La mujer no ha bailado, sino que ha sido
bailada. Eso es lo que la tesis más extendida de los últimos
años defiende. Existe la posibilidad de llegar a dicha conclusión
dando una superficial o somera ojeada al folclore del País Vasco,
pero el mundo del baile precisa un análisis más profundo antes
de realizar una simple lectura de esas características, especialmente
para evitar caer en errores. Haciendo una honda reflexión, resulta
sumamente difícil hablar del papel que la mujer ha tenido en el baile
vasco tradicional; no obstante, es posible establecer unas bases que nos
permitan construir una hipótesis recabando la información
de la que disponemos, de los últimos siglos hasta hoy día,
y realizando un análisis crítico. Al estudiar los textos que
nos han dejado los cronistas, viajeros, historiadores o escritores y comparándolos
con los de los folcloristas y coreógrafos, se nos brinda la oportunidad
de obtener la conclusión más objetiva y pura posible. Es innegable
que el papel de la mujer en el baile vasco tradicional es hoy en día
escaso, o, por lo menos, más reducido que el del hombre. Pero, ¿ocurre
así desde siempre? ¿o es quizás la consecuencia de
un especial proceso histórico? En el siglo XVII, el cruel inquisidor
Pierres de Lancre, durante un interrogatorio de un proceso judicial
de Laburdi, al preguntar por la causa de ser bruja, recibió la siguiente
respuesta: "sólo por el placer de bailar". Podemos deducir
bien claramente que hubo un tiempo en que las mujeres tenían su propio
lugar normalizado.
BAILES RITUALES Y BAILES DE PLAZA
Al hablar sobre los rituales, salta a la vista que los hombres gozan de
un protagonismo absoluto. Los rituales se celebran con el fin de que la
sociedad rememore en un momento dado importantes acontecimientos puntuales
que tuvieron lugar en la cosmogonía, la historia, la memoria colectiva
o la naturaleza, con el objetivo de su celebración o control. Una
generalizada definición del siglo XIX en torno a los bailes rituales
manifestaba que sus principales características debían ser
la agilidad y la fuerza, y su escenificación debía asemejarse
a las guerras, tratando de buscar la simbología momentánea
(entre otros, Pablo Gorosabel), al tiempo que las costumbres rituales
relacionadas con la fertilidad iban relegándose a un segundo plano.
Es de sobra sabido que la participación directa de la mujer en las
guerras ha sido escasa, y que, por otro lado, siempre ha estado vinculada
a la fertilidad. Al predominar ese tipo de explicaciones, los ritos cerrados
suelen caer en el olvido; es decir, cuando se establece la simbología
(en este caso el de la guerra), ésta misma transforma la forma del
objeto (el del baile), el cual (el objeto) pierde su impotancia. Hace algunos
cuantos años se logró recuperar la cantata Urdiaingo San
Juan Kantaita, del cancionero de Azkue. Hacía tiempo que había
desaparecido este curioso baile, muy especial desde diversos puntos de vista:
un baile cerrado, exclusivo para mujeres, relacionado muy directamente con
la fertilidad de la tierra ("orain artean behar hemendik aurrera
gari"/ "hasta ahora hierba, de ahora en adelante trigo"),
y que nos proporciona una rica síntesis de los símbolos o
signos en torno a San Juan. Al igual que este baile, ¿no se habrán
perdido otros muchos? Si echamos una ojeada a los documentos y escritos
-si es que ponemos empeño en buscarlos-, podremos dar con rituales
que las mujeres celebraban junto con ésta de Urdiáin. Así,
por ejemplo, encontramos bailes que se hacían acompañar por
panderos: por un lado, el recogido por el Padre Hilario Olazaran
en San Juan de Luz, en los escritos del cronista Abel Joan, y por
otro, los del viajero Von Humboldt, ya que nos deja unos parecidos
en sus viajes. En Ulzama se recuerdan similares, y en Arrayoz, en Baztán,
hasta hace poco se bailaba Erregiña eta Saratsa (La Reina
y Sarasa) con el acompañamiento del pandero. La mujer y el pandero
se complementaban en muchas ocasiones, pero no sólo en el País
Vasco, sino también en otras zonas de la costa del Cantábrico.
Siendo así, ¿quién puede negar la participación
de las mujeres en muchos de los ritos ya perdidos? En las costumbres mayoritariamente
desaparecidas constatamos explícitamente que muchas veces se ve unida
al pandero.
Los bailes de plaza son aquéllos que
el pueblo bailaba en ocasiones especiales y días festivos, tanto
para pasarlo bien como para que las chicas y chicos se relacionaran. Según
se ha comentado, muchas personas entendidas manifiestan que la mujer, en
estos casos, solía ser bailada. Eso, evidentemente, sucede por tomar
como referencia el Gipuzkoako Gizon dantza (Baile Masculino de Gipuzkoa).
