Han
pasado ya varios días desde que el Festival del 2000 ha
cerrado sus puertas dejando tras de sí una inmensa cantidad
de imágenes y sonidos que permanecerán en la memoria
intelectual, sensorial y emotiva de los afortunados espectadores
que lo hemos seguido de cerca.
Me invade una sensación
de extrañeza al comprobar que un sector de la crítica
ha calificado la edición de este año como un año
más bien flojo. Argumentan esta impresión haciendo
mención a la falta de glamour, producido por la ausencia
de figuras del 7º arte y por una selección de películas
de un nivel sensiblemente inferior a las ediciones anteriores.
Discrepo totalmente
de la opinión expresada por dichos colegas. Es cierto que
las estrellas han desertado, por extrañas razones –aunque
todos intuimos que la actual situación política,
vista y amplificada desde la lejanía, tiene algo que ver
en ello– pero la calidad y sobre todo la originalidad de las cintas
proyectadas me hace considerar que este Festival ha sido uno de
los mejores de los últimos años.
Después
de tantos y tantos años metido en el mundo del cine, no
sólo en la labor de crítico de películas
sino también en la praxis del mismo, busco en el Festival
algo diferente, que vaya unos metros más allá de
lo habitual: una mirada fresca hacia los contenidos; una nueva
manera de contar; un acercamiento valiente tanto hacia la más
desnuda realidad como havia la más desenfrenada fantasía.
Rara es la vez a lo largo del año, que podemos degustar
productos que se escapen de una manera standard de narrar, que
aborden temas originales, o que, asumiendo temas clásicos,
lo hagan con mirada nueva y fresca.
Las razones de esta
uniformidad radican en el conformismo imperante en nuestra actividad
cinematográfica totalmente sometida por imperativos económicos
y culturales a la manera uniforme de contar historias -una y otra
vez las mismas y narradas de la misma manera- propias del gigante
americano .
El Festival de 2000
nos ha traído una cosecha insospechada en la que hemos
descubierto innovadoras corrientes y escuelas que están
haciendo emerger un cine joven, aunque, a veces, sean nombres
consagrados los que protagonicen y guíen dichas investigaciones.
Dirigido a públicos adultos, persiguen, por un lado, abordar
temas nuevos y hacerlo con una calidad de mirada totalmente renovada
y, por otro instaurar maneras de contar frescas y novedosas que
rompan los inmutables cánones que regían hasta la
fecha.
Cineastas rompedores
han existido siempre; maneras de contar vanguardistas también;
pero siempre clasificadas con ficticia aureola de prestigio en
la categoría de arte marginal destinado a minorías,
sin futuro real y con vocación únicamente testimonial.
Lo que sorprende en las nuevas corrientes es su vocación
de salir a la palestra, de ampliar su público buscando
nuevos medios de difusión evitando su confinamiento en
círculos intelectuales o elitistas.
Esta
pequeña -por el momento- revolución, de consecuencias
imprevisibles en un futuro no muy lejano tiene como inicio la
transformación que las nuevas tecnologías están
introduciendo imperiosamente en el mundo de la comunicación.
Me refiero al nacimiento de lo que el multipremiado Arturo Ripstein
ha bautizado como "Cine Digital". Denominación
equívoca que recubre la realidad de un producto filmado
en las nuevas tecnologías de Video Digital, tanto profesional
como doméstico, destinado tanto al consumo videográfico,
como televisivo, virtual e incluso cinematográfico previa
transformación (kinescopado) de la imagen magnética
u electrónica en imagen fotográfica, destinada a
su proyección en salas de exhibición convencionales.
Rodar con Video Digital,
inclusive doméstico, ha traído como consecuencia
un abaratamiento del producto que no sólo ha ampliado el
espectro de creadores que pueden acceder al mensaje audiovisual
sin el filtro de la selección por motivos económicos
de producción, sino que también ha posibilitado
que los temas abordados sean escogidos por razones de necesidad
creativa o informativa y no, como era antes, por las razones de
comercialidad y rentabilidad económica que imperaban en
el mercado audiovisual.
El "Cine Digital"
va a posibilitar el acceso de creadores independientes, radicales,
vetados, otrora por la industria más tradicional debido
a su espíritu inconformista o reivindicativo, asi como
el acceso a la producción y creación audiovisual
en los países pobres confinados hoy en día al silencio
o a compromisos de coproducción con los omnipresentes países
ricos.
Dejando de un lado
las razones económicas antes citadas conviene asimismo
destacar que las nuevas tecnologías están desarrollando
maneras de abordar la realidad y estilos formales impensables
hace unos años: Cámaras ligeras , que precisan de
nula o muy escasa iluminación; cámaras que permiten
rodajes sin límite de tiempo y que, por su propio tamaño
y ligereza, pueden ser rápidamente olvidadas por los actores,
introduciendo, de esta manera, estilos de interpretación
menos encorsetados que permiten de manera natural el acceso de
los no profesionales a la interpretación, etc..
