Javier Sádaba
Garay (Portugalete, 1940), es uno de los pensadores actuales más
lúcidos y comprometidos con su País Vasco natal. Catedrático
de Etica y Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid,
es autor de libros sobre religión y filosofía, habiendo abordado
también la novela de ficción. Columnista y conferenciante
de prestigio, fue firmante del Manifiesto de Madrid sobre el País
Vasco, en el que se reclamaba una solución dialogada al conflicto.
En la entrevista que ha concedido a Euskonews&Media, hemos hablado largo
y amplio sobre aspectos muy relacionados con nuestra sociedad actual.
- ¿ Es la religión una forma de entender la historia
de un pueblo? (Casos judío o bosnio) O ¿ Puede crear un estilo
de vida, más real, más amplio? (Caso hindú) La religión puede influir en el desarrollo humano de muchas
formas. El caso judio es muy especial. La idea de pueblo elegido y de alianza
con un Dios único determinará, de modo original, la autoconciencia
del pueblo judio. Más aún, hará de él (como
insistió el padre del sionismo T.Herlz) un pueblo. Personalmente,
y al margen de interpretaciones más concretas, prefiero una religión
activa, profética (de ruptura profética, decía Weber)
como la hebrea que una religión pasiva como la hindú. A los
que, hoy, con bastante desconocimiento y cierta frivolidad, reivindican
la espiritualidad hindú habría que recordarles su sistema
de castas, el elitismo sacerdotal, la concepción sierva del ser humano.
Entre un pueblo que no se deja asimilar -el judio- y otros que miran constantemente
al infinito, me quedo con los primeros. Otra cosa es que se rescatara la
parte heterodoxa de la sabiduría oriental. En este sentido el jainismo
(en el que se apoyó Gandhi con la noción de ahimsa o no sufrimiento)
sería un buen compañero del pacifismo fuerte, político,
que deberíamos tener en Occidente.
- ¿ Cómo encaja Vd. en este fin de siglo el resurgir
de los nacionalismos europeos? Los nacionalismos europeos son de distinta índole y sería
un error someterlos a un único análisis. Por otro lado, el
tema del nacionalismo requeriría, para un desarrollo adecuado, mucho
tiempo. De manera sintética diría lo siguiente. Los nacionalismos
europeos se pueden dividir de forma tripartita. Unos -la mayoría,
como ha señalado el sociólogo E. Gellner- son los conformadores
del actual Estado-Nación (España, Francia, etc...). De ahí
que sea ridículo que algunos, para desacreditar a algunos nacionalismos
periféricos recurran a Gellner afirmando que todo nacionalismo es
perverso. Porque en este caso también lo sería el Estado-Nación
(España, Francia...) que quieren, a toda costa, defender. Otros nacionalismos
(tal vez el serbio) tienden a concentrar lo peor del -ismo del nacionalismo;
tribalismo, exclusión, etnicismo, etc. Finalmente, pueden darse otro
tipo de nacionalismos que, haciendo uso correcto de la autodeterminación
no sólo reivindiquen derechos o uso de su potencial político,
sino que cuestionen la rigidez de los Estados existentes, y favorezcan un
internacionalismo actualmente inexistente.
- ¿ No cree que el nacionalismo periférico en el
estado español habría sido de diferente planteamiento si no
se hubieran sufrido cuarenta años de dictadura? Probablemente sí, aunque es difícil (sino imposible)
determinar cuál hubiera sido el curso de algo que no ha sucedido
(no ha sucedido que no hubiera guerra civil). Lo peor de la guerra civil,
aparte del hecho criminal de su existencia, es, en lo que nos atañe,
el haber atascado, con la dictadura, un proceso que, de una forma, iba a
producirse. En cualquier caso, no creo que sin no se hubiera dado la guerra
civil, no se hubieran planteado cuestiones relativas a lo que entendemos
por nacionalismo. Éste no nace de la guerra civil. Va más
lejos tanto en lo que se refiere al pasado como en lo que se refiere al
futuro. La guerra civil no ha hecho sino posponer y entubiar el problema.
