La mujer en el baile vasco tradicional
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Traducción al español del original en euskera
Fernando Rojo

 

La mujer no ha bailado, sino que ha sido bailada. Eso es lo que la tesis más extendida de los últimos años defiende. Existe la posibilidad de llegar a dicha conclusión dando una superficial o somera ojeada al folclore del País Vasco, pero el mundo del baile precisa un análisis más profundo antes de realizar una simple lectura de esas características, especialmente para evitar caer en errores. Haciendo una honda reflexión, resulta sumamente difícil hablar del papel que la mujer ha tenido en el baile vasco tradicional; no obstante, es posible establecer unas bases que nos permitan construir una hipótesis recabando la información de la que disponemos, de los últimos siglos hasta hoy día, y realizando un análisis crítico. Al estudiar los textos que nos han dejado los cronistas, viajeros, historiadores o escritores y comparándolos con los de los folcloristas y coreógrafos, se nos brinda la oportunidad de obtener la conclusión más objetiva y pura posible. Es innegable que el papel de la mujer en el baile vasco tradicional es hoy en día escaso, o, por lo menos, más reducido que el del hombre. Pero, ¿ocurre así desde siempre? ¿o es quizás la consecuencia de un especial proceso histórico? En el siglo XVII, el cruel inquisidor Pierres de Lancre, durante un interrogatorio de un proceso judicial de Laburdi, al preguntar por la causa de ser bruja, recibió la siguiente respuesta: "sólo por el placer de bailar". Podemos deducir bien claramente que hubo un tiempo en que las mujeres tenían su propio lugar normalizado.

BAILES RITUALES Y BAILES DE PLAZA
Al hablar sobre los rituales, salta a la vista que los hombres gozan de un protagonismo absoluto. Los rituales se celebran con el fin de que la sociedad rememore en un momento dado importantes acontecimientos puntuales que tuvieron lugar en la cosmogonía, la historia, la memoria colectiva o la naturaleza, con el objetivo de su celebración o control. Una generalizada definición del siglo XIX en torno a los bailes rituales manifestaba que sus principales características debían ser la agilidad y la fuerza, y su escenificación debía asemejarse a las guerras, tratando de buscar la simbología momentánea (entre otros, Pablo Gorosabel), al tiempo que las costumbres rituales relacionadas con la fertilidad iban relegándose a un segundo plano. Es de sobra sabido que la participación directa de la mujer en las guerras ha sido escasa, y que, por otro lado, siempre ha estado vinculada a la fertilidad. Al predominar ese tipo de explicaciones, los ritos cerrados suelen caer en el olvido; es decir, cuando se establece la simbología (en este caso el de la guerra), ésta misma transforma la forma del objeto (el del baile), el cual (el objeto) pierde su impotancia. Hace algunos cuantos años se logró recuperar la cantata Urdiaingo San Juan Kantaita, del cancionero de Azkue. Hacía tiempo que había desaparecido este curioso baile, muy especial desde diversos puntos de vista: un baile cerrado, exclusivo para mujeres, relacionado muy directamente con la fertilidad de la tierra ("orain artean behar hemendik aurrera gari"/ "hasta ahora hierba, de ahora en adelante trigo"), y que nos proporciona una rica síntesis de los símbolos o signos en torno a San Juan. Al igual que este baile, ¿no se habrán perdido otros muchos? Si echamos una ojeada a los documentos y escritos -si es que ponemos empeño en buscarlos-, podremos dar con rituales que las mujeres celebraban junto con ésta de Urdiáin. Así, por ejemplo, encontramos bailes que se hacían acompañar por panderos: por un lado, el recogido por el Padre Hilario Olazaran en San Juan de Luz, en los escritos del cronista Abel Joan, y por otro, los del viajero Von Humboldt, ya que nos deja unos parecidos en sus viajes. En Ulzama se recuerdan similares, y en Arrayoz, en Baztán, hasta hace poco se bailaba Erregiña eta Saratsa (La Reina y Sarasa) con el acompañamiento del pandero. La mujer y el pandero se complementaban en muchas ocasiones, pero no sólo en el País Vasco, sino también en otras zonas de la costa del Cantábrico. Siendo así, ¿quién puede negar la participación de las mujeres en muchos de los ritos ya perdidos? En las costumbres mayoritariamente desaparecidas constatamos explícitamente que muchas veces se ve unida al pandero.
Los bailes de plaza son aquéllos que el pueblo bailaba en ocasiones especiales y días festivos, tanto para pasarlo bien como para que las chicas y chicos se relacionaran. Según se ha comentado, muchas personas entendidas manifiestan que la mujer, en estos casos, solía ser bailada. Eso, evidentemente, sucede por tomar como referencia el Gipuzkoako Gizon dantza (Baile Masculino de Gipuzkoa). Se han perdido, por ejemplo, los Saltokako Zortzikoak, en los que la mujer bailaba a la misma categoría que el hombre, tal como nos recuerda Iztueta. Aquí hacen su aparición las actitudes Abierta y Cerrada que el etnomusicólogo alemán Curt Sachs diferenciaba en el libro "Historia universal del Baile". En muchos bailes la mujer tendrá una actitud cerrada, lo cual nos ha llevado a pensar que ella ha sido bailada, no bailarina, cuando no hacía más que complementar el baile. Sin esa actitud, el baile mismo sería inconcebible. Además, olvidamos los bailes que Iztueta citaba en su libro "Guipuzcoaco dantzac" ("Bailes de Gipuzkoa"): Etxeandre dantza y Esku dantza Neskatxena, como también la más cercana Garaiko Soka dantza y Lekeitiko Andreen Aurreskua, que todavía se baila, donde todo el protagonismo es de la mujer, siendo el hombre el que es en ambos el bailado. Visto esto, ¿acaso es ilógico pensar que las mujeres tuvieron su lugar en el baile tradicional?

