El retablo de San Andrés procede de la población
de Añastro, en el Condado de Treviño (2) . Se trata de un retablo en forma de
tríptico. Actualmente se halla desmembrado, la tabla central
se conserva en el Palacio de la Excma. Diputación de Burgos,
mientras que las tablas laterales se encuentran una en el Museo
"The Cloisters" de Nueva York (E.E.U.U.) y la otra
en el Museo Zuloaga de Zumaya (Guipúzcoa).
La primera referencia a este
retablo aparece en la obra de Chandler R. Post, "A History
of Spanish Painting" tomo II, quien afirma que el autor
de este retablo es anterior al maestro del otro gran retablo
gótico lineal alavés, el de Quejana, incluso que
podría haber sido su precursor. También aparece
citado en la obra "Historia del Arte Hispánico"
tomo II del Marqués de Lozoya en 1934, y en la colección
Ars Hispaniae tomo VI, de Cook y Gudiol en sus diferentes ediciones,
en la de 1980 fechan esta obra en el primer cuarto del siglo
XIV y concluyen por ella "la existencia en el País
Vasco de un taller bien organizado y capaz". Posteriormente,
en 1958, aparece recogida la tabla de "The Cloisters"
en la obra de Gaya Nuño "La Pintura Española
fuera de España", en 1962 Gerardo López de
Guereñu lo cita en su libro "Alava, Solar de Arte
y de Fe" y en 1966 se encuentra una breve referencia al
mismo en la colección Summa Artis de Pijoan, vol. XXII.
Muy interesante resulta la aportación al estudio de este
retablo que realizó Dª Micaela J. Portilla en 1968
y que se encuentra recogida en el "Catálogo Monumental
de la Diócesis de Vitoria", tomo II, al ser la primera
que relaciona los tres fragmentos existentes como una misma obra,
fechándola a fines del S. XIII o principios del S. XIV
por sus "acusadas reminiscencias románicas".
En 1983, en el tomo IV de la colección "Alava en
sus Manos", J. Eguía y F. Martínez de Salinas
describen la tabla central. La última referencia publicada
sobre el retablo de San Andrés se centra sólo en
las escenas de la Creación del fragmento conservado en
"The Cloisters" y aparece en el artículo que M. Mentré
dedicó a algunos ejemplos de este ciclo iconográfico
en 1984 en la revista Cahiers de Saint-Michel de Cuxá
(3).
Se trata de una obra de dimensiones
grandes, en efecto, la tabla central mide 2,32 x 1,62 m., el
ala conservada en Nueva York mide 1,98 x 1 m., mientras que la
que se encuentra en
Zumaya presenta unas medidas de, aproximádamente, 1,90
x 1m. La técnica utilizada es temple a la cola sobre tabla
de pino (4).
La tabla central aparece ocupada principalmente
por la mayestática figura de San Andrés Apóstol,
identificado como tal en su aureola, y acompañado por
dos atributos, el libro de apóstol, aparece aquí
cerrado, y la cruz en que fue martirizado, sin embargo no se
trata de la cruz en aspa o decussata, sino que presenta forma
de cruz latina. El santo aparece sentado en un trono, formado
por dos leones que le muerden los extremos de su manto, bendiciendo
con su mano derecha. En la parte superior izquierda de este espacio
central con rico fondo dorado con corladura, se encuentra la
figura de un ángel turiferario surgiendo de entre las
nubes. Ambas figuras parecen cobijadas por un conjunto de elementos
arquitectónicos con pináculos, gabletes, torres,
etc., bastante complejo y que parece estar imitando un gran y
suntuoso edificio, quizás la Jerusalén Celeste.