La
ligereza del material permite, asimismo, además de los
encuadres convencionales, movimientos de cámara versátiles,
posicionamientos de la misma difíciles de conseguir con
otro material, escapándose de la tiranía del trípode
y erigiendo como unidad estilística el plano secuencia,
tan escaso y de difícil resolución en épocas
pasadas.
Estas ventajas de
tipo técnico, económico y estilístico han
acarreado un cambio sustancial en lo que se refiere a las temáticas
que se abordan: El cine de compromiso social, de acercamiento
a la realidad más inmediata, sin maquillajes ni compromisos
-a pesar de que nunca había desaparecido- que está
dando, gracias a estas técnicas, un paso de gigante del
que todos los que consideramos al 7º Arte como algo más
que una fábrica de sueños, nos vamos a beneficiar.
El Festival de 2000,
el último de la era Galán, nos ha dejado una hermosa
muestra de estas tendencias y posibilidades. El maestro Arturo
Ripstein acompañado de su mujer y guionista Paz
Alicia Garciadiego ha encontrado en el Video la manera más
adecuada para contar en largos planos secuencia sus narraciones
mejicanas, en las que la pasión y el humor nos hacen penetrar
en el alma de un pueblo singular. Tanto la premiada con la Concha
de Oro: "La perdición de los hombres"
como "Así es la vida" han sido lo mejor
de esta edición.
Premio especial del
Jurado: "Paria" de Nicolas Klotz, muestra,
para lo bueno y para lo malo, hasta dónde pueden llegar
las nuevas tecnologías marcando de manera diáfana
donde están los límites positivos y negativos de
las mismas. Nadie ha permanecido indiferente al agudo retrato,
sin concesiones, de la marginación en las calles de una
ciudad como París. Sin dejar de valorar la calidad del
acercamiento al problema, si podemos deplorar la falta de calidad
técnica del producto final. El rodaje ligero no debería
hacer dejación de los parámetros técnicos,
que deben cumplir siempre unos mínimos necesarios para
que el mensaje se transmita correctamente, aún admitiendo
que la relación entre fondo y forma a menudo son inseparables.

Jean-Pierre
Sinapi:Cartel promocional de "Nationale 7".
Rodada asimismo en
Video, "National 7" de Jean-Pierre Sinapi
y producida por la cadena de TV francesa "Arte.La Sept"
ha sido la gran revelación del Festival. Con una economía
de medios admirable, pero con un acercamiento ejemplar el filme
nos hace vibrar con el itinerario hacia la consecución
de un pequeño espacio de libertad de una comunidad de discapacitados
físicos. A la seriedad de la lucha se une el humor y las
ganas de vivir que, saliéndose de los tópicos al
uso, demuestra dicho colectivo. El resultado es una obra insólita
, deliciosa, llena al mismo tiempo de encanto y denuncia.
"To much
flesh" de Jean-Marc Barr y Pascal Arnold;
"La espalda del mundo" de Javier Corcuera
; "Times up" de Cecilia Barriga son otros
de los ejemplos , más o menos conseguidos, de esta tendencia,
y que demuestran que las nuevas tecnologías no son un movimiento
standard y uniforme sino que, a través de ellas, cada autor
transmite su personal universo creativo.
No es justo, sin
embargo, olvidar otras cintas que sin recurrir a la tecnología
citada, participan de unos planteamientos similares y que han
brillado con luz propia en esta Fiesta del Cine , la peruana "Tinta
roja" de Pancho Lombardi; "Tuto sangue"
de Roberto Winspeare; "Purely Belter"
de Mark Herman ; "El Bola" de Achero
Mañas o la gran revelación del certamen: "Amores
Perros" del mejicano Alejandro González Iñárritu.
Circulando por caminos
propios, el clasicismo de obras como "Vuelta a casa"
de Zhag Yimou o "Harrison’s Flowers" de
Elie Chouraki o "Infiel" de Liv Ullman
o la irrupción del debutante Antonio Aloy con "El
celo" nos han sorprendido gratamente.

Alejandro
González Iñárritu: Fotomontaje a partir de
fotogramas de "Amores Perros".
EL Festival de San
Sebastián, a pesar de estar a punto de cumplir el medio
siglo de vida, lejos de instalarse en el conformismo apuesta por
el descubrimiento de nuevas formas de ver el cine y la vida. La
rara cualidad que tiene su comité de selección es
el saber calibrar el pulso cinematográfico de la temporada,
acogiendo obras que se adelantan a su época. Tal vez no
sean las mejores del año , pero son, sin duda, las que
mejor revelan los signos de los tiempos, las que auguran para
el cine, inclusive y sobre todo para el cine pobre, un futuro
inmediato más enriquecedor y libre.
Ojalá los
vascos: creadores, productores, responsables de festivales, Administración,
etc. seamos capaces de estar a la altura de los nuevos aires que
soplan en el mundo audiovisual, atreviendonos a transitar por
los nuevos y esperanzadores caminos que se abren también
ante nosotros.
Juan
Miguel Gutiérrez, presidente de la sección de cinematografía de
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