Sobre la necesidad de nuestra biblioteca nacional
Traducción al español del original en euskera
Agurtzane Juanena

Me ha correspondido escribir sobre la biblioteca nacional vasca, y, para empezar, he de confesar que no me resulta muy fácil, porque el carecer de lo que se ha considerado "soporte de la cultura nacional", me obliga a subrayar una gran ausencia de nuestras estructuras culturales.

Casi todos sabemos lo que subyace al concepto, aun brevemente: una biblioteca nacional es la principal referencia bibliotecaria de una comunidad cultural, para garantizar la recopilación y conservación de su patrimonio bibliográfico. Junto a esto tiene otras funciones que las instituciones internacionales (Unesco, Ifla...) han considerado fundamentales o convenientes, y que se deciden dependiendo de la situación de cada lugar, por lo tanto con gran flexibilidad. Las más importantes: recoger la producción bibliográfica territorial, elaborar su bibliografía y catálogos colectivos, ser cabecera y coordinadora del sistema bibliotecario...

Más de uno aducirá como principal inconveniente para encaminar este proyecto la separación institucional de los territorios de Euskal Herria. La respuesta va en el mismo sentido: lo que a la situación plural y diseminada de Euskal Herria le corresponde es un sistema totalmente descentralizado, pero la descentralización no significa imposibilidad de coordinación. En nuestro caso es, pura y simplemente, realidad o punto de partida inevitable. Eso sí, la coordinación exige estructras básicas, y es precisamente en ese ámbito donde tenemos las primeras lagunas notorias: en la Comunidad Autónoma Vasca, en Navarra, así como en el País Vasco continental, las bibliotecas principales o centrales y las leyes bibliotecarias son todavía labores por hacer.

Tomando como referencia el Estado español, en los últimos veinte años la mayoría de comunidades autónomas del Estado han aprobado leyes sobre bibliotecas y también han creado bibliotecas centrales dentro de esas legislaciones: Andalucía, Aragón, Madrid, Murcia, Castilla y León, Valencia... con funciones parecidas a la que la Biblioteca Nacional tiene a nivel estatal, cada una en su marco territorial. Merece especial mención el modelo catalán, ya que la Ley Bibliotecaria de Cataluña (la segunda, de 1993), es la más completa y pensada de entre las del resto del Estado.

En el Sistema de Bibliotecas de Cataluña están integradas todas las bibliotecas de allí, de un modo u otro: públicas, privadas, universitarias. La finalidad de la Biblioteca Nacional de Cataluña es la siguiente: "recoger, conservar y difundir la producción bibliográfica catalana y la relacionada con el ámbito lingüístico catalán, incluída la producción impresa, periódica o no, visual y sonora". Por otro lado, "La Biblioteca de Cataluña, primer centro bibliográfico de la cultura catalana, mantendrá mediante las adquisiones pertinentes, la condición de centro de consulta y de investigación científica de carácter universal". (1)

Así pues, tenemos, no muy lejos, dónde mirar, si es que queremos superar la situación actual. Como antes he mencionado, las funciones de una biblioteca nacional son varias, pero yo aquí voy a centrarme en los siguientes dos temas, por la relevancia de ambos: en el euskera catalográfico y en la bibliografía vasca.

 

La lengua y cultura vascas necesitan su propia agencia bibliográfica

Como es bien sabido, en las últimas decadas se ha dado en el campo de la documentación, al igual que en otros ámbitos, una tendencia hacia la normalización, gracias al esfuerzo y estímulo de las principales instituciones internacionales, tales como IFLA, UNESCO, ISO...

Como consecuencia de ello, se han aprobado varios programas básicos, siendo el primero de ellos el llamado UBD (Universal Bibliographical Control), creado de la mano de IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions) en las Jornadas de Grenoble en 1973, con dos fines: establecer una agencia bibliográfica en cada nación, y promover la aprobación de normas de catalogación internacional.

La necesidad de contar con una agencia bibliográfica en cada nación responde a la complejidad del trabajo a desarrollar por esa agencia: debe asumir a nivel internacional el control bibliográfico de las publicaciones de su territorio, dentro de las normativas en vigor (ISBD, MARC), de un modo fiable y de calidad. En los casos en que haya singularidades lingüísticas, dicha necesidad aumenta: por un lado, la agencia catalográfica es suministradora de la producción de su nación a nivel internacional, y por otro, quien adecúa las normativas internacionales a las necesidades de su comunidad. Como se comprenderá, es necesario contar con una infraestructura estable y firme para garantizar la calidad de este trabajo.