En la misma tabla central, que parece imitar un retablo, a ambos
lados de este espacio, encontramos una calle con cuatro ángeles
de gran belleza y ricamente ataviados, sobre cada uno, separando
los espacios, aparece una inscripción en letras doradas,
en todos los casos aparece la palabra "angelus". Sus
actitudes son simétricas, los del registro superior son
ángeles músicos (el de la parte izquierda porta
una mandora y el de la derecha un arpa), en el segundo registro
aparecen ángeles turiferarios, en el tercer registro encontramos
dos ángeles que portan cirios, mientras que en el último
registro, en la parte inferior, aparecen de nuevo ángeles
músicos (izquierda laúd, derecha salterio). Cabe
destacar que la calle de la derecha aparece cortada en su extremo
lateral, no así la izquierda, donde aún podemos
apreciar la existencia de otra calle, con tres registros que
representaba a figuras de mayor tamaño que los ángeles
mencionados, y que gracias en parte a los fragmentos de inscripciones
que se hallan encima de cada espacio, y, en parte por lo que
resta de la figura del registro central, creemos que debe identificarse
con tres apóstoles, en concreto las de San Juan, Santiago
el Mayor, con el bordón, y San Pedro.
Las tablas laterales muestran
pinturas en ambas caras, por una parte un ciclo dedicado al Génesis,
en que predomina el color y por la otra un ciclo que muestra
la Vida de San Andrés en la que, como en la tabla central,
predomina el oro. Creemos que esta parte debía ser la
interior, mientras que la de los episodios del Génesis
sería la que se mostraba la fiel cuando el retablo se
hallaba cerrado. Salvo el reverso de la tabla de "The Cloisters",
las demás tienen una estructura similar, tres registros
con dos espacios en cada uno de ellos, bien formando parte de
un mismo episodio bien siendo dos diferentes. Cada una de estas
escenas, o medias escenas en su caso, aparece coronada por un
gablete tras el que se encuentra un marco con arquerías
de reducido tamaño. Cada espacio aparece perfectamente
delimitado por su parte superior con una inscripción y
una greca decorativa en sus laterales, de un modo similar al
que veíamos en las calles de la tabla central.
La tabla conservada en "The
Cloisters", que consideramos podría ser la de la
izquierda a juzgar por el orden narrativo de las escenas, muestra
en su anverso, en el registro superior la escena de la Llamada
de Cristo a San Pedro y San Andrés, que se hallan pescando
en su barca, aparece en dos espacios; en el registro intermedio,
también con dos espacios, aparece la Predicación
de San Andrés, mientras que en el registro inferior, encontramos
en el espacio izquierdo una escena de San Andrés Bautizando
y en el derecho San Andrés ante un Idolo, que parece estar
cayendo ante un hombre que le adora. Como se ha dicho, el reverso
de esta tabla es ligeramente diferente, la mitad superior es
igual, apareciendo en ella dos registros, en el primero a la
izquierda el episodio de la Creación de los Animales,
en el derecho la Creación de Adán; en el segundo
registro, a la izquierda aparece Dios durmiendo a Adán
antes de crear a Eva, en el episodio de la derecha encontramos
a Dios entre Adán y Eva. La mitad inferior de la tabla,
en cambio, aparece constituída por una sola escena y no
es narrativa. Encontramos de nuevo la imagen de San Andrés
sedente sobre un trono similar, con actitud similar, si bien
con aspecto menos mayestático que en la tabla central,
quizás por la ausencia del oro. Aparecen a cada lado,
en la parte superior, dos ángeles turiferarios surgiendo
de entre nubes, mientras que en la parte inferior se han representado
tres donantes arrodillados identificados por filacterias: a nuestra
izquierda "¿Periz? DAmigo" y " Sancho
Ferandez de Añastro", a nuestra derecha "Martin
Periz de Añastro, cura".
En el reverso de la tabla conservada
en el Museo "Zuloaga" de Zumaya encontramos la continuación
de los episodios del Génesis: en el registro superior
aparecen la Prohibición de Comer el Fruto a Adán
y Eva, y la Caída, en el intermedio encontramos la Expulsión
del Paraíso y Adán y Eva trabajando. Las escenas
del registro inferior, separadas en esta ocasión por gruesa
moldura, no son fáciles de identificar, pudiéndose
tratar de dos escenas correspondientes a la historia de Caín
y Abel o a la de Set o bien a la historia de Jacob. En el anverso
de esta tabla encontramos en el registro superior la escena de
San Andrés ante el rey y San Andrés ante una fortaleza,
en el registro intermedio vemos la Flagelación de San
Andrés ante el rey y San Andrés Expulsando Demonios.
