Juan José Agirre (Alegría de Oria,
1930) aprendió a obrar con discreción cuando, en 1973, terminados
los estudios de Biblioteconomía en Barcelona, volvió al convento
benedictino de Lazkao para recopilar las informaciones clandestinas vascas
de tiempos franquistas. Ha llegado el momento de premiar la labor de recopilación
de datos de este hombre (iniciada casi por azar), incansable y constante
trabajador de día y noche. Aun cuando el archivo de historia vasca
contemporánea que ha formado ha supuesto una ilimitada contribución
para todo el mundo, Agirre no ha cambiado absolutamente ningún aspecto
de su vida, y, dada la admiración que tiene a sus libros, continúa
en su archivo de Lazkao, buscando entre las estanterías nuevos datos
de nuestra próxima historia, siempre contento y concentrado con la
informatización de esta colección.
Esta vez lo hemos visitado con el objeto de recabar información sobre
su archivo y vivencias. Con una voz serena y una mirada que refleja una
vida llena de plenitud, respondió a las siguientes preguntas.
¿Cuáles son los orígenes del archivo de los
Benedictinos de Lazkao?
Cuando de joven estaba en Lazkao, en el convento de los Benedictinos teníamos
una pequeña biblioteca, y yo mismo me hice cargo de la misma -no
por vocación, sino porque nadie lo deseaba-, sin apenas saber lo
que "era" un libro. Por eso mismo, en 1970 decidí ir a
Barcelona para estudiar Biblioteconomía, y empecé a trabajar
en la biblioteca Montserrat de los Benedictinos. Allí nació
esta pasión que tengo por los libros. En 1973, comencé con
la nueva biblioteca del convento de Lazkao, recopilando libros, periódicos
y publicaciones secretas. Poco a poco la gente empezó a traerme sus
archivos, sobre todo los de la época de la clandestinidad, porque
pensaban que en nuestra casa estaban mejor guardados. Fueron ellos quienes
difundieron nuestro deseo de recopilar y custodiar este tipo de publicaciones.
Entonces empecé a reunir panfletos y periódicos de Francia
y América, y puedo presumir de tener bastantes más documentos
que los que Cataluña posee sobre esa época, aun habiendo comenzado
más tarde que ellos.
¿Qué tipo de fondos reúne y qué interés
tienen para el estudio de la historia vasca?
Tengo archivos, papeles, colecciones y periódicos de distintas instituciones
de la época clandestina del franquismo. Se trata de documentos muy
importantes hoy día para el estudio de la historia de nuestro país,
pero muy peligrosos para aquellos tiempos; de haberme pillado la policía
con todos estos documentos, hubiera sido castigado, con toda certeza, con
una sanción o pena penitenciaria. He tratado de reunir todas las
colecciones tanto de aquí, como de Francia y América, y he
reunido tesoros insospechados.
¿De qué época datan los fondos de su archivo
y cuáles de ellos se mantienen vivos?
Tengo documentos de la época franquista e inicios de los grupos clandestinos,
hasta la actualidad. El año 1936, muchas de las publicaciones tuvieron
que suspenderse, y varios personajes de la cultura del País Vasco
se vieron obligados a huir. Pues gracias a ellos podemos reconstruir la
historia de los años 40, porque en el exilio continuaron con su trabajo
cultural. Por eso mismo se han convertido en tesoros muchos de los periódicos
que yo tengo, detrás de los cuales andan universidades, archivos,
bibliotecas: Tierra Vasca, Acción Nacionalista Vasca,
Euzko Deya de Argentina, de México, de Chile,
los llamados Aberri, los llamados Askatasuna... Tengo otros
tantos de Francia. Todas las publicaciones de los grupos luchadores tuvieron
un principio y un final, y, a medida que la historia ha ido renovándose,
hemos podido ver sus renovaciones o ramificaciones; es decir, publicaciones
aparecidas bajo otro nombre. También ahora sigo reuniendo documentos.

Juan José Agirre en la biblioteca de los Padres
Benedictinos de Lazkao
Gran parte de los materiales que alberga su centro datan de los
tiempos de la clandestinidad. ¿Cómo conseguía pasar
desapercibido en esos momentos?