Las agencias bibliográficas se han planteado dentro de los sistemas nacionales de información por parte de la UNESCO y por lo general se han unido al concepto de biblioteca nacional: ya que es la biblioteca nacional la productora de la bibliografía nacional y quien actúa como agencia bibliográfica de su territorio, cosa que puede hacer directamente o por medio de una institución dependiente. Como hemos dicho, en la Comunidad Autónoma Vasca todavía están por hacer tanto la biblioteca central como la agencia bibliográfica. Al parecer, Navarra se ha adelantado a la CAV, al menos en cuanto al propósito: ya que la biblioteca central será la llamada "Biblioteca General de Navarra", y bajo la sombra de esa biblioteca tienen la intención de crear el "Instituto Navarro de Bibliografía", para producir la "Bibliografía Navarra".

Está claro que necesitamos esa clase de estructuras si queremos aparecer hacia fuera con la dignidad que corresponde a una comunidad cultural, y, mirando hacia dentro, si queremos ofrecer el modelo institucional de algo: no nos sirve lo que catalogan en Madrid, ni tampoco lo hecho en Vitoria-Gasteiz únicamente en castellano. Es absurdo que una institución de Euskal Herria ofrezca su bibliografía nada más que en castellano: por una parte, porque supone una repetición de lo que hacen en Madrid (o en París); y por otra, porque la normalización del vascuence en este ámbito requiere un claro y gran esfuerzo. Digamos de paso que una tarea de estas características no puede emprenderse mediante voluntarismo o a medias: han de dedicársele suficientes recursos (personales, materiales), sin lugar a dudas.

La normalización del euskera a nivel catalográfico tiene varios retos ante sí: ha de responder a la realidad multilingüe (determinando con claridad las opciones de catálogos monolingües, bilingües o multilingües), ha de dotar al vascuence de las herramientas de trabajo que requiere (terminología para la descripción bibliográfica, puntos de acceso o autoridades, traducción o adaptación de las normas de catalogación internacional…), ha de adaptar el formato MARC para ofrecer los datos bibliográficos en soporte informático… Y, además, jamás hay que olvidar que las instituciones que harán uso de esos utensilios son múltiples: bibliotecas públicas, universitarias, especializadas, centros de documentación… No debemos engañarnos: el proporcionar un lugar adecuado al euskera requiere una estructura bibliotecaria firme y bien encaminada.

Por otra parte, en cuanto al último impacto de las nuevas tecnologías, en opinión de algunos, y a pesar de que hace veinte años se pensara lo contrario, el control bibliográfico, más que las agencias bibliográficas o los gigantes catálogos colectivos, lo han posibilitado las consultas a los OPAC (Online Publicc-Access Catalog) de los sistemas informáticos de las bibliotecas. Esto último, sin embargo, no resta razón a lo afirmado hasta el momento, porque en este tema la calidad no se improvisa, sino que es resultado del trabajo realizado anteriormente. Por otro lado, ¿qué impresión tendrá quien mire a nuestros OPAC si, sabiendo que somos una comunidad diferenciada, espera encontrar el resultado que se podría esperar de tal comunidad?

A este respecto, rememoraré las palabras de un autor foráneo, porque son muy claras para percatarnos de cómo nos ven desde fuera: decía así José Antonio Cordón García en un libro publicado el año pasado:

"El País Vasco accede a la autonomía mediante ley orgánica 3/1979, de 18 de diciembre (…) La legislación bibliotecaria que dimana de los órganos de gobierno es escasa y de poca entidad. En concreto carece de una ley de bibliotecas con el carácter de norma reguladora general de toda la comunidad, como ocurre en casi todo el Estado español. (…)

Estas son las únicas menciones que, desde el punto de vista de control bibliográfico, se efectúan en la legislación vasca de bibliotecas. Ninguna alusión por tanto a la necesidad de una biblioteca central de carácter nacional o regional, a la necesidad de elaborar una bibliografía que recoja el producto de la producción editorial vasca, de dar a conocer la cultura vasca a la comunidad implicada y al exterior. Nada absolutamente que relacione las oportunidades que la nueva situación política y administrativa supone para el desarrollo y la extensión de la cultura e idiosincrasia de la comunidad, como veíamos en otras legislaciones. Y esta parquedad, que podríamos considerar inherente a una mentalidad o a unos comportamientos más inclinados a los hechos que a las formulaciones teóricas impracticables, se da también en las actuaciones, pues en el País Vasco no existe equivalente alguno a la realización de productos bibliográficos como los de Cataluña o Galicia, las otras comunidades cuya particularidad lingüística justificaría con más ahínco la confección de un instrumento que, además de difundir los productos de su lengua, sirviera como fundamento de la conciencia grupal." (2)

