El sonido de la sencillez
Traducción al español del original en euskera
Jose Antonio Quijera

Por encima de la clasificación sistemática, los instrumentos que se mencionan a continuación tienen una característica común: la simplicidad. Tanto por el material utilizado para construirlos, como por el modo en que producen el sonido, todos ellos son instrumentos musicales simples. Pero tienen al mismo tiempo personalidad, y, precisamente por eso, también efectividad, característica ésta que les ha abierto muchas puertas. Han sido muy utilizados hasta hace bien poco; su demarcación geográfica ha sido extenso, superando en muchos casos las fronteras vascas; al tratarse de instrumentos que no presentan dificultades técnicas, han fluído por manos tanto de adultos como de niños. No es fácil trazar una línea divisoria entre el puro sonido y la música, y estos instrumentos han vivido muchas veces dentro de ese ambiguo espacio. He aquí algunos de los utilizados en el País Vasco:

"Burrunbera"

El grupo que mejor se corresponde con este instrumento en la clasificación es el de los aerófonos. También se conoce con otros nombres en el País Vasco, como por ejemplo zurrunbera y furringila. Tal como nos ha llegado al siglo XX, ha sido principalmente un productor de sonido utilizado por los pastores. En una tabla en ocasiones bastante artísticamente tallada, se hace un agujero, del cual se ata una cuerda fina. Entonces se hace girar sobre la cabeza, produciendo así un sonido grave, profundo y largo. También ha sido juguete infantil. Existen variantes de este instrumento.

"Kriskitinak"

Este instrumento idiófono consta de dos piezas de madera cóncavas, atadas una frente a la otra. Se coge uno en cada mano, asiéndolos con toda la palma para seguir el sonido rítmicamente, no de cualquier manera. También se les conoce como arxaluak. En los lugares no vascoparlantes se les llama castañuelas. Hoy en día las utilizan sobre todo los danzantes de algunas poblaciones en coreografías con apoyo puramente intrumental ante las imágenes sagradas de culto local. Como ejemplo puede citarse la habilidad rítmica de los dantzariak de Oñate en los bailes ante San Miguel, el trabajo de los danzadores de Elciego ante la Virgen de la Plaza, o el acompañamiento sonoro a la Virgen de Muskilda de los de Ochagavía. También se han utilizado fuera de estas complejas sagas coreográficas, sobre todo en los bailes llamados arin-arin, orripeko e ingurutxo.

Debe citarse una variante: las pulgaretas, instrumentos similares más pequeños vistos hasta hace poco; cada par se sujetaba por los pulgares, en vez de con toda la mano.

 

"Tarrañuelak"

Estos idiófonos guardan mucha relación con el instrumento anterior. Formados por dos pequeñas tablas rectangulares, se sujetan entre los dedos de las manos, y en caso de que el instrumentista sea hábil, se utilizan dos pares de tablitas. Se vale de ambas manos para seguir el sonido rítimicamente. En Bizkaia se les llama "paluek", y en La Rioja tabletas.

Pulse aquí para escuchar la tronpa"Tronpa"

Es un instrumento calificable como idiófono. Antaño se conocía también como mosu-musika y mosu-gitarra. A pesar de que fuera muy utilizado, en la actualidad apenas se conoce.

Tal como señala J. A. Donostia, tiene el aspecto del perímetro de una llave, es metálica, y lleva un fina lámina larga, igualmente metálica. Con la boca abierta, se coloca en los labios, se coge con una mano, mientras con los dedos de la otra se pone en movimiento dicha lámina. La boca actúa como caja de resonancia, y es dominando la vibración como se consiguen las notas.

"Alberretxiku hezurra"

Este simple aerófono nos ha llegado a través de los niños, quienes, tras pelar con los dientes el hueso de albaricoque, le hacían un agujero en una de las puntas gastándolo contra el suelo o la pared. El sencillo proceso de construcción continúa vaciando su interior. Colocando los labios en el agujero, se sopla aire dentro para que el hueso lo devuelva como sonido.

Pulse aquí para escuchar "Sunpriñua"

Este aerófono de doble lengua se construye con la corteza del avellano. Hay que quitársela a la rama en toda su longitud, para conseguir una lámina de cinco o seis centímetros. Luego, dando vueltas mediante esta delgada y larga lámina, se convierte en una estructura parecida a la gaita o dulzaina, a modo de tubo, la parte de la boca muy delgada, y la otra punta como una campana, donde se le hacen dos agujeros para conseguir distintas notas.

Para poder separar la corteza sin dificultad, el avellano debe encontrarse en pleno procesos vital, por lo que la mejor temporada para construir este instrumento suele ser la primavera. La vida del sonador no es muy larga. A medida que la corteza va secándose, se vuelve más frágil y se rompe con facilidad.

"Txilibitua"

O txulubita, pues también así se conoce en otras zonas del País Vasco. Este aerófono lo han utilizado sobre todo los niños, al menos en el siglo XX. Muy conocido en muchos lugares, lo construían los propios niños para jugar, o, en el caso de que estos fueran muy pequeños, sus padres.

El material más utilizado es, también en este caso, el avellano. Soltando la corteza como un tubo -con más facilidad en primavera-, se le hace el pico en la misma madera, y un agujero para que entre el aire desde uno de sus extremos. El otro agujero superior ejerce la función de la lengua. Para cambiar el sonido, puesto que este instrumento puede producir notas, se mete y saca un trozo de palo por la otra punta, mientras el instrumentista sopla dentro.



Jose Antonio Quijera, Sección de Folclore, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos

 

Edición digital de sonido: Elena Moreno Zaldibar

 


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