| Espionaje 
              y Guerra Civil en la frontera del Bidasoa (1936-1939) | 
| Pedro 
 Barruso Barés | 
La 
 extensión del conflicto español de 1936 fuera de nuestras 
 fronteras es algo que ha ocupado numerosas páginas en la 
 historiografía dedicada al conflicto y que, todavía 
 hoy, sigue siendo objeto de estudio. Buena prueba de ello son los 
 libros recientemente publicados, entre los que destaca el del profesor 
 Aceña, analizando la ayuda tanto alemana como soviética 
 a los contendientes de la Guerra Civil. Sin embargo hay una parte 
 de la Guerra, y más concretamente de su vertiente exterior, 
 que nos es más  desconocida. 
 Nos referimos a las cuestiones relacionadas con la actividad de 
 los servicios secretos de los contendientes. Este es un tema que 
 he tratado ampliamente en mi estudio El Frente Silencioso 
 (Alegía, 2001) y en diversos artículos publicados 
 en revistas científicas. Sin embargo la propia naturaleza 
 de los hechos estudiados (actividades clandestinas) y de los protagonistas 
 de los mismos (agentes encubiertos) hace que el tema sea susceptible 
 de análisis y revisión a la luz de nuevas fuentes 
 que vayan siendo puestas a disposición de los investigadores. 
 Me refiero, fundamentalmente, a los archivos de los servicios secretos 
 franceses e italianos en primer lugar, aunque tampoco debemos descartar 
 que en los archivos alemanes y de la antigua Unión Soviética 
 puedan aparecer sorpresas, si bien el acceso a esta documentación 
 se presenta como más complicado. Por tanto, en estas líneas, 
 me voy a exponer las líneas maestras de los temas tratados 
 en mi estudio sobre el espionaje durante la Guerra Civil en la frontera 
 del Bidasoa y unas reflexiones sobre la actividad de los mismos 
 a lo largo de conflicto. Los servicios franquistasCronológicamente los primeros 
 en aparecer en la costa vasco francesa fueron los agentes franquistas. 
 Estos contaban con la colaboración de carlistas y monárquicos 
 exiliados que residían, desde 1931, en localidades como San 
 Juan de Luz o Biarritz desde las cuales conspiraban abiertamente 
 contra la República. Fruto de esta actividad fue que a los 
 pocos días de dar comienzo la guerra ya funcionada un servicio 
 de información en la villa "Nacho Enea" de San Juan de Luz. 
 Esta, inicialmente dirigida por elementos carlistas, pronto entró 
 en contacto con monárquicos y miembros de la "Lliga" de Fransec 
 Cambó, quien aportó gran parte del capital necesario 
 para poner en marcha los servicios de información de los 
 sublevados y a los que se unieron diplomáticos, como el ex 
 embajador de España en Francia –Quiñones de León- 
 o el consejero de la Embajada en Estados Unidos Luis Martínez 
 de Irujo. Por su parte los militares, a instancias del general Mola, 
 establecieron contacto con los anteriores y completaron la organización 
 de espionaje que fue dirigida, desde la Comandancia de Irún, 
 por el comandante Julián Troncoso.
 	Los servicios secretos 
 de los rebeldes centraron su actuación en varios frentes. 
 El primero de ellos fue interceptar el tráfico marítimo 
  entre 
 los puertos vascos y el Sudoeste de Francia. Fruto de esta actuación 
 fue el apresamiento de buques como el "Galerna", en el que viajaba 
 el sacerdote nacionalista "Aitzol" que fue fusilado en Hernani en 
 octubre de 1936 al igual que ocurrió con la mayor parte del 
 pasaje del citado barco. Un segundo objetivo fue el apoderarse, 
 o sabotear, el mayor número de barcos al servicio de la República. 
 Como consecuencia del fallido asalto a uno de ellos, el submarino 
 C2 en el puerto de Brest, Troncoso fue destituido y reorganizado 
 en servicio secreto al servicio de los Franquistas. Los servicios secretos 
 republicanosPor su parte los republicanos se vieron 
 sorprendidos por el comienzo de la Guerra Civil y obligados a improvisar 
 un servicio de inteligencia que contrarrestase las actividades de 
 los franquistas. A diferencia de éstos, que optaron por un 
 servicio centralizado y dotado de una cadena de mando jerarquizada, 
 los defensores de la legalidad republicana crearon una serie de 
 redes de agentes en las que toman parte personas de la más 
 diversas procedencia. La primera de ellas será la que dirigió 
 el pintor Luis Quintanilla, amigo personal de Luis Araquistain, 
 y que es quien le encargó que se hiciera cargo de los servicios 
 secretos en el sur de Francia. Sin embargo la detención de 
 una agente de la red, y las diferencias entre los integrantes de 
 la misma, hacen que Quintanilla abandone y se exilie en Estados 
 Unidos. Sin embargo la labor llevada a cabo por Quintanilla propició 
 el mayor éxito de los servicios republicanos, al conseguir 
 el desmantelamiento de "La Grande Frégate", sede del espionaje 
 franquista en Biarritz. Sin embargo la escasa implicación 
 de las autoridades francesas –y la filtración a la prensa 
 del plan contra los agentes enemigos- limitó el éxito 
 de la operación.
