Son
varios años los que llevamos contemplando gozosos a un despertar
en el mundo de la empresa con ocasión de una progresiva mejora
en el grado de utilización del euskera dentro de la misma.
Parejo a un mayor conocimiento de otras lenguas como consecuencia
de la apertura de nuestros mercados a otros países y otras
culturas, surge entre nosotros un movimiento a favor del uso del
euskera en busca de su normalización. También el euskera
es hoy día lengua de comunicación en el ámbito
empresarial, referida tanto a las relaciones internas como externas.
Los comienzos
Partiendo de una metodología que ELHUYAR elaboró
para HPIN de la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco,
las empresas entraron en los llamados "planes para una mayor
utilización del euskara" sin poder evaluar lo que podría
suponer avanzar en un plan cuyo objetivo consistía en lograr
una cada día mayor presencia de nuestro idioma en nuestras
relaciones orales y escritas, tanto dentro de la empresa como en
la comunicación con otras entidades: resultaba difícil
conocer las cuestiones a las que el plan elaborado tendría
que hacer frente en su desarrollo. Pero si algo fue característico
en bastantes de estos planes fue que entraron en la empresa por
la puerta pequeña: los planes comenzaron como una actividad
social secundaria. Pensamos en aquel entonces que pudiera tratarse
de una iniciativa más de ciertos grupos amantes del euskera,
iniciativa que merecía nuestro apoyo y a la que deseábamos
el mejor de los éxitos. ¡Ojalá consigan algo
ellos! Los contemplamos con curiosidad, desde la barrera. Esto
ocurría cuando los planes necesitaban el apoyo de todos,
a las puertas de darnos cuenta de que el proyecto que se ponía
en marcha podría tener una trascendencia superior a la que
imaginábamos.
En la mayoría de los casos los planes no fueron promovidos
o animados por los equipos directivos, asistiendo éstos a
su puesta en marcha sin demasiado convencimiento. De todas formas,
hay que reconocer la existencia de algunas empresas en las que el
compromiso de los equipos directivos fue real desde el principio,
pero son las menos. Y el comienzo supuso, como era natural, una reflexión para
una parte del colectivo de cada empresa sobre la incoherencia en
la que vivíamos. ¿Por qué decíamos que
el euskera era nuestra querida lengua, si luego, pudiéndolo,
no lo utilizábamos? ¿Para cuándo el necesario
paso adelante? Y así, a través de los llamados "círculos
de comunicación" o "erabilera-taldeak" se
fueron consiguiendo cotas de utilización progresivamente
mejores. Estos comienzos supusieron todo un boom en las empresas
que pusieron en marcha los planes, algo así como el bullicio
que el lanzamiento del cohete provoca en el comienzo de las fiestas
de un barrio. Toda la ilusión se ponía en marcha.
Esa alegría era diferente en unos y otros: mientras los vascoparlantes
tendrían que cambiar su hábito de utilizar el castellano
en sus relaciones en la empresa para hacerlo en euskera, los castellanoparlantes
deberían esforzarse en el aprendizaje sin poder ver el fruto
de unas mayores cotas reales de utilización durante un tiempo,
en un proceso lento que les podría llevar al desánimo.
Dificultades en el desarrollo
Los planes en las empresas tienen un desarrollo dispar, es decir,
no podemos esperar una evolución igual en los experimentados
en dos departamentos similares de una misma empresa, y mucho menos
si la realidad sociolingüística de ambos difiere: los
hábitos, las actitudes, el grado de la comunicación
interna y otros factores de índole varia no serán
homogéneos y provocarán ese efecto en los planes.
Al comienzo, como se citaba anteriormente, se progresa rápidamente.
Surgen algunas dificultades, como el que algunos "euskaldun
zaharras" (vascoparlante cuya lengua materna es el euskera)
no se vean capacitados o animados para escribir en euskera. Se necesita
organizar cursos de alfabetización, si bien para muchos no
es otra cosa que "cursos para superar este temor". Y se
progresa. Da la impresión de que con la asistencia y ayuda
del técnico de euskera va a resultar suficiente y así
es.
Sin embargo, a medida que el plan avanza aparecen otros problemas
que en este pequeño trabajo no podemos más que citar.
A medida que el uso hablado y escrito aumenta, y se toman diferentes
iniciativas, o se discute sobre posibles iniciativas a poner en
marcha, se debe cuidar, y mucho, la comunicación. Comunicación
entre los participantes en el Plan y los que no toman parte, entre
euskaldunes (persona que habla euskera) y castellanoparlantes, comunicación
a todo el colectivo para avanzar unidos, para aunar esfuerzos, para
contrastar y sopesar velocidades en los cambios previstos. Comunicación
para escuchar al otro, no sólo a uno mismo. Para ir trazando
un camino en común. Y en este trabajo a emprender se necesita
mucha mano izquierda y comprensión. Ver la incidencia del
Plan en el desarrollo profesional de todas las personas de la organización
en el tiempo y prever pasos y soluciones. Hablar. Dialogar. Despolitizar
la cuestión mediante el diálogo.
