La Hoya (Laguardia, Alava):
Un poblado fortificado del primer milenio a.c.
Armando Llanos

Uno de los momentos más interesantes de la prehistoria reciente, en Alava, es el que ocupa el primer milenio a.C. Durante este periodo tuvieron lugar una serie de acontecimientos estructurales de gran trascendencia para la conformación de la población alavesa. En lo técnico, un gran desarrollo de la metalurgia y de las producciones cerámicas, entre otros aspectos. En lo económico, aparte de las fórmulas tradicionales de dedicación agro-pastoril, se potenció la ganadería implantándose, además, una agricultura ceramista de producción lo que conllevó el que ciertos núcleos de población se convirtieran en focos de un importante comercio. En lo social, consolidación de los establecimientos estables, creándose un urbanismo incipiente que llega a ser importante en algunos poblados teniendo en cuenta su extensión y complejidad estructural. En lo religioso y conceptual, no fue menos importante la aceptación de nuevos conceptos que rompieron las antiguas fórmulas. Y así un largo etc.

Todo esto pudo conocerse y confirmarse, durante las excavaciones arqueológicas que se llevaron a cabo en el poblado de La Hoya, sito en Laguardia (Alava).


Vista aérea del poblado y de la
excavación de La Hoya

Su conocimiento como yacimiento data de 1935, realizándose los primeros trabajos en la década de los 50, con unas cortas campañas de excavaciones. Como resultado de un programa de excavaciones de larga duración, desarrollado entre los años 1973-1989, dirigidas por Armando Llanos, se pudo valorar debidamente su importancia, tanto por las estructuras puestas al descubierto como por los datos obtenidos que permiten conocer a fondo el proceso de creación y desarrollo, de este poblado, durante aproximadamente un milenio.

Teniendo como telón de fondo la imponente mole de la sierra de Cantabria y a no mucha distancia de ella, sobre una superficie de 4 Ha., se creó este núcleo de población. Las superposiciones de los escombros de las construcciones que se fueron sucediendo crearon un pequeño "tell" de unos 3 metros de altura. Se fundó sobre un terreno llano sin ninguna defensa natural, lo que llevó a circundarlo con una muralla. El por qué‚ de su emplazamiento, en ese lugar, parece razonarse al encontrarse en un cruce de caminos que unía las tierras ribereñas del Ebro, en la Rioja Alavesa, con las septentrionales de la Montaña Alavesa y con los caminos que discurren en dirección este-oeste, al pie de la sierra de Cantabria.

En estas investigaciones quedaron claramente definidas una serie de niveles de ocupación fundacional, con varios subniveles, cuyo inicio puede llevarse a un Bronce Medio-Final. En esta primera fase las construcciones, tanto de la empalizada de defensa como las de habitación en su interior, se construyeron con madera. Los rastros de estas construcciones quedan claramente marcados en los agujeros excavados en la roca base y que son claramente identificadas por las cuñas de piedra que aún se conservan donde fueron incrustadas estas estructuras.

En un segundo momento, durante el Hierro Antiguo y Medio, estas estructuras se consolidaron empezando a construirse con fórmulas mixtas de piedra, madera y adobes. Piedra en unos muretes en forma de zapata corrida sobre la que se levantó un estructura de entramado de madera, rellenando los vanos murales a base de adobes. Son viviendas con unas superficies que tienen unos 60 m2. de media. Los trazados de estas casas presentan plantas de tipo anguloso, tendiendo a formas rectangulares. En algunos casos los pisos de tierra apisonada aparecen pintados con temáticas perimetrales en color rojo. En todas estas primeras fases los hogares se ubican en el centro de la habitación, con bancos o poyos de piedra, junto a las paredes, que debieron estar revestidos de arcilla. El trazado urbano se configura de manera perimetral adosándose a la muralla por su interior aunque algunas construcciones también se distribuyeron hacia el centro del poblado.

Un tercer momento, de grandes cambios, tiene lugar durante el Hierro Final. La introducción de elementos celtibéricos supondrá un desarrollo y avance en numerosos aspectos. Fue durante aquellos momentos cuando se estructuró y consolidó el trazado urbano del poblado con plazas y calles pavimentadas, de una anchura en algunos casos de 5,50 m. y con aceras de 1,00 m., ocupando la totalidad del espacio interior, en un trazado reticular. La muralla se reafirma sobre la anterior, quedando definitivamente trazada y delimitada la superficie de este conjunto. Las viviendas y otros espacios de uso comunitario se establecen mediante una organización de medianiles, formando manzanas y barriadas de casas. Si la organización urbana varió, no ocurrió lo mismo con las técnicas constructivas aplicadas en las viviendas, que mantuvieron las mismas fórmulas del anterior momento, presentando una variante en los hogares que pasaron a adosarse a las paredes. Junto a los recintos con una clara función de viviendas, aparecen otros espacios dedicados a otros fines, como lugares de culto o reuniones, tiendas, sauna, etc.