 	La reordenación 
 de los servicios secretos republicanos, al frente de los cuales 
 se sitúo el recientemente fallecido Anselmo Carretero, coincidió 
 con la creación del Servicio Especial del Consulado de Hendaya 
 dirigido por el irunés Anastasio Blanco. Este, en realidad 
 agente encubierto del SIM de Prieto, logró reorganizar el 
 servicio secreto republicano en el sudoeste a la vez que logró, 
 en gran parte, neutralizar las actuaciones de los comandos de la 
 Comandancia de Irún. Sin embargo, al igual que ocurrió 
 en el caso de anterior, las diferencias internas de los republicanos 
 limitaron en gran parte las posibilidades del Servicio Especial. La guerra secreta 
 en el Sudoeste: un balanceEl balance que se puede ofrecer de la 
 actividad de los servicios secretos en el Sudoeste es, como se puede 
 suponer, desigual. A la mayor organización y preparación 
 de los sublevados respondieron los republicanos con entusiasmo y 
 un gran despliegue de personas, pero, el resultado no fue el mismo. 
 Mientras los esfuerzos de los sublevados se centraban en el control 
 de la frontera y del tráfico marítimo entre el norte 
 republicano y los puertos franceses –algo que lograron- los republicanos 
 se deben limitar a tratar de organizar actuaciones encaminadas a 
 desarticular las redes de agentes franquistas que operaban en Francia. 
 La escasez de medios y las vacilaciones a la hora de llevar a cabo 
 acciones determinantes, muchas veces frenadas por las autoridades 
 francesas, impide que los republicanos lograran más éxitos.
 	La actitud de Francia 
 debe ser considerada de manera más detallada. El miedo a 
 un posible golpe de corte comunista provoca en el país vecino 
 una proliferación de organizaciones ultraderechistas como 
 los "Croix de Feu", que colaboraron activamente con los sublevados. 
 Las autoridades francesas, a su vez, tampoco ven con buenos ojos 
 la actividad de los agentes republicanos, por lo que optan por infiltrar 
 las redes establecidas en Francia por los defensores de la República. 
 Sin embargo, el principal interés de los servicios secretos 
 franceses era el control de los agentes alemanes e italianos que 
 actuaban en Francia. Los primeros, con una sólida organización, 
 colaboran abiertamente con los agentes franquistas pero su actuación 
 se limita a la colaboración y el apoyo técnico. Por 
 el contrario los agentes italianos de la OVRA se muestran más 
 audaces y colaboran – o cometen ellos mismos- varios atentados en 
 suelo francés. Los italianos centran su atención preferentemente 
 en la frontera oriental, pero su implicación resulta decisiva 
 a la hora del cambio de actitud de los agentes franquistas. Éstos 
 pasan a llevar a cabo acciones más audaces (bomba en el tren 
 de Hendaya, sabotajes a barcos mercantes que se dirigían 
 a la España republicana...) dentro de un plan italiano de 
 desestabilización de la República Francesa. 	Los republicanos, 
 por su parte, no son capaces de superar sus diferencias internas. 
 Pese a que la creación del Servicio de Información 
 Diplomática (SIDE) de Carretero y del Servicio Especial da 
 un balón de oxígeno a éstos, cuando se descubre 
 que Blanco es un agente del SIM todo el espionaje en el Sudoeste 
 se derrumba. Las filtraciones de antiguos integrantes de la red 
 de Quintanilla ponen al descubierto a toda la organización 
 de Blanco que es prácticamente desmantelada. Los postreros 
 esfuerzos, en la recta final de la contienda, para reorganizar los 
 servicios de información desde los consulados que permanecen 
 en manos de los republicanos se saldan con un fracaso y con el fin 
 de la actuación de los agentes al servicio de la República 
 en la frontera del Bidasoa. Pedro Barruso Barés, Delegación 
 Provincial de Educación. (Guadalajara)
 pbarruso@retemail.es
 Fotografías: (Aitzol) 
 http://www.argia.com/mendea/pertso/36aitzol.htm
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