La educación de los niños y jóvenes
siempre ha estado vinculada a la familia, pero es a partir del siglo XVI
(y sobre todo, desde el XIX) cuando la enseñanza institucionalizada
empieza a extenderse en el País Vasco.
En un principio, la sabiduría de la sociedad
tradicional se transmitía oralmente, tanto en familia, en la iglesia
como a través del grupo popular. Era una sabiduría muy estática,
basada principalmente en las experiencias de la vida: cómo comportarse
ante el grupo, cómo trabajar, mitos y leyendas populares, ritos religiosos...
Todo esto lo transmitía una "autoridad" en euskara.
El espacio de esta educación no formal
era el mundo de la vida cotidiana. Los conocimientos adquiridos eran las
costumbres, comportamientos, creencias, valores y técnicas de trabajo
que aquellos niños debían conocer. Las personas mayores actuaban
como guías, mientras que los niños repetían el modelo
social tradicional.
Dado que en aquella época predominaba
el modelo de familia amplia, los niños recibían una socialización
muy rica, porque encontraban diversos guías de diferentes conocimientos.
La educación formal, en sus comienzos,
se impartía o bien en castellano o bien en francés, y se impartía
únicamente a la élite. En las escuelas municipales se limitaban
a enseñar a leer, a escribir y aritmética básica (a
las niñas, sin embargo, sólo se les enseñaba a leer).
Continuar con los estudios era posible tan sólo para la gente pudiente:
las escuelas de Latinidad o Gramática se situaban en las villas más
importantes que generalmente eran regentadas por órdenes religiosas;
la nobleza y la alta burguesía solía contar con tutores particulares.
Eran muy pocos quienes cursaban estudios superiores (ya fueran universitarios,
religiosos, o técnicos).
En el siglo XIX, al obligarse la escolarización
y extenderse a todo el territorio, la situación de la educación
sufrió profundos cambios. A partir de dicho siglo comenzaron a ponerse
en marcha los sistemas nacionales de educación, garantizando a los
niños una escolarización obligatoria y gratuita. Se construyó
para tal fin una red de escuelas, se organizó un grupo permanente
y profesional de profesores e inspectores, y una parte del presupuesto estatal
se destinó a la educación pública.
En las escuelas de primaria se enseñaba
a leer, a escribir, a contar y los valores sociales. Los niños estaban
agrupados en aulas, delante del profesor, y reunían la información
que necesitaban de los libros. Los profesores eran los transmisores de esa
información, mientras que los niños eran los receptores pasivos.
Quien deseara continuar con los estudios tenía que respetar la jerarquía
de la educación, pero el acceso fue facilitándose para la
gente no perteneciente a la élite. Y es precisamente éste
el modelo que rige actualmente en la enseñanza.
Durante muchos años la finalidad de las
escuelas ha consistido en alfabetizar la población, y ésta
es la idea que se ha plasmado en las leyes y planes aprobados desde entonces:
los planes provinciales del siglo XIX; la Ley de Instrucción Primaria
(1945) y la Ley General de Educación (1970) de la época franquista
Pero, hoy día, los expertos apuestan por una educación crítica;
por eso se dictó en 1990 la llamada LOGSE.
Iurdana Akasuso es socióloga |