En la desembocadura de la Ría de Bilbao,
en la zona conocida como 'La Mojijonera', se destaca sobre las aguas del
Abra, un monumento impresionante (Foto 1),
no tanto por su grandeza sino por su significado emblemático, puesto
que refleja literalmente la historia de Bilbao y su área de influencia.
El monumento fue erigido al ingeniero vasco Churruca, quien solucionara
el problema portuario de Bilbao con la construcción de los diques,
hoy internos, en la zona embravecida del Abra. En la conciencia histórica
de esta villa se conoce bien al mar, más por la tragedia que por
su encanto bucólico y entrañable belleza. Alguien recogió
bien el sentir secular de Bilbao, cuando se le ocurrió representarlo
como un hombre vigoroso y desnudo, luchando encarnizadamente con su particular
enemigo: el mar Cantábrico, representado en el monumento por el dios
Neptuno, que sucumbe, sosteniendo con su pierna la caída de una gigantesca
piedra, que le aplastará para siempre.
Bilbao humilló al dios del mar, le despojó de su fiero
tridente y le arrebató la corona. Y además sabemos que lo
celebró durante muchos años, creando riqueza y oportunidades
para muchas gentes que aunaron esfuerzos y destinos propagando a su vez
el buen nombre y la justa fama de Bilbao por todos los sitios que pudieron.
Sin embargo, la victoria de Bilbao no fue del todo 'limpia'. Quizás
sin quererlo, Bilbao también contribuyó, con su alocado crecimiento
urbano e industrial, a una de las historias de contaminación más
espectaculares que se puedan contar hoy sobre la faz de la Tierra. No se
entiende, ahora, que Bilbao inmortalice a lo largo de su historia la Ría
(Marrodán, 1977), y que sobre sus aguas pútridas se arrinconen
todavía bajo los muelles los cadáveres miserables de esos
mubles (Lluis, 1998), que de alguna forma oyeron que aguas arriba, Bilbao,
quería cambiar su imagen. Algo cruza los tiempos.
Pocas veces un estuario tan pequeño ha sido utilizado para tantas
cosas a la vez. Con sus 15 escasos kilómetros de recorrido y su caudal
más bien bajo (como media 25 m³/seg) comparado
con otros estuarios del entorno europeo) lo dice todo. Rodeado por abruptas
montañas, con sus colinas apretadas por bloques de casas, en Bilbao
y su área de influencia han vivido al mismo tiempo hasta un millón
de personas, que se fueron concentrando a lo largo de sus orillas, mezclando
residuos industriales con urbanos, con la esperanza de que la Ría
los transportara y diluyera en mar abierto. Bilbao fue ambicioso, cuando
también quiso dotarse de un puerto seguro, rectificando el recorrido
de la Ría, dragando sus fondos y taponando para siempre muchas de
sus ciénagas y marismas. El resultado de toda esta actividad frenética
en un intervalo tan corto de tiempo, ha sido la perpetuación de una
situación de anoxia (= falta de oxígeno) para sus aguas, bien
patente todavía en las bajamares vivas cuando se observa un suave
'burbujeo' en la superficie del agua, como si estuviera chapoteando una
lluvia muy peculiar que proviene de las entrañas de la Ría.
Tanto ha sido la materia orgánica acumulada en sus fangos que la
vida del estuario tuvo que retroceder en el tiempo, reflejando las condiciones
arcaicas de un pretérito que ahora se antoja lejano en la evolución
de la Tierra, cuando la vida transcurría sin una atmósfera
de oxígeno. Sólo los micro-organismos anaerobios son capaces
de degradar la materia orgánica en esas circunstancias tan particulares,
produciéndose la típica ebullición de gases (metano,
anhídrido carbónico, etc.) como productos de deshecho de su
metabolismo. La vida aerobia pluricelular (= reflejada en los animales),
que surgió en el curso evolutivo bajo una atmósfera rica en
oxígeno, se tuvo que retirar de los fondos de la Ría de Bilbao
hacia la desembocadura, en espera de mejores condiciones para su penetración
aguas arriba. Todavía se pueden ver abundantes 'subfósiles'
de la almeja de perro Scrobicularia plana (Da Costa) en ciertos espacios
del intermareal, testigos mudos del retroceso sufrido por la fauna cuando
se propagó la contaminación por todo el estuario.
