Hasta hace no muchos años, el acordeón diatónico
o trikitixa y una pandereta eran los principales protagonistas de las romerías
y fiestas populares de cualquier rincón de Euskal Herria.
En la última década, las nuevas generaciones de interpretes
han revolucionado la concepción tradicional de la trikitixa, abriendo
un amplio abanico de posibilidades mediante la fusión de los ritmos
tradicionales con todo tipo de estilos musicales.
Kepa Junkera, ha sido uno de los responsables de este giro musical. Con
siete trabajos anteriores, a sus 33 años este bilbaíno del
barrio de Recalde, esta a las puertas de conseguir un disco de platino.
Su ultima producción, Bilbao 00.00 h, ha vendido cerca de 40.000
copias, todo un récord para un músico vasco.
¿Cómo explicarías a un neófito en la
materia, que es la trikitixa?
Ante todo le diría, que no se quede en compartimentos estancos, para
mí lo más importante es la palabra música. Luego, hay
muchos nombres y definiciones, y dentro de esas definiciones creo que la
trikitixa significa muchas cosas. Para algunos representa una zona geográfica,
para otros es un tipo de gente, etc. Pero para mí, es una serie de
ritmos y melodías y una forma de entender la música que es
muy vital, muy alegre y optimista; por ese motivo creo que merece la pena
conocer este tipo de música, pero como lo merecen otras, simplemente
porque creo, que la curiosidad musical es muy importante.
¿ Que significado ha tenido para tí el grupo "Oskorri"?
Cuando yo todavía no me había subido a un escenario ellos
ya tenían varios discos en la calle. Para mí, siempre ha sido
un grupo muy "puntero", y he sido y soy gran admirador de ellos.
Creo que han sido pioneros en el tratamiento de nuestra música de
una manera especial, porque han sido los primeros en darse cuenta de la
riqueza de nuestro patrimonio musical, sin dejar a un lado otro tipo de
influencias musicales de todo tipo. No han querido estancarse en lo más
tradicional, han sabido evolucionar y creo que consiguen componer unas melodías
preciosas.
Tuve la suerte de que me llamaran, hace ya unos quince años, para
empezar a colaborar con ellos en conciertos y para mí estar con ellos
ha sido, sin lugar a dudas, una escuela constante. Sigo aprendiendo de ellos
y de su forma de ver la música. Tenemos una relación muy fructífera
En el campeonato de trikitixa de 1986 quedaste en segundo lugar
junto a tu compañero Mutriku, pero a los ojos del público
lograsteis el primer puesto. ¿Qué recuerdos guardas de aquella
etapa inicial de tu carrera?
En aquel momento yo me presenté porque los campeonatos eran lo máximo.
Pero ahora ya, fruto de la evolución, no le doy ninguna importancia
a los campeonatos porque para mí la música es muy personal
y creo que nadie
te puede puntuar. En aquel momento participé con mis canciones, y
creo que la gente del jurado no entendió mis canciones. Pero no guardo
ningún tipo rencor; ganó Tapia, soy gran amigo y admirador
de él y estoy muy orgulloso de ese segundo puesto.
¿Además de unos veloces dedos, qué cualidades
necesita un buen trikitilari?
Según mi forma de ver la música ahora, creo que lo de los
veloces dedos es un tópico. Me parece un punto de vista muy competitivo
el querer meter muchas notas. Para mí un buen músico, tiene
que tener una gran pasión por la música, luego tener claro
que es una carrera muy difícil pero muy bonita y estar constantemente
en evolución, estudiando muchísimo. Los dedos y el oído
se trabajan y se evoluciona, pero sin lugar a dudas, lo importante es la
mente y tomártelo como algo vital.
Has sido uno de los responsables más destacados del gran
giro que ha dado la trikitixa en estos últimos años. ¿Cuál
ha sido la clave de esta recuperación?, ¿ Cómo ves
el panorama actual de la trikitixa en Euskal Herria?, ¿Hacia dónde
crees que se dirige?
Yo simplemente quise hacer lo que yo sentía, conocía lo que
se hacia con la trikitixa pero quería hacer mi música y mis
canciones, no quería ser sólo un interprete, he sido muy personal
en ese sentido. En el año 86, que fue el comienzo del cambio, yo
no era consciente de que estaba cambiando nada, me presenté al campeonato
con lo que me gustaba a mí. Luego me di cuenta que ciertos sectores
no entendían muy bien el cambio armónico y de ritmo que yo
presentaba.
Ahora hay muchos jóvenes con mucho talento, pero veo la necesidad
de abrir un poco más la trikitixa en cuanto a forma; no sólo
es la romería y el baile, la música tiene otras muchas posibilidades
que son muy ricas.
Es evidente que en el ámbito comercial es un buen momento, todos
estos jóvenes han llegado a nuevas generaciones con su música
alegre y desenfadada y eso es muy bueno. Pero a nivel musical creo que hacen
falta más años. Sobre todo, hay que estudiar, investigar,
explorar y utilizar el talento que muchos jóvenes tienen para utilizarla
en otra dimensión de la música, más a largo plazo.
