La normalización del euskara en la empresa
* Original en euskera
Joxe Ramon Elortza

Son varios años los que llevamos contemplando gozosos a un despertar en el mundo de la empresa con ocasión de una progresiva mejora en el grado de utilización del euskera dentro de la misma. Parejo a un mayor conocimiento de otras lenguas como consecuencia de la apertura de nuestros mercados a otros países y otras culturas, surge entre nosotros un movimiento a favor del uso del euskera en busca de su normalización. También el euskera es hoy día lengua de comunicación en el ámbito empresarial, referida tanto a las relaciones internas como externas.

Los comienzos

Partiendo de una metodología que ELHUYAR elaboró para HPIN de la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco, las empresas entraron en los llamados "planes para una mayor utilización del euskara" sin poder evaluar lo que podría suponer avanzar en un plan cuyo objetivo consistía en lograr una cada día mayor presencia de nuestro idioma en nuestras relaciones orales y escritas, tanto dentro de la empresa como en la comunicación con otras entidades: resultaba difícil conocer las cuestiones a las que el plan elaborado tendría que hacer frente en su desarrollo. Pero si algo fue característico en bastantes de estos planes fue que entraron en la empresa por la puerta pequeña: los planes comenzaron como una actividad social secundaria. Pensamos en aquel entonces que pudiera tratarse de una iniciativa más de ciertos grupos amantes del euskera, iniciativa que merecía nuestro apoyo y a la que deseábamos el mejor de los éxitos. ¡Ojalá consigan algo… ellos! Los contemplamos con curiosidad, desde la barrera. Esto ocurría cuando los planes necesitaban el apoyo de todos, a las puertas de darnos cuenta de que el proyecto que se ponía en marcha podría tener una trascendencia superior a la que imaginábamos.
En la mayoría de los casos los planes no fueron promovidos o animados por los equipos directivos, asistiendo éstos a su puesta en marcha sin demasiado convencimiento. De todas formas, hay que reconocer la existencia de algunas empresas en las que el compromiso de los equipos directivos fue real desde el principio, pero son las menos.

Y el comienzo supuso, como era natural, una reflexión para una parte del colectivo de cada empresa sobre la incoherencia en la que vivíamos. ¿Por qué decíamos que el euskera era nuestra querida lengua, si luego, pudiéndolo, no lo utilizábamos? ¿Para cuándo el necesario paso adelante? Y así, a través de los llamados "círculos de comunicación" o "erabilera-taldeak" se fueron consiguiendo cotas de utilización progresivamente mejores. Estos comienzos supusieron todo un boom en las empresas que pusieron en marcha los planes, algo así como el bullicio que el lanzamiento del cohete provoca en el comienzo de las fiestas de un barrio. Toda la ilusión se ponía en marcha. Esa alegría era diferente en unos y otros: mientras los vascoparlantes tendrían que cambiar su hábito de utilizar el castellano en sus relaciones en la empresa para hacerlo en euskera, los castellanoparlantes deberían esforzarse en el aprendizaje sin poder ver el fruto de unas mayores cotas reales de utilización durante un tiempo, en un proceso lento que les podría llevar al desánimo.

Dificultades en el desarrollo

Los planes en las empresas tienen un desarrollo dispar, es decir, no podemos esperar una evolución igual en los experimentados en dos departamentos similares de una misma empresa, y mucho menos si la realidad sociolingüística de ambos difiere: los hábitos, las actitudes, el grado de la comunicación interna y otros factores de índole varia no serán homogéneos y provocarán ese efecto en los planes.

Al comienzo, como se citaba anteriormente, se progresa rápidamente. Surgen algunas dificultades, como el que algunos "euskaldun zaharras" (vascoparlante cuya lengua materna es el euskera) no se vean capacitados o animados para escribir en euskera. Se necesita organizar cursos de alfabetización, si bien para muchos no es otra cosa que "cursos para superar este temor". Y se progresa. Da la impresión de que con la asistencia y ayuda del técnico de euskera va a resultar suficiente y así es.

Sin embargo, a medida que el plan avanza aparecen otros problemas que en este pequeño trabajo no podemos más que citar. A medida que el uso hablado y escrito aumenta, y se toman diferentes iniciativas, o se discute sobre posibles iniciativas a poner en marcha, se debe cuidar, y mucho, la comunicación. Comunicación entre los participantes en el Plan y los que no toman parte, entre euskaldunes (persona que habla euskera) y castellanoparlantes, comunicación a todo el colectivo para avanzar unidos, para aunar esfuerzos, para contrastar y sopesar velocidades en los cambios previstos. Comunicación para escuchar al otro, no sólo a uno mismo. Para ir trazando un camino en común. Y en este trabajo a emprender se necesita mucha mano izquierda y comprensión. Ver la incidencia del Plan en el desarrollo profesional de todas las personas de la organización en el tiempo y prever pasos y soluciones. Hablar. Dialogar. Despolitizar la cuestión mediante el diálogo.