Por último, el registro inferior ha desaparecido, conservándose
sólo los gabletes que cobijaban las escenas y sus arruinadas
inscripciones.
La iconografía de este retablo
no presenta elementos extraordinarios, en líneas generales,
las escenas pueden identificarse de forma sencilla en la mayoría
de los casos, a lo que ayudan sus inscripciones. Sí resulta
algo compleja la identificación de las anteriormente mencionadas
dos últimas escenas del ciclo del Génesis, especialmente
debido al mal estado de conservación de sus inscripciones.
Como rasgos a destacar en este apartado quizás se podría
mencionar dentro de este ciclo la presencia del Arbol de la Vida
sobre la fuente del Paraíso, de la que nacen los cuatro
ríos, en
las escenas de la Prohibición y la Caída (5). La representación del Creador
con nimbo crucífero es bastante habitual en esta época, encontrándola
en numerosos ejemplos, como en el ciclo mural de la catedral
de Cahors (6), por citar un ejemplo. Dentro de este
mismo ciclo llama la atención que algunas escenas se hallan
claramente separadas, marcando bien sus momentos, como es el
caso de la Creación de Eva en que aparece el momento previo,
Adán dormido, y el posterior, Dios entre los Primeros
Padres, frente al caso de la Caída, en que en la misma
escena, en el mismo espacio, se han representado por lo menos
dos momentos diferentes, en la parte de la derecha la serpiente
tentando a Eva con el fruto, mostrado expresivamente por el reptil
mordiendo el brazo de la mujer al tomar la fruta del árbol,
y en la izquierda Adán que muerde la fruta en presencia
de Dios, con aspecto enojado, mientras trata de cubrir su desnudez
con unas hojas y señala hacia donde está Eva.
El ciclo de la Vida de San Andrés
se caracteriza porque sus escenas son bastante generales, nos
referimos a que salvo en dos episodios, Llamada de Cristo y Flagelación
del santo por orden de Egeas, el resto no se refieren a un momento
concreto, muestran momentos que pudieron haberse repetido cientos
de veces a lo largo de la Vida del Apóstol, por ejemplo,
bautizar, derribar ídolos con forma demoníaca,
predicar, sanar enfermos y expulsar demonios. Como curiosidad
cabe resaltar el hecho de que los acompañantes de Cristo
en la escena de la Vocación de San Andrés, posiblemente
se puedan identificar con Santiago y San Juan principalmente
por los
rasgos juveniles de éste último, en los textos
evangélicos son llamados después de Andrés
y Pedro, no antes (7). No
es de descartar la hipótesis de que una de las escenas
perdidas en la parte inferior de la tabla de Zumaya representase
el martirio del Apóstol, teniendo en cuenta que ya se
muestra en ella los episodios de San Andrés ante Egeas
(?) y la Flagelación del santo ordenada por éste
y el hecho de que una escena de martirio de un santo supone el
episodio cumbre en su vida por cuanto significa de glorificación,
esta hipótesis podría ser confirmada por una limpieza
de la inscripción superior.
El retablo de San Andrés
de Añastro pertenece al estilo gótico lineal. Se
aprecia en él un predominio evidente de la línea
que no sólo delimita las figuras, o marca el paisaje,
sino que también define detalles menores tales como los
cabellos, los pliegues de la vestimenta, etc. Las figuras son
planas, no hay volumen, quizás los elementos mejor conseguidos
sean los vestidos con sus complicados plegados. Se podría
incluso hablar de cierto arcaísmo en la figura de San
Andrés de la tabla central. Los colores son vivos, variados,
pero bastante sencillos, sin tonalidades en general, no hay sombras.
