Orakunde
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Traducción al español del original en euskera
Mariano Izeta
Antiguamente, los Carnavales tenían una enorme importancia. Dichos festejos aparecen incluso en los nombres de los días y en las costumbres.
En esta ocasión nos vamos a referir al día de ORAKUNDE, fiesta que todavía se celebra todos los años. En Baztán se la conoce como "fiesta de los niños". Nosotros lo denominamos ORAKUNDE, en Arizcun lo llaman "Egun ttunttun" ("Día tonto") y en Errazu "Ollar Dantza" ("Baile del gallo"). Las fiestas y costumbres suelen ir modificándose, y a buen seguro el día de Orakunde que hoy conocemos es bien distinto al que se celebraba en tiempos de nuestras madres. Según recuerdo, hace aproximadamente 70 años ORAKUNDE se celebraba en Elizondo del siguiente modo.
Unos días antes, los alumnos del colegio nos reuníamos con nuestro maestro para preparar las fiestas. Se nombraban los recogedores de "pedazos", los "bolseros" y demás, se compraban dos gallos y también se recaudaba el dinero para la comida, diez céntimos por muchacho. Los detalles restantes los organizábamos con el maestro.
El día de ORAKUNDE todos los chicos nos congregábamos en el colegio, y a las nueve de la mañana partíamos "en procesión", colocados en dos filas, con la bandera al frente. Junto con los chistularis, el Sacerdote del pueblo, el Alcalde y el Maestro, acudíamos a misa. A continuación, y hasta mediodía, recorríamos el pueblo recolectando los "pedazos" y las monedas al alegre sonido del chistu. Lo recogido se destinaba a preparar la comida en la posada: chistorra, jengibre, huevos, pan... Todos nos juntábamos en torno a la mesa: los chavales, el Maestro, el Alcalde y el Sacerdote. El menú consistía en paella, tortilla de patatas, chistorra y una naranja de postre. Un poco de vino, agua y pan. Había quienes se ponían "contentos" con ese poco de vino. Claro que el Maestro, el Sacerdote y el Alcalde tenían un menú mejor. Debo decir que las chicas no comían con nosotros; ellas actuaban en los bailes de la tarde.
Finalizada la comida, íbamos a la plaza del pueblo, donde tenía lugar el "juego del gallo". Los chicos se juntaban en dos grupos según la edad. Así era el juego:
Se levantaba una losa del suelo de la plaza, se hacía un agujero y metían dentro un gallo, tapándolo con tierra, de modo que sólo quedara al descubierto su cabeza. El grupo de chicos esperaba en la otra punta de la plaza, con los ojos vendados y provistos de una espada de madera. Al sonido de la palma del maestro, todos partían a ciegas al encuentro del gallo. Se proclamaba vencedor aquél que conseguía tocar la cabeza del gallo con su espada. El gallo solía ser para él. Antes era costumbre regalar el gallo al Maestro, pero en mis tiempos no era así; lo llevaba el ganador. Tras el juego del primer gallo, se hacía un segundo para los chicos más jóvenes, con otro gallo.
Más tarde llegaba el momento de la carrera de las cintas. Colgadas de una cuerda, las cintas se anudaban alrededor de un carrete. Los chicos, de uno en uno y corriendo, tenían que meter el palo de madera que llevaban en el aro que pendía de la cinta. Cada chico sólo podía coger una. Luego se las regalaban a las chicas, a sus compañeras de baile.
A quien cogía el gallo se le llamaba "Danbolin Nagusi" ("Señor Tamborilero"), y a la chica que éste escogía "Danbolin Etxeko Andre" ("Señora Tamborilera").
La chica sujetaba la cinta en alto y empezaban a bailar "Soka-Dantza" ("Baile de la Cuerda"), y las demás parejas se les unían cogidos de las cintas, formando una hilera. Bailando, daban un rodeo al pueblo al son de los chistularis y volvían a la plaza, donde pasaban el resto de la tarde, alegres y contentos. Cuando de noche sonaban las campanas, el alboroto cesaba y todos volvían a sus casas, felices tras haber celebrado un maravilloso día de ORAKUNDE.
Los tiempos cambian, y ahora, desde hace ya 25 años, las chicas también participan tanto en la fiesta como en todas las celebraciones: recogiendo "pedazos" y monedas, en la comida, en el juego del gallo, y en todos los juegos, igual que los chicos. Alguien dirá: "como debe ser".

Mariano Izeta, folklorista.
 


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