Los fugados en esa época tenían orden de no guardar papeles
secretos y pequeños periódicos; estaban obligados a pasarlos
de mano en mano. A mi regreso de Barcelona me entrometí de lleno
en este tema; ya sabía dónde acudir para conseguir estos periódicos,
anduve preguntando de aquí para allá. Además, algunos
de los que andaban metidos en diferentes instituciones eran amigos que habían
salido de nuestro convento. La verdad es que empecé consiguiendo
datos gracias a ellos. Luego, en la época de la clandestinidad, en
el Estado había gente que tenía mucha información,
y más aún en Francia y América (sobre todo en México,
Chile y Argentina). Debido a la Guerra Civil, aquí la cultura vasca
se paralizó por completo, pero un benedictino que estudió
conmigo vivía en Caracas, y al tener conexión con Casas Vascas,
le pedí que me pusiera en contacto con familias emigradas de este
país, para poder tener noticias sobre las publicaciones de allá.
Entre los dos hicimos un bando en la radio y los periódicos, diciendo
que éramos unos monjes que estabamos preparando un archivo, y gracias
a eso me enviaron muchas publicaciones.
¿Podría contarnos alguna anécdota de aquellos
tiempos?
El material proveniente de América y Francia no me llegaba directamente.
Guardábamos todo lo que provenía del extranjero en una casa
cercana a Bayona, y, en el momento adecuado, lo pasábamos aquí.
En una ocasión, antes de ir a por las cajas que estaban allí,
le comunicamos a un empleado de la aduana de Irún nuestra intención
de pasar unas cuatro o cinco cajas, que al final resultaron ser doce. Nos
aseguró que no habría ningún problema, y, locos de
alegría, fuimos a esa casa, a llenar el coche de cajas. Antes de
empezar, fuimos a un restaurante de San Juan de Luz, con la intención
de celebrar esa buena noticia, donde pasamos más tiempo de lo esperado.
Cuando llegamos a la aduana con las cajas, ya para entonces había
un nuevo turno de policías, y nos obligaron a levantar todo. Llamaron
incluso al director, y tras haber vaciado todo el coche, vino un guardia
diciendo que había visto muchas publicaciones comprometidas. Abrieron
una caja delante del director, y con su acento dijo: "¡Jefe,
aquí pone Euskadi!". A lo que el jefe respondió: "Pero
si ya no es delito...". Era el año 1979, y a los ocho días
nos dieron permiso para recoger todo y llevárnoslo. En aquel tiempo
tuvimos muchas anécdotas, y también pasamos mucho miedo.
Fue muy importante el compromiso que los sacerdotes vascos tenían
respecto a la sociedad en la época franquista. ¿Había
alguna publicación secreta entre vosotros?
En la época franquista los sacerdotes del País Vasco adquirieron
un compromiso social muy importante, tanto por tener el nivel cultural más
alto, como por su preocupación en torno a la opresión de la
lengua y la gravedad de los problemas sociales, dada la devastación
que suponía el ahogo de la cultura vasca de aquel tiempo. Los primeros
periódicos aparecieron en la década de los 50. Tenían
miedo de distribuir Egiz (Publicación de sacerdotes vascos)
entre ellos. Tras la aparición del número 16, el obispo recién
llegado a Vitoria-Gasteiz, al tener constancia de este periódico
y habiéndolo leído, manifestó que aquéllo no
era apropiado para los sacerdotes, y lo prohibió terminantemente.
En una ocasión dijo: "El que la leyere, contribuyere, colaborare
y guardare, será castigado según el canon de derecho canónico",
pero aun y todo los sacerdotes continuaron con esa actividad. Habiendo publicado
dos números más, amenazó a los sacerdotes: "quedarán
suspensos a divinis" -que es el castigo más duro que pueda imponérsele
a un sacerdote-, así que Egiz terminó ahí, y
sacaron uno sin nombre, al que llamaban Sine Nomine.

Agirre rodeado de los documentos de su archivo
¿Cuáles son los fondos más valorados y consultados
por los investigadores, y cuáles de ellos hacen imprescindible la
consulta en su archivo?
El archivo de la época franquista y los periódicos. Me sé
de memoria todos éstos, y pueden considerase panfletos, archivos
y periódicos. Y es que un periódico como Zutik, de
1961, lo consideramos archivo, porque para hacer historia debemos valernos
de este documento. Sin embargo, tenemos pocos libros de esta época,
ya que son monográficos, y en los periódicos aparecen muchos
artículos y diferentes temas.
¿Podría destacar trabajos de investigación,
tesis doctorales, etc. realizadas gracias al material por usted recogido?
El archivo está muy extendido por todo el mundo, y me viene mucha
gente a preparar sus trabajo de doctorado. Yo les ayudo en todo lo que puedo,
por que sé lo que hay aquí. Hay veces en las que, bajo el
pretexto de que tienen que hacer una tesis doctoral, han venido sólo
para poder ver todos los documentos que hay dentro. Yo les suelo decir que
lo hacen en vano, porque aquí se ha de venir con un tema determinado,
con un director que vaya a dirigir el trabajo de investigación. Nuestra
biblioteca es muy especial y para gente de un determinado nivel. Además,
la historia de aquí es muy reciente, y no se puede dejar el material
en manos de cualquiera, porque aparecen muchos nombres. Hemos decidido abrir
el archivo por tener colecciones de gran valor, pero sólo yo doy
permiso para verlos.