No existe la perspectiva, los fondos son neutros, dorados, tanto
en la tabla central y anversos de las laterales, como en los
reversos, donde a pesar de que predomina el color, se aprecia
como en el fondo, en el grabado de losanges, surge bajo la pintura
la presencia del oro, precisamente este dibujo trae a la mente
las miniaturas del siglo XIV. Destaca sin duda su fuerte carácter
narrativo. Todas ellas son características generales de
la corriente artística a la que pertenece esta obra.
Pero centrándonos más
en las características que son propias de este retablo,
además de las generales del estilo, observamos como se
han representado figuras humanas bastante estilizadas, de manos
alargadas y realizadas con gran detenimiento, casi podríamos
clasificarlo como un estilo "nervioso". Los animales,
abundantes en la escena de la Creación, si bien no son
de gran naturalismo, sí que observamos que se han realizado
con bastante detalle y podríamos hablar de cierto realismo
en los ejemplos más cercanos a la fauna propia de la zona.
Ese realismo se puede observar en ciertos rasgos que dan gran
encanto a la obra, como, por ejemplo, las mangas remangadas de
San Andrés y San Pedro en la escena de la Vocación
para indicar que se encontraban trabajando. El paisaje queda
reservado a una presencia meramente testimonial, de encuadre
de las escenas, resulta muy característico su aspecto,
montículos de escasa altura, redondeados y en la parte
inferior presentando un gran número de líneas rectas
paralelas que quieren indicar unas sombras no logradas por medio
del color. Los árboles son estilizados, de troncos no
muy elevados y rectos, terminados en unas copas redondeadas y
compactas.
En un aspecto más general,
resulta fundamental en este retablo la simetría. Además,
como acabamos de adelantar, en el estilo de esta obra resulta
evidente el influjo de la miniatura, no sólo en los fondos,
sino también en las estilizadas figuras de gran detallismo,
en la presencia de las arquitecturas enmarcando las escenas,
con las arquerías coronadas por gabletes y estructuras,
como la que corona a San Andrés en la tabla central, que
son complejas e imaginativas, pero que no logran transmitir correctamente
la idea de la perspectiva, etc.
Sobre el autor del retablo de
Añastro creemos que podríamos hablar de un taller
en el que destacan dos manos principales. Un análisis
de esta obra en mayor profundidad y con los medios técnicos
adecuados podría confirmar o variar esta hipótesis.
El primer maestro muestra unos rasgos en el rostro aún
con mayor predominio de la línea que el segundo. Sus rostros
son muy característicos, muestran ojos rasgados ya estén
sus líneas unidas o sin unir en el extremo, nariz muy
grande, dibujada la mayor parte de las ocasiones por medio de
dos trazos, uno, muy largo para el frente, que se une con una
de las cejas, y el otro corto para la aleta, los labios aparecen
formados por tres líneas, la central larga y ligeramente
curvada hacia abajo mientras que la superior de reducida longitud
forma una "u" y la inferior también es un arco
intermedio en su tamaño pero hacia arriba. Frente a ésto
aparecen rostros con labios más carnosos y cerrados, ojos
más redondeados y nariz más estilizada y reducida,
sin embargo este segundo tipo de rostro es más escaso.
Hay un gran número de rostros que presentan características
de ambos tipos. Los rostros de los donantes aparecen con algunos
rasgos similares a los de las figuras del retablo, aunque presentan
un aspecto individualizado. Resulta también interesante
el contraste de las vestiduras, pues si bien la mayoría
son más bien de pliegues rectos, bastante sencillas, hay
otras, como la de algunos ángeles de la tabla central,
que presentan mantos flotando y pliegues realmente complejos,
incluso potenciados con una mínima tonalidad del color.
Creemos que de lo dicho hasta ahora podríamos hablar de
una labor más importante cuantitativamente del maestro
del primer tipo, al que vamos a denominar Maestro de Añastro.