Se han perdido, por ejemplo, los Saltokako Zortzikoak, en los que
la mujer bailaba a la misma categoría que el hombre, tal como nos
recuerda Iztueta. Aquí hacen su aparición las actitudes
Abierta y Cerrada que el etnomusicólogo alemán Curt Sachs
diferenciaba en el libro "Historia universal del Baile". En
muchos bailes la mujer tendrá una actitud cerrada, lo cual nos ha
llevado a pensar que ella ha sido bailada, no bailarina, cuando no hacía
más que complementar el baile. Sin esa actitud, el baile mismo sería
inconcebible. Además, olvidamos los bailes que Iztueta citaba
en su libro "Guipuzcoaco dantzac" ("Bailes de Gipuzkoa"):
Etxeandre dantza y Esku dantza Neskatxena, como también
la más cercana Garaiko Soka dantza y Lekeitiko Andreen
Aurreskua, que todavía se baila, donde todo el protagonismo es
de la mujer, siendo el hombre el que es en ambos el bailado. Visto esto,
¿acaso es ilógico pensar que las mujeres tuvieron su lugar
en el baile tradicional?
En la actualidad, ese protagonismo se ha visto aumentado ante la negativa
de los chicos frente al baile. Así, el Eltziegoko dantzak,
que antes lo bailaban sólo los hombres, fue recuperada por las mujeres
en los años 40, y ahora son ellas las que año tras año
lo bailan el día de la Virgen de septiembre. Eso mismo ocurrre con
la Zuberoako maskarada, pues hace ya tiempo -aproximadamente 30 años-
que las mujeres normalizaron su papel, cuando en un principio lo hicieron
por falta de chicos. Cada día nos asombra menos ver bailar a las
mujeres en diversos lugares-o, mejor dicho, en todos los lugares- de nuestra
geografía. Además hay bailes que siendo en su origen de hombres,
se han extendido y dado a conocer como si se tratara de mujeres; como en
el caso de Arizkungo Sagar dantza, Uztai haundi dantza o Zinta
dantza. Todo esto es consecuencia del primer espectáculo teatral
basado en el foclore Saski-Naski, que tuvo lugar en 1928en el Teatro
del Gran Casino de San Sebastián, ya que en él los bailes
citados los bailaron las mujeres, debido en su mayor medida a razones estéticas.
CONSECUENCIA DE UNA CRISIS
Junto a todo esto podríamos contar otras muchas cosas que son imposibles
de explicar con tan pocas palabras, pero para finalizar deseo y debo mencionar
otra serie de factores que han dañado cruelmente el foclore. En los
últimos siglos estas influencias externas han perjudicado seriamente
el folclore, y más concretamente el baile. Citaremos tres de ellas:
por un lado, el represivo papel de la inquisición y la actitud de
la iglesia, incluso desde el púlpito, en contra de la fiesta, el
baile y de la diversión. Bajo la idea de un control social, acometió
con ímpetu contra las romerías, aunque tras darse cuenta de
que no se podían evitar, decidió normativizar y controlarlas,
dejando esa tarea en manos de los gobernadores civiles. Por otro lado, a
partir del siglo XVIII, las invasiones de los ejércitos franceses
trajeron consigo nuevas formas, novedosos bailes que agradaban a la gente
ilustre e importante de las altas esferas sociales, provocando un descenso
de los bailes locales: la fama fue a parar al Vals, la Mazurca, la Polca,
el Chotis,... en perjucio de los bailes autóctonos. Y, para terminar,
decir que la pérdida de los fueros y derechos tras las Guerras Carlistas,
así como la industrialización, tuvieron en general un efecto
negativo en la cultura popular y tradicional vasca.
Ha de tenerse presente que la información que hemos recogido hasta
ahora procede de lecturas e interpretaciones, y que sus autores las escribían
bajo la influencia de una época y tipo de sociedad concretos, tratándose
en su mayoría de hombres. De todos modos, y aun habiendo expuesto
el tema muy brevemente, nos ha sido posible llegar a unas cuantas conclusiones,
que fundamentalmente indican, a mi humilde parecer, la marginación
que la mujer ha tenido que padecer a lo largo de la historia, habiéndose
reflejado en la cultura popular de todo el mundo. Hoy las mujeres han alzado
la voz para que la humanidad les respete sus derechos para participar en
las fiestas en la misma medida en que la sociedad evoluciona. Lo más
lógico sería que volvieran a ocupar en el mundo del baile
-tema que me ha correspondido-el lugar que un día ocuparon.
Para finalizar, he traído una canción que se encuentra
en el tomo X del "Cancionero Popular" de Azkue, ya que
puede ser muy significativa con respecto a esta cuestión:
Behin batez yoan ninduzun
Isturitzeko plazarat
Andre ederbat ikusi nuen
Dantza-buruan zuhala
Fernando Rojo, Licenciado en
Historia.
Fotografías: Enciclopedia Auñamendi. |