Pero, sería injusto decir de Bilbao sólo ésto. Bilbao
se ha comprometido con la modernidad. Y se ha propuesto rectificar la situación
de interferencia antrópica ejercida secularmente sobre su Ría.
El 'Consorcio de Aguas' (1993) proyectó hace años
el saneamiento de la Ría y tras calificar el 'Plan Integral de Saneamiento'
como una de las obras medioambientales de mayor envergadura para el País
Vasco, prometió la recuperación de la misma al interceptar
los vertidos y tratarlos en modernas depuradoras. El resultado, tal y como
nos fue pronosticado, es la consecución del suficiente oxígeno
en la columna de agua como para que vuelva
a proliferar la fauna autóctona del estuario. Es decir, gusanas (Foto
2a:Nereis diversicolor O.F. Müller), almejas de perro (Foto 2b) y mubles
(Mugil cephalus Cuvier) entre otros seres, podrán recolonizar los
espacios perdidos por la permanente anoxia de antaño. Nunca Bilbao
ha tenido tan cerca la oportunidad de reparar parte de la 'injusta' victoria
antes referida.
El gran reto de investigación que se abre ahora es predecir la
recuperación de la Ría a corto y medio plazo (Saiz Salinas
et al. 1998). Estuarios tan o incluso más contaminados que el de
Bilbao, se pueden encontrar en otros derroteros. Pero lo que hace a Bilbao
pertenecer al club selecto donde se colocó hace tiempo el Támesis
de Londres, es la posibilidad de que en un intervalo corto de tiempo, sufra
una transformación drástica desde un mundo anaerobio (= sin
oxígeno) a otro aerobio, donde se ha pronosticado la recuperación
de su fauna. De aquí arranca la feliz idea de utilizar organismos
como indicadores de calidad ambiental. Y la idea no es nueva para el hombre:
los mineros, por ejemplo, han utilizado canarios enjaulados para detectar
grisú en las galerías de las minas que trabajaban. De forma
similar, nos hemos propuesto como tema de investigación establecer
relaciones cuantitativas entre la presencia y abundancia de ciertas especies
y las condiciones ambientales que indican. Nada es más económico
y acertado, la biología ahorra tiempo, esfuerzos y dinero, pues los
continuos análisis físico-químicos, además de
caros, sólo indican la situación del momento del muestreo.
Por el contrario los biondicadores de contaminación, integran en
el tiempo el flujo de contaminantes a los que se ven expuestos. Toda esta
'tecnología biológica' se está desarrollando en la
UPV/EHU y en su vertiente aplicada permite evaluar de forma constante la
calidad ambiental de ecosistemas tan dañados como la Ría de
Bilbao en su proceso de recuperación.
Pocas veces la distribución de la fauna ha podido guardar tanta
trascendencia para la conciencia colectiva de los ciudadanos de una comarca
como la del bajo valle del Nervión. En un contexto de nuevos retos
y modernidad para el Bilbao del siguiente milenio, sería difícil
explicar a los bilbaínos la ausencia de cardúmenes de mubles
surcando las aguas del Arenal toda vez se concluya el saneamiento de la
Ría en el año 2004.
Bibliografía
- Consorcio, 1993. Agiria 92 Memoria. Bilbo Haundiko Uren Partzuergoa
- Consorcio de Aguas del Gran Bilbao, Bilbao, 95 pp. + app.
- Lluis, M., 1998. La putrefacción de animales muertos junto al
Palacio Euskalduna alarma a los obreros. El Correo 16-9-98.
- Marrodán, M.A., 1977. Antología de la ría y del
abra. Colección Temas Vizcaínos, no. 27. Bilbao: Caja
de Ahorros Vizcaína, 55 pp.
- Saiz Salinas, J.I., J.A. Gonzalez Oreja, J. Urkiaga Alberdi, S. Pagola
Carte y M. Bustamante, 1998. Recovery scenarios in the 'Ría de
Bilbao' and 'Abra de Bilbao'. Cuad. Invest. Biol. (Bilbao), 20: 493-496.
José I. Saiz Salinas, Dpto.
de Zoología y DCA. UPV / EHU |