En cuanto a la cronología
del retablo, creemos que debemos situarlo en el último
cuarto del siglo XIV a juzgar por la indumentaria de los personajes
que refleja la moda del momento en que fue creado: largas filas
de botones de pequeño tamaño, tanto en la parte
anterior de la ropa como en las mangas, cinturones apoyados en
la cadera, etc., también por sus parecidos con el retablo
de Quejana, del Canciller Pero López de Ayala, fechada
en 1396.
El retablo de San Andrés
no es la única obra del Maestro de Añastro, creemos
que puede atribuírsele una pequeña obra (36 x 33
cms.) de origen desconocido y conservada actualmente en The Art
Institute of Chicago
que representa el Martirio de Santa Catalina de Alejandría
en el momento en que el ángel destruye la rueda del tormento
(8). Seguimos encontrando los mismos rostros
de amplia nariz y pequeños labios de tres líneas,
el mismo tratamiento de plegados sencillos que en las escenas
del Génesis de Añastro, las rocas redondeadas y
con sombreado lineal, incluso otros pequeños detalles,
tales como la corona y espada del monarca que presencia el martirio
con el de la historia de San Andrés, que se halla en una
posición muy similar, o la nube de la que surge el ángel
con la espada, nube ondulada del tipo llamado "chi"
y que hemos encontrado en otras obras parecida pero no igual
como es el caso de la tabla de Santa Catalina. El tratamiento
del marco de la escena denota el mismo taller que Añastro
y está cercano al del retablo del Canciller, si bien aquí
son dos los arcos que la cobijan. El fondo, dorado, presenta
un grabado dibujando losanges que es como el de las escenas del
Génesis del retablo de San Andrés.
Acabamos de mencionar el parecido
de los marcos que encuadran las escenas tanto de la tabla como
del retablo con los del retablo de Quejana, no estamos ante el
mismo autor, al menos el principal, las diferencias en las figuras,
en el tratamiento de los fondos, etc. entre ambos retablos es
grande, sin embargo ese tratamiento de los marcos a base de arquerías
con gabletes y marco ornado por puntos o pequeños tréboles
blancos y esquinas tratando de proyectarse no lo hemos encontrado
en otras obras y resulta evidente que responden a un mismo modelo,
por ello sí es posible pensar en algún tipo de
relación entere las tres obras, si bien al no existir
documentación desconocemos de qué tipo. Las hipótesis
más plausibles son dos, la primera que una de las obras
pertenezca al maestro del autor de la otra y la segunda que el
Maestro de Añastro colaborase de forma marginal en el
retablo de Quejana, de grandes dimensiones. Lamentablemente no
conocemos la cronología exacta del retablo de Añastro,
lo que ayudaría en gran medida a resolver esta cuestión.
Podríamos comparar este
retablo de San Andrés con otros ejemplos, sobre diferentes
soportes, pero así como las relaciones de parentesco entre
él y las dos obras que acabamos de ver son evidentes,
las que tiene con los otros, de diferentes orígenes europeos,
presentan otra naturaleza. Este es un punto importante puesto
que nos permite observar el retablo de Añastro como una
obra que se hallaba en una zona marginal, en lo que a la Historia
del Arte se refiere, pero que a pesar del retraso cronológico
que presenta se encontraba sumergida en las corrientes imperantes
en Europa, es decir, una obra que supera los límites locales.
Los parecidos que presenta con las obras que vamos a mencionar
a continuación son debidos a que pertenecen al mismo estilo,
gótico lineal. Estas obras son anteriores cronológicamente
a la de Añastro.
En primer lugar querríamos
llamar la atención sobre el conjunto de pintura mural
de la iglesia
de Rada (Värmland, Suecia), más concretamente las
del coro que se fechan por inscripción en 1323. Lindblom
(9) menciona la brillantez de sus colores
a los que compara con manuscritos franceses del siglo XIII. Esta
iglesia está construida en madera. De estas pinturas destacamos
la presencia de arquerías con gabletes y pináculos
cobijando las figuras representadas, así como el aspecto
general de las figuras, "nervioso", parecido al de
las figuras de la miniatura y en especial de los rostros, de
cierto parecido a los de Añastro.