Se han hecho alrededor de veinte doctorados con información proveniente
de aquí. Algunos se han basado en nuestros documentos, a otros les
ha servido de complemento. Han venido más que nada historiadores
para realizar su trabajo de investigación, pero también hemos
tenido muchos investigadores de filología. Y es que tenemos prensa
de principios de siglo: el diario Euzkadi, el semanario Correo
Vasco... Nos ha venido un montón de gente desde el extranjero:
una chica canadiense va a presentar ahora su tesis en la Universidad de
Londres. Se preguntaba si España era democrática o no; tantas
manifestaciones, atentados, etc. le llamaron su atención, y ha pasado
tres años conmigo, preparando su trabajo de investigación
llamado La mujer política vasca en la Transición. Este
verano, otra chica de Dublín ha estado preparando un doctorado sobre
la similitud entre el País Vasco y Cataluña. Un chico de Berlín
comenzó en enero con su estudio sobre las muertes violentas en el
País Vasco. Es un trabajo muy interesante desde el punto de vista
de la antropología social. Un profesor de la Facultad de Bellas Artes
de Bilbao ha hecho su doctorado durante dos años basándose
en nuestros documentos gráficos.
¿Qué importancia tiene la informatización
en la organización del archivo?
A pesar de carecer de tiempo, tengo los casi 3.000 periódicos que
hay en el archivo -teniendo en cuenta que un periódico puede llegar
a tener un par de hojas- metidos en el ordenador, y el material restante
lo tengo clasificado por temas. Todavía tengo el trabajo documentalista
por terminar, pero estamos a punto de comenzar a informatizar todo el material.
Hace poco el Gobierno Vasco ha dado permiso para empezar a informatizar
el archivo este mes. Aún está por hacer la bibliografía
de muchos temas. En mi opinión, el proceso de informatización
es necesario para un archivo. Cuando los investigadores han acudido a mí
en busca de algún dato, a veces resulta muy difícil dar con
él. Aun sabiendo que está guardado en alguna caja, es muy
difícil saber en qué hoja se encuentra.
¿Recibe algún tipo de ayuda por parte de instituciones
públicas o entidades culturales para llevar a cabo su trabajo?
Tenemos ayuda personal y también del Gobierno Vasco. Muchos nos han
preguntado por qué no pedimos alguna subvención, pero los
de la consejería de cultura saben de sobra cuáles son nuestras
necesidades; y, lo que ha hecho, lo ha hecho no para mí, sino para
facilitar el trabajo de los investigadores que acuden aquí. El Gobierno
Vasco informatizó hace dos años toda nuestra biblioteca vasca,
es decir, los libros desde el siglo XVI al XIX.
¿Qué relaciones tiene con otras entidades que guardan
materiales similares a los suyos (colaboraciones, intercambios, etc.)?
Tengo contactos con otras entidades que tratan este tema en el País
Vasco: el Instituto Labayru de Derio y la Fundación Sancho el Sabio
de Vitoria-Gasteiz. Yo empecé antes que éstos, y ahora es
muy difícil conseguir ese material realizado en la clandestinidad.
Se pueden microfilmar los documentos, pero la verdad es que no es lo mismo.
A pesar de todo, estamos cooperando y nuestra colaboración es muy
enriquecedora.
¿Cuál es, en la Sociedad de la Información,
el papel del archivero?
Esa pregunta no la debería responder yo, sino los demás. Lo
único que sé es que soy un autodidacta. A pesar de haber ido
a estudiar a Barcelona, los libros se me han metido como una droga. Tuve
relación con José Miguel de Barandiarán, quien en una
ocasión en que vino a visitar mi biblioteca me comentó: "No
sabes el trabajo que estás realizando. Algún día alguien
te agradecerá por ello y has de saber que si hubieras estado trabajando
con algún otro, ahora no tendrías esta colección".
Me alegra profundamente contemplar este silencioso trabajo que he llevado
a cabo día y noche, porque tengo material que no se puede encontrar
en ningún otro sitio. Pero cuando sé que aquí tengo
documentos que la gente me pide, me alegro mucho. En momentos así
me doy cuenta de que este trabajo tiene un auténtico valor. Además,
tengo la intención de seguir con esta tarea. |