Cada día es mayor la consulta de publicaciones periódicas
por los investigadores como fuente para abordar el estudio de distintas
disciplinas, y, de manera especial, por aquellos interesados en conocer
la historia local y más reciente. Se reconoce de este modo el espacio
que este medio de comunicación ha desempeñado y viene ocupando
en la vida diaria de muchas sociedades, actuando como un espejo que refleja
el pulso de su actividad.
Durante un largo tiempo, la falta de perspectiva, las metodologías
empleadas y la propia naturaleza de la prensa determinaron el papel secundario
que junto a las fuentes documentales le correspondería ocupar. El
volumen de papel y tinta, así como la diversidad y distribución
de los contenidos, podían desbordar las intenciones y las búsquedas
de muchos.
Pero con el paso del tiempo, la falta de perspectiva va desapareciendo
y su valor histórico se enriquece. Poco a poco, la paciencia de unos
consigue ir abarcando cada vez más ese volumen que con la divulgación
de sus estudios y con la ayuda de instrumentos documentales y de las nuevas
tecnologías de la información facilitan enormemente su manejo.
Los catálogos e inventarios de publicaciones periódicas
son, en medio de todos estos esfuerzos, fundamentales para superar el primero
de los pasos a dar: el de la localización. El acceso, no obstante,
se ve facilitado por la propia diversidad de las publicaciones, presentes
de una forma más o menos completa entre los fondos de numerosas hemerotecas.
A continuación, y acompañando a los instrumentos anteriores,
la elaboración de índices en el caso de revistas y de bases
de datos extraídas de los contenidos de las mismas y de los periódicos,
se convierten en las herramientas ideales, cuando éstas existen,
para abordar estas publicaciones. Hoy en día, sin embargo, la digitalización
y el uso de los medios informáticos aplicados a estas tareas facilita
cada vez más su elaboración y vaticina un futuro próximo
muy simplificado en el que la diversidad y la dispersión dejarán
de ser un obstáculo, ayudando a su vez estos nuevos soportes a una
mayor divulgación y acceso.
De este modo, las publicaciones periódicas, tanto como objeto
de estudio en sí mismas, así como fuentes para el estudio
de múltiples temas, adquirirán todavía un mayor valor
documental, superando de este modo el plano secundario que entre muchos
investigadores han venido teniendo.
Amaia Zulaika, Doctora en Historia por la Universidad de Navarra |