicas
primarias de los internos, al mismo tiempo que en estos casos se evitaba
su traslado al Hospital Civil de Santiago, ya que éste no contaba
con medidas adecuadas de seguridad.
TRANSCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO
(AMV-G: 37-8-55)
Ynventario del moviliario existente en la
carcel de esta capital y su partido judicial, á cargo y bajo la responsabilidad
y costodia del alcaide, que suscribe.
Servicio del Oratorio
Primeramente un caliz de plata, con su patena
del mismo metal sobredorado, y cucharilla, encerrado todo en un cajoncito
de madera, con peso las tres piezas de veinte y tres onzas y ochava y media.
Un par de vinageras de cristal.
Un platillo de cobre para contenerlas.
Una mesa de altar, buena, con su encerado
y un crucifijo grande.
Un juego de sacras con sus marcos y cristales.
Cuatro candeleros de madera, pintados de
azul y amarillo.
Un atril de madera de haya, pintado de azul.
Una campanilla de mano, de metal para el
altar.
Un cajon con tres tiradores, madera de roble,
para guardar los ornamentos, existente en el departamento destinado a sacristia.
Una aguamanil de oja de lata, pintada.
Un misal bueno.
Dos idem viejos y deteriorados.
Cuatro casullas de damasco, en buen uso,
con sus correspondientes manípulos y estolas á saber: una
de color encarnado, otra morado, otra blanca y la otra verde.
Tres albas nuevas.
Dos idem deterioradas.
Cuatro amitos, de hilo, en buen uso.
Cuatro cíngulos.
Cinco purificadores, en buen uso.
Dos pares de corporales en buen uso.
Cuatro bursas, correspondientes á
los colores de las casullas.
Dos pañitos de lavatorio.
Cuatro manteles de altar, dos de ellos nuevos
y los otros dos en mediano uso.
Un cuadro de lienzo, representando á
Nuestra Señora de la Piedad, con marco dorado, bastante antiguo,
de seis pies de largo y tres y medio de ancho.
Un crucifijo nuevo de madera, con su peana
de pino pintada de negro.
Un espejo nuevo, con marco de madera de
cerezo barnizado, de tres y medio pies de largo y dos menos una pulgada
de ancho.
[Puerta de entrada del la cárcel
celular]
Un cuadro de lienzo, representando á
Nuestra Señora en el Misterio de la Concepcion y á San Prudencio,
con su marco de madera dorado, que mide siete pies de largo y seis de ancho,
bastante antiguo, y renovado y repuesto por detras, colocado sobre la puerta
de entrada de la carcel celular.
Útiles para la seguridad
de los presos
Cuatro cadenas de hierro con sus anillos.
Una idem de tarima.
Cuarenta pares de grillos con sus correspondientes
chapetas.
Tres botadores de hierro y acero.
Tres cortafrios de idem.
Un martillo de remachar.
Nueve esposas de hierro.
Otras siete idem para el servicio de conducir
presos en cuerda.
Dos argollas de hierro con su barras largas.
Ocho idem mas pequeñas, sin barras.
Una cerraja de hierro, nueva, de repuesto.
Un cerrojo con sus hembrillas para el mismo
fin.
Tres cadenas bastante largas.
Un yunque de hierro para poner los grillos.
Diez y siete candados entre útiles
é inutiles, todos viejos.
Dos barras largas de fierro.
Treinta y dos llaves para las cerraduras
de los dieferentes departamentos del edificio.
Una mordaza de hierro.
Dos piezas de garrote de idem.
Cuatro cepos de madera de roble, dos de
ellos inutiles.
Material para el abrigo y descanso
de los presos
Sesenta y dos [sic]
catres de madera de pino, nuevos, pintados de color de plomo, correspondientes
á la dotación de cada una de las setenta y dos celdas destinadas
á recibir los presos pendientes de causa.
Setenta y dos mesas de la misma madera,
tambien pintadas del mismo color de los catres.
Setenta y dos bancos pequeños tambien
de pino, pintados del propio color.
Cinco camastros de pino, pintados igualmente
de color de plomo, dotacion de las piezas destinadas á los condenados
á arresto mayor y menor y á los detenidos gubernativamente.
Cinco mesas largas de pino, con otros cinco
bancos para el servicio de los indicados departamentos.
Cien gergones de hilo nuevos, llenos de
balago.
Otros seis idem de algodon, idem, idem.
Cien cabezales de hilo idem idem.
Treinta idem de algodon.
Sesenta mantas franciscanas en buen uso.
Treinta y seis de Palencia en idem.
Veinte y cuatro de idem en mediano uso.
Treinta y nueve de diferentes clases, deterioradas
y viejas.
Cincuenta y ocho camisas de hombre en buen
uso.
Treinta y cuatro idem de idem de hilo como
las anteriores, en mediano uso.
Quince camisas de muger, tambien de hilo,
en buen uso.
Tres idem de idem de idem viejas.
Material para el servico, aseo
y limpieza de los presos
Cincuenta cofainas [sic]
de metal blanco, algunas de ellas sin estrenar, y todas en buen uso.
Ocho jarras de idem idem.
Cincuenta fiambreras de oja de lata para
los ranchos, en buen uso.
Veinte y seis jarros de barro, de diferentes
tamaños, para servir agua.
Dos bañeras de oja de lata, con sus
ruedas de madera.
Cuarenta y dos bañados de barro barnizado
para el servicio de los asientos comunes de los cuartos celulares.
Moviliario para diferentes usos
para el servicio del establecimiento
Un relox de sala con su caja de nogal barnizado
todo nuevo, colocado á entrada del departamento.
Tres faroles grandes para el alumbrado del
establecimiento, colocados respectivamente en el atrio, encima del oratorio
y en la subida á los departamentos de arresto mayor y menor.
Dos idem pequeños de mano para hacer
la requisa.
Una esquila ó campana de metal con
su yugo de madera pintada de color de plomo y cadena de hierro para el órden
del establecimiento.
Tres campanillas, tambien de metal, con
sus cadenas para el servicio de las diferentes dependencias del edificio.
Una mesa de pino pintada de color de plomo,
nueva, para el servicio de los vigilantes.
Una silla de madera de haya, pintada con
asiento de junco para el mismo destino.
Cuatro catres de hierro para los cuartos
de los vigilantes.
Un cuchillo fijo y clavado en una tabla
para partir las raciones del pan.
Dos tablas de chopo con su correas de cuero
para conducir el rancho.
Cuatro herradas viejas para el servicio
del agua.
Dos bancos de roble con respaldo, nuevos,
colocados en las inmediaciones de la puerta que da entrada al departamento
celular.
Otro idem pequeño y viejo retirado
en el desban.
Una arca de roble con cantoneras de fierro,
vieja para deposito de los grillos.
Un escaparate de idem en buen uso para guardar
instrumentos.
Una mesa de idem.
Dos escaleras de mano de madera de pino,
la una nueva, y la otra vieja.
Vitoria nueve de setiembre de mil ochocientos
sesenta y uno.
El alcaide.
Juan Ortiz de Pinedo.
Visto Bueno.
El Baron de Rada?
Iñaki Bazán y
Carlota Ibáñez, historiadores |