Tenemos ante nosotros un caso ejemplar de recuperación
de un pueblecito montañés que ha sabido hacer frente a la
amenaza que han supuesto tanto la industrialización como la urbanización,
y hacerse un hueco en este nuevo tipo de sociedad. Más aún:
ha capitalizado sus bienes (la naturaleza, el rico patrimonio arquitectónico
y etnográfico, la lengua y la cultura), resultando atractiva no sólo
a los residentes, sino también a los foráneos. La filosofía
de este cambio puede resumirse con pocas palabras: "de sobrevivir a
vivir". A continuación procederemos a analizar los pasos más
significativos y las claves.
AQUÍ MISMO, INDEPENDIENTES, UNIDOS
En la década de los años 70, Zerain se encontraba en el
bando de los perdedores, en el valle de Goierri. A principios de siglo contaba
con más de quinientos habitantes; en dicha década, con no
más de la mitad. No pudiendo vivir con las ganancias producidas por
la vida en el caserío, los jóvenes solían emigrar allá
donde se les presentaba un trabajo: Legazpia, Beasain, etc. El primer hito
del cambio llegó con las nuevas casas. Hacia 1976, un grupo de jóvenes,
decididos a continuar viviendo allí mismo, creó una cooperativa
y construyeron casas llamadas "Gureak" (Nuestras); 24 pisos repartidos
en 6 edificios.
Aquella voluntad de permanecer en Zerain condujo a los jóvenes
a tomar en sus manos el gobierno del pueblo. En las elecciones de 1979 se
fundó la candidatura independiente, única y unida, constituída
previamente en reuniones abiertas, siendo ésta la que llegara al
poder. El principal objetivo de esta corporación municipal consistía
en mejorar la calidad de vida del pueblo, abasteciéndolo con nuevos
servicios. Dentro de esos propósitos se incluía la reconstrucción
de la escuela, pues se percataron de que los niños escolarizados
en los pueblos de alrededor iban fuera de Zerain, con lo que en 1983 la
escuela volvió a ponerse en marcha. Fue a partir de ese momento cuando
se inició el proceso de recuperación del patrimonio arquitectónico
del municipio. Para empezar, la ermita de San Blas, que casi se venía
abajo. Luego la Vicaría, donde se ubicaría la casa de cultura.
Con la recuperación del patrimonio por un lado se han rescatado asimismo
las costumbres, intensificando el carácter y sentido de comunidad,
y por otro se le han abierto las puertas a la culturización.
A lo largo de los años, y poco a poco, el proceso que se iniciara
por necesidad ha llegado a ser consciente. Así, desde 1994, se define
el Parque Cultural de Zerain, proyecto que fusiona la naturaleza y la cultura.
Comienzan a ponerse en marcha servicios para atraer foráneos, ofreciendo
un completo y equilibrado programa para pasar el día: desde el Museo
Etnográfico hasta las minas de Aizpe, sin olvidar las excursiones
por el monte. Todo ello complementado con la hostelería y tiendas
donde se venden productos locales. El poder de atracción de esta
oferta es evidente: en 1996, el pueblo fue visitado por 26.000 personas.
De todos modos, la economía del municipio no ha querido limitarse
al turismo; también se han impulsado actividades relacionadas con
la agricultura. Los pastores son ahora productores queseros, se ha construído
un matadero de pollos con label, y un grupo de mujeres ha apostado por la
conservería.
FUNDACIÓN PARA DIRIGIR EL TRABAJO VECINAL
El promotor de este cambio ha sido el ayuntamiento, pero dado que todo
lo iniciado ha superado las competencias de la corporación municipal,
se ha fundado la Fundación Zerain Dezagun, en la que todos los grupos,
instituciones y promotores están representados
a distintos niveles. La gestión corre a cargo de un gerente. La filosofía
de esta fundación se concentra en los trabajos vecinales del siglo
XXI. Lo realizado hasta el presente en el pueblo se ha basado en un fuerte
sentido de la comunidad, y se pretende que en adelante se continúe
con esa virtud. La voluntad, implicación y trabajo de los habitantes
(sin renunciar al punto de vista empresarial y a la ayuda técnica(,
ha sido y será imprescindible. Esto implica que para que no se produzca
una ruptura en el nuevo relevo generacional que necesariamente ha de llegar,
a los jóvenes ha de resultarles atractivo no sólo el pueblo,
sino también el proyecto popular. Un pueblecito como Zerain necesita
de todos y cada uno de los habitantes; tanto en su aspecto demográfico
(en la actualidad cuenta con 239 habitantes(, como en el aspecto de integración
en la comunidad. Además, no se pueden dar pasos en falso. A pesar
de que la evolución de Zerain ha sido hasta el momento equilibrada
(equilibrio entre la agricultura y el turismo, entre la naturaleza y su
explotación, entre la cultura y la economía, entre lo local
y lo externo), el futuro debe construirse sobre ese equilibrio, puesto que
el paso debe ser "de sobrevivir a vivir", con certeza y seguridad.
Elixabete Garmendia, Periodista
Basado en el trabajo homónimo realizado para el programa
JAKITEZ.
Fotografías: Arantza Cuesta Ezeiza eta Zeraingo Udaletxea |