Es de destacar como las pinturas de los
Países Escandinavos de esta época, tanto murales
como sobre tabla, se suelen poner en relación con la miniatura,
en especial con la inglesa, como ocurre con la tabla de la Virgen
con Niño del Museo de Bergen, procedente de Odda (Noruega),
que se ponen en relación con el Psalterio de Robert de
Lisle (Arundel Ms.83 II) en concreto con la Virgen con Niño
del folio 131 v., miniatura que nos interesa también a
nosotros en relación a la tabla central de Añastro.
Es una miniatura que ocupa todo el folio y que muestra en el
centro a las dos figuras protagonistas, bajo arquería
con gablete, mientras dos ángeles turiferarios aparecen
en las esquinas superiores de esta calle central. A ambos lados,
como calles laterales, aparecen cuatro figuras bajo arquerías
con gablete y pináculos y sobre fondo dorado dibujando
formas vegetales, en posiciones simétricas. Es una estructura
parecida a la de la tabla central de Añastro. Este Psalterio
se fecha h. 1310 y anterior a 1339 (10). No es la única miniatura inglesa que nos
recuerda a Añastro, no podemos olvidar la Biblia de Holkham,
en cuya escena de la Creación podemos observar un fondo
de losanges con flores inscritas muy sencillas, motivo muy extendido lo que se aprecia
en miniaturas de otras zonas europeas como, por ejemplo en las
Rothschild Canticles (11).
En el ámbito de la miniatura hispana no podemos olvidar
las miniaturas de la Crónica Troyana (El Escorial, h.
I 6) obra realizada por encargo de Alfonso XI de Castilla y terminada bajo
Pedro I, en 1350, firmada por Nicolás González
(12). Se observan parecidos en elementos
tales como la representación de los barcos y, especialmente,
en los rostros de las figuras, en menor medida observamos como
algunas escenas se cobijan bajo arquerías separadas por
pináculos que más bien presentan en ocasiones aspecto
de torres.
Tradicionalmente se ha relacionado
al retablo de Añastro con el de San Millán de la
Cogolla (La Rioja) y el de San Pedro de Zuazo de Cuartango, haciéndoles
formar parte de una misma escuela de pintura. Creemos que no
existe tal relación. Sí es cierto que el retablo
riojano, conservadas sólo sus tablas laterales, presenta
en el anverso fondos de oro y en el reverso fondos de color,
bajo los que hay una capa de plata que se deja ver en ocasiones
en la superficie, pero aparte de ésto y de su fuerte espíritu
narrativo, ni en el campo estilístico ni en el iconográfico
parece haber relación. En cuanto a la pintura mural esos
ángeles de gran dulzura recuerdan, sólo ligeramente,
a los del conjunto de la capilla de San Martín de la catedral
de Salamanca, de Antón Sánchez de Segovia fechadas
en 1262, y las de la iglesia de los Dominicos de Puigcerdá
(Gerona). En Castilla ese fuerte linealismo lo vemos también
en las pinturas realizadas por Teresa Díaz h. 1350 en
el convento de las Clarisas de Toro y, de nuevo en la pintura
sobre tabla, en el retablo de San Cristóbal conservado
en el Museo del Prado, donde los ojos del santo que preside la
tabla recuerdan ligeramente a los de San Andrés sedente
en la tabla de "The Cloisters".
En lo que se refiere a las obras
sobre tabla en el reino de Navarra de esta época, encontramos
varios ejemplos pero que no se pueden adscribir a la misma escuela.
