Félix González Petite
nació en Vitoria-Gasteiz en 1941 y a sus 57
años es, probablemente, una de las personas con
más conocimientos teatrales en no solamente en
la capital alavesa sino también en el País
Vasco. Dedicado por completo a este arte desde
1967, ha interpretado, dirigido, producido y
programado varias escenificaciones. Creó una
escuela de teatro en su ciudad. Ha dirigido las
obra La Farándula y La Fura dels Baus, entre
otras, y ha colaborado en varios medios de
comunicación con críticas teatrales. Ha
trabajado con el Gobierno Vasco el mundo del
teatro y actualmente es la persona encargada de
programar el Festival Internacional de Teatro de
Vitoria-Gasteiz, organizado por el departamento
de Cultura del Ayuntamiento vitoriano.
-¿Cuándo se creó el Festival
Internacional de Teatro de Vitoria?
-En el año 1975. Nació con el objetivo de
reunir a los grupos que tuvieran inquietudes
teatrales. Se hacía teatro en los barrios,
iglesias y en unos lugares inhóspitos, debido a
la situación política que se vivía. Por aquel
entonces había muy pocas interpretaciones y el
festival duraba únicamente una semana. Era de
alguna forma un teatro de subsistencia que se
vivía de forma clandestina. En esta época
tampoco era tan internacional, a lo mejor acudía
algún grupo extranjero, pero muy pocos.-¿Ha
aumentado el número de espectadores desde
entonces?
-A pesar de que el festival ya goza de un nombre
y de que en vez de una semana se prolonga durante
tres meses, casi doscientos días, no ha
aumentado el número de espectadores por
espectáculo, porque la oferta está más
repartida. También ahora cuenta con un
presupuesto de 75 millones de pesetas. Además,
el público no es homogéneo y a cada grupo de
espectadores le atrae más un tipo de obras,
porque todos tenemos nuestras preferencias. Al
realizar la programación, a veces piensas que
una obra no va a llenar el teatro y sin embargo
lo consigues. En realidad, cuando llenas el
teatro significa morirse de la emoción.
-¿Qué tipo de grupos teatrales se
acogen en este festival?
-Como se suele decir, tratamos de escoger una de
cal y otra de arena. En el estado español hay
muchísimos grupos, cerca de 800, y de alguna
manera hay que tratar de dar cabida a los
máximos posibles. Sin embargo, siempre hay que
contar con algún nombre que ya goce de fama,
porque esto supone que el teatro se va llenar
seguro, no se puede evitar que el teatro tenga
cierta rentabilidad económica. Por ejemplo
cualquier obra de Larrañaga llena el teatro con
antelación, aunque se desconozca si él va a
salir al escenario o si va a poder acudir. A su
vez, hay grupos pequeños que llevan años
trabajando y en un momento determinado realizan
una obra que les lanza a la fama. Esto es lo que
ha ocurrido con el Florido Pensil, o los grupos
Ttanttaka y Hur.
-¿En qué medida está
presente el euskera en el festival?
-Hay muy pocos grupos que trabajen en euskera
porque de alguna forma tienen limitada su
trascendencia. Por otra parte, el festival cuenta
con grupos en euskera cuando realmente se ofrece
una obra de calidad, porque no se trata de contar
con grupos únicamente porque realicen sus obras
en euskera. Si lo hiciéramos así, sólo
conseguiríamos desprestigiar el idioma. Desde el
Ayuntamiento tenemos la obligación de fomentar
las obras que se realicen en euskera, siempre y
cuando tengan una garantía. Pero ahora en
Vitoria hay muchos niños que saben euskera y por
eso en las obras de teatro infantiles hay muchas
obras que se interpretan en este idioma.
-¿Qué destacarías del festival de
este año?
-Al igual que de alguna forma se intenta cubrir
las necesidades de todos los gustos, yo no puedo
afirmar que haya unos grupos mejores que otros.
Lo que sí es cierto es que a veces te asombras
con los resultados. En una obra que para tu gusto
es excepcional, resulta que el público no
responde de la forma que te esperabas. Esto
ocurre porque muchas veces prevalecen las obras
más comerciales. De todas las maneras, yo este
año destacaría la obra de un francés, Robert
Lepage.
-¿Qué problemas presenta organizar un
festival de este tipo?
-Por ejemplo, que un día la sala esté completa
y que la gente proteste porque no ha tenido
entradas. Pero el Teatro Principal tiene un
límite y si no entra más gente, yo soy el que
más lo siento. También es a veces un problema
seleccionar los grupos que van a participar,
porque son muchos días y no es fácil acertar y
ofrecer obras del gusto de todos los públicos.
-¿Es cierto que el teatro se encuentra
débil frente a la gran máquina del cine?
-No creo que el teatro esté en decadencia, como
muchas veces se comenta, sino más bien todo lo
contrario, este arte mueve a mucha gente y
millones de pesetas. Lo que pasa es que la gente
se ha acostumbrado a la televisión y a las
grandes producciones cinematográficas, en la que
los personajes se mueven por muy diversos
ambientes y en cada momento están en un lugar
diferente. El teatro es muy diferente y tiene
unas limitaciones de las que carecen el cine ni
la televisión.
-Sin embargo, el teatro tiene algo de
magia, ¿no es así?
-Efectivamente, el teatro está vivo. Los
personajes interpretan determinada obra según se
encuentren ese día; puede que no estén en
perfectas condiciones y necesariamente tienen que
estar en el escenario al 100%. Yo nunca he visto
una obra que, interpretada por los mismos
personajes haya sido igual a la anterior. El
teatro es el momento, es la improvisación. Hay
que estar con los cinco sentidos para saber que
todo está funcionando, cual es la situación de
la obra en cada momento. En cambio en el cine
todo está muy retocado, carece de espontaneidad
y además tampoco se puede ver a los personajes,
ahí frente a tus ojos. Es un producto que no
está enlatado, ni preparado con antelación.
-¿Es difícil dedicarse al teatro?
-Muy difícil, no sólo para los grupos que no
son famosos sino para los actores y las actrices
que ya tienen un nombre. Evidentemente hay
algunos que viven muy cómodamente, pero son
realmente los menos. Tanto es así, que muchas
personas abandonan el teatro tras haber estado
muchos años trabajando en él, porque tienen
miedo a arruinarse y no me extraña. Yo, por mi
parte, estoy muy contento de haberme podido
dedicar personal y profesionalmente a lo que me
gusta, el teatro. |