- Los nacionalismos ¿son forzosamente excluyentes? Los nacionalismos, tal y como indiqué antes, no son necesariamente
excluyentes. Los Estados, por cierto, sí suelen serlo. Un nacionalismo
excluyente es, como toda forma de exclusión, rechazable. Un nacionalismo
reivindicativo y universal no tiene por qué estar contaminado de
tal defecto.
- Sumergidos de manera no voluntaria en el remolino de la globalización,
no se está creando un tipo de civilización que trata de absorber
las culturas tradicionales, reduciéndolas a la nada? Ciertamente ése es un peligro. El peligro de aculturalización
al que, por cierto, está ayudando, de modo nefasto, el turismo. Un
turismo entontecido que arrasa cualquier vestigio de cultura. Y aunque no
hay razón para mantener cualquier cosa en la existencia por el hecho
de que pertenezca a una determinada cultura (no hay, sino todo lo contrario,
por qué mantener la ablación del clítoris), lo que
se entiende por memes (unidades mínimas de cultura en semejanza a
los genes, unidades mínimas desde un punto de vista estrictamente
biológico). La cultura, por mucho que se la trivialice (casi todo
se convierte, por arte de magia, en cultura, los Ministerios de Cultura
funcionan como marginalidades políticas o fuentes de subvención
para los amigos, raramente se define de qué tipo de cultura se está
hablando, para qué sirve o desde dónde ha de encauzarse) es
fundamental en la vida democrática. No sólo en cuanto cultura
objetiva, que materializa bienes a gozar en una comunidad sino, y sobre
todo, como cultura subjetiva. Y es que la condición de que un ciudadano
pueda participar autónomamente en la vida político-social
exige un nivel aceptablemente humano de cultura. En caso cotrario la democracia
hace agua desde sus mismos cimientos.
- ¿ Qué lugar ocupa la filosofía en la vida
actual del individuo?
Yo recurriría a la distinción ya clásica entre filosofía
cotidiana al alcance de todos y filosofía profesional, académica
o especializada. La primera hoy está realmente machacada. Las ideologías
estorban, el hiperutilitarismo economicista manda, el poder recela de la
disidencia ( y la disidencia supone un pensamiento propio, crítico
que, con alguna licencia, llamaríamos filosófico). Respecto
a la segunda o bien vegeta, como sucede en buena parte de Europa o está
bajo el cobijo de la ciencia, como sucede en lo países anglosajones.
Una filosofía viva que aune, al igual que en ciertos momentos del
pasado, los avances de la ciencia con la implicación práctica
en la vida de todos los días, está por venir. Algún
destello se da. De la misma forma que, siquiera de modo indirecto, se pide
por no pocos sitios.
- Prevaricación, connivencia, cohecho, crimen de estado,
fraude.... y, sin embargo, el electorado continúa confiando su voto.
¿Cómo se puede entender esto? Para mí es de las cosas más comprensibles e imcomprensibles
del mundo. Trataré inmediatamente de despejar dicha paradoja. Es
comprensible porque -bien lo señaló Dostoyevski- el pueblo
busca seguridad, comodidad y teme ser libre. De ahí que prefiera
lo malo conocido o lo bueno por conocer. Añadamos a esto el bombardeo
constante de la propaganda estatal, la sumisión de los medios de
comunicación, la carencia de voces independientes o su imposibilidad
de tener eco. Pero es del todo incomprensible si definimos al ciudadano
como un individuo que actúa, responsablemente, en función
de las experiencias acumuladas. En este sentido es frustrante la incapacidad
para crear modelos alternativos absteniéndose, participando en movimientos
sociales que sacudan la inercia del poder o negándose, sin más,
a recibir como moneda verdadera lo que es falso. Si se fuera medianamente
consecuente ( y la moral, en buena medida es coherencia) pronto se habría
echado del poder a los corruptos. Todavía más, si no se da
ese paso, si no hay una actitud menos cobarde y más valiente nada
cambiará. Y así se seguirá corrompiendo.