Es cierto que presentan esos rasgos propios de la influencia
de la miniatura, con ese estilo "nervioso", y las arquerías
cobijando escenas y figuras, pero parecen pertenecer a una fecha
anterior a la de Añastro, en todo caso no hay rasgos comunes
aparte, claro está, de los debidos a la pertenencia al mismo estilo,
pensamos en tablas como el frontal de Arteta, el de Eguilor etc.,
obras fechadas en la primera mitad del siglo (13).
En resumen, nos encontramos ante
una obra que posiblemente estuvo situada en el altar mayor de
la parroquia de San Andrés de Añastro, que fue
costeada por tres donantes de los que sólo conocemos sus
nombres, que procede de una "aldea", en palabras textuales
de los testimonios de la época, que muy probablemente
debemos fechar en el último cuarto del siglo XIV pero
que participa en las características propias de una corriente
que se encuentra representada en toda Europa, el Gótico
Lineal, y en este sentido resulta interesante observar la situación
de Añastro respecto a una de las vías de comunicación
y comercio más importantes de la época en Castilla.
Ciertamente hay un retraso cronológico importante respecto
a las obras con las que más parecidos presenta, pero tampoco
debemos olvidar su elevada calidad técnica. De las diferentes
manos que se pueden observar en la ejecución del retablo
queremos destacar la que predomina cuantitativamente, en especial
en el Ciclo del Génesis, a la que hemos llamado Maestro
de Añastro y al que cabe atribuir el fragmento de otro
retablo, la tablita de Santa Catalina del Monte Sinaí
(Art Institute of Chicago) de origen desconocido.
NOTA DE
LA AUTORA: Con posterioridad a la
publicación de este artículo (1996), han aparecido
nuevas informaciones sobre esta obra y el Maestro de Añastro,
a quien atribuimos también la tabla del santo obispo procedente
de Medrano ( M. D. Calahorra), que tras su limpieza pueden identificarse
con S. Fabián. Para mayor información ver R. SAÉNZ,
La Pintura Gótica en Álava. Una contribución
a su Estudio. Vitoria-Gasteiz, 1997; "El ciclo del
Génesis en el retablo de San Andrés de Añastro",
en Actas V Simposio Biblíco Español. La Biblia
en el Arte y la Literatura II (Valencia, 1999), págs.
369-382, "Una nueva obra del Maestro de Añastro:
La tabal de Medrano (M.D. Calahorra), en AEA, nº
287, (1999) págs, 353-358. (VOLVER)
(1) Queremos agradecer
a Dña. Rosa Suárez del Museo Zuloaga de Zumaya,
al Museo The Cloisters de Nueva York y al Dpto. de Cultura de
la Excma. Diputación de Burgos las facilidades ofrecidas
para el estudio de este retablo. Asimismo, queremos expresar
nuestra gratitud a Dña. Soledad de Silva Verástegui
por su dirección de la Tesis, de la que el retablo de
Añastro es un apartado, y al Gobierno Vasco por la beca
concedida entre 1991-1995 para su realización. (VOLVER)
(2) Esta población aparece mencionada en la
Crónica del Rey Don Pedro, escrita por el Canciller Pero
López de Ayala, donde se dice que en 1354 junto a otras
aldeas fue dada por el rey a Diego Pérez Sarmiento (cap.
XXXVIII) quien murió en el Aragón en 1363 tras
oponerse al monarca, y que en 1367 con motivo de la guerra civil
las tropas de Enrique de Trastamara sentaron cerca sus Reales
(cap. III). (VOLVER)
(3) Ch. R. POST,A History of Spanish Painting, II,
págs. 133-136 y 463; MARQUES DE LOZOYA, Historia del Arte
Hispánico, II, Barcelona, 1934, pág. 270; COOK
y GUDIOL, Pintura e Imaginería Románicas, Ars Hispaniae,
VI, Madrid, 1950, 1980 2ª edic., pág. 261; J.A. GAYA
NUÑO, La Pintura Española fuera de España,
Madrid, 1958, pág. 89; G. LOPEZ DE GUEREÑU, Alava,
Solar de Arte y de Fe, Vitoria, 1962, pág. 146; PIJOAN,
Summa Artis, vol. XXII, Madrid, 1966, págs. 172-173; J.