En la actualidad, ese protagonismo se ha visto aumentado ante la negativa de los chicos frente al baile. Así, el Eltziegoko dantzak, que antes lo bailaban sólo los hombres, fue recuperada por las mujeres en los años 40, y ahora son ellas las que año tras año lo bailan el día de la Virgen de septiembre. Eso mismo ocurrre con la Zuberoako maskarada, pues hace ya tiempo -aproximadamente 30 años- que las mujeres normalizaron su papel, cuando en un principio lo hicieron por falta de chicos. Cada día nos asombra menos ver bailar a las mujeres en diversos lugares-o, mejor dicho, en todos los lugares- de nuestra geografía. Además hay bailes que siendo en su origen de hombres, se han extendido y dado a conocer como si se tratara de mujeres; como en el caso de Arizkungo Sagar dantza, Uztai haundi dantza o Zinta dantza. Todo esto es consecuencia del primer espectáculo teatral basado en el foclore Saski-Naski, que tuvo lugar en 1928en el Teatro del Gran Casino de San Sebastián, ya que en él los bailes citados los bailaron las mujeres, debido en su mayor medida a razones estéticas.

CONSECUENCIA DE UNA CRISIS
Junto a todo esto podríamos contar otras muchas cosas que son imposibles de explicar con tan pocas palabras, pero para finalizar deseo y debo mencionar otra serie de factores que han dañado cruelmente el foclore. En los últimos siglos estas influencias externas han perjudicado seriamente el folclore, y más concretamente el baile. Citaremos tres de ellas: por un lado, el represivo papel de la inquisición y la actitud de la iglesia, incluso desde el púlpito, en contra de la fiesta, el baile y de la diversión. Bajo la idea de un control social, acometió con ímpetu contra las romerías, aunque tras darse cuenta de que no se podían evitar, decidió normativizar y controlarlas, dejando esa tarea en manos de los gobernadores civiles. Por otro lado, a partir del siglo XVIII, las invasiones de los ejércitos franceses trajeron consigo nuevas formas, novedosos bailes que agradaban a la gente ilustre e importante de las altas esferas sociales, provocando un descenso de los bailes locales: la fama fue a parar al Vals, la Mazurca, la Polca, el Chotis,... en perjucio de los bailes autóctonos. Y, para terminar, decir que la pérdida de los fueros y derechos tras las Guerras Carlistas, así como la industrialización, tuvieron en general un efecto negativo en la cultura popular y tradicional vasca.

Ha de tenerse presente que la información que hemos recogido hasta ahora procede de lecturas e interpretaciones, y que sus autores las escribían bajo la influencia de una época y tipo de sociedad concretos, tratándose en su mayoría de hombres. De todos modos, y aun habiendo expuesto el tema muy brevemente, nos ha sido posible llegar a unas cuantas conclusiones, que fundamentalmente indican, a mi humilde parecer, la marginación que la mujer ha tenido que padecer a lo largo de la historia, habiéndose reflejado en la cultura popular de todo el mundo. Hoy las mujeres han alzado la voz para que la humanidad les respete sus derechos para participar en las fiestas en la misma medida en que la sociedad evoluciona. Lo más lógico sería que volvieran a ocupar en el mundo del baile -tema que me ha correspondido-el lugar que un día ocuparon.

Para finalizar, he traído una canción que se encuentra en el tomo X del "Cancionero Popular" de Azkue, ya que puede ser muy significativa con respecto a esta cuestión:

Behin batez yoan ninduzun
Isturitzeko plazarat
Andre ederbat ikusi nuen
Dantza-buruan zuhala



Fernando Rojo, Licenciado en Historia.
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi.
 


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