Picotas o rollos
José Zufiaurre

La picota era un elemento de orden penal cuya existencia se extendió a casi toda Europa. Su utilidad era la aplicación y ejecución de la pena impuesta al condenado en épocas entre los siglos XIII y XIX aproximadamente. En unos sitios desapareció su uso antes que en otros.

Su nombre en euskera es "Urka", "Urkabe" o "Urkamendi", que quiere decir Horca o Patíbulo.

En algunas regiones de la península ibérica también les llamaban y llaman "Rollos".

Se trataba de una columna de piedra con un remate cónico, que solía erigirse a la entrada de las poblaciones, en paraje público y transitado. Disponían de unas angollas o garfios de los que se colgaban los miembros de los ajusticiados.

También era utilizada la Picota para poner a los malhechores y ladrones en deshonra pública, teniéndoles atados unas horas como castigo por alguna fechoría, o azotándolos por otra, etc.
En otras naciones europeas también utilizaron diferentes picotas de madera que, a modo de cepos, sujetaban al condenado por el cuello y las muñecas a los pies. Básicamente eran dos gruesos tablones con medios huecos cada uno, que al juntarse aprisionaban los miembros del condenado. De este estilo ha habido varios cepos en Guipúzcoa, pero el que aún se conserva en Zerain está dentro de la cárcel, de 1711, y tiene unos catorce agujeros iguales, que servían para sujetar los tobillos de varios presos (foto 1).


En algunas localidades no disponían de la esbelta columna de piedra de la que colgaban las argollas, pero éstas solían estar colocadas en una pared o poste de alguna casa importante del señor del lugar, e incluso de la pared exterior de la iglesia como en la localidad gipuzkoana de Marín (Eskoriatza).

Según cita Videgain Agós, las cortes de Cadiz decretaron el año 1811 la abolición de los "Privilegios exclusivos, privados y prohibitivos procedentes del señorío", por lo que muchas picotas fueron desapareciendo por tratarse de vestigios del poder feudal.
No obstante algunas permanecieron hasta nuestros días, pero muy pocas para las que existieron. La mejor prueba de ello son las cuatro únicas que conocemos en Gipuzkoa, cuando la toponimia nos indica la existencia de muchas más. En la toponimia de nuestros pueblos figuran nombres de lugares conocidos como Urkamendi, Urkamuño, Urkasoro, Urkazarra, Urkabide, Urkaundieta, Urkainaldea y otros derivados más.

Parece que algunas de las picotas de columna o rollo se pudieron salvar del derribo debido a que, tiempo antes del citado decreto de 1811, ya no se utilizaban en su primitiva función, y habían sido cristianizadas mediante la colocación de una cruz de hierro forjado en la cúspide de su aguja.

Así pues, cuando llegó la orden de derribarlas por cruces en lugar de picotas.

De las cuatro picotas que se conservan en Gipuzkoa, tres son de rollo y una de argollas de pared, la que se ha citado antes del muro exterior de la iglesia de Marín.

De las de rollo, la de Segura muestra solamente un sector de la grada de la base y el primer tambor que inicia la columna.

Las otras dos se encuentran en las vecinas localidades de Gabiria y Ezkio, en el Goierri, si bien es la primera la que se halla completa y en mejor estado de conservación. Es conocida como la Picota de Armandegi (foto 2).
Todo el monumento es de piedra arenisca. Se asienta sobre dos gradas redondas de 165 y 110 cm. de diámetro por 20 y 28 de alto respectivamente.

El fuste está compuesto por seis tambores cilíndricos de 60 cm. de diámetro que completan una altura de 255 cm. Las dos piezas inferior y superior están molturadas. Además el cuarto tambor tienen un hueco de 27 cm. de alto por 15 de ancho, que queda a 133 de la grada. Este hueco era para introducir la cara de los reos y cortarles las puntas superiores de las orejas, marcándoles así para toda la vida como malhechores, "belarrimotza".

Sobre el fuste tiene la pieza más importante de la picota, consistente en cuatro brazos horizontales de los que se colgaba a los ajusticiados. En este caso no son iguales los remates de los brazos, que representan cabezas de distintos animales, unas con collar y otras sin él. La longitud total de cada brazo, de una punta a otra, es de 105 cm.

Como remate tiene una pieza troncocónica de 60 cm. de diámetro en la base y 25 en la parte superior, con altura de 65 cm., coronada con una pequeña pirámide abombada de 30 cm. de base y 15 de alto.

La altura total de esta picota es de 3,85 metros, pero sobre ella sobresale además una cruz de hierro forjado, que le fue colocada una vez que dejó de ser utilizada en su cometido inicial, y posiblemente le salvó de ser demolida como ordenaron las cortes de Cádiz.


José Zufiaurre Goya, etnógrafo.


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