Conviene tener presente en todo momento al colectivo castellanoparlante
y en especial a los que han apostado por aprender euskera y ser
partícipes del plan. Se han de diseñar actividades
para una progresiva inmersión en el uso de la lengua en permanente
contacto con los vascoparlantes y recibiendo la ayuda de éstos.
Para ello, la relación del técnico con el profesor
o profesores es clave.
Ambos cargos deben constituir un equipo perfecto con el coordinador
del Plan, responsable nombrado por la Dirección de la empresa
para llevar adelante el mismo. Cuanto más arriba se encuentre
este coordinador en el organigrama de la empresa, tanto mejor para
que los directivos puedan vivir de cerca el propio Plan.
Los
objetivos deben ser incluidos en el Plan de Gestión general
de la empresa. De la misma forma que los planes de calidad o prevención
constituyen hoy día temas de preocupación que deben
ser gestionados en nuestras empresas, también los planes
de euskera deben tener la misma consideración allí
donde no gocen de ella. Con ello se consigue que la propia Dirección
viva de cerca el desarrollo del Plan identificándose cada
día con el mismo. De no hacerlo así, y esto ocurre
en muchas de las experiencias en marcha, no puede esperarse a largo
plazo éxito ninguno.
Cuanto más se avanza se plantea la necesidad de regular la
utilización del idioma, tanto oral como escrita, en los órganos,
reuniones, asambleas, actas, actos formativos. ¿Constituye
o no una necesidad empresarial el conocimiento del euskera por parte
de alguna parte del colectivo? ¿Qué exigencias pueden
señalarse sobre tal conocimiento a los que ostentan cargos
o a los que prestan diferentes servicios? Otra tarea a acometer
es cómo valorar el conocimiento del euskera en las contrataciones
de nuevo personal o en la promoción a ciertos puestos. En
este proceso de regulación o normativización se pueden
provocar roces en la comunidad laboral que hay que saber evitar
con un tacto y actuación cuidadosos. Toda una labor con personas
para conseguir una comunidad cohesionada, labor que queda muchas
de las veces tan solo en manos de los técnicos de euskara,
cuando en realidad se trata de una labor propia de la empresa.
Mirando al futuro
Los diferentes planes en marcha son aún muy jóvenes
y necesitados de ayuda. Me recuerdan al movimiento de ikastolas
(escuela en lengua vasca con una organización especial) de
los años 60. Todos los esfuerzos, sacrificios y colaboraciones
fueron necesarios para poder salir adelante en aquella situación.
Y en el caso que nos ocupa se ha de hacer lo mismo. Es mucho lo
que nos jugamos. Propongo algunos pasos que habrían de darse
en un futuro cercano, antes de que más de un plan muera por
falta de ilusión, por un estancamiento en su desarrollo o
por otra causa:
- El contraste entre técnicos de diferentes empresas dedicadas
a la dirección técnica de planes es necesario a todas
luces para un enriquecimiento de los mismos. Deben abandonarse intereses
de empresas y primar los generales del País.
- Se debe propiciar una mayor relación entre los coordinadores
de los planes para el análisis de los obstáculos que
se presentan en el desarrollo y para la búsqueda de soluciones.
En este sentido, el trabajo que la institución EUSKALAN realiza
en el Alto Deba, sin apenas medios, está necesitado del apoyo
y empuje por parte de la misma Administración a través
de la Consejería de Cultura.
- Las centrales sindicales y las organizaciones empresariales deben
implicarse realmente y no sólo de palabra en el impulso y
cobertura de los planes. Las grandes organizaciones empresariales
deben marcar unas directrices claras, crear departamentos de apoyo
a las empresas que se animaren por la labor. En este sentido el
Gobierno Vasco debería llevar la iniciativa convocando a
tales organizaciones.
- Al igual que las ikastolas se unieron en una federación,
resulta ya una necesidad que las empresas implicadas en planes de
normalización del euskera intercambien sus experiencias en
una asociación o federación, dotándose ésta
de una pequeña infraestructura. Para que ello sea posible,
previamente habremos de asistir a la asunción total de los
planes por parte de las directivas empresariales, dando a los mismos
la importancia que merecen.
- La Consejería de Cultura debe equiparse de un plantel
de técnicos que ayuden a la coordinación de técnicos,
de coordinadores, de empresas en definitiva. Reuniones, seminarios,
cursos, intercambios, foros abiertos... constituyen ya temas urgentes.
Nos encontramos en la rampa de salida de una carrera larga, de un
maratón auténtico. Estimo que el trabajo a acometer
en cualquier empresa, aún contando con un alto porcentaje
de euskaldunes, nos puede llevar toda una generación. El
camino no será fácil pero no por ello deja de ser
una tarea ilusionante. Depende de nosotros.
Joxe Ramon Elortza, coordinador
del plan de euskera de Ikerlan Fotografías
extraidas de: http://www.fagorarrasate.com y http://www.gaztenet.com/usoa |