Hace no mucho tuvimos noticia, por medio de la prensa ("Egunkaria", 21-7-1998), de un proyecto del Gobierno Vasco: el Departamento de Cultura está elaborando el "Catálogo General del Patrimonio Bibliográfico del País Vasco", al cual se podrá acceder mediante Internet. Para ello, además de los catálogos de algunas bibliotecas públicas, están en proceso o ya finalizados los catálogos de la Biblioteca del Seminario de Vitoria-Gasteiz, de los Benedictinos de Lazkao y del Santuario de Loyola. Sin embargo no citaba nada sobre la cuestión lingüística, y los profesionales tememos el significado que esa omisión puede tener; ya que el tema del euskera requiere planificación, colaboración y, especialmente, estructura: es necesario un centro o agencia bibliográfica para poder ofrecer un digno modelo catalográfico.

También la cultura vasca precisa de su agencia para tener una bibliografía apropiada hoy en día. Y es que el proyecto más ambicioso de los que ha habido hasta ahora, de gran mérito, "Eusko Bibliographia" (3) de Jon Bilbao, está paralizado, y no parece que se esté preparando nada en su lugar. Hay otras obras loables: la de Joan Mari Torrealdai (4) y la que, con objetivo lexicográfico, viene preparando UZEI, "XX. mendeko datu base bibliografikoa" ("Base de datos bibliográfica del s. XX"); pero éstas se han materializado por iniciativas particulares y no pueden sustituir el trabajo de las entidades oficiales (aunque quizá sí ayudar). Estos proyectos de trabajo son competencia plena de las instituciones públicas. Son las instituciones públicas quienes han de diseñar y guiar la política bibliotecaria, ya que sólo esta política puede crear los medios que sustentarán el euskera catalográfico o el proyecto de la bibliografía vasca.

Para terminar, "Euskararen Gizarte Erakundeen Kontseilua" ("Consejo de Entidades Sociales del Euskera") acaba de poner en marcha la campaña "XXI. mendearen akordioa: Bai Euskarari" ("El acuerdo del siglo XXI: sí al euskera"), con el fin de impulsar la lengua vasca: también los profesionales de las bibliotecas y centros de documentación deberíamos ocupar nuestro lugar en la labor común de la actividad cultural vasca, ya que no cabe ninguna duda sobre lo necesario de nuestra aportación.


Agurtzane Juanena, bibliotecaria
Miembro de "Joana Albret Bibliotekonomia Mintegia"


(1) Arana Palacios, Jesús y Olaso Val, Anabel. "Legislación sobre bibliotecas: un estudio comparativo". TK, nº 1 (junio 1996), pág. 43-53.
(2) Cordón García, José Antonio. "El registro de la memoria: bibliografías nacionales y depósito legal". Gijón. Trea, 1997. ISBN 84-89427-23-2, pág. 223-224.
(3) Bilbao, Jon. "Eusko bibliographia: euskal bibliografiaren iztegia…". San Sebastián. Auñamendi, 1970-1981. ISBN 84-7025-158-9.
(4) Torrealdai, Joan Mari. "XX. mendeko euskal liburuen katalogoa". San Sebastián. Diputación Foral de Guipúzcoa, Departamento de Cultura y Turismo, 1993-1997. ISBN 84-604-8194-8 I / 84-605-4513-X II / 84-922537-7-0III

Bibliografía relacionada:
- Garzia, Pruden. "Euskal Biblioteka Nazionala". Argia, 19 julio 1998, pág. 30.
- Iturralde Sola, Juana y Arana Palacios, Jesús. "Entrevista a Carmen Jusué Simonena, Jefe de Sección del Libro y Bibliotecas". TK, nº 1(junio 1996), pág. 19-22.
- Juanena Alustiza, Agurtzane. "El euskera en la catalogación de nuestro patrimonio bibliográfico". ALDEE, año 2, nº 4 (dic. 1996), pág. 16-21.
- Juanena Alustiza, Agurtzane. "Euskal liburutegi nazionalaz". Jakin, nº 105 (marzo-abril 1998), pág. 35-52.

 


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