Reconstrucción ideal de una
de las zonas excavada en el
poblado

A cada una de estas fases pertenecen una serie de materiales que reflejan las diferencias de cada uno de los momentos. Especialmente cerámicos, que en los periodos del Bronce Final y Hierro Antiguo- Medio fueron elaborados mediante técnicas modeladas y cocción reductora, con formas muy características de perfiles simples y otros de tipo compuesto con cuellos desarrollados. Abundan los recipientes de gran tamaño junto con otros medianos, y en menor cantidad los de tamaño m s reducido con superficies bruñidas con espátula. Las ornamentaciones son abundantes y variadas: de tipo plástico -cordones, pezones, superficies texturadas-, de impresiones -digitaciones, ungulaciones, etc.- juntamente con otras técnicas a base de incisiones, excisiones, pinturas grafitadas y con barbotina. Sin embargo durante el Hierro Final, se acusan otros criterios, técnicos y est‚ticos, que marcaron los influjos del mundo celtibérico. En ese momento la producción cerámica se llevó a cabo mediante torneado y cocción oxigenante. Las decoraciones se realizaron mediante pintado, con pigmentos a base de óxidos, con los que desarrollaron diseños geométricos. Las formas de los recipientes son variados, desde los grandes recipientes de almacenaje hasta las copas, vasos, jarras, embudos, etc. y algunas piezas no torneadas como pequeñas cajas con decoración excisa. Todos los recipientes de cocina se siguieron realizando con las antiguas técnicas tanto de factura como de cocción.

Durante la excavación, junto con la cerámica, se fueron encontrando otros ajuares realizados en hueso, madera y metal, con funciones de adorno y de útiles de trabajo. Especialmente abundantes fueron las piezas de metal, correspondientes a objetos ornamentales, que en las primeras fases se elaboraron en bronce, en su mayor parte. En la etapa final, aparte de la continuidad de los objetos en bronce, la introducción del hierro, permitió elaborar herramientas, armas y otras piezas, llegando a dominar unas complicadas técnicas con un alto grado de perfección.


Adorno (colgante) de bronce del poblado protohistórico de la Hoya, Laguardia (Alava) Ref. Museo de Arqueol. de Alava
(Fuente: Enciclopedia Auñamendi).

Son varios los datos que permiten conocer su desarrollo económico, que indican como pasaron de una economía principalmente ganadera y pastoril a otra donde, a esta dedicación tradicional, se unió la de una potente agricultura ceramista, en los momentos de implantación celtibérico. Este núcleo se convirtió en un centro comercial, con la implantación de tiendas y ferias donde se adquirían diversos productos tanto alimentarios como de útiles y objetos varios. Bolas de piedra moduladas, ponderales y otros elementos, están indicando unos sistemas de medidas y pesas, que concuerdan con esta dedicación comercial. Fue precisamente, durante una de estas ferias cuando el poblado sufrió un ataque, incendiando al menos una importante superficie y matando a parte de su población, cuyos restos fueron apareciendo enterrados entre los escombros y que ha permitido conocer sus características antropológicas. Esta circunstancia hizo posible no solamente recuperar los ajuares y materiales enterrados, sino su disposición original en las viviendas.

Así mismo, en el aspecto de cultos, creencias y mundo de ultratumba, se pudo llegar a un conocimiento que si no total, si lo suficientemente amplio como para conocer estos aspectos. De cultos de tipo zoomórfico con referencia a ofidios, ciervos, bóvidos, etc., se han encontrado testimonios como rituales de fundación, especialmente en las murallas con relación a las cuernas de ciervo depositadas como defensas en una asociación de magia simpática. Los cultos necrolótricos, tienen dos vertientes; los numerosos enterramientos infantiles - más de 250- en el interior de las viviendas, y la necrópolis propiamente dicha localizada fuera del recinto a cierta distancia del poblado. Esta necrópolis de incineración con enterramientos en cistas y en algunos casos en urnas de madera, parece corresponder, en una mayoría, a guerreros si se atiende a los ajuares, consistentes principalmente en armas de todo tipo (puñales y tahalies de tipo Monte Bernorio, lanzas de diferentes tipos y tamaños, umbos de escudos, etc.) y arreos de caballo, además de elementos de adorno (fábulas, colgantes, etc.). Destacan en estos ajuares las abundantes piezas ornamentadas mediante damasquinado, con bellos diseños realizados con unas depuradas técnicas.


Reconstrucción a tamaño natural,
de una de las viviendas en el Museo
existente en el mismo yacimiento

Los conceptos estáticos están bien presentes, bien en la ornamentación de suelos, recipientes cerámicos, y objetos de adorno como en diversas estelas, tanto las aparecidas en la necrópolis, o en las que en las calles, además de las incrustadas en los muros como elemento constructivo, plasman escenas de animales y personas.

Así han podido conocerse las formulaciones de vida en un dilatado periodo de tiempo. En su origen parece haber tenido relación con la población indígena residual del mundo megalítico. El asentamiento definitivo de la población se debe a influencias transpirenaicas, alcanzando su máximo esplendor y potencial en unas etapas donde la presencia de elementos celtibéricos enriqueció con su aportación cultural las estructuras sociales del poblado. Su final debió ocurrir en los momentos iniciales de la romanización de la zona, con un abandono del poblado, trasladándose a otros lugares, algunos muy próximos. Este largo proceso abarcó un arco temporal que, iniciándose en el siglo XIII llegó hasta el siglo III / II a.C.

El conocimiento del proceso de poblamiento de este lugar, con las características que definen cada momento, tanto en ajuares como en circunstancias, puede verse en el museo monográfico dedicado a este lugar, existente en el mismo yacimiento. En él se exponen ajuares, así como maquetas y abundante información gráfica, junto con la reconstrucción a tamaño natural de una de las viviendas del poblado.



Armando Llanos, arqueólogo


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