Conviene tener presente en todo momento al colectivo castellanoparlante y en especial a los que han apostado por aprender euskera y ser partícipes del plan. Se han de diseñar actividades para una progresiva inmersión en el uso de la lengua en permanente contacto con los vascoparlantes y recibiendo la ayuda de éstos. Para ello, la relación del técnico con el profesor o profesores es clave.

Ambos cargos deben constituir un equipo perfecto con el coordinador del Plan, responsable nombrado por la Dirección de la empresa para llevar adelante el mismo. Cuanto más arriba se encuentre este coordinador en el organigrama de la empresa, tanto mejor para que los directivos puedan vivir de cerca el propio Plan.

Los objetivos deben ser incluidos en el Plan de Gestión general de la empresa. De la misma forma que los planes de calidad o prevención constituyen hoy día temas de preocupación que deben ser gestionados en nuestras empresas, también los planes de euskera deben tener la misma consideración allí donde no gocen de ella. Con ello se consigue que la propia Dirección viva de cerca el desarrollo del Plan identificándose cada día con el mismo. De no hacerlo así, y esto ocurre en muchas de las experiencias en marcha, no puede esperarse a largo plazo éxito ninguno.

Cuanto más se avanza se plantea la necesidad de regular la utilización del idioma, tanto oral como escrita, en los órganos, reuniones, asambleas, actas, actos formativos. ¿Constituye o no una necesidad empresarial el conocimiento del euskera por parte de alguna parte del colectivo? ¿Qué exigencias pueden señalarse sobre tal conocimiento a los que ostentan cargos o a los que prestan diferentes servicios? Otra tarea a acometer es cómo valorar el conocimiento del euskera en las contrataciones de nuevo personal o en la promoción a ciertos puestos. En este proceso de regulación o normativización se pueden provocar roces en la comunidad laboral que hay que saber evitar con un tacto y actuación cuidadosos. Toda una labor con personas para conseguir una comunidad cohesionada, labor que queda muchas de las veces tan solo en manos de los técnicos de euskara, cuando en realidad se trata de una labor propia de la empresa.

Mirando al futuro

Los diferentes planes en marcha son aún muy jóvenes y necesitados de ayuda. Me recuerdan al movimiento de ikastolas (escuela en lengua vasca con una organización especial) de los años 60. Todos los esfuerzos, sacrificios y colaboraciones fueron necesarios para poder salir adelante en aquella situación. Y en el caso que nos ocupa se ha de hacer lo mismo. Es mucho lo que nos jugamos. Propongo algunos pasos que habrían de darse en un futuro cercano, antes de que más de un plan muera por falta de ilusión, por un estancamiento en su desarrollo o por otra causa:

  1. El contraste entre técnicos de diferentes empresas dedicadas a la dirección técnica de planes es necesario a todas luces para un enriquecimiento de los mismos. Deben abandonarse intereses de empresas y primar los generales del País.
  2. Se debe propiciar una mayor relación entre los coordinadores de los planes para el análisis de los obstáculos que se presentan en el desarrollo y para la búsqueda de soluciones. En este sentido, el trabajo que la institución EUSKALAN realiza en el Alto Deba, sin apenas medios, está necesitado del apoyo y empuje por parte de la misma Administración a través de la Consejería de Cultura.
  3. Las centrales sindicales y las organizaciones empresariales deben implicarse realmente y no sólo de palabra en el impulso y cobertura de los planes. Las grandes organizaciones empresariales deben marcar unas directrices claras, crear departamentos de apoyo a las empresas que se animaren por la labor. En este sentido el Gobierno Vasco debería llevar la iniciativa convocando a tales organizaciones.
  4. Al igual que las ikastolas se unieron en una federación, resulta ya una necesidad que las empresas implicadas en planes de normalización del euskera intercambien sus experiencias en una asociación o federación, dotándose ésta de una pequeña infraestructura. Para que ello sea posible, previamente habremos de asistir a la asunción total de los planes por parte de las directivas empresariales, dando a los mismos la importancia que merecen.
  5. La Consejería de Cultura debe equiparse de un plantel de técnicos que ayuden a la coordinación de técnicos, de coordinadores, de empresas en definitiva. Reuniones, seminarios, cursos, intercambios, foros abiertos... constituyen ya temas urgentes.

Nos encontramos en la rampa de salida de una carrera larga, de un maratón auténtico. Estimo que el trabajo a acometer en cualquier empresa, aún contando con un alto porcentaje de euskaldunes, nos puede llevar toda una generación. El camino no será fácil pero no por ello deja de ser una tarea ilusionante. Depende de nosotros.


Joxe Ramon Elortza, coordinador del plan de euskera de Ikerlan
Fotografías extraidas de: http://www.fagorarrasate.com y http://www.gaztenet.com/usoa


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