EGUIA y M.J. PORTILLA, Arciprestazgos de Treviño, Albaina
y Campezo, C.M.D.V., II, Vitoria, 1968, págs. 53-54; J.
EGUIA y F. MARTINEZ DE SALINAS, " El impulso renovador del
Gótico", en Alava en sus Manos, IV, Vitoria, 1983,
pág. 99; M. MENTRE, " Peintures des manuscrites hispaniques
des XIIe et XIIIe siècles: Lico-nographie de la
Creation du Monde" en Cahiers de Saint Michel de Cuxa, nº
15, (1984), págs. 197-209, esp. págs. 202-203.
(VOLVER)
(4) Informe de Restauración. Tabla de Añastro,
p. 4. El equipo restaurador estaba formado por R. Bartolomé,
M.M. Cansado y M.C. Fdez. de Lascoiti, el trabajo se llevó
a cabo entre octubre de 1984 y mayo de 1995 y fue financiado
por la Excma. Diputación de Burgos. (VOLVER)
(5) Encontramos este motivo ya en las ilustraciones
del siglo X, como en el capítulo III del Libro IV de las
Etimologías de San Isidoro en los códices Albeldense
(fol. 17 v.) y Emilianense (fol. 14 v.). Véase S.SILVA
VERASTEGUI, Iconografía del S.X en el Reino de Pamplona-Nájera,
Pamplona, 1984, págs. 171-172. (VOLVER)
(6) Sobre estas bellas pinturas murales del siglo XIV
ver Jean ROCACHER, " Les relations entre liconographie
de la Gènese et les Peintures du Massif Occidental de
la Cathédrale de Cahors", en Cahiers de Fanjeaux,
28, (1993), págs. 233-254. (VOLVER)
(7) Mateo 4, 21-22
y Marcos 1, 19-20. (VOLVER)
(8) Conocimos la existencia de esta obra cuando tratábamos
de localizar alguna posible influencia sobre el retablo del que
nos ocupamos. Hallamos su ilustración en el Summa Artis
vol. XXII atribuída a escuela inglesa, dándonos
cuenta de su innegable parentesco con la obra treviñesa.
En la búsqueda de mayor información contactamos
con el Art Institute quienes amablemente nos facilitaron los
datos y bibliografía correspondientes, entre ellos una
carta de la Sra. Sallinger en la que pone en relación
la tabla con el retablo de Ayala y menciona ciertos parecidos
en los fondos con el retablo de Añastro, pero no profundiza
más en la relación con éste. La obra que
en principio se atribuyó a escuela francesa también
se ha atribuído a la escuela noruega e inclusive se ha
puesto en relación con el Claren Altar de Colonia. Fue
precisamente Sallinger quien la atribuyó a escuela castellana
del siglo XIV. (VOLVER)
(9) A. LINDBLOM,
La Peinture Gothique en Suède et en Norvège. Etude
sur les Relations entre lEurope Occidentale et les Pays
Scandinaves. Stockholm, 1916, págs. 99 y ss. (VOLVER)
(10) L.F. SANDLER, The Psalter of Robert de Lisle in
the British Library, London 1983 y Catálogo Exposición,
Age of Chivalry. Art in Plantagenet England. 1200-1400, London,
1987, nª cat. 569 (VOLVER)
(11) J.J. HAMBURGER,
The Rothschild Canticles. Art and Mysticism in Flanders and Rineland
c. 1300, New Haven 1990. (VOLVER)
(12) P. GARCIA MORENCOS, Crónica Troyana. Madrid,
1976. (VOLVER)
(13) Ver S.COOK y GUDIOL, Pintura e Imaginería
Románicas, Ars Hispaniae, vol. VI, Madrid, 1980, 2ª
edic., págs.234-235. (VOLVER) |
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Raquel Sáenz
Pascual, becaria del Departamento de Historia del Arte del CSIC |