Mirar
hacia atrás, retrotraernos en nuestro pasado, es siempre
una actitud positiva en cuanto a que nos proporciona perspectiva.
La circunstancia de la celebración de nuestros carnavales
nos sirve en este caso como excusa para acercarnos a un tiempo
lejano, hace aproximadamente 2000 años, cuando la superestructura
política que englobaba a los diferentes Territorios que
componen Euskal Herria era el Imperio romano. Si hay algo característico
de la cultura romana son las celebraciones festivas, como muy
bien se ha encargado el cine tipo "peplum" de transmitir.
Celebraciones lúdicas en los grandes edificios de espectáculos
construidos al efecto -circos, teatros, anfiteatros-, grandes
celebraciones públicas y festejos privados y el mundo
religioso, sincrético y multiforme, ocupando un papel
preponderante. Hacia mediados de Febrero se conmemoraban en Roma
las Lupercales, fiestas en honor de Fauno, arcaizantes y de raíz
campesina, relacionadas con la fecundidad. Quizás estéticamente
el paralelo más cercano con nuestros grandes carnavales
urbanos lo encontremos en las Bacanales o celebraciones en honor
de Baco. Las ceremonias de este culto de origen griego comprendían
grandes procesiones, con carrozas y cortejos de personajes disfrazados.
Pero qué hubo de todo esto en nuestras ciudades en época
romana. Contamos con la evidencia de grandes recintos de espectáculos
como el teatro de Veleia (Iruña de Oca, Álava)
o el circo de Calagurris (Calahorra, La Rioja). Además
para esta última localidad vascona contamos con toda una
serie de preciosos testimonios sobre la vigencia del calendario
romano y sus festividades. Estos datos, excepcionales a nivel
de todo lo que fue el Imperio romano, corresponden a la producción
de un determinado alfarero, Gaius Valerius Verdullus, quien fabricó
toda una serie de vasos conmemorativos de determinadas celebraciones
y festejos. Así, además de grandes juegos públicos
-carrera de cuádrigas celebrada un 28 de agosto o juegos
de circo de un 12 de diciembre-, contamos con datos sobre diversas
festividades. Estos vasitos cerámicos, verdaderos recuerdos
de celebraciones concretas, estaban decorados a molde con escenas
y leyendas epigráficas alusivas:
- Los denominados vasos "pornográficos" se
relacionan con el culto de Adonis, una divinidad de origen sirio,
adaptada a través de la cultura griega. Las adonías
o fiestas de Adonis coincidirían en fechas con nuestras
Pascuas. En ellas las mujeres enlutadas lloraban la muerte del
dios durante varios días, transcurridos los cuales se
organizaba una procesión portando ramas y flores primaverales.
Todo un símbolo de la naturaleza y su renovación
periódica tras el invierno.
- Los decorados con los signos del zodiaco se interpretan como
relacionables con la fiesta de la Fortuna o quizás con
la celebración del año nuevo.
- Los decorados con bellotas y el texto "Felices Fructus"
se relacionan con la fiesta de las Saturnales, que se celebraba
en diciembre. Era una de las fiestas mayores del calendario romano.
Implicaba vacaciones escolares, cierre de tribunales, suspensión
de condenas y aplazamiento de ejecuciones. Se levantaba la prohibición
de los juegos de azar, se llevaban a cabo banquetes públicos
y se intercambiaban regalos -como los vasitos de Verdullus-.
Quizás lo más llamativo era que en las casas se
invertían los papeles, actuando los amos como sirvientes
y viceversa.
- Finalmente los decorados con la imagen de Ceres y el nombre
de dicha divinidad se dedicarían a conmemorar esta festividad
agrícola, ubicada en el mes de abril, en la que se celebraba
la invención de la agricultura.
Quienes adquirieron o recibieron como regalo estos vasos los
conservaron como recuerdo y así han podido localizarse
en ámbitos tan diversos como Juliobriga (Santander), Viana
(Navarra) o Tarragona.
Para saber más:
Algunos de los más bellos vasitos de Verdullus pueden
verse en el Museo Arqueológico de Calahorra. Además
una selección bibliográfica sobre este tema puede
consultarse en la revista Isturitz, nº 8, editada
por Eusko Ikaskuntza, o en la revista Kalakorikos, nº
2, editada por la Asociación de Amigos de la Historia
de Calahorra.
Eliseo Gil, arqueólogo.
Fotografía: representación de un cortejo báquico
en un mosaico de Caesaragusta (Zaragoza). Gentileza del Instituto
Alavés de Arqueología. |