No preocuparse en un éxito instantáneo e intentar hacer productos
más universales sin perder nuestra identidad, que creo que es lo
difícil.
Para la realización de tu último disco te has rodeado
de un gran numero de colaboradores y amigos de excepción como Dulce
Pontes, Carlos Nuñez o The Chieftains, y tú mismo has participado
en muchos trabajos de otros artistas. ¿Cómo surgen estos intercambios
de colaboraciones?
Es una labor de muchos años, de ir poco a poco colaborando con ellos,
conociéndoles, colaborando en conciertos etc. Pero sobre todo, se
trata de ser valiente y no pensar en el qué dirán y tirar
hacia delante sin ningún tipo de complejos.
Hay una amistad y, por mi parte, una admiración hacia todos ellos.
Yo siempre he intentado que otros aporten su esencia a mi música
porque creo que se enriquece mucho más. No es fruto de una moda,
ni de una campaña de marketing, simplemente es algo que siempre he
llevado dentro. Es una labor, en mi caso, de toda una carrera.
¿La música folk ha supuesto para tí un motivo
de unión entre distintas culturas y gentes?
Indudablemente. Gracias a la música he conocido, no solo músicos
sino mucha gente de otro lugares. Ahora mismo me voy a Estocolmo y espero
conocer otras gentes y lugares, y poco a poco difundir mi trabajo por esas
tierras tan lejanas pero que en el fondo comparten una base de tradición
musical con ciertas bases comunes.
La difusión de tu último disco en el estado ha sido
mucho más amplia que tus anteriores siete trabajos. ¿A qué
se ha debido?
No sólo en todo el estado; el último disco está en Francia, en Portugal, Bélgica, Irlanda, Inglaterra,
Escocia, Alemania, Holanda, Italia incluso en Japón y pronto se distribuirá
en Estados Unidos y Canadá. Tu puedes tener un gran trabajo pero
si no lo distribuyes bien, se queda ahí. Esta claro que en la música
no sólo cuenta el músico, el equipo cuenta con un papel cada
vez más importante y se nota mucho todos los contactos que tiene
la casa con la que he sacado este último disco.
Sintetizando los sonidos tradicionales vascos con el jazz, la música
clásica o incluso el rock has conseguido que la trikitixa salga del
pequeño "ghetto" en el que se encontraba y difundirla por
todo el mundo. ¿Cómo reacciona el público ante los
sonidos del "fuelle del infierno"?
Para mí la trikitixa nunca ha estado en un ghetto, es una forma de
música como otra cualquiera, con sus defectos y sus virtudes, y yo
lo entiendo como cualquier otro músico de otro estilo entiende su
música. Para mí no era algo cerrado sino todo lo contrario,
entonces me ha resultado sencillo mezclarme con otros músicos porque
no tenía ningún miedo ni ningún complejo. Tengo el
temor lógico de cualquier trabajo musical, que está intrínseco
a todas las creaciones. Yo voy con mi música, con mi personalidad
y con mi carácter y el único límite lo tengo, yo, como
músico, no lo tiene el instrumento.
Fuera de nuestras fronteras la gente reacciona muy bien, al ser un sonido
muy alegre, vital y además con mucha energía les gusta y creo
que les motiva mucho.
¿Se ha logrado por fin que la música folk se escuche
por "grandes minorías"?
Creo que si. Este último disco lleva vendidas 35.000 copias. Tampoco
la cifra es lo más importante; siempre te hace feliz editar un disco.
Pero está claro que cada vez hay más gente metida en el mundo
de la música, y sobre todo que la gente se está abriendo a
la infinita posibilidad del abanico musical.
¿Se puede afirmar que en cada concierto improvisas variaciones
a los temas hasta el punto de crear temas nuevos?
Te puedo garantizar que cada concierto es diferente, nunca tocamos ni el
mismo repertorio ni tocamos igual. No sólo yo, toda la gente de mi grupo improvisamos y nos exigimos
mucho para que cada vez sea algo distinto. No me interesa la música
en el sentido más estático, me gusta que haya cambios constantemente,
que podamos introducir cosas. Ir sintiendo cómo va evolucionando
el tema, cómo se va trasformando y cómo lo percibe la gente
en cada actuación, en cada escenario. Todo esto al final te va aportando
un cambio.
Posees una amplia colección de instrumentos. ¿Sigue
adelante tu proyecto de museo de instrumentos tradicionales vascos?
Siempre me ha gustado rodearme de instrumentos por todo lo que significaban
para mí. De momento no estoy pensando en ello, tengo otras muchas
cosas en la cabeza, pero algún año me gustaría llevar
adelante ese museo. Algún día me animaré ¿Por
qué no?
¿Qué nuevos proyectos rondan por la incansable cabeza
de Kepa Junkera?
Ahora, sobre todo, acabar este año que está siendo especial
para mí, es un año muy importante que ha comenzado bien y
espero terminarlo lo mejor posible. Tenemos una gira muy bonita e interesante
por todo el Estado y Europa con muchos músicos invitados. Siempre
estoy pensando en nuevas canciones y proyectos, pero de momento estamos
volcados en la gira para dar lo mejor de nosotros. |