- Decía Foucault que el derecho es, a veces, como la máscara
del poder, que no se sabe si trata de ocultar a éste... Tan bien como Foucault lo dijo un profesor español al insistir
en la idea de que el derecho ha sio instrumento de los poderosos. Es también
la concepción clásica marxista del derecho. Por mi parte creo
que convendría hacer la siguiente distinción. Por un lado,
y de hecho, las leyes han sido el rostro camuflado de los que mandan. Dificilmente
sería posible negarlo si se echa un vistazo a la historia.
Por otro lado, sin embargo, lograr normas justas que sean la expresión
más refinada de nuestros intereses es la ambición más
sana a la que puede aspirar quien desee construir una comunidad en armonía.
Ahora bien, mientras eso no se obtenga lo justo es negarse a obedecer todo
aquello que sea producto de la impostura, el embuste o el miedo. Que es
mucho.
- Parece lógico pensar que el individuo -sea de donde sea-
trate de conseguir una forma de vida alejada de maximalismos pero consecuente
con una máximas mínimas. En caso contrario, ¿No estaríamos
precisamente abonando un ser no solidario y poco fiel con su otro entorno? Me parece fundamental la idea de "Normas mínimas".
Más aún, la mejor de la morales posibles es aquella que siendo
una ética mínima en el sentido de no dogmatizar nada se toma
muy en serio, sin embargo, ciertas actitudes básicas sin las cuales
perdemos nuestro sello humano. Por ejemplo, entra dentro de tales normas
o principios mínimos pero inexcusables tratar a los demás
no como objetos o instrumentos sino como sujetos de derechos. Cosa que de
palabra parece que todo el mundo otorga. El asunto es vivirlo, practicarlo,
realizarlo. En este sentido la norma mínima no es algo en el aire
o sumamente general sino anclado en la vida diaria. Y dinámico en
cuanto que no descansarà mientras exista un gramo de injusticia (
y hay toneladas)
- ¿ No cree Vd. que la sociedad occidental está cayendo,
quizás inconscientemente, en un estilo de vida ajeno a la reflexión
profunda, alienado por estímulos externos poderosos (ocio "obligado",
oferta audiovisual desmesurada y hábilmente dirigida, pseudopasiones...)? Desde hace tiempo probablemente se ha acelerado la alienación
en el sentido de alejamiento de lo que más nos importa. Y lo que
más nos importa somos nosotros mismos. El amor de uno, la preocupación
de uno mismo es esencial en la construcción de la persona y de la
colectividad. Una preocupación que no es egoista. Responde, más
bien, al mandato de llevar a buen puerto lo que, responsablemente, construimos.
Todo está orquestado, por el contrario, para que nos olvidemos de
dicho mandato y obtengamos una seudofelicidad delegada. El "robot alegre"
es la imagen patética de un individuo que sigue, entontecido, lo
que le mandan.
- La velocidad de actuación (o quizás justamente
lo contrario, es decir de la no-actuación) de la sociedad actual,
¿ No está poniendo en peligro la esencia del pueblo, su memoria,
sus valores tradicionales? ¿No es la inducción al olvido un
arma poderosa manejada por los poderes instituidos? Decía Machado que iba deprisa por la vida. Habría
que recordar la máxima constantemente para vencer, con serenidad,
a la prisa. La paciencia y la ironía, dijo un célebre marxista,
son las virtudes del revolucionario. O en frase, esta vez de Gandhi, el
bien va lento, va despacio hasta llegar a su fin. No creo que exista algo
así como una esencia de un pueblo. Pero creo que la serenidad para
mirar hacia atrás y no olvidar, la capacidad para hacer el bien y
la paciencia con los que le ha tocado a uno vivir constituyen lo que habría
que entender por pueblo. Y nadie tiene derecho a quitarlo. |