Amable Arias Yebra: nació el 29 de Junio de 1927
en Bembibre (León), fallece el 29 de Febrero de 1984 en San Sebastián
(Guipúzcoa). Hijo único. A los nueve años de edad,
jugando en las vías del tren es arrollado por un vagón en
vía muerta. Accidente éste, que le va condicionar toda su
vida bajo el signo del dolor y la enfermedad.
De formación casi autodidacta, toda su obra la realiza a caballo
entre su pueblo natal, Bembibre y su residencia desde 1941, San Sebastián.
En esta ciudad no fue totalmente aceptado por ser un personaje peculiar,
de apariencia hosca, pero con una gran sensibilidad que sólo la manifiesta
en los círculos más íntimos y sobre todo en su obra,
tanto pictórica como escrita. También existió un Amable
escritor, que estuvo interesado por varios géneros, con más
de 300 escritos. Trabaja con el sonido y en cintas de grabación,
atreviéndose a hacer ensayos poético-musicales (los poemas
fonéticos, los espacios poéticos, los poemas sin voz y los
de voz recobrada).
En la obra de Amable hay dos componentes básicos: lo real y lo
imaginativo. Elude la realidad para refugiarse en la imaginación,
creando un mundo torturado a través del cual puede dar salida a sus
demonios interiores, alcanzando un marcado expresionismo por la exteriorización
del yo del artista.

Restos al azar I (Restos
Chinos). Papel de seda,
pastel y tinta sobrepapel. 32,5x46.1979
Amable dice: " El artista debe poder expresarlo todo, la naturaleza,
los demás seres y principalmente a él, su mundo interno".
Su actitud ante el arte, es la afirmación del propio yo. La intolerancia
ante cualquier concesión y el orgullo de pertenecer al grupo de los
que no se doblegan. Esto es el reflejo de su exaltado individualismo romántico
al que se aferra para no hundirse. Así le vemos a lo largo de toda
su vida luchando ferozmente por su independencia artística.
Dijo: "Que el pintor no sea nunca formalista. Ser artista es un
poco más que ser pintor. El pintor es la forma, el artista la vida".
De aquí podemos descifrar que su obra es fundamentalmente expresión
vital, es una forma de vivir con la naturaleza de su Bembibre, que por cierto
cada vez se hace menos reconocible ( llegando a la abstracción )
porque acaba imponiéndose la visión interna de Amable. Cuanto
más mira a través de su óptica, menos reconocible se
hace lo representado. Lo importante es la experiencia psicológica
que despertaban los objetos en su mente, intentando descifrar el significado
de la hiperrealidad cotidiana.

Restos al azar II (Restos
Chinos). Papel de seda
y tinta sobre papel. 32,5 x46. 1979
El artista y su capacidad de creación es lo que proyecta sobre
la realidad transformable en obra. Es su deformación subjetiva, tanto
en la construcción como en el color, hace proyectar el mundo interior
del artista sobre la realidad.
Plantea la necesidad de comunicación de las ideas y los sentimientos.
De un arte implicado como lenguaje social. Hay en él necesidad de
narrar, de reivindicar o de despreciar. Es la necesidad interior como motor
del arte verdadero.
Aunque su obra tenga la fuerza del expresionismo, hay en su pintura un
pálpito íntimo, poético y sutil, que a mi modo de ver,
es donde Amable nos ofrece su dimensión más rica e interesante,
la más seductora. De esta manera el recorrido cronológico
de su obra cobra un aliento dramático.
En Amable se hace palpable la cita de E. Nolde: " El instinto es
diez veces más importante que el conocimiento".
María Jesús Bilbao, Licenciada en Historia del
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